Nuevos relatos publicados: 13

Mario (22 de 22): Vuelve Robert. Fin

  • 33
  • 7.600
  • 9,50 (4 Val.)
  • 8

Me alejé del lugar unos kilómetros y detuve el coche en el arcén, las lágrimas que inundaban mis ojos no me dejaban conducir, hipaba entre sollozos a pesar de que verla con sus hijos me había hecho feliz.

Guillermo había decidido llevar unos días de vacaciones a los muchachos, habían regresado de U.S.A. después de pasar allí un mes, volvían tristes y aburridos, la esposa de Robert y ellos no terminaban de encajar, además de que estaba embarazada y toda su preocupación residía en lo que germinaba en su cuerpo.

Partimos una mañana y la idea era llegar hasta Jaca para visitar el Pirineo aragonés y catalán, y si había oportunidad pasar a Francia. Íbamos los cuatro solos, Guillermo conducía y a su lado de copiloto, entusiasmado como el mejor de los regalos, llevaba a Swan.

Jesse me acompañaba en el asiento de atrás, el chico iba adormilado y se tumbaba usando de almohada mis piernas, sonriendo mientras le acariciaba el cabello.

Ambos chicos habían vuelto con falta de cariño y sobre todo el mayor, no perdía la oportunidad para estar a mi lado y reclamar lo que no había tenido en un mes. Paramos a comer en el camino y mientras Swan no dejaba de jugar, su hermano aparecía apático.

-Creo que Jesse tiene algo de fiebre. -le puse la mano en la frente y la tenía caliente, pero no pasaba de ser un ligero síntoma, estaba ya tan acostumbrado a notar lo que sentían que no me cogía de sorpresa.

-Cuándo lleguemos al hotel pediremos que le mire un médico. -Guille parecía preocupado, no estaba acostumbrado a ver a los chicos en momentos así.

-No te preocupes, no creo que sea para tanto. -durante el resto del viaje Jesse continuó tumbado junto a mi pero no empeoraba, en algún momento se le notaba más animado y levantarse parar mirar por la ventanilla.

Nos acomodamos en el hotel, Guillermo había reservado dos habitaciones, una para nosotros y la de los chicos. A veces no se preocupaba de disimular lo nuestro y llegaba a actuar como si fuéramos una pareja formal.

Salimos a la parte vieja para cenar alguna cosa, y lo hicimos en una terraza de la avenida central cerca de hotel, para no andar más y que los niños no se cansaran demasiado.

-Quiero dormir con el tío. -cuando les dejábamos en su habitación, después de que se lavaran la boca, Jesse se abrazo a mi cintura, eran unos niños altos y fuertes para su edad.

-No puedes dormir con él, Mario es el novio del abuelo y dormirán juntos. -la respuesta de Swan hizo que Guille soltara una carcajada, pero a mi no me gusto nada lo que dijo.

-Eso no es cierto Swan, y para demostrártelo hoy dormiré con Jesse. -el chico me miraba risueño, creo que fue lo peor que pude hacer, él tomaba como confirmación lo que yo le negaba.

-Entonces yo dormiré con vosotros. -se tiró en la cama y Guillermo fue hasta él.

—¡Ja, ja, ja! Buena la has organizado Marito. -Guille continuaba riendo y miró mi cara de enfado.

-¡Ja, ja, ja! Esta bien… Swan tu vienes con el abuelo y a estos dos los dejaremos que hagan lo que quieran. -lo cogió a sus espaldas y marcharon a la otra habitación.

Jesse había logrado lo que deseaba y sonreía satisfecho saltando sobre la cama.

-Venga Mario, ven a la cama.

-Tengo el cepillo de dientes en la otra habitación, tendré que ir a buscarlo. -salto rápidamente de la cama y me llevó al baño sujetando mi mano.

-Usa el mío o el de Swan, no quiero que me dejes solo.

Apagué la luz y Jesse se me abrazó, como había hecho otro millar de veces, pensaba que ya estaba dormido y yo tardaría muy poco en hacerlo.

-¿Mario?

-Dime amor, pensaba que dormías.

-Te quiero mucho Mario.

-Yo también te quiero cariño.

-Te quiero más que a papá y que al abuelo.

-Calla bonito, no digas eso.

-¿Tu cuánto me quieres?

-Muchísimo mi vida, eres lo que más quiero. -el chico se acercó más a mi, y sin darme cuenta, me besó ligeramente los labios. Nada que no hubiera hecho otras veces, pero este beso que me entregó era diferente.

El resto de las vacaciones lo pasamos estupendamente, haciendo excursiones de un día, subiendo a los montes para ver la nieve que aún quedaba a pesar de ser verano en lugares resguardados del sol, visitando museos o lugares de la naturaleza, a los niños y a nosotros nos entusiasmaban, volvíamos al hotel al anochecer, cansados o con el cuerpo dolorido por el esfuerzo hecho, pero nunca vi a los chicos más felices.

Robert se volvió a casar, para el evento que fue en verano, Guillermo se llevó a los chicos y pasaron en América quince días, pero volvieron con él a España.

**************

Ese domingo se suponía que mi primo estaba solo, Migue se había llevado con él a Marquitos y me llamó para ver si le acompañaba a tomar unas cervezas. En realidad lo que quería era enseñarme el impresionante BMW que se había comprado hacía unos días.

Lo tenía aparcado a la puerta de su casa y lo reconocí al instante, le lancé una mirada breve, por si me preguntaba sobre algún detalle, que viera que lo había mirado, cuando le toqué el timbre me pidió que subiera, no se encontraba solo, su amigo Diego estaba con él, antes habían trabajado juntos unos años, pero su amistad venía de niños, hacía mucho tiempo que no lo veía.

Marcos, por su nuevo trabajo conmigo, había ascendido en la escala social pero no así su amigo, vestía un jean viejo y sucio, una camiseta negra ceñida y unos mocasines que parecían de lona muy gastados.

Me quedé sorprendido al verle, primero porque no pensé encontrarlo allí y segundo por su aspecto desastroso, a pesar de todo tenía un rostro atractivo, con el pelo negro algo largo, desde el principio su mirada sensual, de ojos verde claro, se quedó fija en mi figura.

-¿Recuerdas a Diego? -mi primo me lo presentaba así a la vez que me abrazaba y me daba un beso en la mejilla.

