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Mi madre me coge en las vacaciones
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Esto sucedió el verano pasado. Mi mamá es una muy exitosa profesional de Informática. Llegó al puesto de Gerente en una empresa a fuerza de trabajo y sacrificio. Tiene 43 años y un cuerpo súper cuidado. Tres veces por semana al gimnasio y otras tres a andar en bicicleta. Todo ese ejercicio es no solo para mantener su físico espectacular, sino para limpiar su cabeza de trabajo, y seguramente de no tener una pareja estable hace unos tres años. Desde hace 15 años está divorciada de mi padre.

Yo tengo 25 años y este año me recibo de Ingeniero de sistemas, trabajo en el mismo rubro que mi madre, pero en distinta empresa. Desde hace 4 me fui a vivir solo, ya que conseguí un trabajo en esa época y me permitió independizarme. Todos los días que ella va al gimnasio nos vemos y compartimos un café al terminar de entrenar. Conoció varias “amigas”, y siempre hace bromas sobre los “cadáveres que quedaban a mi paso”.

“Tim, tengo ganas de hacer un viaje a Bahamas en verano, vi unos resorts en las Exumas hermosos. Este año cobre un bono muy, pero muy lindo. Te invito, vamos juntos con tu pareja si querés, yo me encargo de todos los gastos mayores, estadía, pasajes y comida. Vos lo que quieras hacer por tu cuenta fuera de eso. Mi idea es alquilar dos cabañas frente al mar. Después te paso las fotos y te fijas. Pensalo y Contame que te parece.

“Desde ya genial, pero ¿cuánto tiempo querés ir, yo solo tengo una semana?”

“Genial, es suficiente. Miro las fotos, lo charlo con Rita y te aviso”

“Dale”.

Lo charlé con Rita y le encantó la idea. Le conté a mi madre, y al día siguiente, con casi seis meses de anticipación teníamos la reserva hecha.

Faltando siete días mi novia se enfermó y decidió no viajar. Imposible modificar la reserva porque estaba todo pago.

Volamos a Nassau y de allí a Staniel Cay. El lugar tremendo, las cabañas directamente a la playa, a 15 metros, con nuestras reposeras, sombrillas, kayaks para disfrutar. Todo lo que se puede pedir. Una chica que se ocupa de recibir y limpiar las cabañas, nos acompañó y mostró todo. En algunos momentos me miraba y sonreía seductora. Su nombre era Lía

“Los dos se hospedan solos, porque figura una pasajera con Ud.” dijo Lía

“Si, es mi novia, pero no viajó” le contesté

Cenamos en el resort, nos sentamos en la playa a disfrutar la noche y charlar

“Lástima que no pudo venir Rita, ahora estas clavado con tu vieja” me dijo mi madre.

“Si, te faltó decir chota, arrugada y obesa” contesté

“Gracias, es lindo escuchar eso de un hijo”. Me dijo como haciendo pucheros

“Mamá, que no le tengas paciencia a los hombre que se te cruzan no significa que seas vieja, y mucho menos chota, arrugada y obesa. Te aseguro que Rita si te ve en malla se sentiría opacada por vos”

“Dale, no me hagas bromas” contesto

“Vos sabes que significa MILF, no te hagas la tonta. Vos sos una MILF perfecta”

“Epa, fuerte lo que me decís, medio subido de tono”

“Pero es lo que pienso”.

Se quedó callada, pensando en lo que le había dicho.

La mañana siguiente, cansado por el viaje, me desperté tarde. Puse la malla sobre la cama doble, y un toallón para secarme cuando saliera de la ducha. Me quedé un rato largo bajo la ducha. Me sequé un poco con la toalla del baño, la dejé colgada y salí del baño. Mi sorpresa fue grande cuando descubrí que en mi habitación estaba Lía, comenzando a limpiar.

Tal fue mi sorpresa que no atiné a taparme. Ella me miró, sonrió y me dijo

“Buenos días, no sabía que estaba en la ducha, perdone. Puedo pasar después, no se preocupe.” Dijo, casi sin sacar la vista de mi verga.

