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Mi hermanastra me consuela
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Lo que les contaré es tal y como me lo contaron los protagonistas después de todo y por supuesto basado en aquello que recuerdo de lo que pasó esa inolvidable noche…

I

Llevaba una semana viviendo en un motel de mala muerte. El mundo perfecto en el cual creía vivir se desmoronaba, pues había descubierto que mi esposa me engañaba con un empleado. Estaba destrozado y no quería saber de nada ni de nadie.

Ese viernes recibí una llamada de mi hermana mayor. En realidad, solo compartimos la misma mamá, pero siempre hemos sido muy unidos. Cuento corto, me invitó para esa noche a su casa para que habláramos y me distrajera un poco. Después de varias insistencias de su parte, acepté.

No recordaba cuantos días llevaba sin bañarme. Esa noche no fue la excepción y me vestí con el sudor acumulado de varias jornadas de desesperanza. En el camino, pensé en Carolina, mi hermanita mayor… Me alegraba tenerla, pues siempre fue muy centrada, madura… no solo fue una buena hermana, sino que al mismo tiempo y cada vez que la situación lo requería, se vistió con los roles de amiga y/o mamá con asombrosa eficacia…

Fue ella quien con una sonrisa de oreja a oreja, abrió la puerta. Al verme exclamó, -diablos Dani, así no te voy a abrazar… derechito a la ducha y luego hablamos.- Y tal como se dijo, se hizo. Salí del baño vestido con un short, una bata y un par de cómodas pantuflas.

Camilo: Hola compipa… se siente mejor así, cierto? Genial… ahora toma asiento… te sirvo una cerveza u otra cosa?

Yo: tienes algo más fuerte?

Camilo: whisky o ron…

Yo: whisky, por favor… Gracias…

Camilo: Cómo te sientes, amigo?

Yo: … qué quieres que te diga, hermano… destrozado, pero supongo que pasará.

Camilo: entiendo… hay algo que pueda hacer por ti…

Yo: ya haces más que mucho… gracias por sacarme…

Camilo: de nada… es lo mínimo… pero necesitas algo más… vamos dime… entre nosotros hay confianza… prácticamente crecimos juntos… qué me miras… mira, saca la cuenta. Tengo 35 y tu hermana 32 y estoy con ella desde hace 16 años. Tú… cuántos tenías… 8? 7?… En fin, eres como mi hermano chico… así que escupe…

Yo: mira… podrías ayudarme si me gustaran los hombres, prestándome el culo… pero como me gustan solo las mujeres, de preferencia, lindas y con buen cuerpo… no me sirves…

Camilo: jajaja… jaja… al menos sigues siendo un payaso… eso me deja tranquilo…

Carolina: -desde la cocina- Cami… ayúdame…

Camilo: toma asiento, hermano… sírvete, por favor.

Yo: gracias, hermano… Me sentía perdido. Aquí, con ustedes me siento en casa. No era la chichi… Necesitas te ayude?

Camilo: no, tranquilo… volvemos al tiro… elije… música o televisión o algún juego… o solo conversa… tú dime.

Carolina: -entrando al living, el pelo suelto, ataviada con un peto blanco que dejaba ver sus marcados pezones y una ajustada calza del mismo color la que permitía admirar un coño depilado y perfectamente delineado.- hacía tiempo no escuchaba mi apodo de niña… mi amor, por qué no me dices así… me gustaba. Juguemos a los dardos o 21 o veamos una peli… les parece? Pero antes… ayúdenme a traer las cosas.

Camilo: por mí, no hay problema… mi… chichi… tome… ése es suyo.

Yo: me parece… -tomando el control de la tv.- Mientras voy a ver qué hay… eso no, eso menos… Eso, definitivamente no…

Carolina: déjala ahí… me gusta esa película.

Yo: pero…

Carolina: no seas cartucho, Dani… déjala…

Camilo: oye chichi, eres una hermana muy desconsiderada… Acaso no se te ocurre que el hombre acá tendrá sus razones para no querer ver esa película…

Yo: exacto!

Carolina: pucha, hermanito, no lo pensé…

II

Al final nos decidimos por jugar 21 lo que hicimos por más de una hora, tiempo durante el cual nos bebimos entre los tres las dos botellas de whisky que habían sobre la mesa. Hacía rato no me sentía alegre y liviano. Carolina se subía a mi espalda riendo a carcajadas por algo que ni recordaba… De pronto, estando los dos solos, pues Camilo había ido al baño, le dije,

Yo: se lo di todo, hermana… todo…

Carolina: lo sé, Cami… sé cómo eres… y deja de pensar en eso… toma… mejor hagamos otro salud… este hasta el fondo…

Yo: -abrazándola con fuerza- gracias hermana…

Carolina: Oye mono, tienes tu cuestión dura…

Yo: chuta… jajaja… si, un poco, perdona… es que el alcohol y…

Carolina: y qué…

Yo: pucha, Caro… me da vergüenza… no me lo hagas decir…

Carolina: vergüenza? Tú? Jajaja… permíteme reír…

Yo: ok… no te quejes ni me regañes después… es que para que te voy a decir otra cosa… eres mi hermana, pero ‘uta que eres una mujer rica… mírate…

Carolina: -levantándose de golpe de la silla- … eso crees de verdad, Dani?

