Joel estaba feliz mientras esperaba la hora de su turno en la parte trasera del hotel, saludaba a sus compañeros con una expresiva sonrisa mientras iban llegando, pensando que por fin había hecho algo que valía la pena por su madre. La vida había sido dura desde que su padre los había abandonado y se había ido lejos hacía ya muchos años. Su madre había luchado heroicamente para criar a Joel y a su hermana menor, Katia, en su diminuto apartamento; ahora, por fin, podía devolver un poco del esfuerzo que Eleonora, su madre, había puesto en ello para criar a los dos hijos.
Desde los dieciséis años había estado planeando esto. Algunos pensaban que Joel aún tenía dieciséis años porque se veía bastante infantil con su melena de pelo negro, figura alargada y delgada, de 1,70 m. de altura. La gente decía de Joel que se llenaría con la figura de un buen hombre. Decían los que lo conocían que cuando fuera mayor lo tendría todo: buena apariencia y un genuino encanto. A los dieciocho años Joel era amable, y crecía lentamente en confianza, con una apariencia juvenil, le acompañaba la belleza femenina de su rostro infantil.
Cumplidos los 18 años, tan pronto como pudo, Joel se inscribió en la agencia de empleo para conseguir trabajo sirviendo en cenas, banquetes y funciones, y había servido en muchos lugares diferentes, hoteles y carpas, terrazas, etc., trabajo que podía hacer mientras estudiaba durante el día. Por supuesto, había contribuido a la «olla familiar», pero también disponía de parte de sus ingresos para comprar música de su gusto y la ropa que necesitaba, ahorrando esfuerzos a su madre. De vez en cuando también ayudaba a algunos cuando los veía en extrema necesidad.
Ahora su madre acababa de irse de vacaciones por primera vez en su vida, es lo que Joel podía recordar de toda su infancia y de lo que le comentaba su madre: «no sé qué son las vacaciones, sé lo que es criar a mis hijos, mis tesoros». Su mamá había viajado ya una semana con otras personas en un viaje organizado por agencia y luego, es decir, en el tiempo de esta historia, estaba veraneando diez días en una playa muy famosa para descansar. Es lo que Joel quería y había pagado las vacaciones de su madre, motivo por lo que se sentía orgulloso.
Mucho le costó convencer a su madre para que se fuera. Convencerla, además, de que se ahorrara algún dinero para gastarlo en ella misma durante el tiempo de las vacaciones. Al final, conseguida la victoria en tal batalla, ese mismo día le había dado su billete de avión y las reservas en hoteles todo incluido. Por fin su madre viajó a pasar sus primeras vacaciones, dejando a Joel en la casa para que se ocupara de sí mismo, con la promesa de que no hubiera fiestas, y a Kelly, que no quería separarse de sus amigas, la dejó en casa de un primo hermano con los que se relacionaban muy bien. La mamá de Joel no viajó sola, porque, como ya dije, él mismo se ocupó de que tanto el primer viaje como la estancia en la playa lo había adquirido en agencia para varias personas a fin de que pudiera hacer nuevas amistades. Joel estaba contento de que su madre se hubiera ido, se merecía todo lo que recibió como resultado de lo que había hecho por Joel y Kelly. Este es nuestro chico, el más dulce de cuantos pueda haber, el más generoso de cuantos puedas conocer y el más servicial de cuantos te puedas encontrar, además de guapo y simpático.
Joel pensó en hacer siempre turno de la noche para seguir estudiando. Estos entraban en el hotel restaurante a las 17:00 en la tarde y acababan hacia las 00:30 en la madrugada o si se retrasaban algunos comensales hacia la 01:00. Ya llevaba bastante tiempo con esto, porque se aseguró que por la mañana podía estudiar, quizá hacer una licenciatura en cuanto acabara los estudios de bachillerato.
El día al que nos referimos en esta historia había unos señores de una empresa que tenían una cena, una reunión de esas en las que se entregan premios para algunos empleados de la Compañía de seguros. No tenía ninguna certeza de lo que se trataba ni le importaba especialmente, solo le interesaban algunos detalles que solían ocurrir, el tiempo que tardarían en acabar para programarse su cena y saber cuándo irse. Ese día no le preocupaba tanto porque era viernes y al día siguiente, como no tenía clases, dormía a la pata suelta hasta media mañana.
Indagó lo que pudo sin llamar la atención y se trataba de asuntos habituales de empresa: premio al mejor vendedor de pólizas, premios especiales a la simpatía, al mejor recién empleado, al que más disfrutaba de su trabajo, al que mejor trataba al resto del personal, al que mejor llevaba su interacción con los clientes…, etc.
