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Mi primera cita con Carmen

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¡Hoy es un día especial! Me encontraré con ella, después de un año de conocernos; y habernos visto una sola vez, hoy será nuestra primera cita; brevemente haré un recuento para seguir con la historia.

Carmen y yo manteníamos comunicación por Whatsapp, desde que nos conocimos en ese chat e intercambiamos número de teléfono, pero nunca nos habíamos conocido en persona.

Un viernes me escribió, después de saludar y chatear un rato, me dijo que el lunes próximo regresaría de vacaciones con su hija; y que si yo disponía de tiempo para buscarla y llevarla hasta su casa. Carmen vive en una ciudad a 126 kilómetros del terminal aéreo, yo vivo a unos 30 kilómetros, le respondí que sí, no hay problema, que aún seguía de vacaciones y tenía el tiempo para hacerlo, ya estando de acuerdo, cuadramos la hora, nos despedimos y nos dijimos "nos vemos el lunes".

Llegó el lunes, bajé una hora antes de la llegada del vuelo, la esperé dentro del auto en la salida, vi cuando se acercaba, me bajé para que me pudiera ver, ella tenía una idea bastante diferente de mí, me imaginaba de otra forma, (bajito y gordito) yo si estaba más claro de cómo era ella, y tal cual la veía en fotos, era en persona, me atrevería a decir que se ve más interesante, "ojo" no es que no sea fotogénica.

En ese momento que nos vimos, ella sonrío y me dijo "te imaginaba completamente diferente" yo la miré a los ojos y sonreí, a pesar de que no estaba vestida como para una cita, se veía bien; con cara cansada y ropa cómoda, en ese momento algo terminó de encajar entre los dos, vi en su mirada que de verdad yo le gustaba; y ella pudo sentir en mi algo similar; fuimos conversando por el camino, nos tocábamos las manos con mucha discreción porque su hija estaba en la parte de atrás acostada descansando del viaje.

Nuestras miradas hablaban, el deseo de tocarnos y besarnos estaba en el ambiente, el camino se hizo corto, hicimos una parada en un restaurante de comida china, comimos algo y nos tomamos un par de cervezas; luego las llevé hasta su casa, cuando su hija se bajó, fue cuando pude besarla, sentir sus labios, ese beso selló en positivo el gusto que nos teníamos, ya era tangible, éramos dos personas reales que se atraían y sienten un gran deseo por ir más allá de conocerse y un beso, ya no éramos las personas de la foto o de la conversación por Whatsapp.

Volviendo al tema, me desvié un poco porque me gusta recordar ese momento.

Pasaron meses desde ese día que la vi por primera vez.

Es sábado, me levante temprano, salí a cortarme el cabello y hacer unas compras, al llegar a casa me rasure la cara, me di una buena ducha, me puse perfume, me vestí, y salí a mi primera cita con Carmen.

En el camino iba preguntándome ¿Qué pasará cuando nos veamos después de tanto tiempo? Algo nervioso me hacía una pregunta tras otra e imaginaba cada escena desde que ella se subiera al carro hasta donde llevarla; y donde vamos a iniciar nuestro encuentro.

Llegué al lugar acordado, le escribí para decirle que ya había llegado y donde exactamente estaba estacionado, contesto "Okey, estoy llegando" yo estaba más nervioso que al principio, esperando a que llegara, pasaron como 10 minutos cuando a lo lejos vi que venía hacia mí ¡Wow! dije en voz alta ¿Cómo no decirlo? Se veía sexy, y sumamente hermosa; llevaba puesto un vestido color blanco corto, un poco más arriba de las rodillas; modelo strapless sin mangas, un poco suelto en la parte de abajo, sandalias casuales altas, lentes de sol, cabello corto rubio.

Al subir pude sentir el sutil y exquisito aroma del perfume que tenía. Saludo con un ¡hola! Se quitó los lentes, me miró directo a la cara y sonrió. Su mirada y la sonrisa me hechizaron de inmediato. Respondí con un hola, devolví la sonrisa, pero mi mirada fue penetrante y directa, más atrevida, por un breve espacio de tiempo nos quedamos mirando sin pronunciar palabras, nuestros ojos exploraban todo, yo por mi parte veía sus ojos, los labios, las manos, el vestido, las piernas, el cabello, los pies.

