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Mi primo Izan (Tercera parte): Noche de sexo y orgasmos

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Aunque seguía enfadada con Izan y no podía ni mirarle a la cara en esos momentos, todavía teníamos que compartir la habitación aquella noche, decidimos bajar el colchón al suelo, ya que en la cama los dos estábamos muy incómodos, Izan me dio las buenas noches y sin más uno mirando a cada lado nos disponíamos a dormir.

-María

-Perdóname, no quiero que estés enfada conmigo, te pido perdón por todo lo de esta tarde, en ningún momento quise hacerte daño y siento haberme corrido dentro de ti.

-Y meterla, ¡¡eso si no!! eso sí que querías.

-Sinceramente María.

-Lo deseaba.

En ese momento y sabiendo que él no había tenido toda la culpase me saco una sonrisa.

-No te preocupes más Izan, no pasa nada ya está todo olvidado, se me pasara ya sabes como soy, además yo también tuve algo de culpa, además…

-Yo también lo deseaba.

-Me alegra saberlo María

Izan se dio la vuelta y me besó cariñosamente en la mejilla diciéndome, “buenas noches María, te quiero”, estaba contenta, muy contenta, acabábamos de hacer las paces y todo estaba igual que antes, pero que decía, estaba mucho mejor que antes, Izan me follado dos veces y me había dicho que me quería, se había despertado en mí algo que todavía no sabía que era.

-María

-Dime

-Pero te gané

-¡¡Perdón!!

-Si María, te gane, tú te separaste antes.

Me levanté con los ojos inyectados en sangre queriendo matarle, me puse de rodillas mirándole a los ojos, hubiese querido pegarle allí mismos, quería… quería hacerle el amor otra vez.

-¡¡Perdona!! Serás capucho.

-Pues a ver quién gana ahora, quiero mi revancha y la quiero ahora primito a ver quién se separa antes.

En esos momentos y sin que Izan pudiera hacer nada por evitarlo, me abalance contra su bóxer, busque su polla y me la metí en la boca.

Joder, sin haberlo planeado estaba otra vez con el pene de mi primo dentro de mí, pero esta vez en mi boca, se la empecé a chupar, a salivar, metiéndomela hasta la garganta, ese pene que paso de nada a estar tan grande, tan dura y tan gorda que casi no me cabía en la boca, esta vez sí cogí a Izan desprevenido, lo tenía a mi merced.

Izan estaba disfrutando y sin saber muy bien lo que había pasado me tenía encima de él, no sé cómo con un movimiento rápido me giro y quitándome las bragas de un tirón, me decía que aceptaba él desafió, empezó a lamerme el coño, acariciándome los labios con sus dedos, chupando y succionando mi clítoris, metiendo su lengua en mi abertura, empezaba a mojarme, succionaba el clítoris y metía los dedos hasta el fondo de mi vagina, cada vez que lo hacía me estremecía y paraba un momento de chuparle la polla, a joder, quería más, quería otra vez su polla dentro de mí.

-Izan, quiero que me hagas el amor, por favor, haz eso por mí

-No quiero que la saques aunque te corras, quiero saborear el momento hasta el final.

-Seguro María.

-Si por favor, quiero sentirte dentro, quiero tu semen dentro de mí.

Me levanto y se puso detrás de mí, estábamos los dos de rodillas en la colchón, me abrazaba por detrás, me cogía los pechos, pellizcaba mis pezones, me besaba el cuello, sentía escalofrío, mi cabeza se echó hacia tras buscando sus besos, notaba su pene entre mis piernas, dura pero inmóvil.

Me abrí un copo de piernas, su pene tenía vía libre, ahora buscando mi coño, fui a sujetarla para guiarla pero no hizo falta, como esta tarde encontró el camino sola, estaba tan dura y yo tan mojada.

Nunca me había ocurrido, nunca un chico me había mojado tanto y tan rápido, me encanto ver que lo de la tarde no había sido un sueño, allí estaba mi primo haciéndome el amor otra vez con su enorme pene, entrando y saliendo de mí, me había puesto con el culo en pompa para mejorar la entrada, los huevos me golpeaban por detrás mientras que me estrujaba con sus manos los pechos, gemía de placer y cada embestida era aún mejor.

Tenía que taparme la boca, tenía que ahogar mis gemidos y mis gritos, en la planta de abajo dormía toda la familia, quería correrme pero también quería ganar, no me iba a separar aunque se corriese dentro de mi vagina ya había tomado una decisión y también las medidas para ello.

Me sujeto por la cintura y con un giro rápido sin sacar la polla me puso debajo de él, mi primo estaba de rodillas, me subió las piernas, las sujetaba con el antebrazo mientras que sus manos me cogía de la cintura y empezó nuevamente a penetrarme una y otra vez.