Venía trabajando mucho tiempo allí y jamás se había interesado por los motivos de la reunión de ninguna organización, pero esta vez le picó la curiosidad y preguntaba si sabían algo al resto del equipo de camareros que iban a servir, todos de la misma edad que él, casi todos estudiantes, eran unos diez para un centenar de comensales en la gran cena que se había organizado. Todo iba perfectamente y fue bien. En el grupo de comensales se destacaban un jefe principal y 10 personas muy allegadas a él. Todos muy jóvenes. El resto hasta cien eran empleados seleccionados de la empresa, cuyo premio era la cena de la empresa de seguros. Hasta aquí pudo averiguar Joel y ya nada más le interesó, solo cumplir con su trabajo. El hotel utilizó tres personas más para servir en el bar. Joel, por ser de los fijos a diario, encabezaba el equipo del servicio de la cena
Se sirvió la cena. Arranca todo el movimiento de camareros y Joel tenía que servir y mirar continuamente para saber qué se podía ofrecer y mandar a alguien o dirigirse el mismo a realizar el servicio. Sacaron cinco aperitivos que fueron distribuyendo junto con cervezas, refrescos y vino. Luego el plato principal. Postres variados de frutas ya preparadas, pastel y helados. Si se le hubiera preguntado más tarde a Joel qué se sirvió en la cena, no hubiera podido decir qué había en los platos, repartía, servía, miraba, atendía y recogía. Luego limpiar las mesas. Dejarlo todo perfecto para servir los licores con dulces y peladillas, para que prosigan los señores con sus discursos. Los camareros se fueron a cenar, atendían las mesas algún licor o copa, los del bar que habían cenado antes, mientras todos estaban sentado en sus mesas cenando.
Hubo discursos, premios, y avisos múltiples, mientras los camareros que ya habían cenado ayudaban a lavar platos, secarlos y limpiar cubiertos, esperando que acabaran los discursos para recoger las mesas. Para Joel solo fue un trabajo ordinario. Después de casi dos años en este tipo de trabajo, ya estaba acostumbrado al chaleco y a la pajarita. Tenía montañas de cubiertos limpios. Había servido tanto pollo como cualquier granja puede haber criado en el mismo tiempo. Y este era sólo otro turno. Trabajaron duro. Esperó para volver a casa.
Por fin se había acabado, la mayoría de los invitados se habían ido. Quedaban unos 10 hombres… gerentes de la compañía. A menudo era lo que sucedía: los organizadores-administradores se encargaban de organizar el evento y luego se quedaban a dormir en el hotel para beber algunos cócteles hasta muy tarde, se quedaban a dormir en las habitaciones del hotel a costa de la empresa, con precios y condiciones especiales ya que la cena había sido económicamente costosa. Joel y sus compañeros habían limpiado las mesas y las dejaron apiladas a un lado del salón. El equipo de camareros estaba siendo abordado por el grupo de gerentes, querían agradecer el servicio que había sido bueno, educado y rápido, la verdad es que habían trabajado duro.
— Quiero daros las gracias por vuestro duro trabajo de esta noche —dijo el hombre que parecía estar a cargo—. Es la primera vez que cenamos así y nos ha ido muy bien. Me gustaría daros una botella de algo como agradecimiento.
Le dio a cada uno de los miembros del equipo una botella de vino.
— También quiero decir que vamos a tomar unas copas de modo particular, y deseo saber si alguno de vosotros querría venir a servirnos unas cuantas copas durante un par de horas. Puede ser que incluso nos haga otros favores, si lo desean.
El equipo sabía lo que estas cosas podían significar. Un montón de tipos emborrachándose, estar limpiando borrachos que vomitan o se orinan encima, quedándose durante algunas horas hasta el final, y luego tener problemas para hacer valer ante el gerente del hotel las horas extras solicitadas por los clientes, que no suelen pagar por esto. El equipo se derritió rápidamente. Unos necesitaban estar en casa, otros que estaban al filo del último autobús, para otros la excusa era que los taxis que esperan a esas horas cobran tarifa más elevada, algunos ya habían llamado a su taxi. La verdad es que Joel sabía que todos se iban a un club. Cuando el equipo desapareció, Joel se trasladó al gerente de la compañía. Era un hombre alto y delgado, de unos 45 años, inteligente y emprendedor. En ese momento, aunque su corbata estaba un poco desordenada después de la larga noche, a Joel le cayó bien, porque también era guapo, con una genuina sonrisa. Joel habló con él. Parecían gente amistosa y pensó que tal vez le darían una buena propina.
—Señor, sé cómo pueden ser estas cosas, pero no tengo nada mejor que hacer. Me quedaré para que estén felices.
Joel sabía que no tenía que estar en casa, ya que era el único que se quedaba allí en ese momento. Tampoco estaba haciendo nada al día siguiente, y podía irse cuando quisiera.
El hombre extendió su mano para estrechar la de Joel y se presentó:
— Soy Santos, ¿cómo te llamas?
— Joel, —contestó sencillamente.
—Joel, sé lo que estás pensando, hice tu tipo de trabajo cuando era joven, pero no serán hombres borrachos y enfermos y asquerosos que juran e insultan de modo soez. Nosotros no somos así. Tenemos otros planes para seguir hasta muy tarde. ¿Estás seguro de obsequiarnos unas horas?
