Nuevos relatos publicados: 9

Mi tío sexagenario, la vecina y yo

  • 15
  • 23.015
  • 9,41 (17 Val.)
  • 0

Ese domingo se celebraba la fiesta del barrio. El plato fuerte de la mañana era el tradicional partido de solteros contra casados siempre muy disputado. Yo asistía de espectador debido a una lesión en el tobillo que me había impedido jugar. El partido acababa de iniciar la segunda parte cuando detrás de mí sentí una cálida voz femenina.

—Hola vecino, no juegas hoy?

Era mi vecina Marta, iba acompañada de una amiga y estaba espléndida con un ligero vestido de tirantes sin apenas escote, pero marcando toda su espléndida figura y su ya prominente barriguita.

—Ya me gustaría, pero me torcí el tobillo y no puedo jugar...

—Qué pena, por cierto... —Dijo sacando su móvil del bolso.

—Podrías darme tu móvil profesional.

—Eh, si, si claro. Es el 678…

Su amiga se quedó un poco parada, pero ella enseguida dijo sonriente:

—Siempre va bien tener a mano el teléfono de un buen abogado. Verdad vecino?

—Cierto, nunca se sabe...

—Ya sabéis, siempre a vuestra disposición... —Dije con la mejor de mis sonrisas.

Y despidiéndose se alejaron hacia la salida.

Yo las seguí con la mirada y contemplando su redondeado trasero no pude evitar recordar la última imagen de su culo abierto rezumando semen después de la gran follada que tuvimos dos semanas atrás.

Finalmente volví la vista al partido y a los 5 minutos me interrumpe un inesperado SMS:

“Te espero en los lavabos junto a los vestuarios. Te necesito. Marta.”

Joder, para eso quería el móvil la muy zorra. Miro mi reloj quedaban 30 minutos para que acabe el partido.

Los vestuarios se encuentran en el sótano del polideportivo ahora vacíos puesto que se estaba disputando el partido. Así que me apresuré a bajar.

Entré y no vi a nadie, iba a volverme cuando desde atrás unas manos taparon mis ojos y sentí la tibia dureza de unos pezones en mi espalda.

—¡Sorpresa! ¿Quién soy?

—Estás loca vecina... ¿qué quieres?

Con su lengua rozando mi oreja me susurró…

—Quiero tu polla… desde que me follaste nadie me ha tocado y estoy que ardo…

Y con su mano masajeó mi entrepierna notando como mi verga se endurecía casi instantáneamente.

—Aquí nos pueden pillar, vamos a otro lugar… —dije sin mucho convencimiento.

—No, necesito sentirla ahora, venga fóllame maricón…

Eso ya me puso a cien… Se va a enterar la muy viciosa.

—Quítate las bragas —le dije al tiempo que me la sacaba por la abertura de la bragueta.

Ella obedeciendo se sacó las bragas y las metió en su bolso. Yo aproveché para bajarle los tirantes y liberando sus estupendos pechos le chupe sus endurecidos pezones.

—Arrodíllate y pónmela a tono… venga putita que te voy a dar lo que tanto pides.

Ella complaciente se arrodilló y me regaló una breve mamada ya que en cuanto la tuve bien dura la apoye contra el lavabo y sin contemplaciones se la metí desde atrás. Se la metía profundamente con rudeza y la sacaba del todo para volver a enfundarla, me daba igual su embarazo. Al tiempo le masajeaba los pechos apretando sus erguidos pezones y le susurraba lo zorra y viciosa que era al dejarse follar en cualquier sitio engañando a su marido.

No tardé en sentir las convulsiones de su orgasmo y aprovechando ese momento lubriqué con sus flujos su rosado ano y sin más dilación se la metí lentamente, pero sin parar hasta el fondo. Sacándole un estremecimiento y leve suspiro no sé si de dolor o placer.

—Cabrón, como te aprovechas… ahhh...

La tía era una verdadera puta, le gustaba hasta por el culo.

En eso estaba gozando de las estrecheces de su recto cuando oímos unos pasos provenientes del pasillo.

—Viene alguien, escondámonos en una letrina —le dije sacando la polla de su ano.

Nos dirigimos a la letrina más próxima y sentándome en la taza le dije:

—Cierra y no hagas ruido.

Ella cerró la puerta y poniéndose de cuclillas recogió mi polla, todavía fuera del pantalón y se la metió en la boca iniciando una experta mamada alternando profundas succiones con suaves lamidas a lo largo del tronco y capullo. Yo en silencio lo único que podía hacer era disfrutar de la faena y aprovechar su posición para acariciar sus pechos desnudos.