Camilo: -desde el umbral de la puerta del baño.- Sabes, hermano, la chichi no me cree cuando le digo que se ve perfecta y para nada tiene piel de naranja en sus glúteos… me ayudarías a convencerla…

Yo: pero chichi… Cami, tiene razón… eres una hermosísima mujer, siempre lo has sido… Este pedazo de bosta debería pegarse con una piedra en los dientes todos los días por tenerte… aunque debo reconocer que nunca me he fijado si tienes o no piel de naranja…

Camilo: alguien quiere otro trago?

Carolina: solo si hay más whisky…

Yo: opino igual…

Camilo: está bien… voy por el que está abajo en la bodega…

Carolina: Espera, cariño… te acompaño a la puerta…

Tenía la vista fija en la pantalla de la televisión. La miraba sin verla… Pensaba en locuras… me imaginaba a mi hermana desnuda… y en las más diversas poses… Sacudí la cabeza para deshacerme de tales pensamientos.

Carolina: estás triste todavía?

Yo: ya no tanto… y todo gracias a ustedes…

Carolina: oye mono… lo que dijiste fue en serio o me estabas tomando el pelo ya que me encuentro relativamente ebria…

Yo: es cierto, nunca te he visto desnuda por lo que no puedo dar una opinión sobre si tienes o no piel de naranja…

Carolina: jajaja… eres un tonto… nooo… yo me refería a que si crees que el Cami es un hombre con suerte por tenerme…

Yo: acaso lo dudas? Hablo en serio cuando te afirmo que todos los halagos que te he dedicado son reales, sinceros y cortos para expresar verdaderamente todos mis sentimientos y la opinión que tengo sobre ti…

Carolina: -lanzándose sobre mí de modo de abrazarme con brazos y piernas- eres un buen hombre, mono y con una tremenda verga…

Los tres: -Camilo, parado sonriendo en el umbral con dos botellas más-  jajaja…

Camilo: En serio, chichi… es más grande que la mía…

Carolina: jajaja… no lo sé… andan por ahí…

Camilo: Bebamos… y… Juguemos.

III

Carolina era quien daba… las 5 rondas anteriores las había ganado y ya casi ni Camilo ni yo teníamos porotos. Bromeaba con eso de que si fuera en la vida real estaríamos en pelotas siendo ella la dueña de nosotros… Vació el tercer corto de un trago y pidió otro. Se quedó mirándonos, pues sin coludirnos o siquiera mirarnos, tanto Camilo como yo mirábamos a mi hermana con deseo. Sonrió y comenzó a repartir.

La primera carta que me dio resultó ser una que no veía de cerca desde hacía mucho rato… Se trataba del As de tréboles. La segunda fue aún mejor: el rey de la misma pinta… contaba con una mano ganadora… un… un 21 real. Alcé la vista y vi las segundas cartas de mis contendientes… Chichi un 10 de corazones; Camilo un 4 de trébol…

Al notar que ni Carolina ni yo pedimos cartas, tomó las suyas y las lanzó al centro… -No es mi noche- exclamó.

Carolina: no te quejes, amor… al menos tu esposita está en racha… aunque sospecho que para ustedes se está haciendo tedioso… si ustedes están de acuerdo si gano yo quiero salir de algunas dudas que tengo… perdóname cariño por favor… el otro día sin querer vi en tu pc unas escenas de una película porno que dejaste abierta. Al principio no le di importancia, pero la verdad han pasado los días y no he dejado de pensar en ello… puedes ponerla, cariño por favor.

Camilo: por supuesto. Si me dices cual…

Carolina: cómo… tienes más de una… jajaja… me lo imaginé… por eso eres un pervertido en la cama y eso me gusta, sobre todo porque sé que solo lo haces conmigo… te amo, Cami…

Camilo: yo igual te amo, pequeña…

Carolina: en la escena que vi había tres hombres con una mujer… cada uno azotando con su cosa un orificio de la pobrecita…

Camilo: está bien, bella mía… voy a poner una así…

Yo: ya, ya, ya… tanto azúcar me provocará diabetes… me parece genial… acepto, pero si gano yo ves la película… sentada entre nosotros… desnuda…

Cayó un silencio sepulcral. Comenzaba a pensar que había metido la pata hasta el fondo, por no reprimir mi bocota, cuando una repentina carcajada de Camilo lo quebró en miles de pedazos… -ahí quedaste Chichi… no me paro hasta escuchar tu respuesta…- dijo.