“He, bueno si querés no hay problema” dije confundido.

“A menos que necesite algo de mi parte” dijo ella sin levantar la mirada

“Quizás que me alcances la toalla sería un buen detalle de tu parte”, le dije ya recompuesto

La toalla estaba a solo centímetros de mi pierna, era estirarla y agarrarla

“Si, por supuesto, un gusto poder dar un buen servicio a un cliente como Ud.”

Se acercó hasta estar a milímetros mío, tomó la toalla y me miró sonriendo. Sin sacarme la mirada de mis ojos, comenzó a secar mi verga.

“Secar a los clientes no está incluido en el servicio, pero en este caso, le aseguro que será mi placer hacerlo”

Siguió y cuando estuvo bien dura, se agacho y me comenzó a chupar con ganas. De pie como estaba, solo atine a ponerla de forma de poder tocar su culo y su cancha por debajo de la pollerita del uniforme. Ya estaba mojada, y tenía unas formas de locura, como la mayoría de las mujeres del caribe. Me chupó y chupó hasta hacerme acabar en su boca. Se relamió, acomodó el uniforme y yendo hacia la puerta me dijo:

“Espero que haya sido de su satisfacción, de no ser así luego me avisa y veo como lo soluciono.” Dijo

“Gracias, debo meditarlo, cualquier cosa te aviso”

Era el paraíso total, levantarse con una bella mujer haciéndome gozar con su boca, y en ese paraíso, con las cortinas corrida, viendo el azul del océano.

Mi madre estaba sentada en la galería de su cabaña pensativa. Fui a buscarla para ir a desayunar.

“Hola hermosa, ¿cómo está?”

“Hola, bien hijo”

“Que pasa, estabas muy pensativa mirando el mar, hasta podría jurar que hablabas sola”

“Nada hijo, solo pensaba. Viste que lindo está el lugar, como en las fotos” me dijo.

“Si, ojalá pudiéramos trabajar acá todo el año.”

“Si, sobre todo por el servicio que dan, ¿viste que bueno? Pero descubrí que a algunos clientes los atienden mejor que a otros, hasta verifican que se hallan lavado bien sus partes, con la cara muy pegada…” dijo riéndose

“Vos… viste, entiendo”

“Lástima que no hay hombres para dar un servicio similar a las pasajeras” dijo, y se fue corriendo a meterse en el mar. Tenía puesta una malla enteriza que hacía que se viera espectacular.

La seguí y me metí al mar atrás de ella. Jugamos en el mar, nos tirábamos agua, empujábamos y en algunos movimientos hubo algunos roces.

Yo estaba feliz de poder disfrutar con ella, compartir tiempo, hacía mucho que no lo hacíamos, solo el café después del gim.

En un momento dado ella se quedó mirando el horizonte del mar y yo la abrace por detrás.

Puse mi cara junto a la de ella y le dije

“Te amo vieja, gracias por estos días para compartirnos. Casi que me alegro que no haya venido Rita”

“Y yo a vos Tim, hijo, pero sos malo, pobre Rita”

“Es que de esa forma soy todo para vos” le dije, sin ningún doble sentido.

Yo la seguía abrazando y nos quedamos en silencio. Sinceramente no sé cuánto tiempo pasamos abrazados. El silencio lo perturbó mi madre.

“Tim, cuidado, me parece que o te picó algo o algo se te metió en la malla” dijo separándose

Yo, con cándida inocencia, me miré y solamente estaba mi pene erecto por completo.

“¿Te das cuenta que el también piensa que sos una MILF?” Le dije para retrucar su broma

“Tim, sos un bestia, como me vas a decir eso”

“Por medio segundo olvídate que soy Tim tu hijo, ¿No te hace sentir bien, orgullosa, deseada, que un tipo de 25 años, un pendejo como decís vos, tenga tremenda erección solo por estar apoyado en vos?