La persona que entró en una letrina cerca de nosotros orinó y se fue enseguida sin percatarse de nuestra presencia.

Pero Marta seguía degustando mi polla y de vez en cuando me pajeaba al tiempo que su lengua rozaba mi capullo, estaba ya apunto de venirme cuando de pronto…

—Marta, estas por aquí… —la voz de su amiga provenía del pasillo.

—Mierda…

—Es Elena mi amiga, que ha vuelto de un recado y me busca. —Dijo Marta dejando de mamar.

—Estoy en el lavabo, ya voy Elena.

—Vale, pues te espero fuera…

Y acomodándose el vestido se puso las bragas.

—Siento dejarte así, pero si no me voy sospechará… uff yo tampoco he tenido bastante, necesito más polla.

—Ya, al menos tú te has corrido, a mi mira como me has dejado. Mi polla todavía apuntaba al cielo.

—Líbrate de tu amiga y acabamos lo que hemos empezado.

—Mejor esta tarde, sino mi amiga al final se imaginará algo. Esta tarde a las 3 mi marido tiene comida con sus amigos ¿dónde quedamos que no sea en mi piso?

Pensé rápido, en mi piso estaba mi tío de visita unos días, pero a esa hora dormía la siesta, así que le dije.

—Ven a mi piso te estaré esperando. Ah! y no lleves nada debajo del vestido no quiero perder tiempo —le dije seriamente.

No contestó. Me espetó un morreo de lengua bien profundo que casi me deja sin respiración antes de irse corriendo para arriba.

Esperé un par de minutos y salí con tiempo para ver los últimos 10 minutos de partido. En el otro lateral ella modosita estuvo hablando con su amiga hasta que al finalizar el encuentro sus maridos las saludaron con un breve beso y partieron juntos al vestuario.

Yo me fui a casa a comer y adecentar un poco el piso. Me preocupaba que mi tío estuviera en casa, pero al final pensé que si se despertaba no me importaría en absoluto compartir a mi vecina con él. Conociendo a mi tío seguro que no le haría ascos a una embarazada sedienta de polla. Además el pobre a sus 61 años a saber el tiempo que no mojaba con una mujer ‘decente’.

Un par de horas después. Ding... dong...

Abrí la puerta y allí estaba ella con su cara angelical de siempre.

La hice pasar y cerrando la puerta tras ella le dije:

—Espera, quiero comprobar si me has obedecido.

Y apoyándola en la puerta introduje mi mano por debajo del vestido, lentamente recorrí el corto camino hasta encontrar su sexo desnudo y mojado. Marta suspiro al empezar a pajearla mientras chupeteaba su cuello y nuca.

—Ahhh... cabrón, follame ya... ahhh... nooo

Mi dedo índice invadía ahora su recto bien untado de flujos y Marta empezaba a temblar al sentir mis dedos en su recto y vagina simultáneamente.

Yo también me estaba calentando.

Con mi otra mano bajé el cierre posterior de su vestido y le bajé la parte superior liberando sus pechos pasando a besarlos y lamerlos con auténtica devoción.

El trabajo de mis dedos en su clítoris y agujeros junto con el chupeteo de sus pezones hizo que se viniera de forma suave deshaciéndose en gemidos.

—Ahhhh... dios... me estoy corriendo...

Era demasiado sus jugos rebosaban empapando mi mano.

—Así venga... córrete zorra...

Esperé que cesaran sus temblores y la lleve al buff del sofá, allí la tumbé y le acerqué mi polla a su boca.

—Vamos, trabájame un poco la polla antes de follarte como te mereces.

Ella complaciente empezó a lamerla con pasión y al momento me la puso bien dura.

—Venga maricón, fóllame ya de una vez... Necesito sentir una buena polla.

Dicho eso se puso en cuatro encima del buff y recogiendo su vestido dejo a la vista sus dos agujeros.

Viéndola así con el vestido enrollado en su cintura dejando ver sus hermosos senos colgando y su culo abierto, no pude más y se la metí de una estocada hasta el fondo del coño.

—Ahhhh… cabrón, siii... dame más.

Marta jadeaba como una loca a cada embestida hasta que se corrió de nuevo entre gemidos de placer.

Yo ya más controlado paré y le dije:

—¿Quieres más?

—No pares, sigue... necesito más polla.

—¿A si? ¿y por aquí también?