Carolina: acepto, pero con dos condiciones.

Camilo: no me mires a mi… es con Daniel el asunto…

Daniel: cuáles?

Carolina: si yo gano serán ustedes los desnudos y gane o pierda, contestarán sinceramente todas mis dudas…

Daniel: acepto.

Camilo: -conectando su celular al televisor- ok, mis amigos… muestren sus cartas… ohhh… la chichi tiene 20… un As y un 9… y… oh! Espectacular… el contendiente revela una contundente y apabulladora mano sobre la mesa… 21 real, señoras y señores… y para mayor abundamiento en la humillación, el más elegante de todos… qué tiene que decir la otra parte?

Carolina: pasen al sofá, chicos… uno a cada lado. Pongan la película no más y no olviden llevar sus tragos y el mío por favor, los sigo con la otra botella, pero antes voy a orinar.

La peli recién comenzaba tras la latosa presentación cuando llegó. Caminó lentamente hasta quedar de frente entre la televisión la mesa de centro y nosotros. Nunca antes la había visto en su desnudez ni de la manera en que lo hice aquella noche. Carolina no solo era una inteligente, compasiva, empática y hermosa mujer, pues ahora notaba la hembra que en ella había.

De abundante y largo pelo negro y ondulado, tez blanca por la nieve, ojos tan cafés que parecen ser negros y boca sensual y generosa como todo en ella. Poseía un voluptuoso y bien dotado cuerpo con medidas casi perfectas en 1.70 m de altura.

Sus tetas eras grandes y bien puestas en su lugar, coronadas por pezones definidos y rodeados por pequeñas y rosadas aureolas. Sus amplias caderas y generoso culo remataban en dos hermosas y largas piernas que a su vez se sostenían en un hermoso par de pies.

Carolina: -dando una vuelta sobre sí misma- y bien… qué les parece?

Camilo: no eres una diosa, amor mío… eres LA DIOSA…

Yo: definitivamente no tienes piel de naranja, Chichi…

Carolina: jajaja… tarado… aunque no necesitas decir nada, porque tu verga habla por ti… ahí voy… -tras tomar asiento, dijo- préstame el control de la película, por favor… quiero ir directo a mis dudas…

Camilo: tome cielo. –dijo pasándole su celular-.

Durante casi cinco minutos estuvimos en silencio, viendo la película. Tanto Camilo como yo volvíamos la mirada más hacia Carolina que hacia la televisión, sin embargo, la Chichi no perdía detalle de lo que la pantalla nos mostraba por lo que parecía no darse cuenta de nuestro creciente deseo hacia ella.

Poco a poco, sus tetas aumentaron levemente de tamaño al tiempo que ambos pezones se contraían como si hubiese pasado un repentino viento helado. Mientras sus manos comenzaban a recorrer su cuerpo, en la tv la mujer era penetrada por el culo y la boca al mismo tiempo.

Carolina: Dani… alguna vez lo has hecho por atrás? Duele mucho? Es rico o es puro cuento?

Yo: las respuestas a las 4 preguntas son: sí, sí, sí y no… como todo en la vida, hermanita, depende de cómo se haga…

Carolina: Dani… desde hace un tiempo con el Cami fantaseamos en la cama con la ayuda de un consolador que estamos en un trío sin nunca siquiera cuestionarnos el hacerlo de verdad, pues, para ser franca contigo, me da mucha vergüenza el solo pensar en lo que puede pasar en caso que se sepa algo así de mi…

Camilo: ya y? a lo importante por favor…

Carolina: Dani… estoy caliente y borracha y quiero saber si te gustaría reemplazar al consolador en la sesión de sexo que le voy a pedir al Cami me dé en los siguientes minutos…

Terminó sus palabras estirando toda su hermosa humanidad. Abrió sus piernas, apoyándolas en nosotros y estiró ambos brazos sobre su la cabeza que casi de inmediato inclinó hacia atrás de modo de exhibir plenamente su hermoso cuerpo… Entonces miré a Camilo quien con una sonrisa cómplice me dijo… -qué esperas… a comer…-

IV

Mientras Camilo le besaba apasionadamente la boca, mis labios se centraron de manera alternativa en ambas tetas y mis dedos rondaban su clítoris casi con desesperación. Sus jadeos no tardaron en aparecer.

Un par de minutos después estaba entre sus piernas, chupándole con dedicación su fragante y depilado coño. A poco de enfrascarme en dicha faena, sus fluidos vaginales comenzaron a brotar en abundancia. Mi hermana mayor estaba disfrutando del primer orgasmo de la noche.