Joel pensó antes de hablar:
—Si no es asunto de beber y emborracharse hasta enfermar, ¿qué quieres que haga?
Santos pensó antes de responder:
— Absolutamente todo lo que deseemos, sin eximirte después con excusas. Ah, y no te pagaremos por este servicio. Además, como miembro del servicio debes llamarme señor. ¿Aún quieres hacerlo?
Joel se debatía entre aceptar o marcharse, pero había quedado muy intrigado. Cuando Santos dijo que Joel debía llamarlo "señor", algo se agitó dentro de él.
—Lo haré, señor. No hay nadie en casa esta noche, mi madre está de vacaciones, así que nadie me echará de menos.
Santos charló otros diez minutos con Joel, preguntándole sobre las vacaciones de su madre, un poco sobre su vida, por qué Joel estaba trabajando como camarero para estos eventos. Santos estaba cada vez más impresionado con el joven tranquilo, y sabía que era el muchacho del que el gerente de la agencia de empleo le había hablado, cómo había ahorrado para su madre, y la vida dura que tenían en el apartamento, luchando para llegar a fin de mes. Por fin Santos le dijo a Joel que se presentara en la habitación 404 en 15 minutos. Santos sugirió que Joel podría necesitar refrescarse, ducharse, antes de presentarse.
Con eso los diez hombres habían desaparecido, el personal del hotel se había derretido, y Joel estaba solo esperando en el comedor del hotel, mirando el reloj. Joel se duchó en el área de personal, había sido un turno caluroso y sudoroso. Un minuto antes de la hora prevista, Joel tomó el ascensor hasta el cuarto piso y llamó a la puerta de la suite 404. Casi inmediatamente Santos abrió la puerta e invitó a Joel a entrar.
Durante los siguientes minutos Joel cumplió con su deber: sirvió bebidas, repartió bocaditos, lavó vasos vacíos en la pequeña cocina anexa a la suite. Le dio la oportunidad de conocer un poco más los interiores del hotel. Era una gran suite con muchas sillas, así como una cama de matrimonio, con una pequeña cocina y un cuarto de baño. Los diez hombres, que eran los gerentes de la organización, se sentaron en las sillones y sofás para conversar entre ellos. Para un grupo de hombres que ya habían bebido algunos tragos, parecían extraordinariamente tranquilos y amigables con Joel. Joel también notó que había otro hombre que era claramente muy amigable con Santos, tal vez incluso un socio, llamado Waldo. Waldo era un par de pulgadas más alto que Santos —su estatura era como 1,85 m.—, aunque la altura era engañosa para alguien tan delgado como él. Tenía unos 45 años, con el pelo rubio. Joel lo encontró particularmente amable con él.
Fue después de unos veinte minutos cuando Santos llamó la atención de todos con unas palmadas muy sonoras y ahuecadas.
— Caballeros, —llamó la atención de todos para comenzar un discurso breve.
Silencio en el salón.
— Caballeros, es obvio que hemos conseguido crear una buena compañía. No es frecuente que un grupo de amigos de un bar gay haya tenido tanto éxito! Crear nuestra propia compañía de seguros hace diez años fue lo mejor que hicimos… —Aplaudieron y Santos continuó— ¡Así que quizás deberíamos celebrarlo! —Se detuvo, se volvió hacia Joel que se había quedado discretamente a la puerta de la cocina— Joel, ven y quédate junto a mi silla.
Después de presentarse con un saludo inclinando la cabeza, Joel se puso a un lado de la silla de Santos. Santos habló con Joel en voz baja
—Pase lo que pase, no te muevas. A menos que yo te lo diga.
Joel se quedó de pie preguntándose qué iba a pasar. Tal vez había un champán especial para servir, o un pastel para traer. Joel sólo escuchaba la mitad de lo que Santos iba diciendo.
— Creo que la mejor manera de celebrar es que compartamos algo especial juntos. Siempre quise hacer esto: un gangbang.
Hubo una pausa. Incluso entonces Joel sólo había oído a medias y no sabía exactamente de qué se trataba, aunque era obvio que a los otros hombres les gustaba la idea después de que ellos también habían aceptado la sugerencia de Santos. Más tarde Joel pensó que quizás era la bebida lo que los hacía tan desinhibidos. Santos seguía hablando:
—Siempre quise acostarme con un joven de 18 años, y tenemos uno aquí.
Joel sintió que Santos movía una mano desde atrás, entre sus piernas, y se levantó y le puso la polla sobre sus pantalones. Después de eso, Joel supo que debía haber huido, que hubiera sido mejor haber escapado por la puerta. Pero él no…, se quedó ahí parado y dejó que Santos se lo hiciera a él. Quizás fue porque dijo que obedecería y se le había dicho que no se moviera. Tal vez él lo quería. Incluso en su vergüenza aguda sintió que su polla se movía en la mano de Santos. También supo después que si no se hubiera quedado para este momento, podría haber sido mucho peor.
