—¡Ella y yo nos vamos a su casa!, dijo él sujetando la puerta del taxi para que yo entrara, a quiénes habían sido nuestros acompañantes, la noche que nos conocimos.
Ojiplática me hallaba mirando a mi amiga y su amplia sonrisa, que dicho sea de paso parecía que seguía un partido de tenis entre el hombre que me sostenía la puerta y mi reacción, no habíamos tonteado especialmente durante esa noche, pero mi cuerpo y mi mente se debatían en duelo, mi mente gritaba NO a pleno pulmón, pero mi cuerpo necesitaba sexo y tras recorrer con descaro el cuerpo atractivo que tenía en frente, con paso nervioso y seguro al mismo tiempo, me introduje en el taxi.
Camino a casa, no podía estarme quieta en el asiento, el nerviosismo de mi estómago terminó transformándose en humedad y calor en mi zona íntima, los pezones comenzaron a endurecerse bajo mi vestido negro.
Conocedor de lo que me estaba haciendo sentir, colocó uno de sus brazos alrededor de mis hombros y con su otra mano entrelaza la mía para posteriormente llevarse uno de mis dedos a su boca para chuparlo y mordisquearlo, mientras me taladraba con la mirada (el muy cabrito sabía perfectamente lo que estaba haciendo), me costaba tragar saliva, notaba los latidos de mi corazón acelerados, se aprovechó de eso para acercarse un poco más y pegando sus labios al lóbulo de mi oreja, me susurró…
—Aún no!, Mientras cerraba mis piernas con su mano.
—Lo siento!, Fue lo único que pude balbucear dentro de lo excitada que me encontraba.
Lo que quedaba de camino a mi casa, se lo pasó besándome y mordisqueándome el cuello, la oreja y la comisura de mi boca, sin llegar a tocarme los labios.
No paraba de repetirme en mi mente que este hombre sabía perfectamente lo que tenía que hacer y cómo hacerlo, comencé a ser plenamente consciente que en frente mía se encontraba un hombre poseedor de un gran atractivo físico, unos ojos enormes capaces de atravesarte y una forma de tocar para nada inexperta.
Una vez en la esquina de casa, bajarnos entre risas mientras nos despedimos del taxista, me cogió de la mano con fuerza para que lo guiara a mi portal y de nuevo todo ese calor se volvió a apoderar de mi cuerpo con sentir el roce y la fuerza con la que me sostenía.
Al introducir la llave para abrir, él ya se había colocado detrás mío, apretando su cuerpo contra el mío, noté la dureza de su polla a la altura de mi cintura, excitada y lubricada cuando quise girarme para mirarlo no me lo permitió, me rodeó con ambos brazos para ayudarme a abrir.
El medio metro que separa la puerta de entrada del ascensor, dio para que nos besáramos apasionadamente, que nuestros brazos y manos se perdieran por los diferentes recovecos de nuestros cuerpos, la palabra exacta es hirviendo y los 2 lo estábamos.
Mi mente no paraba de divagar en su forma de tocarme, de besarme, al tenerme literalmente aplastada en el espejo mientras me subía el vestido, metió 2 dedos dentro de mis bragas para metérmelos a mí, sacarlos y meterlos en su boca mientras me miraba con pura lascivia, me sentía comestible y eso me gustaba.
Una vez en el pasillo de entrada de mi casa, pasé de protocolos, tenía la necesidad de que mi acompañante me follara, quería sentir el grosor de su polla dentro y que me hiciera disfrutar como llevaba 6 meses esperando, sin etiquetas, sin romanticismos, sólo sexo.
Lo besé hasta llevar su espalda contra la pared, le fui bajando la chaqueta por sus anchos hombros, sabía que le gustaba lo que le estaba haciendo, se dejaba hacer y no despegó ni sus manos de ambos lados de mi cara, ni su boca de la mía.
Poco a poco le fui quitando el cinturón, desabrochando el vaquero y cuando pasé a bajarle la cremallera, aproveché para acariciarle los muslos duros y formados…
—¡¡Me encantan tus piernas, me gusta que un hombre tenga las piernas cuidadas y bonitas!!
Comenzó a reír de manera sonora y gutural, al encontrarme apoyada en su pecho volvió a abrazarme para besarme…
—Son tuyas y el resto de mi cuerpo también, no dudo que sabrás que tienes que hacer con él.
Al sentirme tan segura, me fui deslizando despacio hacía abajo, aplastando y rozando mi cuerpo sobre el suyo, una vez de rodillas pude ver que su polla dura moría de ganas por salir a jugar y mirándolo a los ojos, la acaricié algo más por debajo de su calzoncillo, no quería acelerar ése momento, quería disfrutarlo, cuando vi que las venas se tornaron de un color algo más oscuro, poco a poco fui introduciéndomela en la boca, saboreándola, era gruesa, suave y con un sabor salado que te inducía a que siguieras comiéndosela, mientras que me lo follaba así, nuestras miradas seguían conectadas, me cogió por los brazos, me puso a la altura de su cara y me dijo 1 sola palabra…
—Habitación.