Poco a poco la tomé de las manos, me fui acercando lentamente hasta llegar a los labios, di un beso suave, luego con ambas manos tome las mejillas, acerque su rostro al mío y comencé a darle el beso más apasionado que me inspiraba en ese momento; ella correspondió con la misma intensidad, en ese momento pudimos sentir el deseo acumulado por tanto tiempo, ese deseo con ganas de entregarlo, pero lo teníamos reprimido por diferentes motivos.

Pudimos sentir el calor de la pasión que se descargaba en ese beso, pudimos entregar nuestras ganas, y deseos que por tanto tiempo quisimos dar.

No habían palabras, solo reinaban las caricias, los besos, no teníamos cuenta del tiempo, besos, caricias apasionadas en ese espacio que lo hicimos tan nuestro, y tan anhelado por ambos.

Al poco rato nos fuimos a un lugar a tomar un par de tragos, conversar de todo un poco, la felicidad se nos salía por los poros, hablábamos, reíamos, las miradas provocativas eran las protagonistas del momento; por un momento hubo silencio, ambos nos quedamos estáticos mirándonos, no había más nada que decir.

Rompí el silencio haciendo una pregunta ¿Vamos a otro lugar, donde podamos tener más intimidad? Ella con la cabeza asistió con un sí, pagué la cuenta, la tome de la mano y salimos de ese lugar a buscar un refugio donde solo estemos los dos, lejos de las miradas curiosas, un sitio para amarnos sin límites.

Dando varias vueltas en la búsqueda, llegamos a un Motel de hermosa presencia, de los que estacionas abajo y la habitación está arriba, le dije "hermoso sitio, digno de nuestra primera vez juntos en la intimidad". Había algo de nerviosismo en el ambiente, más las risas y coqueteo, pero podía más el deseo que la expectativa de lo que pudiera pasar en ese cuarto.

Estacioné, me bajé para cerrar el portón de entrada, ella continuaba dentro, le abrí la puerta como buen caballero, le di la mano para que saliera, cerré la puerta, acto seguido, puse la manos en la cintura, la mire fijo a los ojos, le dije ¡Por fin estamos solos! Después de tanto tiempo anhelando este momento, aquí nadie nos puede ver, solo estamos tu y yo.

Ella dejó descansar los brazos en mis hombros, las sandalias al ser bien altas llegaba justo a mi tamaño, con las manos la atraje hacía mí pegando los cuerpos, ya mis manos estaban en la espalda y nos comenzamos a besar, esta vez con más deseo, con más entrega y con un toque de lujuria y morbo.

Nos separamos, la tomé de la mano, caminamos hasta la escalera, deje que ella subiera primero, yo me quedé parado en el primer escalón para deleitarme viéndola por detrás ¡Dios mío! Exclame para mis adentros, lo que veía me gustaba demasiado, lógicamente el vestido se subió un poco, más el ángulo que tenía yo desde abajo, pude ver donde se unen los muslos con las nalgas, y evidentemente parte de la ropa íntima que se perdía entre sus nalgas.

Carmen al llegar a la puerta de la habitación, volteo y me hizo una pregunta.

-¿No piensas subir y traer la llave para poder entrar?

Reaccioné y respondí

-¡Claro hermosa! Por supuesto, ya subo, estaba viendo tu sensual caminar -ella sonrió y yo subí.

Ya estando en la habitación, observamos todo, cada detalle, cada cosa que adornaba ese cuarto de hotel, la tome por detrás, apoye la quijada en su hombro, puse las manos en el vientre, le dije al oído ¿Te gusta? Asintió con la cabeza con un sí; pegó la espalda de mi pecho, la parte baja quedó pegada a la bragueta del pantalón, comencé a besar el cuello y a decirle en la oreja el deseo y las ganas que sentía de hacer el amor, le decía lo hermosa que se ve en ese vestido corto, y lo bien que luce en sandalias altas. yo hablaba y besaba, al mismo tiempo mis manos se paseaban adelante entre su vientre y un poco más abajo jugando con el ombligo, luego fui subiendo hasta que ambas manos se posaron en los senos por encima del vestido, apretaba suave y acariciaba, sentí como poco a poco se endurecen los pezones, con los dedos pulgares e índice acariciaba y daba apretones sutiles, ella respiraba fuerte y profundo, así como jadeos, yo aún no quería quitar en vestido, esa prenda formaba parte de nuestro preámbulo, de su ritual para seducirme, yo seguía acariciando y besando, su piel se erizaba, yo sentía sus senos en mis manos erguidos, tibios y excitados. También sentía como ella se movía en la bragueta de mi pantalón, para así sentir la erección que me estaba provocando.