Santos estaba hablando con sus amigos otra vez:
— ¿Qué decís, muchachos? ¿Creéis que Joel es un sabroso chico de 18 años?
Mientras lo hacía, empujó suavemente y soltó la polla de Joel, haciéndole un toque para que se le pusiera más dura y se notara el bulto.
El clamor sugirió que pensaban que era una buena idea, y que Joel era un adolescente sabroso. Uno de ellos gritó:
— ¡Veamos qué tiene!
Santos soltó la polla de Joel y acercó su mano para poder desabrochar los pantalones de Joel. Cruzó la otra mano para ayudar, y rápidamente le quitó el cinturón a Joel, le quitó el botón y le bajó la cremallera. Ahora ya el pensamiento de correr ni siquiera estaba en la conciencia de Joel. Santos le tiró de los pantalones a Joel hasta las rodillas y luego con un pie los mandó a los tobillos. Hizo que Joel levantar sus pies de uno en uno, se quitó el zapato y el calcetín, y luego se quitó los pantalones de los tobillos. Santos los cogió y los tiró a cualquier rincón de la habitación. Volvió a apoyar su mano en la polla de Joel, que estaba abultada y apretada dentro de sus calzoncillos.
Una voz dijo:
— ¡Vamos, Santos, veámoslo todo!
Santos bajó lentamente los calzoncillos de Joel por la espalda, y luego desenganchó la parte delantera de la polla de Joel, bajándolos hasta los tobillos. Los hombres vitorearon cuando la polla de Joel que saltó y se puso mirando hacia arriba, su polla tapaba su ombligo por dentro de la camisa. Santos se puso de pie y tan rápido como pudo quitó la camisa y corbatín de Joel, dejándolo desnudo frente a los hombres. Santos se sentó de nuevo. Los hombres estaban agradecidos. Todos exclamaron como un susurro de viento suave:
— ¡Ooooh!
Joel oyó a un hombre decir:
— ¡Bien equipado!, sí, un buen equipo.
Otra voz dijo:
— ¡Pero qué chico más guapo!
Otra voz añadió:
— ¡Qué polla tan hermosa en un muchacho tan guapo!
Joel se sentía extraño. Se sentía por una parte muy avergonzado y por otra halagado y complacido.
Joel volvió a escuchar la voz de Santos, esta vez directamente a él:
— No te muevas, cariño.
Sintió la mano de Santos descansar sobre su culo, frotar suavemente alrededor de su culo. Se sintió bien, nada molesto. Sintió los dedos de Santos corriendo a lo largo de la rajadura de su trasero. Adivinó lo que iba a pasar y no se iba a mover. Sintió los dedos de Santos empujando entre las nalgas de su trasero, sondeando cada vez más profundo hasta que gimió. Santos había llegado al trasero de Joel y le hacía cosquillas allí, dándole mucho gusto. Joel sabía que su polla latía con fuerza y los hombres estaban mirando fijamente. Fue muy vergonzoso para él, pero aguantó. Empezó a sentir el calor. Joel no se daba cuenta de que algunos de los hombres se desnudaban mientras mantenía los ojos cerrados. Escuchó la voz de Santos hablar con él:
— Vas a tener diez pollas metiéndose profundamente ahí…, y todo el mundo probablemente querrá tu boca también.
Marcado como un idiota…, no había pensado en lo que planeaban hacer con él. Había leído sobre ello en sitios web. Con apretado que estaba, —pensó— cuánto le dolería y qué lleno lo dejarían; cómo sentaría si raro o agradable.
La voz de Santos continuó:
— Imagínate…, diez pollas metiéndote semen en el culo. Diez pollas bombeando semen en tu boca.
Joel quería huir a la vez que quedarse. Había dos hombres en un cuerpo, Joel temeroso y Joel deseoso. En pocos segundos Joel decidió ser el deseoso, quería demostrar que podía darles a estos hombres lo que deseaban. En ese momento Joel ya era el deseado de todos ellos. Latía su polla y él la sentía. Joel recordó la palabra de un sitio web: «gangbang». A veces sus amigos de la universidad habían hablado de acostarse con una chica en particular, pero todo estaba en sus fantasías. Una vez había oído la frase «Male Gangbang», y entonces supo lo que le iba a pasar a él a continuación y pronto. Joel estaba avergonzado porque su polla se movió mientras pensaba en lo que le iba a pasar.
De nuevo uno de los hombres habló.
— ¡Vamos Santos, muéstranos su agujero!, ¡muéstranos su tesoro!
Santos habló:
— Bien, Joel…. ponte de rodillas y con el culo hacia ellos.
Joel se movió como un autómata, pero se arrodilló frente a Santos, su trasero hacia los otros hombres. Nunca había soñado que mostraría su trasero a alguien. Pero cuando uno de los hombres silbó fuerte y expresivamente, se sintió internamente complacido.