Me tiró en la cama, los 2 llevábamos aún la ropa puesta, se posicionó encima mío y abriéndome las piernas con las suyas, comenzó de nuevo a besarme, no podía estarme quieta, quería que me follara y lo quería ya.
Besos desde mis labios ya hinchados, bajando por mi cuello, respiraciones aceleradas, metió su mano por mi escote para sacar uno de mis pechos y deleitarse en mordisquearme el pezón hasta ponerlo durísimo, yo estaba a punto de explotar, pero quería más, quería que siguiera bajando, quería correrme y quería hacerlo con su boca, sutilmente le coloqué una mano en el pelo y tras acariciarlo, lo invité a que continuase, su respuesta no tardó en llegar y tras una gran sonrisa, subió mi vestido para facilitarse el descenso que a mí me haría tocar el cielo.
Continuó con su travesía repartiendo ésta vez lametones y mordiscos desde mi ombligo hasta mis bragas donde pasó a besar y mordisquear mi coño por debajo de ellas y quitármelas posteriormente con la boca, joder, notaba como mi clítoris se hinchaba con todo lo que allí estaba sucediendo y cuando ya me sentía victoriosa, pasé a tener sensación de vacío ya que él pasó a colocarse de rodillas para quitarse la camisa entre mis piernas, mientras que no dejaba de mirar mi coñito, admirándolo, como si estuviera mirando su mayor tesoro.
Pude atisbar que el glande lo volvía a tener hinchadísimo, pasó su mano por mi abertura, para arrastrar con su palma, toda mi humedad y flujos que salían de mi interior, para volver a pasarla, pero esta vez por su nariz y saborear mi olor.
No pude más, necesitaba tenerlo dentro y como un resorte hice ademán de levantarme y besarlo, para arrastrarlo conmigo y comenzara a follarme, cuando con un leve movimiento sin esfuerzo, me volvió a colocar como estaba, inclinándose sólo un poco para volver a introducir 2 dedos, que jugaban cómodamente con mi clítoris, yo los apretaba con mis paredes vaginales, necesitaba sentirlo, me excitaba, los volvió a retirar ésta vez para abrirse paso entre mis labios externos, expectante ante su siguiente movimiento, escupió en mi clítoris y comenzó a absorber toda su saliva de él, volvió a meter y sacar ambos dedos, lametazos, mordiscos, todos sus movimientos estaban perfectamente orquestados, presa de mi propia excitación, lo agarré con fuerza en el pelo y apretándome contra su boca, me dejé llevar a mi tan deseado orgasmo.
Con lametones más suaves pero rítmicos, ultimó de recoger todo mi elixir hasta que lo creyó oportuno, volvió a ascender por mi cuerpo, para besarme con deleite y yo pudiera saborearme también ¡¡¡que rico todo!!!
Un leve beso en la nariz, me miró fijamente y con voz ronca afirmó…
—Me toca!
Este tío me manejaba a su antojo y para nada me sentía incómoda, al contrario, me fascinaba ese grado de conexión sexual entre ambos, así que decidí explotarlo al máximo.
Me puso en cuatro, rasgó el envoltorio del preservativo y tras colocárselo, puso la punta de su erección en mi entrada y poco a poco fue dándose paso en mi interior, llenándolo por completo, una embestida, dos, tres, cuatro, una cachetada en mi culo y posterior gemido de ambos, cinco, seis, siete, iba acelerando el ritmo y yo con él, sentía que volvía a correrme, más gemidos, más sudor, más respiraciones entrecortadas, ocho, nueve, diez y mientras me corría notaba como mis fluidos comenzaban a bajar por mi muslo, volvió a darme otra cachetada y con la otra mano apretando mi cintura al máximo contra él, me dijo que no había terminado y que quería culo, giré para mirarlo y tras afirmarle con la cabeza, sólo necesitó un cambio de condón, estaba tan excitada y lubricada que estaba disponible para él.
Y así fue como de un modo intenso y pausado, fue follándome el culo de una manera brutalmente buena, posó su mano en mi clítoris de nuevo y con movimientos circulares mientras me embestía por detrás, embestidas a las que me unía a él para obtener más placer, dimos paso juntos a un orgasmo sonoro en mi cuarto.
De este modo dimos paso a 1 relación sexual que duró 6 meses y aunque hoy por hoy sólo seamos amigos, puedo decir que Mañaneo a sus 43 años tiene la capacidad sexual de poner a vivir a quien se le ponga por delante.