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Mi historia con una mujer maltratada (4)

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Dos días después:

–Papi, me voy a comprar algunas cosas.

–Te acompaño.

–Dale, ¡vamos!

Salimos abrazados del departamento. Compramos una bondiola en una carnicería y unas cosas para ella. Fuimos a la plaza de Ramos Norte a pasear un ratito.

Esa misma noche comimos la bondiola que habíamos comprado. La preparé al horno. Cuando llegó el momento de comer, me saqué la remera y el busito Gap que me había puesto para salir y que había usado todo el día, porque hacía muchísimo calor, la llamé y me dijo que estaba trabajando en una nota súper importante que tenía al día siguiente, "¿no la podés dejar para mañana?", le pregunté. "No", respondió. "Hice bondiolita braseada con papas y batatas", le dije. Ahí se ve que se le levantaron todas las antenas, porque enseguida estaba sentada en la mesa. Cuando abrió la puerta de su estudio y me vio en cuero se quedó con la boca abierta, para ella verme así debe ser una experiencia, las venas de mis brazos fibrosos, mis abdominales pronunciados, mi torso, mi espalda con los omoplatos extendidos. Toda una experiencia...

Saqué la asadera del horno y dijo: "Mi comida favorita, qué rico olor".

–Lo hice especialmente para vos, mi vida.

–Ayyy, cómo te quiero.

Me dio un abrazo, besó mis labios. Tocó mi espalda desnuda y se quedó varios minutos acariñándome.

–Qué lomazo que tenés, dijo.

–Si no fuera por todo el ejercicio que estoy haciendo no tendría todo esto.

–Lo sé, papito lindo.

–Bueno, ¿nos sentamos a comer?

–Ok.

Yo había puesto en la mesa un Malbec. Serví una porción abundante para cada uno. Y nos sentamos a comer. Puse dos copas de vino y dividí el alcohol en partes iguales.

Nos pusimos a hablar otra vez de boludeces que sólo nos interesan a nosotros.

Cuando terminamos de comer me aclaró que estuvo muy rico todo y tuvimos una mini discusión porque yo quería lavar los platos y ella decía que no, porque ya había cocinado yo. Al final los terminó lavando ella. En un momento me acerqué, mientras que estaba lavando la asadera, puse Daddy Issues de Lrozen desde su celular, pero la versión slowed reverb. Y la abracé por atrás, yo me movía al ritmo de la música y la cantaba, de repente, soltó la bandeja, dejé de cantar, se dio la vuelta y dijo: "Qué romántico que te ponés a veces", "aprovechá que me puse así", le dije suavemente al oído, cuando llegó la parte del estribillo la empezamos a cantar juntos. Y nos dimos un beso, creo que fue el mejor beso que nos hemos dado hasta ahora, tan apasionado, fue con lengua y todo. Empezamos a bailar pegados al ritmo de la música y nos reíamos. La música terminó y me dijo: "Te quiero a vos desvestido en mi cama y me quiero a mí desnuda encima tuyo". Le dije: "Te espero entonces, mami". "Ahora voy, papi", respondió. La esperé en la cama mientras que ella lavaba, vino con una sonrisa dibujada en el rostro. Le dije: "Vení, mi princesa hermosa", "Con todo gusto, mi príncipe", contestó. Le estiré la mano y la tomó. Se sentó en posición de indio en la cama. Yo estaba acostado. Estuvimos no se cuánto rato acariciándonos, pero tonteando, sin hacer nada. Hasta que ella tuvo la determinación de hacer lo mismo que había hecho la primera vez en el sillón. Se puso encima de mí y empezó a sacarse el short y la blusa. Solo se dejó la bombacha y el corpiño. Ella misma me sacó el pantalón.

En ese momento nuestros cuerpos se combinaron, su vientre se juntó con el mío, nuestras manos se fusionaron, sus piernas se enroscaron con las mías, su pecho se fundió con el mío, y nuestros labios se unieron.

–Como en los viejos tiempos ¿no?, preguntó.

–Sí.

–Te amo, semental.

–Yo también, mi amor.

A la mañana siguiente, me desperté de buen humor.

–Che, mi amor.

–¿Q... Qué... Qué pasa?

Se desperezó, estaba medio dormida.

–¿Te hago el desayuno?

–Dale, haceme... *bostezo*... un café... y unas tostadas.

–Ok.

Preparé el café y las tostadas. Le llevé el desayuno a la cama. Pobre, estaba destruida. Trabaja todo el día 24/7 para ganar un sueldo de mierda, que le sirve nada más que para pagar el alquiler, las expensas y un poco de comida. Y ahora dentro de un mes y quince días va a empezar la UBA. No sé cómo va a hacer, pero confío en que alguna solución encontrará... Y si no la encuentra sola, la ayudaré a encontrarla.