-¡Hola Diego! -le saludé afectuoso alargándole la mano.

-No has cambiado Marito, han pasado años y continuas tan lindo como cuando eras pequeño. -no pude evitar sonrojarme, no por sus palabras, por la sonrisa encantadora que enseñaba sus dientes blanquísimos.

-Eres muy amable Diego, tu tampoco has cambiado tanto. -el hombre se dió una vuelta mostrándose divertido para que viera su vestimenta, a la vez me mostraba sus indudables y viriles encantos.

-No es que esté en el mejor momento de mi vida. -Diego tenía la edad de mi primo, o sea, unos treinta y dos, y desde luego había sido un conquistador como Marcos, ahora era todo un macho en plena sazón al que faltaba el atractivo de ir mejor vestido.

-Tu primo me ha prometido ayudarme a pasar esta mala racha, espero poder superarla como he vencido a otras peores. -tenía un botellín de cerveza en la mano y aparentaba haber llegado unos minutos antes que yo.

Marcos me entregó una cerveza recién salida de la nevera. y nos sentamos en su sala, Diego permanecía de pie.

-Igual es mucho pedirte Marcos, puedo usar tu aseo para lavarme y estar decente, Marito se mareará si me acerco a él y quiero causarle buena impresión.

-Por favor Diego, no necesitas pedirme permiso, sabes que mi casa es tuya como todo lo que tengo. -sabía que fueron grandes amigos y compañeros de juergas y correrías, pero no pensaba que ahora se llevaran tan bien.

-¡Ja, ja, ja! Dudo que ese “todo” sea correcto, no lo crees así Marito. -este hombre conseguía que me acalorara por cualquier tontería que dijera.

Pensé en lo que pudiera saber de mis relaciones con mi primo y las indiscreciones que pudiera haber cometido cuando no se controlaba al beber. También recordaba cuando siendo un adolescente me acosaba intentando conquistarme. De eso ya habían pasado muchos años, pero sin duda Diego continuaba intentando seducirme.

Se había marchado al baño y miré a Marcos interrogándole.

-Yo no lo he invitado primito, él se ha presentado de improviso, y bueno no le voy a echar de casa. -no tenía nada que decir, era su casa y su amigo, por otra parte me servía para recordar tiempos pasados.

Cuando salió del baño se presentó en la sala con una única toalla rodeándole la breve cintura, con el cabello mojado, las robustas piernas cubiertas de negro vello y algunas sombras del mismo en su delgado y fibroso pecho y abdomen. Lo miré y me quedé helado, continuaba siendo tan deseable como siempre lo había visto, cuando los dos conquistaban a todas las muchachas del barrio y se peleaban con sus novios.

-¿Tienes algo para ponerme? He pasado por la cocina y he metido la ropa en la maquina para lavarla, seguramente tendrás que alojarme esta noche hasta que mi ropa se seque y pueda usarla. -seguramente debían continuar viéndose, renovando su amistad, ya que de otra manera el chico tenía una cara impresionando.

-En mi habitación encontraras algo para ponerte, hace calor y no necesitas un traje. -regreso enseguida con una pantalón corto que le estaba grande al ser ligeramente de menos envergadura corporal que Marcos.

Comenzaron a hablar entre ellos y de vez en cuando, tanto uno como otro, me hablaban. Diego relataba su vida y aventuras, como había estado en Portugal trabajando de camarero o en Francia siempre en trabajos de poco éxito.

Parecía que en todos los lugares lo había pasado bien y que le gustaba su existencia de solitario vagabundeo.

-Tuve que trabajar una temporada como acompañante de mujeres solitarias, y hasta de chapero en ocasiones de crisis.

-¡Ja, ja, ja! No me jodas, ¿o sea que has llegado a vender tu puto culo?

-¡Ja, ja, ja, ja! Mi culo no pero mi verga muchas veces destrozando culitos necesitados de polla. -de vez en cuando al hablar se acariciaba con fuerza el bulto que se le apreciaba bajo la tela del pantalón.

-¡No me extraña que lo pases bien cabronazo! Te tiras la vida follando.

-Menos de lo que quisiera, no te creas, pero no puedo quejarme ni tampoco los que tienen la suerte de probarme. -volvió a rascarse los huevos y se me quedó mirando con fijeza.

-¿Y tu Marito qué tal andas de mujeres?

-No seas ridículo Diego, sabes de sobra que a mi no me van las mujeres.

-¡Ja, ja, ja! ¿Mujeres, hombres, qué más da? Lo importante es pasarlo bien. ¿En esto estaremos de acuerdo los tres? -los dos hombres comenzaron a reírse, iban ya por el cuarto botellín, yo por mi segundo, y la bebida empezaba a afectarles.

Mi primo había olvidado por completo el motivo de que yo estuviera allí, presumir de su flamante BMW que quedaba para mejor ocasión, ahora lo importe era atender a su amigo renacido.

-Ya ves Marito, Marcos y yo hemos sido uña y carne, siempre unidos y compartiéndolo todo como hermanos, ¿no es cierto Marcos? Cuéntale a tu primo lo que pasamos con aquellas dos hermanas que no les importaba follar con uno o con el otro, o los cuatro a la vez.

-¡Ja, ja, ja! Hasta que dejaste preñada a una de ellas, buen recuerdo te quedó de aquello. -continuaban bebiendo y cada poco tiempo uno viajaba a la cocina para buscar más bebida.

-Vamos a preparar algo para comer, tengo en la nevera la compra de la semana y hay comida de sobra. -Marcos desapareció un momento y se le escuchaba trastear en la cocina, Diego bebía de vez en cuando sin dejar de mirar la televisión que había encendido, algunas veces me dirigía calientes miradas relamiéndose los labios, ya no se tocaba la entrepierna por encima de la tela, descaradamente, se metía la mano por la cintura engomada y la mantenía dentro acariciándose la polla.

Yo no podía evitar a mi vez mirarle y él notaba mi interés volviendo a insistir provocador y se acariciaba sonriendo ladino.

-Mira que eres guapo Marito, siempre me has gustado mucho, tu primo no me dejaba acercarme a ti, te quería para él en exclusiva, cabrón de primo que tienes.

-Estas emborrachándote muy rápido Diego, es mejor que dejes de beber hasta que comas un poco.