Y diciendo eso se la empecé a introducir por el culo aunque solo la punta, para tantear.

—Ahh... cabrón... que haces, sigue métela todaaa...

—No, vecinita quiero que sea tu culo quien se trague mi polla así que empuja.

Ella excitada más que nunca obedeció y con suaves vaivenes de su culo fue engullendo por su ojete la totalidad de mi polla.

Y entonces, de pronto, se paró en seco. Enseguida vi el porqué, a pocos metros mi tío estaba contemplando la escena.

Estaba semidesnudo solo cubierto por unos calzoncillos que marcaban un tremendo bulto lo que junto con su mirada babeante denotaba su excitación por la escena que estaba viendo.

Ella hizo intención de salirse, pero yo sujetándola le dije:

—Quieta, parece que vas a tener doble ración hoy.

—Tío venga acércate y siéntate en el sofá que nuestra vecinita te quiere dar la bienvenida.

—Pero esto, yo no... —Dijo ella sin mucha convicción.

—Tu harás lo que te diga o tu marido sabrá lo puta que eres… venga levanta.

Y diciendo esto me salí de su hermoso culo y la acompañe al sofá.

—Vamos, arrodíllate y chúpasela… —Le dije al tiempo que la empujaba hacia abajo.

La imagen era de vicio, mi tío un sesentón, barrigudo y desaliñado sentado con su polla pugnado por liberarse de la prisión de sus mugrientos calzoncillos y Marta arrodillada ante el a punto de complacer a un viejo al que acaba de conocer.

—Venga muévete, a qué esperas para sacarla —dije ante la indecisión de Marta— bájale los calzoncillos vamos.

Ella excitada obedeció y al bajar los calzoncillos, llenos de manchones amarillentos, la gruesa polla le golpeo en la mejilla al tiempo que un olor fuerte y agrio casi me tumba de espaldas.

Ella al sentir el fuerte olor que desprendía la polla del viejo intento separar la cabeza, pero mi tío agarrándola por la nuca se lo impidió.

—Lámela toda —ordenó— de arriba a abajo… —haciendo fuerza en su nuca.

Sin otra opción, Marta empezó a lamer primero el enrojecido glande y después todo el mástil limpiando todo rastro de orines secos y finalmente se introdujo a duras penas el glande dentro de su boca debido a la extrema anchura que tenía.

Yo hasta ahora quieto y muy excitado viendo la excelente felación aproveche que Marta estaba con el culo en pompa para volver a metérsela por el culo.

El trabajo oral a mi tío seguía ahora junto a mis acometidas y de nuevo Marta empezó a dar muestras de llegar al clímax dejando por un momento la mamada.

—Esta zorra la chupa de primera, me tiene el caramelo a punto.

—No, no te corras aun, ven fóllatela tu ahora por el culo —le dije. Y saliéndome intercambié posiciones con mi tío que aunque la tenía más gruesa, le acabó de ensanchar el ano.

Marta con algo de dolor acabó encajando la gruesa polla en su recto y ya parecía disfrutar del suave meneo de mi tío, que gozaba como un chaval conquistando el culo de la vecinita.

—Chupámela venga... —le dije acercándole la polla a sus labios.

Marta se retuvo al ver mi polla algo sucia de su culo, pero ayudado por las embestidas de mi tío se la metí en su boca y no tuvo más remedio que degustar todos los fluidos.

Al poco de nuevo vi como mi tío aceleraba sus embestidas y Marta ponía los ojos en blanco. La muy puta se corría de nuevo al tiempo que yo sin poder evitarlo explotaba llenando su boca de leche que apenas podía tragar bajo los efectos de su nuevo orgasmo.

—Así putita ahora abre la boca que ahora voy yo...

Todavía sin reponerse de mi corrida mi tío se salió de su culo y metiéndosela en la boca también se corrió de inmediato en su garganta obligándola a tragar la mayor parte del semen.

Así arrodillada la dejamos mientras se relamía el semen que todavía escurría por sus labios.

Mi tío que se acomodó junto a mí en el sofá dijo:

—Joder como chinga la puta esta, solo de ver lo golfa que es me la pone dura de nuevo.

—Que pasa no me vais a follar más, cabrones?

—Claro zorrita, pero primero vas a hacerme una limpieza de bajos como hace tiempo que ninguna me la ha hecho.

Y Marta ya débil y entregada por la calentura que la invadía se apresuró a comérsela de nuevo a mi tío.