Se tomó el desayuno y se puso a trabajar. Era sábado, los judiciales no trabajamos los sábados, ni los domingos. Así que me puse a ver la tele. Me pidió que le haga masajes, ni bien me dijo eso, fui y le pregunté dónde los quería. Y me dijo: "en la espalda, porfi". Me quedé 3 horas haciéndole masajes. A veces, me concentraba en su cabeza y me quedaba minutos masajeándola, en un momento empecé a masajear sus lumbares y ella me decía: "Bajá un poquito más si podés, cielo". Yo la manoseaba un poco, pero más no porque puede llegar a ser molesto y puedo parecer un poco cargoso, aunque no lo sea. Y tampoco quiero que ella me vea así.

Llegó el momento de la comida. Anen tenía hambre. Preparé unas milanesas de pollo a la napolitana, que es mi especialidad. Las hago con unas ganas... La salsa, el tomate, el corte de la pechuga, el empanado de la milanesa, a todo le presto atención. Nos sentamos a comer en la mesa. Y empezamos a hablar de su día de trabajo. Me contó que había sido una basura, porque había perdido una nota súper importante. Le dije que no se preocupe, que si quiere para la próxima nota le ayudo a redactarla. Me dijo que no necesitaba ayuda, estaba muy irritada.

–Ey, ¿estás bien?

–Sí, estoy bien.

–Te conozco, no estás bien.

–¿Entonces para qué preguntas?

De golpe, me puse a llorar.

–Eu, ¿qué pasa gordo? no llores, me dijo.

–No puede ser que no me cuentes lo que te pasa. Somos una pareja, necesitamos estar comunicados, si no sé lo que te pasa me pongo mal.

–¡Tengo traumas por este hijo de puta! ¿Entendés ahora?

–¡Entonces andá a un psicólogo! O denunciálo, que vaya a la cárcel y se pudra ahí, por hijo de puta, por todo lo que te hizo. ¡Yo no soy la solución de tus problemas, si querés yo puedo ayudarte a solucionarlos! Vos tenés que dar el próximo paso.

Se quedó callada y no dijo nada más. Fui muy duro con ella me parece.

Terminamos de comer y se puso a trabajar otra vez.

Me senté con ella en su escritorio y le dije:

–Anen, escuchame. No sé vos, pero yo comí atragantado.

–Yo también, boludo.

Pude notar como las lágrimas caían desde sus ojos hasta su mentón, pasando por sus mejillas y luego sobre sus rodillas. Traté de contenerla y le acaricié la pierna.

–Estoy con vos para lo que sea. Cualquier obstáculo que tengas que atravesar lo atravesamos juntos, ¡¡con todo!! ¡¿Me escuchaste?!

–Sí.

–Cualquier cosa que quieras contar, descargate conmigo.

–Sos la única persona que me dijo eso en toda mi vida.

–Me alegro de ser la única persona importante en tu vida.

Nos dimos un abrazo.

–Te amo y nunca te voy a dejar ir, morenaza.

–Qué hermoso que sos.

Llegó la noche, ella dejó de trabajar y nos sentamos en el sillón. Nos pusimos a ver una película romántica en Netflix. Nos empezamos a desnudar. Luego de desnudarnos, ella puso su cabeza en mis muslos, yo subí sus piernas al sillón y tocaba sus caderas, me encantaba. En un momento, ella dejó de ver la película, giró su cuerpo quedando completamente boca arriba. Yo miré hacia abajo, y vi en sus ojos una mirada de cazadora, nunca la había visto así. Fruncía el ceño y se mordía los labios de una manera que parecía ensayada. Su labio superior era recorrido por su lengua, a causa del deseo. Se tocaba los pechos con una mano por debajo del corpiño y con la otra se tocaba más abajo. Yo también la empecé a tocar ahí y estaba empapada. Entonces susurró lentamente: "Quiero saborear cada centímetro de esa verga". Esa frase me encendió. "¿Y qué es lo que te detiene? Contáme", pregunté en el mismo tono. Apagó la TV. La levanté a upa y la llevé al cuarto a paso de hombre mientras le decía “te amo” una y otra vez y jugaba con sus pechos por arriba del corpiño. Ni bien llegué al picaporte de la puerta, la abrí con el codo. La tiré en la cama, fui a cerrar la puerta, le saqué la tanga y le empecé a hacer un oral. Después de unos minutos dijo: "Ahora es mi turno, te voy a dar tanto placer que vas a desear nacer otra vez para volver a estar conmigo, ahora sentate en el pie de la cama". Esas palabras me intimidaron bastante. Abandonó su posición de sumisa y entró en modo ´loba´. Se paró de la cama, se desabrochó el corpiño, se acercó adonde estaba yo y se arrodilló enfrente mío. Inició tocando mi cuello, pecho, abdomen, siguió bajando y bajando. Me empezó a tocar por encima del bóxer, hasta que se paró por completo, me lo bajó y me la empezó a chupar, subía y bajaba suavemente, me lengüeteaba por todos lados. Lamía el tronco desde la base hasta la punta. Jugaba con su lengua y sus dedos en mi glande. Con las dos manos me apretaba el falo, en algunas ocasiones una de sus manos dejaba su trabajo manual para tocar mis muslos, abdominales, pecho, acariciar su clítoris o frotar sus senos, a veces se detenía para darme besos y lamidas en el abdomen o en los pectorales. Escupía para lubricar bien toda la zona. Cubrió mi glande con sus dedos, presionó los lados con sus labios y daba pequeños mordiscos. Colocó la mitad de mi pene en su boca e hizo movimientos más fuertes para succionarlo. Sus caricias alrededor de mi prepucio con su lengua, me volvían demente. Su naríz chocaba con mi pelvis. Emitía sonidos con la boca que lo único que hacían era excitarme mas y mas. Pasaba gentilmente sus uñas por el interior de mis muslos. Yo gemía demasiado, del placer que me daba. Sus labios, lengua y garganta se sentían tan bien. Si le pedía que fuera un poco más lento, iba más lento, si le pedía que fuera más rápido, ella lo hacía. Para mí en toda relación sexual está el tema de la comunicación, si no hay eso, no hay nada. Cuando se le metía algún pelo en la cara, trataba de quitárselo para poder verla bien, me miraba directamente a los ojos, todavía tengo esa mirada de loba pegadísima en la mente, no me la puedo sacar de la córnea. Me siguió viendo así todo el tiempo, hasta que después de aproximadamente unos treinta minutos, dijo en voz muy bajita: "Quiero verte gritar de placer y que acabes". Sólo me hicieron falta esas palabras para excitarme aún más y decir, luego de un par de minutos: "Anen, estoy por venirme". Ella sacó mi pene de su boca, y empezó a masturbarme rápidamente con una de sus manos, mientras que con la otra se tocaba el clítoris. Empecé a gritar su nombre descontroladamente. Ya no tenía dominio sobre mi cuerpo. Entonces, el mejor orgasmo que tuve en mi vida me invadió. Eyaculé como nunca antes en mi vida, fueron chorros y chorros de semen. Mi cara se disolvió.

