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Mi secreto con Rosita

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Hola, me llamo Javier, tengo 26 años y quiero compartir con ustedes un secreto.

Trabajo como enfermero cuidando a personas en sus casas, fue así como conocí a Rosita, una chica de 19 años que había pasado casi toda su vida en silla de ruedas, sus padres me contrataron para cuidar de ella, ya que trabajaban todo el día y la pobre Rosita no tenía quien la cuidara.

Cabe aclarar que ella era una chica muy linda, tenía el cabello castaño, piel blanca y era bastante bien portada, rápidamente nos hicimos amigos, hablábamos durante horas y sobre todos los temas, independientemente de si la estaba cuidando o no.

Hubo una vez en la que se quedó en su habitación y yo iba cada cierto tiempo a revisar que no me necesitara, en una de esas ocasiones, antes de tocar a su puerta me pareció escuchar ruidos un poco extraños por lo que guardé silencio y me puse a escuchar con atención.

¡Rosita estaba viendo porno! No era mi imaginación, claramente se escuchaban gemidos de mujeres y de fondo muy tenue pequeños gemidos de Rosita. Mi pene rápidamente comenzó a crecer y mi pulso se aceleró, solo había lugar en mi mente para una cosa y era la imagen de Rosita en su silla de ruedas con su mano dentro de su ropa interior tocando su clítoris, rápidamente y como por instinto me dirigí hacia el baño y me masturbe salvajemente pensando en el placer de Rosita.

Eyacule como un animal en su lavabo, me lavé y limpié los restos de semen. Mi mente se aclaró y procurando hacer la mayor cantidad de ruido posible, caminé hacia la habitación de Rosita y toqué a su puerta diciendo: -Rosita, ¿Todo bien? ¿Necesitas algo? Ella con una voz tranquila y amable me respondió que no. Supuse que ya se había corrido y ahora se encontraba limpiando y ocultando la evidencia de su masturbación así que le dí su espacio y solo le contesté mientras regresaba a la sala de estar: -si me necesitas me avisas ¿ok?

Ese día las cosas siguieron con bastante normalidad, yo intenté no excitarme de nuevo mientras seguía en su casa pero al llegar a la mía me encerré en mi habitación a masturbarme como loco pensando en ella.

De ahí en adelante las cosas se pusieron interesantes cuando estábamos solos, de pronto la veía pasarse las manos por entre las piernas y sobre sus pechos y a veces me hacía preguntas un tanto subidas de tono como si yo ya tenía mucha experiencia en el sexo y cosas por el estilo.

Un día estábamos jugando verdad o reto y las preguntas fueron subiendo de tono, primero le pregunté que con quien había y sido su primer beso a lo que me contestó que con un chico de su escuela, ella me preguntó que si yo veía porno, a lo que le contesté que sí, ella se río de una manera muy coqueta y yo le pregunté lo mismo, contestó que también, yo ya sabía la respuesta pero aun así le pregunté en el siguiente turno: -Rosita, ¿tú te masturbas? Ella se sonrojó y no contestó, por lo que le dije que si no contestaba debía cumplir un reto, ella preguntó cuál. Ambos ya estábamos muy excitados y solo le dije que su reto era cerrar los ojos y no abrirlos pase lo que pase.

Entonces cerró sus ojos y yo me aproxime por detrás y con mi mano comencé a recorrer desde su brazo hasta su hombro, pasando por uno de sus pechos y bajando hasta su entrepierna y tocando encima de su ropa su vagina, pase mi mano de abajo hacia arriba y haciendo círculos, ella sostenía mi mano intentando quitarla de su sexo pero a su vez dejándose llevar por mi caricia, le pregunté al oído: -¿Te gusta Rosita? Mientras le besaba el cuello. Ella asintió mientras se retorcía en su silla.

Entonces metí mi mano debajo de su ropa interior sintiendo por primera vez los suaves bellos que crecían sobre su pubis, bajé un poco más para sentir los fluidos que su vulva me estaba regalando y busqué su entradita metiendo lentamente la punta de mis dedos y poco a poco abriéndome paso hacia el interior de Rosita.

Mientras todo esto pasaba yo seguía devorando su cuello y me acercaba poco a poco a su boca, cuando llegué a ella introduje mi lengua y ella la chupo y mordió de una manera deliciosa, sentí las manos de Rosita sobre mi bulto y jalándome de la cintura para que quedara a un costado de ella, apresuradamente liberó mi pene del interior de mi pantalón y comenzó a masturbarme.

No podía creer lo que estaba pasando, ¿De verdad me estaba masturbando con Rosita? Todo se descontroló y nos entregamos al placer del otro, yo la dedeaba más fuerte y rápido y ella me también aumentaba el ritmo con el que me pajeaba, todo culminó en un clímax mutuo cuando ambos estallamos de placer y nos corrimos al mismo tiempo. Le llene la camisa de semen y ambos, agotados y satisfechos solo nos dimos un besito, nos agradecimos y me pidió que le ayudara a cambiarse la camisa y que la metiera a lavar para que sus padres no se dieran cuenta.

Así lo hice y fue muy excitante percibir desde ese día el fuego en la mirada de Rosita. Sus padres llegaron y volví a mi casa esperando con ansias que el día terminara pronto para poder volver el día siguiente para cuidar nuevamente a Rosita

Continuará...

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