Me miró tan seria que pensé que se había enojado, esquivándome volvió a la arena, se sentó en la reposera y se reclinó a tomar sol. Fui e hice lo mismo. Casi como susurro escuche que decía

“Si, claro que sí”

Fuimos a almorzar, y a caminar por el pueblo. Compramos varias cosas, tonterías, y volvimos a las cabañas. Cuando bajaba el sol, ella me dijo que no iba a cenar, pero que iba a pedir que traigan un trago caribeño con ron que nunca había probado. Se lo trajeron y le gustó mucho. Al rato yo decidí que tampoco quise cenar, solo pedí un sándwich, una cerveza y ella aprovechó para pedir otro trago.

Cuando retiraron el servicio, ella pidió otro.

“¿Qué pasa, nunca te vi tomar tanto alcohol?”

“Es que es muy rico, y te juro que no se siente el alcohol”

Desde la mañana, esas habían sido sus únicas palabras. Pero al parecer el tercer trago le dio valor para hablar

“Como mujer es lindo que un hombre se excite con una. Sabes cuánto hace que un hombre no me demuestra su calentura así, mucho. Y una piensa que ya no tiene esa magia, y cada día es peor, y hasta no querés estar con hombres para no sentir eso.

Y ahora, que estoy en la cima, que gano lo que nunca pensé ganar, que tengo un buen físico, que me mantengo bien, que visto y me maquillo bien, que ya no tengo que tomar pastillas, nada. Ni un solo orgasmo con un hombre en años.

Perdoname, no sé porque te cuento esto. Al fin de cuenta le estoy contando a mi hijo mis desventuras sexuales”

“Creo y siento que en este momento soy más un amigo. En serio. Claro, cuando nací la diferencia de edad era notoria, pero ahora, caminamos juntos y bien podríamos ser pareja. Creo que eso te da la confianza. Me vez como hombre y no como hijo”

“Es que sos un hombre ya. Gracias, amigo, por escucharme”

“De nada, Su.” dije, y usando por primera vez su nombre.

Pidió el cuarto trago y yo el primero. Mientras esperábamos los tragos, fui al baño de mi cabaña. Estaba por salir cuando golpearon la puerta. Abrí y era ella con los dos tragos. Sin dejarme decir nada, entro a mi cabaña. Puso los tragos sobre una mesa y se puso de rodillas frente a mí. Me quitó la malla y respiró hondo, y comenzó a chupar mi pija. Vi que bajaba su mano y se acariciaba por su vagina corriendo la malla.

Le baje los breteles y la parte superior de su malla, ella ayudaba con sus brazos. Sus pechos, redondos y firmes, sin una cirugía lucían un esplendor casi juvenil. Ella gozaba, por sus palabras por primera vez en años.

La hice poner de pie, y la recosté en la cama. Levanté sus piernas, y comencé a chupar su clítoris, mis dedos buscaban su punto G, entrando y saliendo. Su respiración se entrecortaba, gemía y suspiraba. Pude sentir claramente un fuerte orgasmo. Sorprendiéndola, llevé mi lengua a su ano, jugaba con él, lo apretaba con mi lengua y lo soltaba. Cada movimiento era un gemido. Cuando fui a meter un dedo, ella me dijo:

“No, nunca…”

No intenté seguir, la respeté. Volví a su concha y le saqué otro orgasmo. Fui a besar sus pechos y pezones, y lentamente fui acercando mi verga a su concha. La fui penetrando lentamente, dejando que disfrute ese momento y no sufra dolor. Al paso se iba abriendo dejándole paso. Ella gemía y suspiraba. Mis movimientos se aceleraron, ella movía su cadera acompasadamente para seguir mis movimientos, usaba sus músculos para apretar mi verga y soltarla. Que claro que sabía perfectamente como buscar el placer propio y el de su pareja.

Llegó a un orgasmo y me pidió subirse a mí. Se puso de espaldas a mí, tomó mi verga y la introdujo en su concha. Movía su cadera en círculos, de adelante hacia atrás, buscaba sentirse llena, pequeños orgasmos hacían que se pellizque los pechos. Cambió la forma de moverse, ahora subía y bajaba.

