Me enseñó un sexo que desconocía (parte 2)

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La tormenta fue una de las más violentas e intensas que hubo por años, con vientos fuertísimos, granizo y lluvia a mares. Estaba sola en la casa (mis viejos se habían ido el finde a Córdoba) y mi buen ánimo duró hasta que se cortó la luz. Intenté llamar a mis tíos, pero la señal no era buena y además poco iban a poder hacer ya que vivían a 30 kilómetros. Estuve pensando que hacer hasta que, desde mi pieza, vi luz en lo de Ricardo. Me aseguré que todo estaba bien cerrado, me puse lo que tenía para la lluvia y me fui a golpear su puerta.

-“¿Qué hacés afuera con esta tormenta, Irina?”, preguntó mientras me dejaba pasar.

Le conté lo que pasaba, que no sabía donde estaban las luces de emergencia, que no tenía nada para comer y que estaba asustada. Me hizo pasar, me dijo que vaya al baño y me saque la ropa mojada (empapada en realidad) y al rato golpeó la puerta para decirme que me dejaba ropa. Esperé que se fuera, abrí la puerta, agarré la ropa y me vestí con una remera suya, una bata de toalla y unas pantuflas. Así bajé a la cocina, donde estaba cocinando.

-“¿Qué hacés?”.

-“Un guiso de conejo que preparaba para mí y le agregué más papas para que compartamos”.

-“¿Siempre cocinas esas cosas raras?”

-“Raras para vos, ¿no te gusta?”.

-“Si está como lo que hiciste el otro día, me como esa olla yo sola”.

-“Comela. Me hago un sándwich”.

Comimos ese guiso, que estaba impresionantemente rico, con un Malbec, un postre instantáneo que hizo con leche maicena y azúcar que me encantó y café turco. Todo acompañado de una suave música de fondo con mucho saxo y violines y terminamos sentados en el sofá con un licor (también casero) de café.

-“¿Estás más tranquila?.

-“Mucho. ¿Me prestás luces para volver a casa?”.

-“¿Estás loca? Sigue lloviendo a cántaros. Quedate a dormir en el cuarto de huéspedes ¿O tenés miedo de mí?”.

-“No tonto”.

-“Entonces, tontita, ahí está tu cama”, dijo señalando una puerta, “tenes baño en suite y podes cerrar con pestillo”.

-“¿Por qué? ¿me pensás violar? Ja, ja”

-“No seas tonta”, dijo saludándome y yendo a su cuarto en el primer piso. Esperé a ver donde entraba y después me fui a acostar. Me pasé una hora dando vueltas en la cama sin poder dormir, no por la tormenta de afuera, sino por la que tenía entre mis piernas y en mi cabeza por las ganas que tenía de subir esa escalera. Un trueno descomunal me dio el empujón y la excusa que necesitaba. Fui a su cuarto, abrí la puerta y me quedé intentando ver en la obscuridad. Me pareció ver una figura sentada en la cama y una ronca y cálida voz me dijo.

-“Te estaba esperando. ¿Venís?”, mientras abría las sábanas invitándome.

Desde ese momento tuve siempre la sensación que estaba tres pasos por delante mío y descubrí que me gustaba que fuera tan seguro y sereno y que me entendiera lo que quería. Me acerqué todavía un poco temerosa ni sabía de qué y, cuando me puse a su lado, me abrazó y me sentí segura y confiada. Esperó un rato hasta que terminé de aflojarme y recién ahí me besó un largo rato, jugando con su lengua en mi boca mientras sus manos me quitaban corpiño y bombacha a la vez que descubría que él estaba ya desnudo.

Lo que siguió fue, para mí, un aprendizaje de un sexo suave, lento, meticulosamente intenso parte por parte. Me acarició con dedicación desde los pies a la cabeza, haciéndome sentir los placeres ocultos en cada parte de mi cuerpo. Estuvo varios minutos apoyado contra mi espalda acariciándome mientras besaba mi nuca y lamía mis orejas. Todo era como una miel de caricias sabiamente dadas y, cada vez que yo quería apurarme, me abrazaba y me decía que disfrute, que deje que el placer me penetre.

Tardó ni se cuantos minutos antes de tocar mis tetas, lamer mis pezones, acariciar mi vulva, lamerla, meterle sus dedos juguetones, recorrer mi cuerpo con su lengua, besarme mientras jugaba con mis pezones. Yo volaba entre nubes y tuve dos orgasmos. En cada uno me abrazó y volvió a decirme que los disfrute, que permita que mi cuerpo los sienta en toda su intensidad.

En un momento se acostó y puso su brazos a los lados, yo pasé a darle besos y caricias y terminé bajando a lamer su pija (que era normal, medio gordita) mientras el me acariciaba la espalda, la cola y la cabeza.

-“Me encanta como sos. Tenes una sensualidad hermosa”.