—He dicho de bajos zorra, así que a chuparme los huevos…

Increíblemente Marta sumisa obedecía y su húmeda lengua exploraba los peludos huevos de mi tío.

—Venga ahora sigue más abajo, quiero sentir tu lengua bien adentro —y diciendo esto se recostó levantando sus piernas para permitir el acceso la lengua hasta su negro y maloliente agujero.

Esta vez Marta ante la propuesta y la visión del negro y sucio agujero pareció dudar, pero enseguida complaciente su lengua se deslizó huevos abajo haciendo gemir y gozar al viejo de mi tío que ya estaba con la polla bien dura de nuevo.

Y a mí también se me había puesto bien dura al ver como de guarra podía llegar a ser la zorra de mi vecina.

Cuando ya Marta había saboreado todos los oscuros rincones del viejo.

—Venga sobrino túmbate en la alfombra que esta putita se merece el plato fuerte. Y tú ponte putita ponte encima…

Marta se sentó a horcajadas encima de mí calzándose mi polla hasta el fondo de su vagina. En esa posición aproveché para comer de nuevo sus erguidos pezones.

Al momento mi tío se situó detrás y noté como su gruesa polla se enfundaba por su abierto ojete y como ella jadeaba como una loca sintiendo sus dos agujeros llenos de polla.

Tanta follada simultánea la venció nuevamente y un sonoro orgasmo le puso los ojos en blanco.

—Ahhhh… dios… ahhhh

Mi tío aumentó el ritmo buscando correrse, pero ella con la voz temblando dijo:

—Nooo es… espera, la quiero en la bo… bocaaa…

Mi tío la sacó de su culo y se la dio a chupar, cosa que ella irguiéndose empezó a hacer con devoción al tiempo que le pajeaba el tronco.

Yo aproveché su cambio de postura para sacarla del coño y metérsela por el culo y disfrutar más de su estrecho conducto.

Al poco mi tío se corrió nuevamente en su garganta y ella de nuevo tragó todo el semen que pudo escurriendo y limpiando todo la polla de mi tío que finalmente exhausto y satisfecho se recostó en el sofá.

Ella de todas formas seguía cabalgando con mi polla en su culo y acelerando volvió a gritar de nuevo al sentir la llegada de un nuevo orgasmo ayudada por mi dedo en su clítoris.

—Ahora me toca a mi correrme zorrita… —le dije al ver que paraban sus temblores.

Obediente se salió y acuclillándose se puso a pajearme al tiempo que me chupaba de forma magistral mi henchido glande alternando lamidas y succiones. No pude aguantar más que unos segundos y en un momento que su lengua golpeaba mi glande disparé todo el semen que me quedaba y aunque al momento se apresuró a engullirla no pudo evitar que su angelical rostro se impregnara de goterones de semen. De nuevo acabó la faena exprimiendo y lamiendo hasta la última gota de semen incluso el de su rostro que yo con mis dedos le iba pasando hacia sus labios.

Agotado me recosté también en el sofá diciéndole:

—Mejor ves y aséate un poco que hueles a semen a kilómetros y tu marido se dará cuenta enseguida.

Al volver del aseo ya con el vestido bien colocado y los labios pintados de rojo parecía la Marta angelical de siempre aunque se notaba en su cara aun un cierto enrojecimiento.

—Debo irme… —anunció.

—Espera antes debes pasar revista…

—Que?

—Enséñanos tus pechos de nuevo…

Se bajó los tirantes y sus pechos saltaron erguidos.

—Acércate…

Se acercó y le di dos suaves besos en cada uno y se los volví a cubrir. Ella suspiró.

—Ahora enséñanos el culo…

Se giró y levantó el vestido mostrando su hermoso culo y recientemente profanado culo.

—Ven aquí… —le dijo mi tío.

Y hundió la lengua en su ojete dándole un profundo beso. Ella suspiró.

—Date la vuelta…

Y ahora le tocó el turno a su suave coñito. Ella suspiro aún más.

—Esto es para mostrarte nuestro agradecimiento, ahora ya puedes irte.

Ella iba a irse cuando…

—Es que no vas a despedirte, como se debe?

—Cómo?

—Como lo que eres, una ramera! bésanos la polla …

Enrojecida se agachó y nos besó la polla a ambos dejándonos sus rojos marcados en el glande.

Acto seguido desapareció por la puerta y hasta ahora yo no he vuelto a tener relación con ella aunque sé que mi tío un día la pilló por la tarde en el ascensor y se la hizo mamar en el ascensor hasta venirse en su boca.

Atzar

(9,41)