Pasado un rato, la volteó hacía mi, y quedamos de frente, nos besábamos, mis manos fueron a explorar debajo del vestido, acariciaba los glúteos y apretaba, los dedos tantearon para descubrir qué prenda íntima estaba adornando el cuerpo de mi amada Carmen, la señal que me daba el tacto era una prenda de finos encajes.

Bajé el vestido en la parte de adelante hasta el vientre, dejando al desnudo ese par de bellos pechos de gran tamaño, alargados como un par de papayas colgando de la mata, con esa caída natural que la ley de gravedad no perdona, los pezones duros, los observe un rato, mientras seguía bajando el vestido hasta caer al suelo; ella estaba desabotonando la camisa, la fue quitando poco a poco dejándola caer, pego los senos a mi pecho, sentí lo caliente que estaban, seguimos basándonos, mis manos acariciando el cuerpo, luego me aleje un poco de ella para verla parada frente a mi, en sandalias y pantys hilo sin brasier.

Le dije. Es tan excitante verte ¿Puedes darte la vuelta? Lo hizo lentamente, con cara de picardía y deseo lujurioso, en palabras entrecortadas dije, "definitivamente tienes excelente gusto, esa prenda íntima te queda divina, es blanca, mi color favorito, de finos encajes, me gusta como te queda".

la abracé y la bese, poco a poco la fui luego seguir llevando a la cama, me senté en la orilla, ella quedó de pie frente a mi, le besaba el abdomen, y metía la lengua en el ombligo, mis manos se aferraban a las nalgas, bajé hasta la parte más íntima, metí la cabeza y la nariz en medio de las piernas, inhalaba y exhalaba fuerte al mismo tiempo que la empujaba hacia mi, quedando casi sin respiración; pasaba la lengua por encima de la tela y ella acariciaba mi cabeza con los ojos cerrados y gemía, al rato me levanté sin quitar nada, la senté en el mismo sitio que yo estaba, me puse de frente, ella comenzó a desabotonar y bajar el cierre del pantalón, lo fue quitando lentamente hasta que llegó a mis tobillos dejándome en bóxer, ella veía el bulto, mi erección era descomunal, mi pene goteaba lubricante, ella frotaba y daba apretones con la mano, daba besos, pasaba la lengua y mordía con los labios.

Luego la fui recostando lentamente, me arrodille a la orilla de la cama, le subí las piernas hasta que las rodillas estaban colocadas a la altura de sus pechos, las abrí lo más que pude, daba besos y apretaba con mis labios la vulva, pasaba la lengua como un perro sediento, mojando más la blonda de ese diminuto triángulo que medio tapaba su humedecida cueva, besaba los muslos, y le decía lo rico que es tenerla así.

Sin prisa fui quitando el hilo quedando completamente desnuda, ella se sentó en la cama, me fue quitando el bóxer hasta dejarme desnudo; nos acomodamos en medio de la cama, me subí sobre ella, nos besábamos, fui bajando hasta llegar a los senos, ahí me detuve a chuparlos con deseo uno a uno, seguía bajando hasta llegar a la vagina, le comencé hacer el sexo oral, paseando la lengua por su raja caliente y mojada del néctar cristalino que emanaba como una fuente.

Con destreza mi lengua fue explorando hasta encontrar el clítoris, ese punto donde su cuerpo vibra sin poder controlarlo, donde se excita y quiere gritar, sus talones literalmente se encajaban en mi espalda, sus manos acariciaban y jalaban el cabello, poco a poco la fui colocando de lado sin dejar de chupar y lamer, quería poco a poco llevarla a la posición del (69) de medio lado para así ambos darnos el más divino placer. Al llegar a esa posición, lo tomo con una mano comenzó a masturbándome, después lo metió todo en la boca, lo chupaba, lo saca y lo metía de nuevo.