En esa postura sentía todo el pene dentro de mí hasta la raíz, en lo más profundo de mi vagina, se movía suavemente poco a poco y aumentando el ritmo, cada vez más rápido y más y más, hasta parar, sacándola casi por completo.

Le gustaba jugaba con mis labios y mi clítoris, metiendo la punta y sacándola despacito, a mí me encantaba y a la vez sentía la necesidad de tenerla dentro, cerraba los ojos y los volvía abrir para ver su cara, sus movimientos, veía mis pechos botar arriba y abajo con cada estocada ¡¡uuhh!! ¡¡aaahhh!!! Mis manos apretaban con fuerza las sabanas e Izan me tenía que tapar la boca para no acallar mis gemidos.

-Más, más, más, Izan no pares ahora, por favor no pares, ¡¡¡aaahh!!!

Le miraba y sabía que al igual que yo se quería correr.

-Izan, me corro, me corro, quiero que te corras conmigo, quiero que te corras dentro de mí, sigue, sigue, así, así, no pares ahora, no pares, no pares, no pares, mmmm.

Empecé a mover las caderas arriba y abajo, él hacía lo mismo y al final, nos empezamos a correr juntos, me había llenado de su semen, él seguía sacado y metiendo su polla, me di cuenta de que no iba a parar, la seguía teniendo tan dura que siguió con su movimiento, en un momento de lucidez pensé que no la iba a sacar, quería ganarme así que había que seguir, había que ganar.

Con un impulso rodé hacia delante y sin levantarnos, ahora yo estaba encima, era la que mandaba, la tenía tan grande todavía y tan metida dentro de mí que ni sé salió de mi vagina con aquel movimiento, me di la vuelta sin sacar la polla y empezaba a moverme arriba y abajo, era algo que había esperado ver todo el día, como el pene de Izan se metía dentro de mi vagina, como me la metía entera hasta los huevos, como me llenaba y me hinchaba mi coño.

Me echaba hacia atrás sujetándome mi primo por las caderas, notaba mis muslos empapados de nuestros fluidos, quería mirarle a los ojos, quería ver su cara de placer, así que me volví a dar la vuelta, girándome otra vez sin sacarla, quería ver como disfrutaba de mí, como disfrutaba haciéndome el amor.

Empecé a cabalgar sobre él, como si estuviera poseída, me quite la camiseta que todavía llevaba puesta e Izan empezó acariciar los pechos luego agarraba mis caderas y acompañaba mis movimientos, llego un momento de relax, me recosté sobre su cuerpo y le empecé a besarle, estábamos empapados en sudor, mis pechos resbalaban por su cuerpo, ahora no solo era su pene el que estaba dentro de mí, también sus labios y su lengua.

Aumento el ritmo ahora era el quien mandaba, elevo un poco su pelvis y empezó a entrar y salir de mí a gran velocidad muy profundamente y fuerte, no podía ni moverme, gemía y gritaba de placer mientras le besaba en la boca, para acallar los gritos hasta que otra vez nos corrimos los dos juntos, en ese momento mi cuerpo no me respondía e incorporándome echando el cuerpo hacia atrás y chillé de placer, unos gritos que de seguro se oyeron en toda la casa.

Yo pensé que pararía, pero siguió follándome, a pesar de tenerla deshinchada él seguía moviéndose, estábamos los dos empapados, era una mezcla entre sudor, semen y fluidos vaginales, estábamos literalmente bañados en ellos, pero ninguno de los dos quería separarse ni parar, seguimos hasta que una vez más su pene empezó a engordar, seguíamos besándonos, gritando y gimiendo.

Nunca en mi vida había tenido tantos orgasmos seguidos y jamás había tenido un pene metido en mi vagina tanto tiempo, hicimos el amor toda la noche sin parar, mi primo paraba un rato para descansar sin sacarla y luego volvía a darme placer.

-Izan

-Dime

-Sabes que al final te voy a ganar verdad.

-Si lo sé.

Aquel fin de semana fue para los dos el inicio de algo, una noche maravillosa en la que descubrí el amor de mi vida, ese domingo por la mañana y tras tener una gran bronca en casa con toda la familia, debido a que todo el mundo nos había oído, Izan y yo nos fuimos las dos semanas de vacaciones que todavía le quedaban, donde seguimos descubriéndonos, disfrutando de nuestro amor y de nuestros cuerpos.

Ya no peleamos por tonterías, ahora y no tras muchos disgustos con la familia, Izan y yo seguimos juntos, vivimos felices fuera de España, tenemos dos niñas maravillosas y no paramos…

De amarnos.

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