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Mi casa de playa (2)

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Wilker, el chico que acababa de darme la cogida de mi vida, se fue. Aún era temprano, restaban horas para que anocheciese. Entré, me di un baño y me disponía a recostarme cuando tocaron la reja de la casa. Salía a ver de quién se trataba, pensaba si era Wilker que se devolvió por alguna razón.

Al salir, estaba un muchacho muy negro, alto y fornido con cara de loco, pelón y de unos 20 años más o menos. Le pregunté un poco asustada qué quería. Me pidió agua ya que, según él, andaba sediento. Le busqué una jarra y vaso, se los llevé pero estaba intranquila, me daba miedo ese tipo... Bebió casi toda el agua, me veía con morbosidad y al bajar mis ojos, noté una fuerte erección bajo su pantalón tipo bermuda. Le miré directamente a la cara, el me observaba de arriba abajo, detallándome. Me devolvió las cosas y me dispuse a entrar a la casa cuando sentí que abrió la reja. Apresuré mis pasos hacia adentro y cuando me giré para cerra la puerta ya lo tenía allí, casi encima de mí. Asustadísima le grité que qué pasaba?, qué hacía? Él sólo me veía con lujuria, sacó su lengua y se relamió los labios, restregó sus manos y me dijo:

-Oí el show que montaste con Wilker aquí, estaba en la casa de al lado haciendo limpieza y no pude evitar escuchar todo, especialmente cómo gritabas y le pedías que te cogiera... Eres una puta, verdad? Una mujer casada que tira con cualquiera que le provoque, no? Estás ansiosa de guevo es la cosa? Mira el mío, míralo porque te lo voy a meter...

-No, n... no... po… por favor, las cosas no son así... no me hagas daño... ¡Cálmate, te lo pido!

-Daño? haha. Y no me calmo nada, estoy loco por ti, estás riquísima y eres bella... Lo que te voy a dar es una tremenda cogida porque eres una cualquiera y te gusta que te lo metan y punto, quien sea. Así son las cosas... ¡perra!

Esto lo decía mientras se tocaba su pene por encima del bermuda, ¡estaba como poseído! Yo boquiabierta le veía estupefacta, y paralizada del miedo, ante el hecho de que ese hombre me haría algo. Empecé a llorar pero eso emocionó más a mi victimario, se reía. Entonces se quitó la franela, bajó sus pantalones y quedó desnudo frente a mí, cerró la puerta de un trancazo y me ordenó que me desvistiera y no hiciera nada estúpido porque si no me iría muy mal. Aterrorizada entré en parálisis, no reaccionaba...

Así que el tipo se aproximó y de un tirón me desgarró la blusa, se fajó a besarme y chuparme las tetas con rabia y muchas ganas. Bajó mi short y empezó a manosearme las nalgas, los muslos, yo seguía en trance pero en minutos fui retornando a la realidad, deseando que llegase de repente mi esposo o Wilker para que me salvasen, pero eso no sucedería...

Así, el bicho continuaba haciendo lo que quería conmigo, me acariciaba, me besaba, me mordía, metía sus dedos por mis agujeros, hasta que, repentinamente, sentí que me mojaba en mis entrañas... Qué me pasaba? Estaba sintiendo placer de ser violada, abusada? Eso no era normal, ¡si bien he sido puta esto era diferente, no sé!

Mi vida corría peligro y paralelamente mi excitación ante aquel riesgo, el manoseo y aquella lengua que me recorría todita iba creciendo, pero no decía una palabra, no me salía pronunciar ni pio. El tipo entonces a empujones me llevó al cuarto principal, me tiró sobre la cama, traté en ese momento de golpearlo y esforzarme para escapar pero no podía, él era muy fuerte y me apretaba con todo su ser:

-¡Quédate quieta mujerzuela, no me obligues a pegarte! ¡Quieta te dije...!

Luego de segundos de continuar luchando me dio una cachetada que me dejó atontada, separó mis piernas, empezó a chuparme la vulva y metía su lengua por mi ano. Yo duré un tiempo en shock hasta que fui recobrando conciencia, el temor a otro trancazo como el recibido me hizo aflojarme y resignarme. Y resulta que al rato de estar así un cosquilleó me invadió... Emití gemidos, quejidos de placer y repentinamente lo tomé por la cabeza rapada, haciendo presión sobre mi centro. Tuve un orgasmo ipso facto y el negro se dio cuenta que algo en mí cambió:

-Ajá perrita, te gustó? Sabía que eras así, una mujer fácil, hahaha. Te gusta a los coñazos, no? Ahora vas a ser mía también, y te voy a coger y dar duro para que goces conmigo más que con Wilker, ¡pedazo de puta! Pero me la vas a mamar primero...

Se acostó y me haló por los cabellos hacia su miembro, allí empecé a chupar y chupar, me sentía ya envuelta por la lujuria carnal de ser tomada así, a la fuerza, por aquella bestia. Mi resignación se convirtió en deseo incontrolable, le besaba el pene, lo olía, lo mamaba y, en eso, el tipo se corrió haciéndome tragar todo sus semen.

-Aaaah, qué rico me la mamaste zorra, ufff, la mejor mamada de mi vida me la acabas de dar... El calorcito de tu boca es único ¡Acuéstate que te voy a coger!