Santos recogió algo de su caja y se arrodilló al lado de Joel. Joel sintió el dedo de Santos jugando con su culo de nuevo, esta vez empujando suavemente a través del anillo. A Joel le jodía en el alma la humillación, pero al mismo tiempo disfrutaba la invasión. Joel estaba tratando de entender lo que Santos estaba haciendo, y luego recordó uno de los sitios web en los que había estado: se trataba de la conveniente lubricación. Le estaba frotando el culo con lubricante para que les resultara más fácil follárselo.
Santos se alejó, y uno de los otros hombres estaba arrodillado detrás de Joel. El hombre estaba pasando sus manos por el culo de Joel, haciéndole cosquillas en el culo. De repente, Joel sintió que algo le empujaba en el culo, tratando de meterlo dentro de su trasero. Era tan grande, que le resultó difícil, aunque no imposible. De repente Joel gritó… había atravesado del anillo. Entonces el hombre la sostuvo allí quieto un momento y luego comenzó a empujar suavemente más adentro por el culo de Joel. Joel recordó la palabra tan manida: «me está jodiendo». Era extraño, su mente estaba casi separada, analizando lo que estaba pasando. El hombre empujó cada vez más adentro. Le dolió, hizo que Joel se sintiera lleno, pero aún podía soportarlo. El hombre se deslizó lentamente cada vez más y más profundo, Joel estaba siendo abierto, invadido, poseído, tomado por esa gorda polla. De repente, el hombre parecía estar lo más adentro posible. Joel pensó que tal vez 15 centímetros. Mantuvo su polla quieta dentro de Joel hasta que este comenzó a hacer movimientos dando a entender que se estaba acostumbrando a la polla dentro de sí.
Otro hombre se le presentó por delante mostrándole otra buena polla y Joel se detuvo un momento preguntándose qué debía hacer y se decidió a acariciar la polla con sus labios y metérsela en su boca apretándola con su lengua contra su paladar, y el hombre gimió de placer. Apestaba suavemente. Probó el lubricante natural de su polla y le gustó, se pasó la polla por sus secos labios para humedecerlos y se la volvió a meter en la boca para chuparla y exprimirla. Era obvio que el hombre al que se la chupaba también lo estaba disfrutando. De repente sintió que la polla que tenía en el culo casi se salía y volvía entrar de nuevo. Sintió a la vez que el otro hombre empujaba hacia dentro en su boca. Y de pronto ambos lo hacían con ritmo. Pensó que le estaban jodiendo el culo y que le estaban jodiendo la boca al mismo tiempo, se sentía empalado, pero a la vez lo disfrutaba con placer.
Joel sintió que las pollas lentamente se lo follaban más fuerte. Dejó que su lengua acariciara la verga que tenía en su boca, chupando como lo hizo. La polla del otro parecía entrar y salir de su culo con bastante facilidad, aunque tenía un culo muy apretado. Le dolió, por supuesto que sí, pero a Joel ya no le importaba ahora, incluso trató de apretar la polla contrayendo los músculos del culo, y escuchó al hombre gritar:
— ¡¡Qué buen chico, qué perra más sexy!!.
De repente Joel se dio cuenta de que ambas vergas se deslizaban cada vez más rápido dentro y fuera de su culo y boca, los hombres jadeaban fuerte. De repente sintió que el hombre se metió en la boca y gritó una voz sin significado, sosteniendo la cabeza de Joel contra él para descargar su semen. Probó Joel el semen chorreando en su boca. La verdad es que no tenía otra opción porque estaba amarrado por las manos del hombre sujetando la nariz de Joel contra su propio pubis. Tragó tan deprisa como pudo. El hombre pareció bombear una y otra vez, y Joel se tragó todo lo que pudo. De pronto notó que el otro hombre agarraba sus caderas con fuerza y clavaba su polla tan profundo como podía dentro de Joel, gritando:
— ¡¡Puta perra, te voy a llenar!!
Ya intuía Joel que el tipo se iba a correr dentro de su culo, gimiendo y chorreando con fuerza.
Al acabar ambos hombres se desplomaron, soltando la cabeza y el culo de Joel. Oyó a uno de ellos decir:
— ¡Es el polvo más caliente que he tenido.
Joel intentó levantarse, pero se sintió sostenido por dos hombres más, uno en la cabeza y otro en el culo. En ese momento sintió la enormidad de lo que iba a suceder. Los diez iban a pasar por cada uno de sus más importantes hoyos.
Después del segundo par Joel se sintió exhausto, su trasero dolorido, pero ahora mucho más abierto, su boca estaba llena de semen, sus papilas gustativas estaban dominadas por el sabor del semen.
Y la verdad es que fue una tras otra. Cada uno cogiéndose el culo y la boca, recuperándose lo suficiente como para hacerlo dos veces. Después de unos pocos, todo estaba borroso para Joel. Los que se lo cogieron después de haberle llenado la boca se demoraron mucho más. Su culo se sentía lleno, estirado, abusado, desmantelado y totalmente abierto como un túnel. Su boca se sentía propiedad de todos estos hombres. Y lo apreciaron, diciéndole que era una puta muy sexy, o una perra hermosa, o un polvo fabuloso. Más tarde reflexionó: «¿qué tenían esos cumplidos obscenos que tanto me gustaron?»