Retiré mi lengua solo para insertarle hasta el fondo mis dedos anular y del corazón de la mano derecha. No habrían pasado 5 segundos cuando inicié un movimiento ascendente descendente en su coño el que tras menos de un minuto generó en la chichi una abundante e intensa eyaculación que mojó parte de la mesa, el sillón y todo el piso alrededor.

Carolina: qué diablos me hiciste, cabro chico de porquería…

Camilo: acaso no te gustó… al menos yo nunca te había visto así de excitada… estoy gratamente impresionado y… quiero ver hasta dónde puedes llegar, cariño…

Carolina: -con mirada ensoñadora y la voz ronca- estás loco… estuvo exquisito… estoy rendida y el coño me late aún, pero quiero más… me voy a dar una…

Yo: tú a la única parte que irás será a la habitación… vamos… Camilo, acuéstate mirando el techo… eso… Chichi, sube encima y cabalga su corneta… lenta y consideramente…

Con tranquilidad, pero sin pausa, mi hermana se incrustó toda la polla de su marido en el que ella pensaba, dolorido coño. Luego de unos segundos de pausa, Carolina inició un lento y uniforme movimiento de sus caderas. Adelante, atrás… Adelante, atrás…

Al poco de lograr un coordinado balanceo, caminé hasta dejarle mi verga a centímetros de su boca. En cuanto la vio, solita trató de engullirla completa. El orgasmo que la embargó fue cálido y amoroso, emoción que se desvaneció con el repentino aumento en la velocidad con la que Camilo se follaba su coño. Al final, tomándola de las caderas para incrementar el movimiento, acabó entre farfullos y jadeos en un intenso clímax.

Yo: siga chupando mijita… Cami, trae el juguete porfa… no, no… quédate a lo perrito, chichi, por fa… eso… ven Cami… que te lo reviva…

Entonces, mientras mi hermana mayor se comía con deleite la corneta de su marido, la penetré por su coño con ternura y parsimonia. Tras la segunda amorosa arremetida, con mi dedo índice inicié la dilatación de su apretado y exquisito culo. Cuando logré insertarle el dedo hasta la mitad. Lo saqué de una sola vez reemplazándolo por la mitad de la punta del consolador, vibrando en su nivel más bajo. Su quejido se mezcló con un gemido de placer.

Poco a poco el consolador fue desapareciendo en el interior de Carolina. –Tócale el clítoris-, le dije a su esposo. Todo pasó muy rápido. Chichi apoyó su cabeza en la cama de modo de parar aún más su culo con el fin de abrir, usando ambas manos, sus cachetes de manera de facilitar la penetración.

De pronto, saqué polla y juguete al unísono. Carolina se desplomó sobre la cama, jadeando como si intentara tragarse el aire… Dejé a un lado el aparato para alzar de las caderas el culo de mi hermanita. Apoyé gentilmente la punta de mi verga en la entrada de su dilatado culo e inicié una constante pero sutil presión hasta lograr meterle todo el glande.

Camilo estaba empalmado nuevamente por lo que le ofreció su polla. Carolina estaba siendo follada por la boca y el culo, exactamente igual como en la película. En cada metida llegaba un poco más adentro…

Una vez embutida toda mi verga en su culo comencé de inmediato a follármela como loco porque de verdad ya no aguantaba más… Tres minutos después eyaculaba en grandes cantidades dentro de su otrora virgen culo, obteniendo hasta ese momento la mejor corrida de mi vida.

Al retirarme, Camilo, ansioso, la penetró de una sola estocada por el culo, iniciando una follada bestial de una. La Chichi aullaba de placer, gritando más, más y más duro, amor, asiii… hasta que ambos se fundieron en un intenso e inédito orgasmo.

La escena me puso de nuevo a mil por lo que en cuanto Camilo se retiró, tomé a Carolina solo para voltearla. Nos mirábamos mientras con mi verga buscaba su culo. La penetré rudamente por largos minutos haciendo rebotar sus jugosas tetas, tomándola por los tobillos o apoyando sus piernas en mis hombros con el propósito de llegar hasta lo más profundo que me lo permitiera.

Yo: Te gusta lo que sientes, chichi…

Carolina: siiii… aunque ya no puedo más… ahhh ahí voy de nuevooo… ahhh…

Nos follamos en turnos a mi hermanastra por largas horas. Después de acabar, pensaba que no podría más, pero verla en acción y sus expertas mamadas me dejaban listo en cuanto su esposo quedaba fuera de combate.

El sábado fui solo al supermercado con una larga lista. Esa ida de compras fue la última vez que usé ropa durante el resto del fin de semana y fue un antes y un después en la vida de todos nosotros.

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