-No quieres escuchar lo que te hablo, si te digo que estas rico, es que lo estas coño, de eso no me va a enseñar nadie.

-Esta bien, no vamos a discutir por eso. -me había alejado disimuladamente de él que a cada momento se me acercaba más cuando Marcos apareció.

-Comida hay de sobra pero nos hemos bebido hasta la última, -enseñó una botella de cerveza vacía en la mano-, bajaré a buscar unas cuantas mientras vosotros preparáis la comida. -no esperó la respuestas y ya se había colocado los zapatos, unos segundos después escuchaba como la puerta de la escalera se cerraba.

-Voy a preparar para comer lo que Marcos ha dicho. -me levanté para ir a la cocina y por el rabillo del ojo veía a Diego levantarse.

-Te ayudaré. -si la intención era ayudarme no la cumplió, en su lugar se me abrazó por atrás y sujetándome del pelo tiró de mi cabeza girándola.

-Estas muy tierno Marito. -me forzó a que girara más la cabeza, hasta que me echó el aliento con olor a cerveza en la boca.

-Déjame Diego, vamos a trabajar antes de que vuelva Marcos.

-¿Trabajar? ¡Ja, ja, ja! ¿Crees que con esto puedo ponerme a trabajar? -se junto pegándose en mi culo para que notara la caliente dureza que ya portaba bajo la tela.

-Vamos Diego déjame, por favor.

-No te hagas el estrecho nene, bien que mirabas mi paquete hace poco. -me mordió el cuello con los labios y me lamió con lascivia la oreja

-Conforme, reconozco que estás muy bueno y por eso te miraba.

Me llevó hasta la cocina sujetándome un brazo a la espalda, seguía dándome modisquitos en le cuello y no podía rebelarme a menos que me hiciera daño.

Al lado del fregadero se detuvo sin soltarme con una mano, con la otra se bajó los pantalones, ahora sujetándome del cabello me obligó a arrodillarme delante de él, tiró de mi pelo para que levantara la cabeza y le mirara a la cara.

Tenía una polla grande y robusta, totalmente erguida pegándole a la barriga, los huevos redondos y colgando independientes de la verga, con la piel fina y tirante, tanto que se le veían los testículos redonditos, como dos bolas de billar colgando, reposando en la base del saco testicular.

Aunque ya me sentía excitado por sus maniobras en la sala, al ver su pene tan duro y húmedo, se me llenó la boca de saliva y abrazándome a sus nalgas coloqué la mejilla pegada a su duro miembro dándole un beso de costado.

-Lo sabía putito, sentía lo que deseabas hacer, ahora con tu boquita te vas a comer este manjar que espera desde hace años este momento. -sin responder sujeté su durísima polla, difícil de doblegar para bajarla hasta mi boca.

Me fascinaba pasar la lengua a lo largo de aquel hermoso cipote de cabeza grande y roja, meterme en la boca sus jugosas pelotas y acariciar su recio y duro cuerpo.

-¡Ohhhh! ¡qué puto eres maricón!, ¡come huevos! -con una mano le acariciaba el duro vientre y la otra la usaba para sujetarle del culo y que no me dejara sin aquella delicia que mi boca comía deleitándome.

Hacía días que deseaba llevarme algo a la boca y ahora tenía mi momento, no razonaba y solo pensaba en aquella maravilla de macho que me gustaba acariciar con la lengua y chupar para exprimirla y sacarle el jugo.

-Vamos a la cama de tu primito putita, te voy a romper el culo con mi polla.

-Pero Marcos va a regresar de un momento a otro.

-¡Ja, ja, ja! ¿De eso te preocupas? A Marcos no le va a importar compartir a su putita con el mejor amigo que tiene. -se terminó de sacar los pantalones dejándolos tirados en la cocina y me sujetó del brazo llevándome a la habitación de Marcos.

-Quítate la ropa, quiero verte en pelotas. -obedecí como un autómata al que han puesto el piloto automático y en unos segundos estaba desnudo ante aquel macho.

-Sigues igual de rico, igual de puto gustoso. -me abrazó y comenzó a morderme la carne con fiereza, iba a dejarme marcado durante días.

-No sabes las ganas que te tenía, pero tu siempre me eras frío e indiferente. -Diego palpitaba de excitación pretendiendo tocarme entero y de una vez.

Me gustaban los hombres, me encantaban las vergas, sobre todo si eran tan potentes y duras como aquella, y después de días sin tener una a mi alcance me desbocaba deseando que me la metiera.

-Ven mariconcito, ven que quiero chuparte el culo mientras me mamas la polla. -aquel macho sabía como mandar, me colocó tumbado de costado en la cama y enseguida se enredó entre mis piernas separándolas para tener libre mi culo.

Estaba entretenido, disfrutando de su chupada de ano cuando escuché que la puerta de la calle se abría y dejé de mamar un momento.

-Sigue putito, es tu primo no un ladrón. -miré a la puerta de la habitación, Marcos estaba en ella mirando lo que tenía sobre su cama, a su primito del alma comiéndole la polla y los huevos a su mejor amigo, y a éste masticándome el culo entre gruñidos de lujuria.

Marcos se acariciaba el gran bulto que ya tenía bien duro y sin mediar palabras empezó a quitarse la ropa, una vez desnudo se acercó y colocó su verga al lado de la de su amigo.

-No me habéis esperado cabrones. -saqué la verga de Diego de mi boca para meterme la de mi primo que era más larga, aunque menos gruesa que la de Diego sin cesar de masturbarle.

-¡Ohhh! Primito, tienes la boca caliente de chupar tanta polla. -alternaba entre la una y la otra, solamente dejaba que aparecieran las primeras gotas del sabroso licor y entonces mamaba la que me ofrecía aquel delicioso elixir. Dos sabores diferentes para degustar y de exquisito sabor ambos.

Disfrutaba mamando sus impresionantes vergas y gozaba las lamidas que Diego me daba, hasta que empezó a meterme sus dedos y follarme con ellos, entonces dejé de mamar las pollas para gemir satisfecho.

Marcos me acariciaba el pecho esperando su turno para que le chupara la polla, se pajeaba y me retorcía delicadamente los pezones.

-¿Cómo vas Diego? ¿Ya le tienes bien abierto?