Había transcurrido mucho tiempo hasta que todos parecían satisfechos, y estaban sentados alrededor, con Joel acostado exhausto y abusado en el suelo en medio de ellos. Pensaba en la vez que le habían asaltado y apaleado y pensó: «he sido golpeado por una pandilla». Le dolía enormemente el culo. Le dolía fatalmente la boca. Había sido un trance terrible, pero a la vez maravilloso. Había sido abusado y usado, pero le estaba gustando que se lo hubieran follado todos y quedaran satisfechos y gozosos de tanta belleza expuesta. Había sido poseído y lo habían llenado del todo. Lo miraban tendido en el suelo y uno de los hombres se fijó y observó que la polla de Joel estaba dura mientras yacía de costado exhausto y que todavía no se había corrido. Lo dijo a todos:
— Es fabuloso, en todo el tiempo y no se ha corrido.
Santos se arrodilló al lado de Joel y lo hizo rodar sobre su espalda. Agarró la polla de Joel. Comenzó a deslizar su mano arriba y abajo de la polla de Joel. Joel se sentía sin fuerzas pero agradable, le pareció fantástico, se sintió masturbado. Estaba contento de que alguien lo estuviera haciendo, se sentía tan agotado que no quería hacerlo él mismo. Los hombres aplaudieron a ritmo, luego cantaban «córrete, córrete, córrete», al mismo tiempo que Santos deslizaba su mano masturbando la polla de Joel. Joel yacía allí, demasiado cansado para responder, aunque su polla sí reaccionó y respondió. Sintió la presión acumulada en sus pelotas, luego gritó mientras disparaba su semen al aire y a continuación eyaculó semen por toda la mano de Santos. Para Joel parecía no tener fin, aunque al final se relajó, los hombres aplaudieron una y otra vez. Luego escuchó comentarios como:
— ¡Cuánto semen tiene un niño!
— Parecía un lechero, —dijo otro.
— ¡Ojalá me lo hubiera encontrado antes, me ha gustado tanto…, —dijo otro.
Joel sintió que una mano se acercaba suavemente a sus labios, y Santos le dijo:
— Lámeme la mano, nena.
Joel lo hizo, sin que saber qué estaba haciendo y qué estaba degustando, hasta que pudo saber que lamía su propia leche de la mano de Santos.
El resto de la noche fue borrosa para Joel. La mayoría de los hombres se retiraron a sus propias habitaciones. Santos y su compañero Waldo ayudaron a Joel a ponerse de pie, a ducharse, y lo dejaron sentarse en la ducha mientras le rociaban agua por todas partes. Lo secaron, lo dejaron sentarse en el inodoro por unos minutos y luego lo llevaron a la cama. Joel estaba dolorido, exhausto y dormido en segundos.
Cuando Joel se despertó a la mañana siguiente, se encontró solo en la cama de la habitación 404. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no había nadie en aquella habitación. Estaba todavía el equipaje, pero no había nadie. Apenas despertar se preguntó Joel si lo de la noche anterior había sido un sueño, pero el dolor en su culo le indicaba que de sueños nada, sino la puta realidad. También sintió que los músculos de su mandíbula le dolían por estar tan abiertos.
Joel sintió la necesidad de defecar, se levantó de la cama y caminó lentamente hasta el baño. Sus piernas estaban débiles, pero hizo un esfuerzo para llegar al baño. Usó el baño, bebió un poco de agua y luego volvió a la cama. Estirar las piernas le hacía sentir un poco mejor. Al volver a la cama es cuando se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Se sentó en la cama recordando la noche anterior. Era una mezcla de pensamientos. Se lo habían llevado. Seguramente no se había rendido ante ellos. Me había dolido mucho. Lo habían desnudado completamente, no había nada que no se hubieran llevado. Odiaba esa situación que recordaba. Den ese momento no lo quería que hubiera ocurrido y se decía a sí mismo: «Nunca más, nunca he sido gay, y mis novias —incluso mi tía con quien follé dos veces— nunca se habían quejado…, y yo…, ahora…»
Trató de convencerse a sí mismo de que se lo habían llevado. No había sido él quien había determinado hacerlo.
Estando en estos pensamientos, se abrió la puerta del dormitorio. Santos y Waldo entraron.
—Ah, ¿ya estamos despiertos?, —preguntó Waldo, sonriendo.
Ante la mirada perpleja de Joel, volvió a hablar:
— Acabamos de desayunar. Te dejamos aquí durmiendo.
Santos continuó:
—Tenemos que estar fuera de la habitación a las 10:00, así que decidimos que una hora era suficiente para el resto de nuestra celebración, luego te dejaremos en un café para tu desayuno y nos iremos a casa.
Joel se sentó en la cama, debajo de las sábanas, tratando de esconderse, y dijo.
— ¿Celebración…?
