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Mario (16 de 22): Pasando el verano y más (1)

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Salía de la facultad y recibí una llamada, no la quise atender en ese momento al ir al lado de otros compañeros, atendía lo que decían sobre un trabajo que debíamos realizar en grupo.

Todos estábamos interesados ya que nos serviría para acabar obteniendo nota especial en el último examen, aquellos chicos eran los más inteligentes, los que sobresalían, y yo quería estar a su altura.

Devolví la llamada cuando nos despedimos, aunque ya sabía que se trataba de Peru antes de escuchar su voz, estaba un poco nervioso, en realidad esperé durante toda la semana que me llamara y no lo había hecho.

-Dime Peru.

¡Hola hermoso! No he podido llamarte antes. ¿Tienes tiempo para encontrarnos esta tarde? -pensé rápidamente en mis posibilidades.

-Tengo clase de alemán y desde las siete estoy libre.

-Tenemos tiempo suficiente para tomar una cerveza y algo más.

-¿Dónde quieres que quedemos?

-Para no perder el tiempo, ¿qué te parece delante de la casa de Lorenzo? -calculé que en aquella hora Loren aún seguiría en la tienda y que tardaría tiempo en regresar a su casa, suponía que me citaba para vernos allí, y aunque deseaba estar a solas con él, no me importaba que Loren estuviera también, la experiencia que tuve con los dos chicos había resultado positiva y placentera.

-De acuerdo, nos vemos allí a las siete más o menos.

-Mario, tengo ganas de estar contigo, ¿tu no?

-¡Ja, ja, ja! Luego te lo digo.

-Envíame un besito para animarme hasta que nos veamos.

-Muuuaaa! -y corté la comunicación. Parecía que los dos habían preparado el encuentro, y me desilusionó, solo un poquito, que Peru no quisiera que estuviéramos solos los dos.

Estaba esperándome a dos metros del portal, le vi de espaldas caminando, y volví a pensar en lo varonil y semental que parecía con sus anchos hombros, y las ropa que le caía sin llegar a tocarle la cintura, solamente la camisa sobre su redondo culito, se giró para caminar en sentido contrario y entonces me vio, la hermosa sonrisa le iluminó el rostro.

-Mario cada vez te veo mejor. -en medio de la calle me plantó un beso en la boca y me abrazó dándose una vuelta sobre si mismo juguetón.

-Vamos arriba, quiero besarte de verdad.

-No esperamos a que llegue Loren.

-¡Ja, ja, ja,! Loren no vendrá, no para esto. -me cogió de la cintura y me arrastraba hacía el portal, subimos las escaleras corriendo, tenía llave para entrar en la casa y al traspasar la puerta la cerró con el pié sin dejar de abrazarme.

-Tenía tantas ganas precioso. -sus labios quemaban y la lengua me taladraba la boca. Cuando me dejó para que respirara pude hablarle.

-¿No habíamos quedado para tomar una cerveza?

-Todo llegará a su tiempo. ¡Desnúdate! -no me daba tregua y allí en el mismo pasillo, empezó a quitarse su ropa mientras caminaba hacía una de las habitaciones.

-No puedo esperar Mario, tengo que verte desnudo. -rápidamente nos desnudamos dejándolo todo tirado, me había llevado a otra habitación que no era la de Loren. En está me había encontrado a Migue aquella mañana, desnudo sobre la cama con dos de los invitados, al parecer también él, aquella noche, había cumplido sus deseos con dos machos.

Me sujetó y mientras nos besábamos fuimos cayendo en la cama, yo debajo y él encima.

-Quería estar contigo Mario, tenerte así en mis brazos. -hablaba y me iba besando, pero rápidamente su mano buscaba entre mis nalgas y me posicioné para facilitarle la acción.

Me introdujo un dedo en la boca para que se lo chupara y adiviné lo que venía, lo mamé un segundo y lo colocó en la entrada de mi culo comenzando a meterlo, me besaba la boca sin dejar de trabajarme el ano y se acercó a mi oido para hablarme susurrando.