-Le entran tres dedos al puto, pero no quiero dejar de comerme su culito, sabe delicioso. -gruñía con la cara enterrada entre mis nalgas, lamiendo sin parar y mordiéndolas.

-¡Sí, chúpame más Diego, lo haces divino. -me retorcía los huevos haciéndome daño pero no quería protestar, solo que continuara lamiendo.

De repente se separó y se bajó de la cama, lo mismo hizo Marcos, los miraba como se masturbaban sus duras vergas, igual que los monos del zoo.

-Quiero follarme ya a tu primito. -no dejaban de mover la mano a lo largo de sus falos para que no se les bajaran.

-Mejor que lo monte yo antes. -Marcos le apartó de mi lado.

-Como tu digas compadre, empieza tu que la tienes más delgada y luego voy yo. -se repartían los tiempos de como utilizar mi culo.

-¡Ya os vale! Os racionáis mi culo como si fuera vuestro, algo tendré que decir yo si se trata de mi culo. -los dos se quedaron mirándome sorprendidos, pero sin dejar un momento de mover la mano por sus grandes trancas.

Me coloqué arrodillado en el borde de la cama, con el pecho y la cara pegados al colchón mirándoles a los ojos.

-Venga Marcos, ¿a qué esperas? Empieza tu primero. -la sorpresa se tornó en una sonrisa de dicha en las dos caras, mi primo se acercó con la polla en la mano, me abrí bien las nalgas tirando de ellas y dejándoles que vieran mi culo palpitante por recibir.

-Fóllale ya Marcos, el maricón tiene ganas de polla. -su amigo le animaba y no era necesario, Marcos situó la cabeza del pene y sin darme cuartel empezó a taladrarme el culo.

-¡Ahhh! Mas suave primo que la tienes larguísima. -pero en unos segundos la tenía toda en mi interior, y a Marcos sujetándome las caderas para embestirme con furia.

-Toma, toma polla primito.

-¡Buaay! qué rico sigue, dame más.

-Sí, dale hasta que le salga por la boca. -Diego se situó arrodillado y me elevo la cabeza ofreciéndome su verga para que se la mamara.

El momento era sublime, potentísimo en valor erótico, tener un macho que me follaba el culo como una máquina, y a la vez que otro me atoraba la garganta con su gorda y rica polla llena de jugos.

-Deja que lo use yo un rato, necesito meterle mi rabo. -se intercambiaron los dos sementales y Diego me la encajó sin contemplaciones arrancándome un gemido.

-Ves putito, ésta es más gorda que la de tu primo, ¿la sientes como te rompe?.

-¡Sí, sí, esta muy rica, me frota todo el culo Diego, hazlo mas duro, dame como un puro macho, demuéstrame lo que eres. -comenzaron a alternarse para compartirme, mientras uno me follaba, el otro se la meneaba para no perder la erección, o me la daba en la boca para que la chupara, el que me la metía por el culo quería continuar y el otro le apremiaba a que le dejara su turno-

-Será mejor que se le metamos los dos a la vez y le follamos juntos. -propuso mi primo.

-¡Joder! esa si es una buena idea. -Diego estaba encantado, y a mi no me apetecía la idea.

-Ni hablar, me folláis de uno en uno, no quiero que me rompáis el culo.

-¿Por qué no? Seguro que te entran las dos, podemos probar y si no estas bien lo dejamos. -estaban decididos a hacerme tragar sus dos pollas por el culo y a la vez.

-Esta bien, pero solo probar. -al ver que cedía los dos machos se apartaron de mi y Diego se tumbó de espaldas para que yo le cabalgara.

Me tendí sobre él abrazando su cuerpo con las piernas y Marcos apunto la verga de su amigo en mi culo.

-Siéntate ya puto, traga mi verga de una vez. -me fui sentando y la polla de Diego me entró entera, entonces mi primo me cubrió montándose sobre mi, queriendo entrar con su polla en mi culo.

A pesar de tener el pene más largo que el de Diego, no resultaba fácil de meterla y la saliva que me escupía hacía que la polla resbalara sin entrar.

-No entra Marcos, es mejor que lo dejemos, me follais de uno en uno hasta que os corráis. -Marcos no me hacía caso y le sujeté la polla para apartarla de mi ano.

-Estas tan prieto, voy a intentarlo otra vez. -pensaba que era por nervios y no querer hacerme daño, pero mi primo no conseguía entrar, lentamente me introdujo la cabeza pero no avanzaba más y me descabalgó, había sudado en abundancia y mi espalda la sentía húmeda.

Me sentía mas libre y así me resultaba fácil montarme sobre la polla de Diego, rotar sobre ella, deslizarla por mi culo, o apretándola con el esfínter dándole placer.

-Follas bien so puto, vas a conseguir que me corra enseguida. -Diego jadeaba a pesar de que era yo quien me movía trabajándole la polla y besando su cara de vicioso.

-¡Ya va mi leche para ti! Recibe mi semen maricón. -temblaba su cuerpo y se elevaba queriendo penetrarme mejor.

Cuando Marcos vio que su amigo ya no daba más, me cogió por los sobacos y me levantó, salía la verga aún dura y un gran chorro de leche sobre el vientre de Diego.

Me colocó otra vez a cuatro patas en la cama y me la metió sin esperar un segundo. Me gustaba mucho la situación tan morbosa, ahora mirando el vientre de Diego cubierto de su propia leche, y sintiendo a mi primo bombearme con fuerza el culo, dándome un gusto tremendo que me hacía temblar, y que de mi polla salieran ríos de líquidos.

-¡Toma primito, recibe mi verga! -me tiraba del cabello hasta que me dejó caer y metió la mano para agarrarme la polla y comenzar a pajearme.

-¡Quiero que te corras a la vez conmigo primito! Sentir como me aprietas el pito cuando te corres.

Y no tardamos demasiado, llevaba un buen rato recibiendo sus maravillosas pollas y mi culo no daba para más gusto.

-Me corro Marcos, me corro amor. ¡Ahhh! ¡Ayyyy! No pares ahora, noooo! -caía sobre la cama y no pudo sostenerme, me siguió en la caída y allí temblábamos los dos en una eyaculación épica.