— ¿Disfrutaste de nuestra celebración ayer por la noche?, —preguntó Santos, sin dejar a Joel que respondiera—. Lo hicimos, querido; todos pensamos que eres fantástico, un chico muy sexy y tan complaciente…
Mientras decía esto, se sentó a un lado de la cama junto a Joel.
Joel se quedó sin aliento, luego dijo:
— ¿Todos ustedes me follaron ayer? ¿Quieres follarme ahora de nuevo…?
Santos sonrió y dijo:
— No, cariño, lo que pasa es que acabamos de aceptar lo que querías darnos. Por eso disponemos de una hora para mostrarte…
Con eso Santos se inclinó lentamente hacia Joel, su boca acercándose a la de Joel, cada vez más cerca. Joel no se movió. No podía moverse; incluso cuando los labios de Santos tocaron los suyos, no se movió; ni siquiera cuando Santos lo empujó hacia atrás sobre la cama, tampoco se resistió; ni cuando Santos lo abrazó, se defendió: Incluso cuando Santos puso su lengua en la boca de Joel, no se resistió. tampoco cuando Santos comenzó a jugar con su lengua y la lengua de Joel, el cuerpo de Joel respondió involuntariamente, su lengua respondió involuntariamente. O al menos eso es lo que Joel se dijo a sí mismo.
La lengua de Santos tocó tiernamente en la boca de Joel, su mano apartó la ropa de cama dejando a Joel desnudo al lado de Santos. Santos soltó suavemente su beso, y Joel supo que no estaba al lado de Santos. Estaba entre Santos y Waldo, queda estaba desnudo.
La mente de Joel sólo tuvo un momento para resolverlo todo hasta que sintió que la boca de Waldo se agarraba a la suya, besándolo tiernamente. De nuevo Waldo tenía su lengua en la boca de Joel cuando Joel sintió que la cama se movía un poco mientras Santos se movía. La próxima vez que Waldo soltó el beso, Joel sintió la boca de Santos contra la suya, pero se dio cuenta de que Santos se había desvestido rápidamente y estaba desnudo con él.
Joel sintió que Santos pasaba lentamente sus manos sobre su pecho, acariciando sus pezones, pellizcándolos suavemente, sintió que las manos de Santos recorrían su espalda, y fue entonces cuando se dio cuenta de que había puesto sus brazos alrededor del cuello de Santos para tenerlo más cerca, para evitar que el beso se interrumpiera; sintió las manos de Santos bajando por su espalda y acariciando suavemente su agujero apretando.
Santos le susurró:
— Recostémonos de costado, envuélveme con tus piernas.
Joel se giró de lado mirando a Santos, dejó que Santos se recostara sobre una de sus piernas, envolvió su otra pierna sobre él, unió sus talones. Al hacerlo, sintió a Santos acercarse a él, besarlo con fuerza en los labios, y noto el momento eléctrico: su polla se abrazaba con la gran polla de Santos.
Se sintió tan bien…, mejor que con cualquier otra cosa que hubiera experimentado. Santos frotó suavemente su polla con la del muchacho, mientras el otro hombre besaba apasionadamente el cuello y la espalda de Joel. Las dos pollas duras estaban como electrizadas y enchufadas una con la otra, el pre semen que las lubricaba se deslizándose de una a la otra.
Joel no notó que la cama se movía, pero sabía supo que el otro hombre que la besaba el cuello era Waldo que estaba estaba detrás de él, sosteniéndolos a los dos, y descansaba su polla sobre la raja del culo de Joel, frotándola suavemente contra él. Era obvio que Waldo se había lubricado la polla con algo, de modo que, cuando arqueó la espalda como un experto y empujó la polla hacia arriba, se deslizó directamente dentro del adolorido culo de Joel. Pero eso es precisamente lo que Joel deseaba en ese momento.
Los siguientes minutos fueron una asombrosa mezcla de sensaciones para Joel. Santos aceleraba el frotar de su polla contra la de Joel mientras lo besaba continuamente. Waldo estaba deslizando su polla dentro y fuera del culo de Joel lentamente, mientras susurraba suavemente en su oído:
— Qué dulce chico eres, qué fabuloso eres, qué fabuloso eres, tu culo es tan bueno para mi polla…, —así le iba diciendo también todo el rato otras obscenidades, una tras otra.
Joel se sintió tan bien, siendo besado apasionadamente, frotándose su polla con otra polla y siendo follado en el culo, mientras escuchaba tantos susurros obscenos en sus oídos que los tomó como verdaderos cumplidos. Le encantaban los cumplidos obscenos.
Por mucho que Santos controlara el movimiento de la polla de Joel, éste tuvo que romper el beso para gemir por la excitación que tenía como nunca antes había tenido excitación igual. Santos siguió frotando su polla contra la de Joel, Waldo siguió moviéndose en su culo, hasta que Joel le rogó a Joel que se corriera, que lo derramara todo su semen: aquella súplica deseosa fue tan excitante, y él sabía que los otros dos hombres tampoco estaban muy lejos de correrse.