-Mario, el otro día en la ducha me di cuenta de que además de gustarme mucho te quiero. -le devolví el beso y le lamí la barba en la comisura de la boca.

-Me deseas Peru, como yo te deseo a ti.

-De verdad que te quiero. -me pasaba las manos por el cuerpo y me sentía tuyo, lo disfrutaba como con ningún otro chico.

-Estoy seguro Mario de que te quiero, más que lo que he podido querer hasta ahora.

No cesaba de besarme, ni de meterme el dedo en el culo e intentaba que fueran dos.

-Digamos que nos queremos Peru, pero para follar y disfrutar sin volvernos locos. Quizá si te quiera porque no deseo hacerte daño, y quiero gozar a tu lado, con otros chicos o los dos solos, estaré para ti como tu quieras.

-Me jodió ver como Loren te follaba, pero no importa, sabré soportarlo si tu deseas que otros te follen también, te escuchaba gemir y pensaba que te hacía daño, tuve que aguantarme para no quitarle de encima tuyo y obligarle a que sacara la polla de tu culo.

La conversación parecía seria, pero mi chico no dejaba de meterme los dedos hasta el fondo y mi culito ansiaba ya su verga.

-No importa Peru, tu fóllame ahora y hazme feliz, me encantaba sentir la verga de Loren y si algún hombre me gusta no voy a decirle que no por nada.

No es que pensara seriamente lo que decía, pero si deseaba dejarle claro que en nuestra relación solo habría amistad y el placer que pudiéramos darnos.

-¡Por favor Peru! Deja de pensar y darle vueltas a ese tema, ¿sabes cómo me tienes el culito con tus dedos dentro?

Ya no hablamos nada más, me mordió las tetitas con los labios y yo sujeté su polla por la base, hablando se le había desinflado y yo no quería eso. Se la empecé a mamar y eso me gustaba mucho, su verga tenía un sabor delicioso por la cantidad de precum que manaba de su boquita.

-Me gusta Peru, prefiero chupar tu polla y no perder el tiempo. -él me comía el ano, abrazados los dos e invertidos para saborear nuestro sexos.

-Te la meto ya, Marito, cambiemos de postura. -me tumbé boca arriba y me sujeté las piernas para dejar mi culo elevado.

-Lo tienes muy abierto.

-Dame la verga por favor y deja de mirarme el culo. -un segundo más tarde la tenía dentro, sintiéndola en todo su esplendor entrando y saliendo de mi ano.

-¿Ohhh, si Peru! Así me gusta que me des. -le miraba fijamente admirando su hermosa cara, con los labios abiertos para coger aire, respirando muy ruidoso y la frente enrojecida, después me cambió de postura pasando una de mis piernas por delante de él comenzando a follarme de costado.

-Estas muy bueno Marito, tu culito es delicioso y así me aprieta más la polla. -cambiaba el ritmo y a veces era muy rápido, empezaba a sudar y yo a tocarme la verga acariciándomela mientras él me follaba.

Comenzó a agitarse descontrolado y se quedó tumbado sobre mi sin dejar de meterla y sacarla.

-Me voy a correr Marito.

-Échamelo en la cara y en la boca. -me la sacó de golpe y mientras acercaba la polla a mi boca se pajeaba con fuerza.

-Ya, ya, ya sale Mario. -rodeé el capullo con los labios y le lamí el agüjerito del meato, fue entonces cuando empecé a sentir los disparos de semen que le salían con fuerza, como continuaba masturbándose se le escapó la polla y los últimos disparos caían sobre mi cara, tuve que cerrar los ojos cuando la lluvia de semen me los cegaba cayendo la blanca leche sobre ellos.

Como seguía masturbándome lo hice con mayor rapidez, y eyaculé de golpe sobre la espalda de Peru. No quería haberlo hecho pero no pude aguantar sin coger aire para mitigar mi orgasmo, me bebí la leche que guardaba para compartirla en un beso.

