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Mañaneo (parte II): Mis medias
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Tiempo de lectura: 7 minutos

—¡Mañaneo, me debes unas medias!

Dije queriendo aparentar enfado, mientras miraba la comida del horno, era media noche y él había llegado a las 21:30 de trabajar.

Al salir de la cocina fui recogiendo nuestras chaquetas, su camiseta, mis botas de caña alta (Sus favoritas), botines, calcetines y el resto de lo que fueron mis medias.

Caminé hacía el salón, sólo con mi vestido puesto y al apoyarme en la puerta, observé cómo se llevaba mis bragas a la nariz para olerlas, no comprendía el porqué, pero esa imagen me provocaba mucha excitación, me deleité con la visión que me ofrecía, 1ˋ85 de estatura, pelo castaño (Con los tirones que le he dado antes, no sé ni cómo aún tiene, que se joda), pantalón caído a la cadera, brazos y piernas fuertes, tatuajes, piercings en ambos pezones, otro en la nariz, este hombre destilaba una seguridad sexual aplastante y a mí me estaba arrastrando con él y me encanta que lo haga, no me voy a engañar.

No fui consciente de que a medida que lo miraba, casi me arranco el labio mientras me lo mordía, quiero su boca de nuevo, quiero sus manos repartidas por mi cuerpo, quiero que vuelva a follarme, perdida en todos esos pensamientos, comencé de nuevo a notar como me lubricaba, como comenzaba a tener calor, como mis pezones se endurecían, decidí calmarme ya era tarde y mañana los dos teníamos trabajo.

Traté de aparentar una pizca de madurez, carraspeé para hablar y escuché…

-Cielo, aún tengo tu sabor y tu olor en mi boca!, me sonrió triunfantemente.

Recolocándose la polla en los calzoncillos, guardó mis bragas en el bolsillo del vaquero y se sentó en mi sofá.

-Me debes unas medias!! No puede ser que cada vez que follemos te las acabes cargando todas.

-Cielo, miénteme pero miénteme mejor o es que acaso no te gusta?

Hijo de puta!! Esa lengua tiene conexión directa con mi entrepierna, quiero que me vuelva a follar!!

Nunca hablamos de ser monógamos, pude apreciar que aunque sólo era sexo a ninguno de los dos, nos apetecía estar con alguien más de momento.

Su mirada sátira, mientras volvía a abrir la boca para relamerse los labios mientras me ojeaba, me sacó de ese limbo momentáneo, como pude respiré hondo y salí corriendo dirección al dormitorio.

Había pasado mes y medio, Mañaneo prácticamente vivía conmigo, mi cuarto pasó a tener 2 mesillas de noche, mi armario seguía siendo mío, mi espacio seguía siendo mío, difícil de explicar, pero tener mi armario para mí sola era sinónimo de que aún no teníamos obligaciones entre nosotros. Nos autoengañamos como imbéciles, en el armario de la otra habitación, había algo de ropa suya, gilipollas!!

Coloqué todo lo que llevaba nuestro en las manos, me desnudé, preparé las cosas para ducharme y asomando sólo la cabeza por la puerta del salón:

-Puedes por favor calentar el horno y preparar una ensalada?

-Sí, pero ¿por qué no te sientas aquí a mi lado? Creo que me debes una buena mamada, tengo la polla hinchada, te recuerdo que no me he corrido y me apetece follarte como a los dos nos gusta.

Joder, joder, joder! Miré de reojo si la puerta del baño estaba abierta, porque sabía lo que sucedería si me alcanzaba al ver cómo se levantaba del sofá.

Sonriendo nerviosa, coloqué como pude el pestillo para evitar que entrase y dejándolo fuera con cara de pocos amigos, pero en este momento lo que necesito es una ducha.

Al abrir el grifo y colocarme bajo el agua, descubrí que mis muslos estaban pegajosos, al retirarme los fluidos que en ellos había con la esponja y con una sonrisa de oreja a oreja, comencé a recordar lo sucedido un rato antes…

20:30

Cerrando la caja de la tienda para mañana, decidí escribirle:

-Mañaneo, salgo a las nueve de trabajar, tú qué haces hoy cuando salgas del estudio?

-Ir a casa, tengo mucha hambre.

-Ok, descansa y mañana hablamos, un beso!

-¿Cómo que hablamos mañana? Te acabo de decir que tengo mucha hambre.