Estuvimos tumbados un rato hasta que los dos machos empezaron a recuperarse, me acariciaban pasando las manos por mi estómago y por las piernas y yo les cogía sus pollas, todas escurriendo semen.

Volvieron a follarme de nuevo, ahora no discutían el turno y estaban más tranquilos, en esta ocasión les pedí que me echaran la leche en la cara y la boca, deseaba sentirme muy sucio y probar el semen mezclado de mis dos machos, de verdad me sabía riquísimo. Marcos me lamía la cara y a Diego parecía que eso le daba asco, solamente recogía el semen con los dedos para llevarlo a mi boca y que lo comiera limpiándole los dedos.

Les dejé rendidos sobre la cama a los dos y fui al baño para limpiarme y vestirme, preparé la cena mientras los sementales descansaban de su faena y luego fui a buscarles. Continuaban cansados.

-¿No queréis comer? Yo tengo hambre, estáis más flojos que yo a pesar de haber tenido menos trabajo. -mi primo intentó agarrarme pero escapé entre risas. Se fueron juntos al baño y me senté en una silla de la cocina a esperarles con una cerveza en la mano.

Cuando volvieron, sin ducharse, al menos se había puesto un pantalón corto, nos sentamos alrededor de la mesa, y mientras comíamos hablábamos de tonterías.

Salían los recuerdos de los tiempos de niños, cuando ellos ya eran hombres y yo un adolescente perseguido por los mayores intentando llevarme a un rincón para darme por el culo, o queriendo que les chupara la polla.

-¡Ja, ja, ja! Tu siempre le protegías y cuidabas para que no nos lo folláramos. -había buena camaradería en esos momentos, ellos estaban servidos en sus necesidades de machos y yo era un igual entre ellos.

-¿Como andas de novios Marito? ¿Tendrás un ciento como entonces detrás de ti?

-No es para tanto Diego, el único que ahora me quiere de todos aquellos es Marcos, estoy sin pareja y él no quiere serlo. -miré a mi primo sonriéndole como una broma para provocarle y él me miraba con asombro.

-Como no estaría bien visto que fueras el novio de tu primo, me ofrezco a ocupar su lugar, estaría encantado de que tu culito me perteneciera, además tienes un buen trabajo para mantenernos a los dos. -se pusieron a reír como si fuera el mejor chiste lo que terminábamos de oír.

-¡Ja, ja ja! No conseguirás enamorar a mi primo, él no puede amar a nadie, solo se ocupa de su trabajo. -miré a Marcos y un poco de cerveza que aún quedaba en la botella se la tiré a la cara.

-¡Cállate!, ¿tú que sabes de amores?, tengo tres hombrecitos de los que estoy enamorado, a los que quiero y amo.

-¡Ja, ja, ja! Esos no cuentan, no pueden atenderte y darte lo que tu mereces. -aquellos dos machitos me causaban ahora risa, se creían superdotados y no dejaban de ser como otros muchos, aunque supieran hacer maravillas en la cama.

-Pero has de saber, querido primo, que cualquiera de ellos vale, él solo, más que vosotros dos juntos. -no paraban de reírse animados por las cervezas ingeridas, y yo les acompañaba, divertido también por la charla intrascendente y las bromas.

-Tengo que marcharme para mi casa. -quería despedirme ya y los dos hombres se pusieron en pie sin poder guardar muy bien el equilibrio.

-Te acompañaré, siempre estaré mejor en tu cama que con tu primo. -Diego me sujetó de la cintura y pensé que era para sostenerse. Abrí la puerta de la calle y le retiré la mano de mi cintura.

-¿Has quedado satisfecho puto? ¿Te hemos dado lo que deseabas? -le miré y sentí deseos de vengarme humillándole.

-Simplemente diré que lo he pasado bien. -no parecía entender mi despectiva respuesta.

-Estaré un par de días por aquí, en la casa de tu primo si me aloja, por si te apetece volver a recibir la polla de un buen macho en tu culito. -Diego se portaba con excesiva chulería ahora que ya había pasado el momento de la cópula y tenía que rebajarle la soberbia.

-¿Sabes una cosa Diego, lo que pienso y quiero sinceramente?

-Dime putito, no me hagas pensar.

-¡Pues que te den por el culo Diego!, seguro que lo disfrutarías.

Se quedó con la boca abierta y aproveché para darle un beso en la mejilla y salir rápidamente de la casa.

-¡Chao, machotes!

*******************

Un año más tarde Robert se llevó a sus hijos definitivamente, quería tenerlos a su lado y que compartieran su nueva vida, seguramente animado por la nena que habían tenido. Guillermo se los llevó y la casa aparecía vacía de ruidos, carreras y risas. Me sentía solo y me centré en mi trabajo deseando la vuelta de Guillermo.

El sentido de mi estancia en aquella casa había dejado de tener motivo, si los chicos no estaban todo cambiaba y deseaba la vuelta de Guille para regresar a mi casa y a mi vida de antes, si ello era posible.

A Guillermo no le gustó la idea aunque entendió mis razonamientos, después de todo estaríamos muchas horas juntos en nuestro trabajo, los viernes y sábados haríamos motorismo, y había conseguido la promesa de Robert de que los chicos vinieran los veranos y algunas otras vacaciones.

Por mi parte necesitaba desligarme de esas obligaciones. No fue fácil dejar a Guillermo que ya se había acostumbrado a que fuera yo quien se ocupara de los problema domésticos y del servicio.

Los veranos se sucedían unos tras otros y los muchachos llegaban, pero no con fechas estipuladas y fijas, había años que pasaban con nosotros los tres meses, otros años era para solo un mes y perdí mucho contacto con ellos, no era lo mismo tener que ocuparme de sus personas a recibirlos de visita y las relaciones por internet.

Esos veranos cortos que pasaban traían algún amigo, seguían siendo cariñosos y amables, el que más Jesse. Prefería mi compañía a la de sus amigos y hermano.

El cambio que experimentaban de un año a otro también me aturdía y descolocaba, el verles como crecían y se hacían fuertes, varoniles, en una palabra: hombres.

Mis niños pasaban de la niñez a la pubertad y a ser hombrecitos de repente, en un visto y no visto como si fuera un truco de magia o un milagro, con sus diecisiete y quince años eran tan altos como recordaba que era Robert a los dieciocho, yo parecía pequeño a su lado.