Se posó encima de mi y, al abrazarle, mis manos encontraron la leche que le había tirado.

-¡Ja, ja, ja! Te he llenado de leche la espalda, lo siento Peru.

-No importa, es tu leche.

-¿Lo has pasado bien?

-Me gustas Marito, me encanta follar contigo, disculpa lo que te dije antes. No tenemos ningún compromiso y puedes hacer lo que quieras.

Le elevé la cara y le di repetidos besos en toda su superficie, desde la frente hasta el mentón.

-Quizá no sepa decirlo bien Peru, pero no puedo tener compromiso de ningún tipo. -se bajo de mi y se puso tumbado de costado mirándome.

-¿Cuántos años tienes Marito?

-Voy a cumplir diecinueve, ¿y tú?

-Cumpliré veintitrés en breve, estoy ya haciendo mis prácticas para poder tener un empleo.

-Eres muy joven para haber terminado los estudios.

-Adelanté un año, hice dos en uno.

-Entonces eres muy inteligente, o listo. -lo había dicho orgulloso y me sonreía satisfecho.

-No te creas, se me dan bien los números y la mecánica, pero soy incapaz de aprender de memoria una página de texto.

En poco tiempo Pedro me iba informado de su vida, hablaba rápido y entusiasmado de lo que había hecho, de sus tres hermanos, todos varones, uno mayor que él y dos menores.

De su padre intolerante con su tendencia sexual, algo parecido a lo del padre de Migue, no se diferenciaban mucho.

Se esforzaba por terminar sus estudios para buscar un trabajo remunerado que le permitiera escapar de su casa, de su padre exclusivamente ya que amaba a su madre y hermanos.

-No podré soportarle mucho tiempo más Mario, no le odio, quiero a mi padre y no puedo estar a su lado sin que discutamos. -coloqué la mano sobre su pecho, el corazón le bombeaba acelerado.

-Te creo, pero tampoco quiero que te de una taquicardia. -me puse sobre él, cabalgándole sentado en su estómago. Tiró de mis manos hasta tenerme tendido sobre él, pegó sus labios a los míos, y me besó tiernamente para ir, poco a poco, a un largo y apasionado beso. Entrelazó su lengua con la mía moviéndola, explorando cada rincón de mi boca que aun sabía a la leche que me dio.

Después de unas cuantos besos me desmontó y se colocó a mi lado empezando a lamerme los pezones y a jugar con ellos, bajando lentamente lamiendo por mi estómago hasta llegar a mi pubis, allí olió aspirando profundamente.

-Hueles a niño. -para todo esto mi polla estaba empinada mirando al techo, roja aún por la frotación de mi fuerte paja y la sujetó con dos dedos empezando a besarla de la base a la cabeza. La apretaba con firmeza mientras me la iba besando. Lamió el glande y lentamente, mirándome fijo a los ojos se la fue metiendo entera en la boca.

¡Ummmm! Peru, que rico. -gemí sin poderme contener y él empezó a mamar con ganas, y a aspirar el glande como si me lo quisiera separar de la polla. Cada segundo mamaba y chupaba con más vehemencia.

Se colocó a cuatro patas y se metía y sacaba toda la polla de la boca, estirando de mis huevos hacia abajo, para hacerla más larga y que apareciera toda.

Estiré la mano y le sujeté su polla dura y tirando regueros de precum, se acercó para que, a mi vez, pudiera hacerle lo mismo. Unos minutos más tarde de mamarnos sin cesar, se corría otra vez en mi boca, menos abundante que la primera, pero me dejó toda la leche caliente dentro para que la disfrutara. Terminaría haciéndome un vicioso adicto y dependiente de su leche.

Cuando me corrí él hizo lo mismo que yo y nos unimos otra vez en un dulce beso lleno de sabor a semen.

-Me gusta tu lechita Peru.

-A mi me gustas todo tu.