Cuando todo finalizó, Anen se fue a buscar unas toallitas y cuando volvió me dijo: "Te voy a limpiar, bebote". Pasó una de las toallitas por toda la extensión de mi miembro, un poco de mi panza, mis piernas y con otra se limpió las manos. Se sentó conmigo al pie de la cama.

–¿A que nunca habías experimentado algo así?

–Jamás... Ni cuando me masturbaba sólo en mi habitación.

–Estoy re curtida en esto.

–Nada más alejado de la realidad. Sos la mejor. Por cierto, ¿dónde aprendiste a hacer... eso?

Se rio y me dijo:

–Años de experiencia.

–Me refiero a mirarme de esa manera.

–Te dije que no me conocías, ahora si me conocés del todo.

–¿En serio?

–Ni de puta broma. Por cierto, nunca vi tanta leche en mi vida. Buen tamaño el que adoptaste hoy, la vi más larga que otras veces.

Solté una risita nerviosa y después me puse triste.

–Eu, ¿qué pasa?, me preguntó.

–¿Yo qué sé? No sé ni lo que me pasa. A veces me siento como una basura, no es este el caso. Tengo tantas cosas materiales y he perdido tantos amigos por pelotudeces.

–Sí, me contaste lo de Colman.

–Ese es un ejemplo de los muchos que tengo para contar. He pasado tanta mierda, y cuando toda la mierda se junta después es difícil sacarla, te satura. Y te sentís frío, sin ganas de hacer nada, sólo tenés ganas de morirte y dejar este mundo lleno hasta la pija de injusticias, guerras y rechazos. Y después te das cuenta de que hay cosas por las que luchar rescilientemente, personas como vos.

Se me cayó una lágrima, me la sacó de la cara y me tocó el pecho.

–Lo sé. Mirá, cuando tenés tanta basura en la mente, lo mejor que podés hacer es pensar con el corazón y dejar de usar la cabeza. Yo también fui adolescente, de hecho lo sigo siendo. Tommy, he tenido tantas relaciones en mi vida y la mayoría fueron tóxicas, ¿por qué? Porque soy atractiva para el ojo ajeno y mis ex me querían tener la correa cortita para que yo no me zarpara. Vos decime, en los 3 meses que llevamos juntos, ¿viste que yo te haya engañado?

–No.

–Bueno, ahí está. En el mes que te fuiste al interior de vacaciones y por trabajo, ¿yo invité a alguien acá para coger?

–No.

–¿Y vos me tenés corta la correa?

–Tampoco.

–Yo si le soy fiel a alguien, soy fiel hasta el final.

–Te entiendo, yo igual.

–Perfecto, gracias.

–...

–...

Rompí en llanto.

–Tengo miedo de perderte para siempre, te pido perdón de antemano si en algún momento hago una estupidez.

–Ay, chiqui. Tranquilo, yo te voy a querer siempre. Aunque me parta un rayo te voy a seguir amando. Y sé que si nos separamos, seguramente va a ser por una boludés. Y seguro nos vamos a seguir llevando bien.

–He cometido tantas idioteces en mi vida, perdí a tanta gente.

–Reaccioná de una puta vez. Jamás me vas a perder.

Me agarró fuertemente de las manos y me dijo: "Yo voy a cuidarte".

Nos acostamos en la cama y me dormí con esas melodiosas palabras.

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