Durante esos días volvíamos a vivir las risas, los ruidos alegrando y dando vida a la vieja casa, hasta que regresaba la atonía con su marcha.

-Deberás tener cuidado con el cachorro o terminará enamorado de ti. -seguí la mirada de Guillermo, Jesse saltaba del pequeño trampolín que habíamos mandado instalar recientemente en la piscina.

-Es más cariñoso que Swan, solamente eso.

-No seas ciego Marito, no te quita la mirada, quiere estar a tu lado en todo momento, tocarte si tiene ocasión, el joven macho espera la ocasión que le brindara la vida.

-Eres un cínico Guille, no se como se te ocurre hablar así de tu nieto, me quieren lo mismo que a ti y yo los adoro. -hablaba para tranquilizarme a mi mismo, lo que Guillermo me decía lo sabía mejor que él.

Sabía, desde hacía tiempo la atracción que ejercía sobre Jesse, y que su cariño no era como el de Swan que también era mucho, no tenía miedo a lo que el muchacho sintiera, estaba horrorizado por mis propios sentimientos.

Amaba a aquel muchacho de rasgos ligeramente orientales, sin quererlo, sin desearlo mis sentimientos habían dado un cambio que no era de hacía poco tiempo.

Ahora, esperar su llegada era la mayor alegría que me pudieran dar, también el mayor tormento que gozaba y padecía, que no rechazaba a pesar de saber que estaba mal. Guille era un viejo zorro y no podía extrañarme que supiera ver lo que pasaba, observando los simples gestos de su nieto. Y sabía lo que a mi me sucedía por dentro y mi lucha por evitarlo.

Lo peor estaba aún por llegar, ese sábado estaba de viaje con Manuel, en Lisboa, habíamos acudido a una exposición de equipamiento para le construcción, nos disponíamos a retirarnos para comer y me extrañó ver la llamada entrante en mi móvil de Rodolfo.

Como era sábado, y seguramente según su costumbre, Guillermo hubiera ido a correr en moto al monte, enseguida pensé en un accidente.

Su voz sonaba calmada y eso me tranquilizó en un principio.

-Tiene que volver cuando pueda, el señor esta en el hospital. -volvió mi angustia y retorné a mi inicial temor.

-¿Qué ha pasado, un accidente con la moto?

-No, no hemos tenido un accidente. -despacio me fue explicando el problema, habían tenido que hospitalizar a Guillermo y el motivo no había sido un accidente en el monte con la moto, aunque estuvieron a punto de tenerlo en la carretera.

Se había puesto malo a la vuelta, una vez haber pasado por el bar como era su hábito, conducía el todo terreno Guillermo, pudo retirarse al arcén sin causar mayores problemas, los médicos necesitaban hablar con alguien responsable y al no estar Robert ni yo, habían tomado ellos mismos la decisión que no podía postergarse un minuto.

Había padecido un derrame cerebral, tuvieron que abrirlo para bajar la presión al cerebro sin esperar la autorización de los familiares, un retraso por mínimo que fuera, suponía daños cerebrales que serían irreversibles.

Cuando llegué no había recobrado el conocimiento y las noticias no eran, para nada, esperanzadoras. Esperé un mes antes de llamar a Robert, quería darle buenas noticias, pero cuando sacaron a Guillermo del coma inducido en que le tenían mis esperanzas se desvanecieron, aunque los médicos me iban preparando para lo peor no me esperaba aquel parte médico.

Había quedo en total estado vegetativo y no volvería a recobrar el conocimiento. Era la primera vez que hablaría con Robert en diecinueve años y temblaba con el aparato telefónico en la mano, tuve que dejarlo un momento sobre la mesa y a mirarle largamente antes de volver a cogerle.

-¿Robert? Soy Mario.

-Te veo en la pantalla Marin. -volví a temblar al escuchar su voz y escuchar como solamente él me llamaba por ese nombre.

-Tienes que venir Robert.

Los acontecimientos se desarrollaron velozmente, quizá por no poder parar un segundo de hacer cosas. La llegada de Robert fue inmediata, lo que tardó su avión particular en hacer el trayecto desde New York, llegaba con toda su familia menos la pequeña niña, los dos muchachos se hospedaron en la casa de Guillermo, Robert tenía reservado un hotel para él y su mujer.

Le miré avanzar en la sala del aeropuerto con aire decidido y resuelto, seguido por Jesse, Swan con su joven mujer venían tras ellos. Podría decir que era idéntico a su padre excepto que no tenía bigote. Me tendió los brazos y me refugié en ellos.

Esperaba revivir sentimientos extraños, pero en realidad lo que en su día sintiera se había marchitado. Robert era el amigo de mi niñez y parecía como si nunca hubiéramos sentido aquella pasión. El único detalle que permitía pensar que Robert no había olvidado era que no quisiera hospedarse en su propia casa.

Después llegarían las gestiones hospitalarias, los permisos a los médicos para que detuvieran las máquinas que mantenían con vida a Guillermo, el funeral, la despedida, las lágrimas, porque aunque nunca amé a Guillermo lo respeté y quise, más que como simple amante.

Después del funeral nos reunimos Robert y yo en las oficinas de Guillermo, estaban con nosotros todos los directivos y gerentes de las empresas que había estado acompañándole en la ceremonia. Al entrar en la sala de Juntas me sujetó del brazo.

-Antes de la reunión quiero que hablemos. -pasamos al despacho de Guillermo.

-Y bien Marín, ¿qué vamos a hacer?

-Presentarte a tus empleados para que te conozcan lo primero, ahora te harás cargo de los asuntos de tu padre y deberás tomar las decisiones que te competen. -se sentó sobre la mesa dejando colgada una pierna.

-Para eso estás tu Marin, eres el que mejor conoce todo este embrollo, el que defenderás de la mejor manera los intereses de mis hijos, en el testamento mi padre se lo deja todo a ellos y pide que seas tu el que dirija las empresas. No tuvo oportunidad de decírtelo de palabra pero para todos está claro. Solo falta que tu estes de acuerdo si no has pensado en otra cosa.

-Mi vida pasó como un relámpago por mi cabeza, los diecinueve años dedicados a la tarea de engrandecer la empresas de Guillermo, aunque supo como siempre, ser generoso en el pago de mis servicios. Podía permitirme vivir muchos años con lo que había conseguido, pero mi vida había sido y era ese trabajo.

