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Mi cuñada, mi deseo prohibido
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Hace poco más de un año con mi esposa nos pasamos a vivir a un departamento que queda junto al de mi cuñada Camila.

Antes de pasar a vivir junto a mi cuñada, cuando la veía solo pensaba en ella como la hermana de mi esposa, muy bonita y todo pero nada más, aparte que es la hermana mayor.

Cuando no pasamos a vivir al nuevo departamento mi esposa cambió, antes era más sexual, no había semana que no tuviéramos relaciones, tres o cuatro veces días, con dos o tres repetidas. Pero dejó de ser así, los fines de semana pasaba más con su hermana y su sobrina, quería que saliéramos los cuatro, los invitaba a que pasen con nosotros; nada que me negara. Ya que no podíamos tener intimidad en el día esperaba que en la noche pudiéramos saciar las ganas, pero me salía que estaba muy cansada, que habíamos tenido un día largo, etc.

Al principio no me parecía raro, pero luego ya me molestó, primero porque pasaba hasta dos semanas sin relaciones; incluso llegué a pensar que me estaba poniéndome los cachos. En fin, en esas semanas, con el líbido y las ganas de sexo pensé en mi cuñada, quizá ella fue igual con su esposo y por eso se divorciaron. Hasta entonces no lo noté, pero empecé a comparar a mi esposa con mi cuñada. Mi esposa conversaba que se prestaban la ropa con su hermana, los vestidos y hasta los bracier. Entonces es cuando veía a mi cuñada y me imaginaba cómo eran sus tetas. Cuando ellas no se daban cuanta, veía las tetas de Camila, cuando se ponía vestidos escotados o camisas de tira y apretadas; hasta donde veía eran blanquitas, grandes.

Cuando estábamos en su departamento los fines de semana, Camila se ponía leggins apretados, se notaba clarito su vagina. Me imagine que sería jugosa, depiladita. Eso me excitó tanto que a veces mi verga se ponía dura y tenía que disimular para que no lo notaran.

Pasaron los meses y en ocasiones Camila notó que la miraba, y creo que no le fue indiferente porque no trató de evitarme o mostrar disgusto, más aún, a veces cuando se daba cuenta me sonreía y se miraba sus tetas y se acomodaba el bracier; luego vi que tenía nuevas blusas pegadas al cuerpo y delgadas, que se notaba su bracier, sus tetas grandes. Otras veces, cuando veíamos tele en la sala, se acostaba en el sillón y se notaba su vagina en los leggings, y sus nalgas. Se me ponía duro mi pene de imaginar como se vería en cuatro. Eso sí, solo la miraba cuando estaba seguro que mi esposa no se daría cuenta, no quería tener problemas.

A veces Camila venía en piyama a ver a mi esposa, y fue cuando vi sus tetas, paraditas, sus pezones grandes se notaban por debajo de la blusa. Esas noches no pude evitar tener sexo con mi esposa pensando en su hermana, cerraba los ojos e imaginaba que era mi cuñada la que mamaba mi pene y lo ponía entre sus tetas para hacerme una paja, pensaba que eran las tetas de mi cuñada las que chupaba, eso ponía más duro mi pene y penetraba a mi esposa más fuerte. Cuando mi esposa estaba en cuatro imaginaba que era el culo de mi cuñada el que estaba penetrando. Hay días en que pienso como sería tenerlas a las dos en un trío, ambas son hermosas pero mi cuñada me excita de mejor manera, es el deseo de lo prohibido.

Por fin llegó el día en que estuvimos solos y nos entregamos al deseo, ese día lo conté en mi primer relato.

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