-Lo sé y que te ibas a casa

-Cielo, repito que iré a casa porque tengo mucha hambre.

De la tienda a mi casa son sólo 10 minutos andando, había dejado programado el horno para mi llegada, dejé el bolso en el salón, puse música, me serví una copa de vino y recogí un poco la cocina.

21:30

Sonó el videoportero, era él así que hice lo de siempre, abrirle abajo y la puerta de casa.

-¡Estás muy guapa! dijo acercándose a mí para darme un beso en los labios y otro en la frente.

Fui plenamente consciente que seguía con la ropa del trabajo, al trabajar en una tienda de ropa, mi jefa no imponía uniforme, sólo que fuese arreglada y en tacones, eso no podía faltar.

Llevaba puesto un vestido azul marino con cuello en v, una chaqueta lisa con flecos color camel, medias y las botas altas que a él tanto le gustaban.

Apoyado con ambas manos en el quicio de la puerta observaba cada uno de mis movimientos en la cocina, mientras nos contábamos cómo habían sido nuestros respectivos días de trabajo.

-Me gustan tus botas, lo único que me molesta un poco es que te las hayas puesto precisamente el día que pensabas que no vendría.

-Sabes que tengo que ir en tacones, me apetecía ponerme las botas vinieses ó no hoy.

Contesté mientras le daba un sorbo a mi copa, mirándolo fijamente a los ojos, comencé a sentir calor, ese calor que ya conocía cada vez que notaba su presencia, comenzaba a estar mojada y aún no me había tocado, traté de aparentar seguridad, me giré para inclinarme a abrir la puerta del horno y al ponerme derecha para volver a mirarlo, no me había dado cuenta que su chaqueta estaba en el suelo del pasillo de la entrada y él me tenía arrinconada contra la encimera.

Pegó tanto su cuerpo al mío que era imposible escapar, notaba como el calor era cada vez más fuerte, mi respiración nerviosa acompasada de la suya, comenzó a besarme en la cara, en el cuello, sus manos subieron hasta mis pechos y con sus dedos comenzó a acariciarme los pezones hasta ponerlos bien duros, siguió bajando su lengua por mi cuerpo, dio un leve mordisco en ambos pezones, poco a poco volvió a subir su boca hasta la mía y comenzó a besarme con deleite, con pasión.

-Te voy a follar. Me susurró al oído, mientras seguía aprisionándome con su cuerpo y hacía movimientos con él sobre el mío, donde notaba su polla dura, preparada para mí y como él me acababa de decir follarme.

Alargó la mano, apagó el horno, me quitó la copa de vino de la mía y tras beberse lo que quedaba volvió a besarme.

Me dio un leve empujón y girándome cara a la pared, hizo que subiera los brazos, sus manos comenzaron a tocarme por todo el cuerpo, hacía que me estremeciera, quería girarme para mirarlo, pero no me lo permitía.

-No cielo, quiero follarte, quiero metértela hasta el fondo, quiero oírte gemir, disfrutar, quiero que te corras conmigo y para mí y quiero hacerlo ahora.

Esas palabras eran una dulce melodía para mis oídos y para mi coño también.

Me quitó la chaqueta, la tiró al suelo, apretó aún más su cuerpo y su polla contra mi culo todavía tapado con mi vestido, dejé que mi cuerpo reaccionara y me apreté a él con ganas y con fuerza, para demostrarle que estaba dispuesta para lo que me ofrecía, con su mano giró mi cuello para morderlo y besarlo, volvió a besarme de ésa forma tan posesiva, tan suya, se metió un dedo en la boca mirándome, acto seguido lo metió en la mía, mientras con su otra mano, seguía acariciándome las tetas que ya las había sacado de mi escote.

-Me encanta que no uses sujetador nunca, ahora dímelo

-Follame!! Alcancé a decir presa de tanta excitación concentrada, yo lo quería, yo lo necesitaba dentro, yo se lo pedí.

Con un gruñido grave, volvió a colocar mis manos apoyadas en la pared, inclinando mi cuerpo hacía adelante, comenzó a subirme el vestido hasta mi cintura, sentí un bufido de cabreo al ver que llevaba medias otra vez, las rompió con tal fuerza, que cayeron las partes por ambas cañas de las botas, tras repartir dos nalgadas en ambas cachas de mi culo, me agarró fuertemente por la cintura e inclinándome un poco más, echó mis bragas a un lado y antes de introducirse dentro, metió 2 de sus largos dedos dentro de mi coño.