-Lo haré Robert, sí es su última voluntad y tu y los chicos estáis conformes seguiré ocupando mis funciones, por lo menos hasta que ellos quieran hacerse cargo.

-Gracias Marín marcharemos tranquilos sabiendo que todo queda en tus manos, lo cierto es que administrar los bienes de los chicos en el resto del mundo no me dejaría hacer bien lo de mi padre.

De alguna forma había olvidado la inmensa fortuna que Jesse y Swan habían heredado de sus abuelos y su madre.

Tuvimos una pequeña reunión donde Robert explicó el papel que yo jugaría a partir de aquel momento, algo que al personal directivo de las empresas no le causaba sorpresa alguna.

Cenamos los tres tranquilos, con cierta tristeza por su inminente marcha, sería por unos días para recoger sus notas y diplomas y comenzar el verano, aún no sabía si, ahora que había fallecido su abuelo, seguirían viniendo o cambiarían sus costumbres.

Me metí debajo de la ducha y estuve un buen rato recibiendo la lluvia de agua cálida cayendo sobre mi piel, luego me apliqué una crema por todo el cuerpo y me vestí para dormir, con un pantalón corto de hilo y una camiseta.

En la habitación reinaba el calor y me acerqué a la puerta que daba a la terraza, miré hacia mi derecha y vislumbre la luz encendida en la habitación de los muchachos, continuaban despiertos, posiblemente sin poder dormir a causa del calor.

La intensa luz plateada de la luna llena se reflejaba en la lámina de agua de la piscina y mitigaba el brillo de las estrellas. La noche estaba en silencio, el mundo se había parado, recordé la tranquilidad que Guillermo me inspiraba y ahora todo resultaba complicado.

Sentí el sonido de los suaves golpes en la puerta de mi habitación y mi corazón empezó a galopar descontrolado, al abrir le encontré sonriente intentando darme ánimos. Traía una chaqueta de dormir blanca y a juego unos pantalones elásticos, cortos y ajustados.

-Pasa Jesse. -miré hacia el pasillo esperando ver, corriendo hacia nosotros a Swan, como hacían cuando eran niños. Entró y con el pie cerró la puerta a la vez que me tomaba en sus brazos.

-Necesito que hablemos Mario.

-Si mi niño, creo que es necesario. -me fue empujando hasta la cama y me sostuvo para que me tumbara, él lo hizo a mi lado mirándome de costado y colocó un dedo sobre mis labios repasándolos, le besé con dulzura la yema.

-Quiero quedarme contigo, a tu lado.

-Tienes que volver y recoger tu diploma, tus notas, seguro que alguien te espera deseando que regreses.

-Quiero estudiar aquí, en España.

-Deberás hablarlo con tu padre y que él te autorice. -Jesse me cogió una mano y se la llevó a los labios.

-Soy mayor de edad, ahora no necesito su permiso.

-Lo se Jesse, pero deseo que lo hagas, es lo mínimo que debes hacer, Robert tiene que estar conforme, es tu padre.

-A veces hemos pensado que nuestro padre eras tu.

-¡Ohh! Bebé querido. -le acaricié la oreja y pasé la mano por su crespo pelo negro de la nuca.

-Te queremos Mario, yo te adoro. -se acercó hasta que nuestros alientos se unieron sin llegar a besarme, hablábamos en susurros, mirándonos a los ojos, los suyos negros y profundos como un pozo, que reflejaban las luces de la habitación.

-No se si está bien lo que sentimos, bueno, lo que yo siento.

-¿Por qué Mario? Amar no es malo, es lo más hermoso de este mundo.

-Soy mayor que tu, te doblo la edad, y siempre habéis sido como unos hijos para mi, además está la relación con tu abuelo.

-Todo eso lo sabemos Mario, hace mucho tiempo que Swan encontró las grabaciones que os hacíais.

-¡Dios mío, qué vergüenza! -oculté la cara en su cuello a la vez que dejaba salir un quejido de dolor.

-A nosotros nos parecía muy lindo ver como el abuelo te hacia el amor.

-No me digas eso Jesse. ¿Swan qué dice? Esto es tan bochornoso, no voy a poderle mirar a la cara.

-No es nada malo, nos sirvió para descubrirnos a nosotros mismos, también para aprender y experimentar con nuestros amigos y amigas, aunque no lo creas resultó un inmenso favor el que nos hacíais.

-¿Habéis estado con hombres?

-Eso no es necesario que lo preguntes, pero sí, hemos estado con hombres, con mujeres, quizá no mucho pero hemos experimentado.

-Nunca me ocupé en ese sentido de orientaros.

-Era responsabilidad de papá, tuvimos que aprender por nuestros medios, y con la ayuda tuya y del abuelo.

Miré su mano moviéndose en el aire mientras hablaba, intentaba no aparecer nervioso y se que estaba temblando, sujeté su mano y pareció tranquilizarse.

-Gracias por ser sincero y contármelo. -ahora su mirada se centra en mis ojos y una sonrisa se dibuja en su cara de ángel oriental. No puedo soportar la tentación y acerco mis labios a los suyos, sentimos que una corriente eléctrica recorre nuestros cuerpos y nos hace que temblemos.

Sus miedos se han esfumado, o eso parece, sus labios arden sobre los míos, acaricia con sus manos mi cabello alborotándolo, yo me abrazó a él y repaso su ancha espalda, deslizando la manos por las vértebras de su marcada columna.

-¡Cuánto deseaba que este momento se diera Mario! Nadie podrá separarme de ti, le pediré permiso a papá como tu quieres, pero no me importa si no me lo da, solo necesito saber que tu me quieres a tu lado.

-¡Ohh! Mi bebé hermoso, sabes que quiero a mis adorados niños, que vivo por vosotros.

-Cuando Swan tenga capacidad legal también quiere vivir aquí y papá no podrá detenernos, es cierto que es nuestros padre pero nosotros sabemos quién nos ha querido y a quién queremos.

Se acercó más a mi y colocó una pierna sobre mi cadera empezando a acariciarme la espalda, mis besos se desviaron de su boca y pasaron a su cuello, al lóbulo de su oreja para volver golosos a lamer sus labios.