Nos duchamos y salimos para tomar la cerveza en un bar, habíamos estado más de dos horas hablando y follándonos.

Esto mismo lo repetimos una vez más antes de que Guillermo volviera, no teníamos otro lugar donde hacerlo con tranquilidad y Loren, según Pedro, nos dejaba su casa sin mayores problemas

Pero Lorenzo ya no me mimaba como hacía antes, no le había gustado que prefiriera a su amigo, y así había resultado, al final él tuvo la culpa por haber dejado que Peru se nos uniera en nuestro primer y único juego. Está visto que al destino no se le puede poner puertas.

****************

Había pasado más de un mes desde que Guillermo marchó a Japón, cuando regresó venía entusiasmado y con multitud de ideas y proyectos. Supe que volvíamos a la vida normal cuando recibí su llamada.

A las cuatro de la tarde salíamos de una clase y nos preparábamos para la siguiente cuando me sonó el móvil.

-¡Guillermo! -exclamé sorprendido, no esperaba su llamada un día de entre semana.

-Así me gusta bebé, verte alegre por mi vuelta.

-Y me alegro, pero me has pillado saliendo de una clase.

-Necesito verte.

-¿Hoy?

-¡Hoy no, ahora! Coge un taxi y que te traiga a las oficinas.

-¿Me vas a decir qué sucede?

-Nada, he llegado ahora y quiero verte.

El taxi tardó treinta minutos en hacer el recorrido, sus oficinas estaban en un barrio alejado del centro, una zona donde las casas estaban cercadas y dotadas de una estricta vigilancia.

En la cabina donde estaba el guarda vi a Rodolfo sentado y leyendo un periódico, se puso en pie al escuchar el ruido del motor, el guarda venía a mi encuentro y se le adelantó Rodolfo.

-Ya le atiendo yo, don Guillermo le está esperando. -me saludó y me señaló el camino para que le siguiera. Sus oficinas constaban de dos edificios, una casa antigua de dos pisos donde él estaba y otro edificio más moderno retirado unos cien metros.

En el primer piso y mirando al jardín trasero tenía su despacho Guillermo, Rodolfo me abrió la puerta y la cerró cuando yo entré. Guillermo estaba vestido de traje y con corbata, se levantaba de detrás de su mesa cuando pasé dentro. La ancha sonrisa que portaba hablaba por si sola de que se sentía contento.

-¡Bebe! -me abrazó elevándome en el aire y a la vez que me besaba andaba hacia la puerta, escuché el chasquido del seguro al ponerlo.

-¡Papi! Algo sucede para que me hayas llamado hoy.

-¿Por qué tiene que pasar algo? ¿No puede ser que solo desee verte? -volvió a besarme de nuevo pasando los labios por toda mi cara hasta alcanzar mis labios y meter su lengua.

-Extrañaba tu sabor precioso. -me cogió de la mano y me llevó ante una puerta.

-Prepárate con rapidez, estoy urgente pequeño. -puse la mano en su entrepierna, mi amorcito estaba empalmado a tope.

Tras la puerta había un baño completo y en un armario disponía de todo, de todo menos una boquilla para limpiarme por dentro, desenrosqué la cabeza de la ducha y pensé que tenía que arreglarme como al principio de mi vida, cuando el abuelo me enseñaba a prepararme.

Me apresuré y no me limpié tan profundamente como me gustaba, al menos si que tenía una crema para darme en el culo y suavizarlo para lo que le esperaba. Me envolví en un albornoz que debía pertenecerle, me llegaba hasta los pies.

Cuando volví al despacho Guille se encontraba desnudo, sentado en un enorme sofá y con la polla tiesa y dura entre las manos, en la mesita del al lado había colocado un retrato de Robert y su mujer vestidos con la ropa de la boda. Me quité el albornoz dejándolo caer en el suelo y me erguí estilizando la figura y sacar un poco el culo.

-Naciste para estar desnudo. -su voz me sonaba ronca y se acariciaba la polla sin dejar de mirarme.