De pronto hubo un solo instinto, los tres se entregaron al orgasmo a la vez. Joel sintió que le pateaban el trasero y lo quería. Sintió que su polla era de su propiedad, y lo quería. Transmitió su deseo apoderándose con su atractivo sexual de los dos hombres e inmediatamente escuchó un estentóreo grito de Waldo, que se puso rígido y apretó su culo amarrando la polla de Waldo y sintió que este estaba eyaculando su semen en su culo. Esto fue demasiado para Joel, ya sabía que dominaba él la situación y lanzó un grito de victoria y comenzó a bombear su semen por todo el estómago y la polla de Santos, obligando a Santos que eyaculara su propio semen, corriéndose casi simultáneamente los tres.
Los tres parecían eyacular eternamente, aunque solo eran unos segundos, pero abundante, muy abundante. Tas esto los tres yacían relajados juntos. Sintió como la polla de Waldo se encogía dentro de su culo y sintió a Santos relajarse en sus propios brazos. Joel miró a Santos y le susurró:
— ¿Puedo lamerte hasta limpiarte?
Santos sonrió y rodó sobre su espalda. Joel comenzó a lamer el semen del estómago y de la polla de Cris. Ahora acabó de entender todo. No se lo habían llevado, lo había dado todo. Y no había nada que no quisiera dar, a pesar del dolor en su trasero.
Fueron molestados por un golpe en la puerta de la habitación. Una voz gritando:
— Por favor, volveremos en 15 minutos para limpiar la habitación.
Los tres se rieron, saltaron de la cama, se ducharon muy rápido y ya estaban vestidos cuando la llave de la limpiadora giró en la cerradura, diciéndole a la limpiadora que estaban a punto de salir. Sucedió rápidamente, Joel fue dejado en un café cerca de su casa. Waldo dijo:
— Volveremos en una semana más o menos, su agencia nos dijo dónde vives.
Y antes de que Joel pudiera decir: ¿qué pasa con mamá…? habían desaparecido
Dos semanas después, dos hombres estaban subiendo las escaleras del cuarto piso, habrían usado el ascensor, pero estaba roto. No fue una experiencia agradable a causa del olor de la orina y las botellas rotas en el hueco de la escalera. Caminaron por un pasillo y llamaron a la puerta del apartamento que estaban visitando. El mismo Joel abrió la puerta y, a petición de Santos, los llevó a la sala de estar donde su madre y su hermana estaban viendo la televisión. A Joel se le había mudado el rostro y le vino a la cabeza el fin de semana aquel en el hotel, pues tenía allí delante a Santos y a Waldo. Eso fue un verdadero shock para él.
Joel los presentó como la gente para la que había trabajado el fin de semana, y su madre apagó apresuradamente la televisión y ofreció café. Joel rezaba mucho para que no dijeran nada sobre su turno de noche. Los dos hombres miraron alrededor de la sala de estar y vieron que la familia era pobre, pero estaban orgullosos de donde vivían.
Fue Santos quien empezó a hablar, diciendo lo duro que había trabajado Joel y lo impresionados que estaban por lo que había hecho por ellos. Dijo cómo habían hablado con la agencia y habían escuchado su historia, confirmando y añadiendo lo que Joel les había dicho. Estaban particularmente impresionados por cómo Joel había ahorrado para ofrecerle a su madre unas vacaciones que de otro modo nunca habría tenido. Habían oído cómo vivían en un pequeño apartamento en el extremo más rudo de la ciudad.
—Es así, —continuó Santos—. Nos ha impresionado inmensamente. Nosotros tenemos una compañía de seguros y recientemente hemos recuperado una casa, esta casa.
Le entregó a la madre de Joel una fotografía de una pequeña casa con un jardín a su alrededor. Santos continuó:
— Así que hemos decidido darte la casa a ti. No podemos daros dinero, pero esta casa sí. Sólo esperamos que permitas a Joel que trabaje con nosotros regularmente.
Hubo un silencio total. La madre de Joel cayó de rodillas en agradecimiento. Joel contestó primero:
—Sí, me encantaría trabajar contigo de nuevo.
Al cabo de un mes toda la familia se pusieron a vivir a su nuevo hogar, donde disponían de tres habitaciones, dos más como estudio, salón, comedor y cocina y baño en cada habitación. Todo había sido remodelado y pintado a costas de la agencia de seguros. El jardín que rodeaba la casa quedó a discreción de Joel que con el tiempo se convirtió en un bello jardín que cuidaba Joel y las dos mujeres.
Cuando la Agencia tenía una celebración, Joel era avisado y acudía con mejor disposición hasta que, pasado el tiempo, Joel encontró la persona que tenía que ser su pareja, Francis, un hermano de Waldo que el propio Waldo le presentó. Desde entonces los dos iban a las celebraciones de la Agencia de seguros. Al final, Joel siempre era la delicia para Santos y Waldo, mientras de Francis se hacían cargo otros dos que también se habían encaprichado con el chico.