-¡Ahhh! Jesse, esto es una locura, yo estoy loco. -sus manos se metieron debajo de mi camiseta y las yemas de sus dedos rozaban con suavidad mi piel, siento que me estremezco y busco con avidez sus labios, se los beso apasionadamente y él me abre la boca para recorrer con la punta de la lengua mis dientes.

Me quiere quitar la camiseta, y yo a mi vez despojarle de su liviana chaqueta, sin dejar de besarnos, de mirarnos a los ojos cuando podemos separar nuestras bocas.

Consigue quitarme la camiseta y me recuesta sobre la cama para empezar a besarme el cuello y va bajando y besando mi pecho, cierro los ojos y suspiro de placer, mi corazón galopa loco y late desbocado, su lengua lame sin descanso mi pecho y baja al abdomen, lo acaricia con la punta de los dedos siguiendo las sinuidades de los abdominales y luego los besa pasando la lengua por ellos.

-Eres mío Mario, eres precioso, te quiero tío. -era una de las pocas veces que Jesse me llamaba tío, desde que era un niño solo me llamaba Mario.

Se detiene y cambia de postura para seguir con la juguetona lengua a recorrer mi abdomen de arriba a bajo haciéndome que quiera morir y volver a la vida para seguir gozando de sus caricias.

Me da la vuelta y va besando mi espalda, me doy cuenta de mi pasividad, deseo acariciarle pero parece que le gusta mi entrega a lo que él quiera hacerme y me limito a gemir, a suspirar ahogado en el gusto de su boca que no cesa de comerme donde toca.

Son miles de besos los que recibo, en cada vértebra, costilla y milímetro de piel, al fin llega a mis caderas y vuelve a subir, pero ahora cambia los besos por la lengua, me arqueo cuando la pasa por la columna lamiendo todas las oquedades de mi cuerpo.

-¡Jesse, amor! me vuelves loco mi vida. ¡Aahh! mi amor, sigue mi vidita. ¡uiiii! que placer, no, cosquillas no amor.

Me gira de nuevo y puedo mirar sus ojos, le pido con la mirada que me permita tocarle y lleva mis manos a su pantalóncito ajustado, se le marca una fuerte erección.

-Sácamelo. -me elevo para alcanzarle con la mano y tiró de la ajustada tela, suspira, se arquea y tropiezo con la dureza de lo que oculta la tela, le paso la mano y vuelve a suspirar agitado y se inclina para hacer lo que yo hago, me acaricia el pene sobre la tela y disfrutamos los dos de nuestras manos

Entonces se recuesta sobre mi, sin terminar de quitarnos las últimas ropas que tenemos sobre nosotros, acaricio su espalda bajando hasta meter la mano entre la tela y la piel hasta llegar a sus nalgas, él mismo se va quitando el pantalón hasta liberar lo que antes mantenía preso.

Me sonrio recordando las palabras que su abuelo me dijo cuando fue a verlo por primera vez recién nacido. No se habían cumplido sus pronósticos, la verga de Jesse era grande, proporcionalmente gorda, preciosa y estaba cubierta de humedad que le daba brillo, pero no tenía nada que ver con el monstruo que era su pene, se había quedado en más pequeño pero no dejaba de ser una respetable verga de macho, y muy dura y potente.

Me acerqué para besarla, para darle la bienvenido por vez primera, la tenía muy caliente y el caldillo de la boquita que le salía casi hervía. Y me supo delicioso, pero no me dejó degustarla mucho tiempo ya que terminó de desnudarme y me subió las piernas para poderme lamer el culo.

Según actuaba me daba cuenta de que lo que había dicho era cierto, Jesse tenía experiencia, para chuparme la polla, comerme los huevos y el culo como un auténtico maestro, hasta hacerme enloquecer y que le pidiera a gritos que me metiera la verga.

-¡Dame por el culo Jesse, dame ya verga amor! Se mi hombre, mi vida, hazme tu hembra, tu mujer cariño mío.

Igual a como me comía el cuerpo sabía follar como todo un hombre, me penetró con fuerza haciéndome sentir quien mandaba, mirándome a los ojos con profundas penetradas. Se quedó un momento parando el fuerte bombeo de su verga en mi culo y me besó la boca.

-¡Ya eres mío!

-Sí mi amor, soy tuyo.

-Mío para siempre.

-Hasta que tu quieras mi vida. -reinició el bombeo hasta que, sin necesidad de tocarme, excitado como me tenía, me contraje y mi abdomen empezó a temblar anunciando la llegada del semen que me salía.

-¡Me corro mi vida, ya me viene amor!!!

Jesse, en ese momento pareció perder la cordura, me bombeaba poseído de una pasión enloquecedora, hasta que se metió en mi hasta el fondo y empezó a palpitar haciéndome sentir los chorros de semen que me metía.

Nos habíamos duchado los dos en mi baño, le mamé la polla arrodillado y bajo el agua que nos caía, su leche era una delicia, la degusté y trague toda ella, no se cansaba y volvió a follarme en el mismo lugar, casi seguido después de haberse corrido en mi boca. Era un magnífico y joven semental con muchas ganas de follarme, de poseerme, de hacerme el amor sin parar.

-Hablaré con papá como te he prometido y no volveré con ellos, Swan puede recogerme lo que necesito, no quiero y no voy a separarme de ti, ahora que te he probado se que eres adictivo y cuando Swan lo pruebe le pasará lo mismo. -me giré para mirarle asombrado.

-¿Swan? ¿Qué pasa con él? ¿Lo tenéis todo previsto?

-¡Ja, ja, ja! Tenemos tiempo para hablar antes de que él regrese de América.

Estábamos en el aeropuerto, despidiéndonos ya en la sala vip para vuelos particulares y Roberto me separó del grupo unos pasos.

-Jesse quiere quedarse en España y terminar sus estudios aquí, espero que no te importe ocuparte de él, estaré más tranquilo sabiendo que tu lo cuidarás.

-Por supuesto Robert, aunque Jesse no necesita que cuiden de él, ya es todo un hombre.

El aeroplano surcaba el aire buscando el azul del cielo, Jesse me abrazó los hombros y yo pasé el brazo por su cintura, mirábamos los dos la figura que se iba perdiendo en la lejanía e incliné la cabeza dejándola reposar sobre su brazo.

Fin

 

(9,50)