-Siéntate aquí, junto a mi.

Tome asiento al lado suyo y cuando me senté coloqué una mano sobre la suya, la que tenía sujetando su polla y con la que la acariciaba. Comenzó a acariciarme mientras le retiraba su mano y ocupe el lugar que me dejaba, su verga estaba caliente, totalmente dura y una gota cristalina resbalaba por el fuste de la polla hasta llegar a mi mano.

Cerré los ojos y me dejé llevar por sus caricias, sentía una corriente eléctrica que me recorría el cuerpo y que venía de su dura polla, deseaba que sus caricias aumentaran y que fueran más y más allá, que se volvieran invasivas e indecentes, me arrodille a su lado acercándole el culo.

-Prepárame el culito papi, vienes con ganas y tienes la polla muy grande. -en lugar de hacer lo que le pedía me acariciaba el pecho y me retorcía con delicadeza los minúsculos pezones, lentamente aumentaba la presión hasta que me hizo gemir.

-Me duelen papi, no tan fuerte. -entonces me llevó hacia él y acerco la boca para empezar a besarlos, a lamerlos.

-Así amor, así sabe rico. -solo podía gemir y suspirar moviendo el culito con atrevimiento, sus manos grandes y fuertes me sujetaban los hombros para forzarme a aplastar mi pecho contra su boca.

-Súbete encima. -entendía lo que me pedía aunque no apartaba la boca de mis pezones, me subí encima de él y le puse de nuevo mi pecho ante su cara, volvió a chupar mis pechos y a lamerlos con desesperación.

Su bigote también me daba placer, ciertos roces de sus pelos en mis pezones conseguían erizarme el poco bello que tengo, y en algunos movimientos se me clavaban en la piel

Estaba arrodillado con sus piernas entre las mías y sostenía mi cuerpo evitando que bajara y su pene entrara en mi.

-Suéltame un poco Guille, deja que me la vaya metiendo. -estaba intentando retrasar el momento de follarme, seguramente pensaría que no podría aguantar mucho sin correrse, pero ahora comenzó a dejarme caer y la entrada de mi culo hizo contacto con la punta de su polla.

Lo sentía inmenso, terriblemente hinchado, con temor de que no entrara cuando ya había estado dentro, era un enorme garrote pidiendo entrar en mi.

Guille no pudo aguantar más y dejó que me fuera bajando hasta que la enorme espada comenzó a penetrarme, la espada maravillosa encontraba la vaina perfecta para meterse en ella, avanzaba desbocada y yo deseaba calmar aquella bestia que podía volverse peligrosa, apreté el culo para mitigar la invasión y Guille emitió un gruñido.

-Relájate y deja que entre hasta el final. -me lamía la oreja y me exigía, la verga había crecido tanto, hasta un punto máximo que parecía que explotaría, ella y la vaina que la envolvía.

Me gustaba el suave vaivén de subir y bajar sobre la verga, notando como me llenaba, lento o fuerte, abajo o arriba, detenerme y volver a sentirle otra vez como se introducía hasta el fondo de mi ser, me apuñalaba hsta el alma sin causarme daño.

Guille gruñía arreciando sus quejidos, mi hombre sudaba a pesar de que era yo quien se movía, su aliento caliente me abrasaba el cuello o mis tetitas cuando las comía con gula, la dureza de su polla me hacia jadear llenándome entero y estremecer cuando llegaba al fondo de mi ser.

Comenzó a gemir más fuerte cuando estaba a punto de vaciar su caliente caldo en mi vientre, me preparé para correrme con él y me frotaba la polla en los pelos de su abdomen, no tardé en sentir sus espasmos mientras gemía gruñendo fuerte en mi oído.

Sentía como me inundaba de esperma, su blanco y delicioso líquido que al sentirlo comencé a temblar, y me agarré muy fuerte a mi macho cuando exploté en incontenibles disparos de semen.