-No te imaginas como me pone que te excites de este modo cada vez que te toco o te follo.

Decía mientras metía y sacaba sus dedos de mí, ya no estaba húmeda, ya chorreaba con todo lo que me hacía, yo los apretaba para sentir más placer, pero no me sentía llena, quería más y lo iba a conseguir, gemidos profundos, respiraciones agitadas, sentía que mi cuerpo iba a explotar.

-Follame!! Logré decir en un tono más elevado, aquello era deseo y no desespero.

Sacó sus dedos y recogiendo con su mano los fluidos de mi coño, se los repartió por su polla dura que ya estaba lista.

Comenzó primero con un ritmo suave, pausado, intenso, donde poco a poco me iba penetrando más profundamente, hacía una serie de movimientos circulares donde alcanzaba llegar donde nadie había llegado antes.

Sentía que me corría, que estaba a punto, traté de apretarme a su verga con cada embestida para sentirla todavía más si eso era posible, me iba a correr, con cada entrada y salida de mi cuerpo oía el ruido de mis fluidos entrando y saliendo de mí, joder, estoy a punto!

Tras un rato así, salió de mí nuevamente, volvió a girarme el cuello para que lo besara, mi lengua y la suya, eso era una batalla que sabía que yo tenía perdida, al menos hoy. Se separó de mí para observarme, no sentí vergüenza en ningún momento, yo se lo pedí y él me estaba follando.

-Más. Ahora si fue un tono más suplicante, quería correrme, quería que siguiera, yo le di esa misión.

-Más qué?, replicó mientras restregaba su polla mojada con mis fluidos por la hendidura de mi culo, excitado él también por lo que los dos estábamos hablando y estábamos haciendo, su forma de tocarme, mirarme y apretarme contra su cuerpo me lo decía.

-Sigue, no te pares

Tras terminar de decir esto, volvió a penetrarme, pero esta vez con fuerza y a un ritmo más acelerado, no podía pensar en sus gemidos sonoros, pues estaba perdida en los míos, perdida en sus movimientos que me hicieron levantar los pies alguna que otra vez del suelo con sus fuertes embestidas, me perdí contando las veces que entraba y salía de mi cuerpo con esa fuerza, me encanta que me folle así, mi orgasmo volvió a asomar.

-Me voy a correr! Fue lo que alcancé a decir, mientras hizo un giro radical en sus movimientos, donde intercalaba intensidad y fuerza, donde su cuerpo casi se funde con el mío, donde apretándome con sus manos las muñecas y besándome, me dejé llevar en mi orgasmo tan deseado y él lo estaba recogiendo en cada uno de mis gemidos en su boca.

Dentro de lo que acababa de pasar, caí en la cuenta de que el pasillo de mi casa se había vuelto un escenario perfecto para dar rienda suelta a nuestros encuentros sexuales, a mí no me incomodaba y a él tampoco.

Suavemente me giró, para tenerme frente a frente, comenzó a besarme, ésta vez más suave y siguió bajando arrastrando con su lengua mi sudor, llegando a mis pechos donde los apremió a ambos con lametones y leves mordiscos para reactivarlos de nuevo, sin quitar sus ojos de los míos, continuó su camino hasta llegar a mis bragas y restregar su nariz en ellas para absorber todo el aroma de mi corrida, mientras que las bajaba por mis piernas hasta quitármelas, me quitó las botas que las unió a mis bragas junto al resto de la ropa que estaba tirada y lo que quedaba de mis medias también.

Con la respiración algo más tranquila, colocó una de mis piernas encima de su hombro, mientras me apoyaba en la otra, comenzó a pasar su lengua por el interior de mis muslos para recoger con ella todo el elixir que me había propiciado con mi orgasmo, hasta llegar a mi coño hinchado, latente, mi clítoris comenzaba a vibrar de nuevo, con mi mano lo agarré del pelo y lo apreté contra mí en ése punto exacto donde nuevamente volvería a comenzar todo, empecé a acelerarme, pero sabía que de ahí no pasaría, lo hacía porque sabía el efecto que eso tenía sobre mí y porque podía.

-Termina de ducharte, te estoy esperando! Me sacó del recuerdo de lo sucedido un leve golpe en la puerta del baño unido a esas palabras.

Me tocaba, sabía lo que él quería y yo también lo deseaba…

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