Lo hice, me acosté y separé mis extremidades inferiores y me penetró, su mástil grueso se había puesto a punto rápidamente a pesar de la reciente acabada. Me cogía durísimo, acercó su boca a la mía y yo abrí los labios para fusionar nuestras lenguas en besos calientes, luego bajaba y lamía mis tetas con los pezones firmes ante tal disfrute:

-Aaah mamacita, te gusta mi guevo? Dime que te gusta porque me diste una chupada de escándalo, veo la cara de putaza que pones, y esos besos que me correspondiste tan sabrosos...

-Aaagh, sssiii, sii me gusta, tu guevo es perfecto, te lo mamaría otra vez apenas al verte, coño cógeme, aahg, viólame por ser una perra, anda... viólame por provocarte, dame duro y hazme tu hembra...

-Mi mujer, eso eres... aaah, verdad que soy mejor que ese carajito Wilker de mierda?... Dime quién te lo hace más rico, ah?

-Tú me lo haces mejor que nadie, aahg, tú eres mejor que Wilker, que mi esposo...- decía esas incoherencias pero es que lo estaba disfrutando mucho -Tu pene es tan sabroso y grueso que me haces acabar muchas veces... aaahg, me siento tan puta, aahg, aaay, tan bien así recibiendo tus embestidas, el roce de tu piel, tu sudor y ni siquiera te conozco, qué ricooo...- Había tenido ya 3 orgasmos, estaba echa una máquina multiorgásmica para un mismo día, ¡era increíble!

-Toma perra, toma lo tuyo... Voy a acabarte adentro mamacita, aaah...

-Anda sí, acaba machote, super hombre, me estás violando a gusto, Dios...

-¡Te violo pero a ti te gusta, perra!

-Es cierto, me gusta que me hayas tomado a la fuerza, aahg, me gusta que me hagas tu mujer de esta forma... qué rico negro, dame más, dame más... soy tu puta, tuya, sólo tuya...

El negrazo se vació dentro de mí, esa cargamento de lechita calentita me produjo otro orgasmo soberbio. Allí cayó de un lado de la cama, yo lo abracé y lo empecé a besar por sus orejas, cuello, brazos. Chupaba sus desos, tocaba su miembro como implorando más de él. Mientras mi sodomizador me insultaba, me decía de todo por reaccionar de esa forma a pesar de ser tomada brutalmente, y a mí no me disgustaba que lo hiciese, me encendía, decía al fin y al cabo la verdad...

Era toda una puta consumada, había gozado hasta de una violación, pasando del miedo y dolor al disfrute y placer. En pocos minutos el miembro del negro se empezó a empalmar y él, arrogante, me decía que viese lo que es un verdadero macho y que ahora, ese trasero que le había ofrecido a Wilker para otro día sería de él. Me ordenó ponerme de lado, lo hice sobre mi izquierda, se rescostó atrás de mí y comenzó a restregarme su pene por medio de mis nalgas mientras me besaba, me pasaba la lengua por las orejas, por la espalda, hombros... Frotaba con sus manazas mis senos hasta que, poco a poco, metió la cabeza de su verga en mi ano. Allí la dejó unos segundos mientras yo sufría pero era esa combinación única que sentimos de placer y dolor:

-Tu culo se va a ir acostumbrando a mi guevo, relájate pa' que lo goces, putita mía...

-Ayy, me duele, ufff me duele...

-Qué? Quieres que no te lo meta por ese culazo, ah? Acaso crees que te voy a perdonar, perra del carajo? - me gustaba su violencia, cómo me trataba...

-Nooo, ay, no ese eso papito... Aaaay...

-Entonces qué? Cállate y goza nada más, ¡sufre por puta...! - introdujo la mitad de su virilidad en mi ano y empezó un mete y saca brutal.

-Aaagh, aaaay, aay... - chillaba yo...

-¡Aguanta nojoda! - gritaba el negro y seguía haciéndome suya.

-Uuuf, mierda me duele.... Pero dame así mi amor, me lo merezco... Aaay, ese dolor es sabroooso mi rey... Aaay, es tan grueso, me gustaaa, aaagh...

-Vaya si eres puta vale, ah? hahaha, ahora te voy a destrozar ese culito pa' que aprendas a gozar con un verdadero guevo de hombre, zorra sinvergüenza, y me vas a pedir otro día que te coja así de nuevo...

Inició una penetración más profunda y empezó a vapulearme, me cogía con intensidad mientras mi ser se sentía inundado por aquella vergota que me arrancaba alaridos, y después orgasmos y orgasmos. Yo decía:

-Aaahg, ay, me estás rompiendo el culo, aaay, pero dame duro, no importa, es diviiiinooo...

Me folló el culo como por 20 minutos y acabó en mis intestinos. Quedé exhausta, muerta... No podía moverme casi, me dolía todo por dentro y por fuera. Sentí que el tipo se levantó, orinó, se bañó, se acercó a la cama y me dijo que de ahora en adelante sería su mujer. Debía complacerlo en todo ya que era una perra y él lo sabía, que dudaba que me negase a entregérmele otra vez. Así que cuando visitase la costa nuevamente, debía buscarlo ¡Que debía inventar razones para venir sola a la casa de playa o, si venía con mi marido, igual escaparme y ser su hembra!

Al verme semi consciente, anotó en un papel la dirección donde vivía o sitios que frecuentaba, yo asentí con la cabeza y le prometí cumplir con sus exigencias pero ya casi no podía de veras hablar, ni pensar. Me besó y se fue, oí cerrar la puerta, la reja y, al rato de saberme solita ya de noche, sumamente adolorida me fui quedando dormida... muy cansada y destruida; abusada pero en el fondo complacida de una forma diferente.

(Continuará).

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