Aún temblábamos y su verga continuaba albergada muy adentro de mi cuerpo, temblando al sentirme inundadas mis entrañas, asegurando que si fuera mujer me habría llenado el útero.

-Bien amor, te ha gustado.

-Tenía tantas ganas de ti que me ha sabido a poco. -le besé largamente y continué sentado con la polla dentro hasta que ella misma se desinfló saliendo de mi ano.

-Vamos a ducharnos o voy a dejar perdido tu despacho, traías un litro de semen en los huevos.

-¡Ja, ja, ja! Seguro que si. -después de la ducha buscó otro albornoz para él y ahora si empezó a describirme su viaje, sin hablar de la boda en absoluto.

-Vamos a montar una red nacional de distribución de sus coches, va a ser un ingente trabajo y empleo de recursos, tendré que buscar socios y la colaboración económica de los bancos. Un enorme riesgo pero también un gran negocio si sale como tengo previsto.

La verdad era que Guillermo tenía ya trabajada toda la estrategia y la táctica en su cabeza, no me cabía duda de que era un genio para los negocios y que sabía aprovechar todas las oportunidades y recursos.

-Ahora cuéntame como lo has pasado tu.

-Bien, echándote en falta y queriendo que volvieras.

-¿Te habrás divertido? No todo consiste en estudiar porque seguro que eso has hecho.

-Te equivocas, he conocido nueva gente y salido a divertirme.

-Me alegro, no quiero que te aburras, eres joven y tienes que vivir estos momentos. -llevaba algunos días pensando que quizá Guillermo pudiera ayudar a Peru a buscar un trabajo y aproveche este momento.

-He conocido a un muchacho, y me ha caído simpático, está ahora realizando sus prácticas de fin de carrera, posiblemente tu puedas ayudarle a encontrar un trabajo, tienes tantos amigos con empresas que no te será difícil. -me miraba algo suspicaz y dejó sobre la mesa los documentos que portaba en las manos encaminándose al enorme butacón y se sentó en él antes de hablar.

-Ven aquí. -me sentó sobre sus piernas.

-¿Tienes mucho interés en él? -me elevó la cara para que le mirase y se acercó para besarme los labios.

-Ya te he dicho que me ha caído bien, creo que merece que alguien le ayude y tener un poco de suerte.

-Háblame de él, como es, los estudios que ha cursado, todo lo que se te ocurra y sepas. -comencé a hablar de Peru, a veces entusiasmado y otras temeroso de esta exagerando.

-Parece que le conoces bien, hablas exaltado.

-Es que es muy bueno en lo suyo, ama su profesión para la que se ha preparado y es inteligente. -Guillermo se quedó pensativo sin dejar de mirarme, era la misma mirada que emplea cuando quiere leerme el pensamiento.

-Algo de razón debes tener, no es fácil realizar los estudios de dos años de ingeniería en uno. Tengo que hacerte una pregunta y quiero que sea sincero. -tardo unos segundos buscando las mejores palabras para su pregunta.

-¿Te has enamorado de ese muchacho? -me levanté de sus piernas y me senté en el otro extremo de la butaca, al lado de la mesita donde había colocado la nueva foto de Robert y su mujer. Me quedé mirándolo.

-No, no me he enamorado, simplemente me gusta, como amigo, para hablar, hemos salido en dos o tres ocasiones. Tu sabes bien, mejor y antes de que yo mismo lo supiera, a quien he amado, nunca volveré a ser tan tonto de caer en esos tentáculos que solo consiguen ahogarte si te apresan.

Guillermo se puso de pie súbitamente y me miró molesto, se acercó hacía donde me encontraba pero fue para coger el marco con la fotografía.

-Puede que no haya hecho las cosas de la mejor forma, pero mira bien esta foto, ¿qué ves en ella? Un matrimonio feliz que se prepara para recibir un nuevo ser. ¡Él es feliz, entérate! Tu mismo lo eres, estás bien conmigo e intento compensarte el mal que pude hacerte, y no estoy convencido de que eso fuera así. Ahora has conocido a un muchacho que te interesa, en el grado que tu quieras creer, pero así es. No me cargues con más culpa Mario. Hice lo que debía aunque me equivocara en la forma.