Yo lamia el clítoris, lentamente fui introduciendo dos dedos en la húmeda cueva, que iban entrando y saliendo mientras seguía dando placer con la lengua, ella apretaba con una mano los testículos, con la boca apretaba, engullía por completo mi grueso falo, lo sacaba y se lo tragaba por completo de nuevo "que divina sensación me provocaba eso que estaba haciendo"

Pasó un rato cuando en ese mismo (69) comenzamos a dar vueltas en la cama, ella quedaba a veces arriba, yo abajo, y viceversa, hasta volver a la posición inicial de medio lado.

Luego la puse en cuatro, con ambas manos abrí sus nalgas, metí la lengua dentro de su orificio anal y lamía, le estaba dando una mamada en el culo que ella se quedó inmóvil, le dije "relájate, que aquí va a pasar lo que tu desees que pase, yo solo quiero lamer, disfrútalo sin miedo" Ella se relajó, al poco tiempo sentí que lo estaba disfrutaba mucho, escuchaba sus gemidos, veía como arqueaba la espalda y partía las caderas, como su piel estaba erizada por el placer que le estaba propinando mi lengua..

Con ambas manos la fui llevando hasta colocarla boca arriba, me subí sobre ella sin afincar, colocando mis rodillas a los lados a la altura de los pechos, casi sentado en el abdomen, agarre los senos los acaricie y apreté, metí la verga en medio de ellos. Ella se inclinó, se metió todo el pene en la boca, luego lo escupió unas tres veces, lo lubrico bien con su saliva para que así resbalara mejor en medio de ellos, luego agarró sus grandes tetas, lo apretó fuerte, las subía y las bajaba, yo hacía movimientos de embestida, el glande entraba y salía de su boca - "que cosa más divina" decía ella con morbo.

Casi me hace acabar, me quité, volví a bajar para darle otra buena mamada en la concha, antes de hacerlo le dije "quiero el primer orgasmo en mi boca" solo escuché un sí, me dedique mucho más, sentía como el cuerpo se contoneaba, subía, bajaba, la humedad que brotaba era cada vez más espesa, las uñas se paseaban por mi espalda, y fue cuando sentí su cuerpo temblar y su voz diciendo, me voy; y palabras como "que rico, dale ahí, así, dame más, me voy, y un hass, que rico amor, me fui rico". Esas últimas palabras las decía con voz baja y cansada.

Inmediatamente me acosté en la cama y hice que se subiera, ella lo tomó con la mano y lo fue metiendo, al estar todo adentro, se movía con fuerzas, parecía un huracán sin control, cabalgaba sobre mi libremente, yo aferrado a las caderas y moviéndome de abajo arriba, sentí al instante otro orgasmo de ella, pero esta vez más fuerte, la volteo me pongo arriba, ella con las piernas bien abiertas, yo en el centro embistiendo duro y a veces suave, ella con los pies afincados en la cama subía, bajaba, y alternando con movimientos circulares, la veía, chupaba los senos, la besaba, le decía jadeando lo divino que es estar con ella.

Nuestros cuerpos mojados de sudor emitían un sonido placentero, excitante, yo le decía lo rico que me estaba haciendo sentir.

Mi erección crecía más, mi verga se hinchaba y palpitaba, las venas se cargaban más de sangre, hasta que sentí esa sensación deliciosa de eyacular, le dije gritando "voy a acabar" y ella le dio más rápido a sus movimientos pélvicos, yo me afinque más, comenzamos a movernos más rápido, fue cuando volví a escuchar, "yo también de nuevo voy a llegar coño".

Eso me dio más morbo y excitación, le dije "vamos pues, dale más duro". Se escucharon, gritos, gemidos, palabras subidas de tono, y ambos cuerpos temblando, podía sentir como expulsaba la espesa esperma con fuerza y presión dentro de su coño, como un chorro sin control, ella se estiró y abrazándome con las piernas, me dijo, "llegamos rico amor, que divino me haces acabar" yo le dije "si amor, fue súper rico"

Nos quedamos abrazados por un rato en la cama, luego nos fuimos a duchar juntos, para consentirnos en nuestro primer encuentro.

DM

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