Al rato me llevó a ponerme a caballito de él y me hizo cabalgarlo con un vaivén que hacía rozar su pija en mi conchita hasta que no pude más, la tomé con la mano y la llevé a la puerta de mi vagina. Lentamente fui bajando hasta tenerla toda dentro, mientras él se quedaba mirándome y me dejaba hacer. Puse mis manos en su pecho y empecé a moverme y disfrutarlo.

-“Que linda que sos Irina. Me encanta verte cabalgarme”.

-“No mientas, no soy tan linda”

-“Estoy seguro que sos hermosa, al menos en lo que yo disfruto de una mujer. No me llaman la atención ni las grandes tetas ni un enorme trasero. Me gusta la mujer sensual, segura, inteligente, libre y flaquita. Me gustás mucho, en serio”.

-“Mirame, me gusta que me mires y me gusta que te guste. Vos me encantás. Tu sexo me encanta”.

En silencio seguí moviéndome libremente, llevando su pija a acariciarme mientras rozaba mi clítoris contra él. En tanto, él me acariciaba los muslos y las piernas (descubrí que me gustaba mucho), me tomaba de las nalgas y jugaba con mis tetas. El orgasmo me llegó de golpe, jadee, grité y gemí mientras sus brazos me sostenían y después me derrumbé sobre su cuerpo. Me abrazó y empezó a acariciar mi cabeza y espalda suavemente un largo rato hasta que me repuse.

-“Gracias”, le dije.

-“¿Por qué?”.

-“Porque te preocupás en que disfrute mis orgasmos, me acompañas. No sé, no es lo habitual. Me encanta, disfruto más.”.

Me dio un beso y me volvió a abrazar. Al rato me tomó la cola y me hizo mover suavemente para volver a parar su pija que aún estaba dentro mío. Le pregunté si había acabado y me dijo que no, pero que había disfrutado enormemente de mí y pensaba seguir haciéndolo si le permitía. Sonreí, lo besé y fui a chupar esa pija hermosa y le dije que podía disfrutarme como quisiera.

Me acostó de espaldas y me penetró, subiéndose muy arriba mío, lo que me obligó a abrir bien las piernas e hizo que su pija penetrara profundo hasta casi el cuello de mi útero. Y allí la dejó apenas moviéndola mientras apretaba mi clítoris con su entrepierna, mientras al oído me decía que tenía una conchita hermosa, que era un placer estar dentro mío, que lo enloquecía mi cola y que era una hembra divina para coger, que quería que fuese su putita y cogerme mucho y eso siguió hasta que apreté mis piernas contra su cuerpo, me tensé, gemí y le grité ni idea que cosas en medio de un orgasmo que me sacudió entera. Se quedó contra mí, besando mi cuello mientras duraba mi acabada.

Yo todavía jadeaba intentando respirar cuando salió de mi vagina, me puso boca abajo y empezó a pasarme lubricante en mi ano, acariciándolo suavemente un largo rato hasta que su dedo entró y pudo jugar en mi colita. Se subió a mi espalda, apoyó la punta de su pija en mi culito y esperó todo el tiempo necesario hasta que mi colita hambrienta de pija se fue abriendo para comerla entera. ¡¡Nunca me habían penetrado el culo con tanta suavidad!! Fue un placer completo, sin molestia ni dolor.

Y me cogió la cola poniendo toda su pija hasta el fondo y moviéndola suavemente mientras volvía a hablarme al oído y me decía que culito hermoso que tenía, que me lo iba a llenar de leche porque yo era una putita hermosa, que era un placer cogerme y que le encantaba tener una preciosura como yo tan sensual y tan buena en la cama. Me re calentó y volví a acabar ya casi sin fuerzas.

-“¿Te gusta tenerme en tu colita?.

-“Si”.

-“Decímelo. Soltate, contame como me sentís”.

-“Me gusta que me cojas el culo. Me encanta tener tu pija grandota dentro mío y quiero que me llenes de leche, papi. ¿Me vas a acabar en la colita?”

No terminé de decir eso cuando lo sentí penetrarme profundamente, gemir ahogadamente, y temblar mientras decía “Sos una putita preciosa, una guachita divina. ¡¡Qué cola hermosa que tenes!! y un ¡¡¡Dios!!! largo que terminó en un quejido. Después se derrumbó contra mí y al rato se dejó caer a mi lado, llevándome con él.

-“No quiero salir de tu culito. Es hermoso”, me dijo.

Continuará.

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1 COMENTARIO

  1. El sexo tiene muchas formas y todas son aceptables siempre que haya consentimiento y sirva para el placer. Pero el sexo que me agrada implica ternura (aunque sea un touch & go), cuidado del otro y la preocupación del placer de tu partenaire sexual. Y esto es tanto para un sexo suave, con dominación o como sea. Además, el sexo es muuuucho más que la penetración y el orgasmo y admite juegos de rol, juguetes, fantasías, etc, etc. Es necesario saber que, siendo hombre, vas a penetrar un lugar delicado y que necesita preparación, lubricación y tiempo para recibirte.

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