Se sentó de la misma manera que se había levantado después de depositar el porta fotos en su lugar. Estaba adusto y molesto como nunca le había visto. Me levanté y llegué donde él, le obligué a que me cogiera y me sentara en sus piernas.

-Lo siento Guillermo, no tenía que haberte hablado así, se que Robert te preocupa y no quiero verte enfadado, perdóname. -me abracé a él y permanecimos de esa manera unos minutos hasta que Guille empezó a acariciarme el cabello y darme dulces besos en el cuello.

-Dile a tu amigo que me llame para quedar un día, voy a mirar si puedo hacer algo. -se detuvo un momento reflexivo.

-No te he traído un regalo del viaje y si una obligación, tienes que sacar tiempo libre para obtener el carnet de conducir. Los coches de Robert se están estropeando en el garaje sin utilizarlos y eso no está bien.

Me cogió tan de sorpresa que me quedé congelado y él se echó a reír.

-Gracias amor, tendré tiempo en el verano.

Le cogí la barbilla y descendí la cabeza para besarle la boca. ¡Joder! Sentía algo por aquel hombre, que no era amor desde luego; un gran cariño, admiración, respeto, y cuando me hacía el amor el deseo irrefrenable de ser suyo, pertenecerle y entregarme.

Ahora sabía que Guillermo podía llegar a ser vulnerable, que habíamos sostenido una batalla de la que yo había salido victorioso y sin heridas graves.

Llamé a Peru y le dije que tenía que llamar a un conocido que quizá le ayudara a encontrar un trabajo. Deseaba verme pero yo había decidido que, si nos encontrábamos, no sería ya en la casa de Loren, además ahora estaba Guillermo y mis infidelidades podrían volverse en mi contra, sabía que él no me causaría daño y hasta me entendería, pero también había un trato que Guillermo no incumplía, un trato donde intentaba compensarme por el daño que me causó.

Un mes más tarde, comiendo una paella después de un largo recorrido en moto por el monte, Guillermo me dijo que Peru le había visitado, que estaba acertado en lo que pensaba sobre él, y también que valía la pena arriesgarse y darle una oportunidad.

Le puso en manos de los de RR. HH y la impresión resultó excelente, él mismo le había contratado para su proyecto de coches, lo enviaba a Japón en Julio para estar allí seis meses, debía estudiar la logística de una red parecida a la que él pensaba poner en funcionamiento.

Para Junio Lorenzo inauguraba una nueva tienda, yo sabía que todo lo que estaba haciendo no hubiera sido posible sin la ayuda y el entusiasmo de Migue.

Me invitó a la fiesta de inauguración, Peru no estaba en ella y aunque me había hablado por teléfono de como le iban las cosas con la preparación para su nuevo trabajo, hubiera preferido aprovechar esa ocasión y que me lo contara de viva voz.

El curso se terminó y quedé satisfecho de las notas que obtuve, también Guillermo. En realidad yo tenía, sobre mis compañeros, la ventaja de contar con las enseñanzas de Guillermo.

Estábamos finalizando Julio, Peru seguía en Tokio, yo de vacaciones me ocupaba de mi primito, Migue trabajaba y yo estaba más o menos libre para llevarle a la piscina municipal, a veces a la de la casa de Guillermo, Justa estaba encantada con él, decía que le recordaba a mi primo y si que se parecía bastante.

En agosto felicité a Guillermo comiéndomelo a besos.

-¡Felicidades abuelito! -había nacido Jesse, el primer hijo de Robert y Shizu. Guillermo lo disimulaba pero yo sabía que estaba loco de contento y alegría.

Para el acontecimiento se habían trasladado a Japón, Shizu deseaba estar bajo los cuidados de su madre. Guillermo emprendió el viaje para ir a conocer a su nieto primogénito.

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