Se volteó a mirarme, y se mordió los labios. Extendió su mano y tomo la mía. Se llevó los dedos a la boca y los chupó uno por uno mientras me miraba y subía y bajaba. Tomo el índice, y lo condujo a su ano. Se quedó quieta y ella lo fue introduciendo lentamente, hasta enterrarlo por completo. Nuevamente comenzó a moverse, dejando quieto mi dedo. Ella misma se penetraba con mi verga y mi dedo. Al rato lo sacó y volvió a chupar los dedos. Cuando los humedeció bien, tomó dos, y realizó el mismo procedimiento. Soltó mi mano y se movía gozando con todo.

Sin pensarlo, golpee sus cachetes con mi mano. Ella saltó y gimió con todo y sus movimientos se aceleraron, le di otro, y tuvo el mismo efecto. Llegó a otro orgasmo y se bajó. Como hiciera yo con ella, me levantó las piernas y me chupaba la verga. Con una mano me masturbaba muy lento, y besaba mis pelotas, su lengua fue bajando lentamente hacia mi ano. Eso generaba una electricidad tremenda, mojó bien mi ano e introdujo un dedo.

Nunca ninguna mujer y mucho menos un hombre había ni siquiera hacerlo, y fue tan rápido que cuando quise reaccionar ya estaba adentro. Me miró con mucha lascivia, me miraba mientras lamia mi verga y su dedo encontraba lo que buscaba: mi próstata. Mi verga por primera vez superaba todo tamaño, en largo y grosor. Estaba roja y fenomenalmente dura.

Ella humedeció sus dedos y no pude ver donde los metía. Subió nuevamente y otra vez dándome la espalda. La tomó, me miró y sin dejar de hacerlo, la acercó a su ano, y fue bajando para que la penetre. Un grito ahogado con un gemido intenso marcaban que ya estaba adentro. Con movimientos lentos y continuos, logro que entre toda. Al hacerlo, y sin quitarme la mirada pidió.

“Pegame”

Mi reacción no se hizo esperar. Dos fuertes chirlos uno en cada nalga estallaron. Aumentó su velocidad, y pidió más y obtuvo lo que pedía. Los siguientes no los tuvo que pedir, cuando por la fuerza de mis golpes se dio cuenta que estaba por acabar, sentí como por lo menos tres dedos los metía en su concha.

Llegamos juntos, se recostó un momento sobre mi pecho, para después girar y acostarse a mi lado.

Ella se sentó con las piernas cruzadas, mirándome. Me hizo un mimo y comenzó a hablar.

“Si en este momento me reventas la cara de un sopapo o una trompada, va a ser entendible. Soy tu madre y casi que te violé. Lo sé. Y… no me arrepiento. No me arrepiento porque en ningún momento te vi como a mi hijo, solo como a un flaco con el que me había calentado y el conmigo.

Y no me arrepiento de los orgasmos que me sacaste, del placer que me hiciste sentir, ni siquiera de haber entregado mi ano por primera vez. Hasta por allí me diste placer.

También quiero decirte que con tu charla y lo de recién levantaste mi autoestima exponencialmente. Volví a sentirme mujer. Mujer, nada menos.

Tu golpe no llega, y puede ser por respeto. Ese que quizás sientas que te perdí, pero vos guardas hacia mí.

Solo dos palabras me quedan: Gracias por hacer que vuelva a quererme un poco y Perdón si por egoísmo se quiebra nuestro lazo.

Si querés decirme algo, te escucho atentamente.”

“Su, sos una estupenda amante. No recuerdo otra que me haya cogido como vos. Espero que sea el comienzo de una nueva vida sexual para vos, probando todo lo que quieras, Open Mind, como dicen.

Por mi parte, queda decirte que fue un gusto estar en la cama con vos, Su, y este, tu amigo Tim, va a estar siempre para vos”

Tras eso, la acompañé a su cabaña, nos dimos un beso en la puerta y fuimos a dormir.

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