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Mis amigas (II): Estrella
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Tenía la costumbre de jugar fútbol con mis amigos a donde también iban nuestras amigas para hacer un poco de chacota y tomar unas cervezas. Una de esas tantas noches, ya listo para retirarnos nos damos con la sorpresa que un amigo había ligado con una de las chicas que se fue con ella en su carro. Lo que nos dejó a 7 personas para un solo auto. Haciendo un poco de esfuerzo nos acomodamos 2 en la parte de adelante y 5 en la parte de atrás quedando Estrella entre la puerta y yo ahí bien apretados en el auto.

Estrella es una chica simpaticona, 1.60 m de estatura, delgada, blanquita, cabello negro y lacio, senos grandes, caderas ligeramente anchas y una cola mediana pero bien durita. Tenía lo suyo. Es una chica digna de admiración especialmente cuando se pone shorts o leggings donde resalta esa cola que atraía muchas miradas incluyendo la mía. Aquella noche llevaba unos leggings negros y una camiseta de color blanco.

Volviendo al inicio de los hechos, nos esperaba un viaje de más o menos cuarenta y cinco minutos y al estar muy apretados e incómodos en el auto poco a poco Estrella se fue sentando más hacia adelante pero el espacio y sus caderas no lo permitían. Así que con cada movimiento del camino, poco a poco, su pierna izquierda se iba sobreponiendo sobre mi pierna derecha. Yo también trataba de acomodarme pero sin éxito alguno. Dentro del carro todo era conversación entre todos por haber ganado el partido.

Con el correr de los minutos pude sentir como Estrella ya estaba prácticamente sentada sobre mi pierna. Intentaba hacer contacto visual con ella pero la veía un poco avergonzada por esta situación así que evité hacer ningún comentario y preferí mantenerme lo más tranquilo posible. Aunque era difícil concentrarme.

Hice un recuento mental de mis pertenencias: mi mochila estaba en el maletero del auto, mi billetera en mi bolsillo izquierdo y mi celular… mi celular estaba en mi bolsillo derecho justo abajo de donde estaba sentada Estrella

-Bueno -pensé- al menos está en un lugar especial -bromeé para mi.

A mitad del camino siento como repentinamente Estrella se tensa y aprieta sus piernas.

-¿Todo bien? Disculpa por la incomodidad -le dije pensando que recién se había dado cuenta de cómo estábamos acomodados.

-Si todo bien -me respondió.

-Que mal que Arturo nos haya abandonado a nuestra suerte -intenté hacer conversación.

-Si pues… bueno en fin así son los hombres -comentó

-Es el código de los amigos. Ahora no le diremos nada, pero después no las cobraremos. -le dije.

-Seguro que si, más bien discúlpame por…

A mitad de la frase se quedó en silencio y apretó sus piernas nuevamente.

-… o vaya -dijo soltando con un suspiro- es que estamos tan apretados.

-Sí, y aún estamos a mitad de camino… ojalá que no haya tráfico -añadí

-Solo eso nos faltaría.

Y así fue… a los poco metros no topamos con un tráfico muy pesado y, a decir por el waze, de varios kilómetros.

Abrimos un poco más las ventanas porque ya el calor se estaba haciendo insoportable.

Luego de un par de minutos, nuevamente las piernas de Estrella se vuelven a tensar. La había agarrado desprevenida haciendo que suelte un pequeño suspiro ahogado el cual trató de disimular.

-¡Ah!… Cuánto tráfico -comentó a continuación.

-Sí, y tiene para un rato más -contesté.

En mi mente estaba tratando de descifrar que le estaba pasando a Estrella, el porqué esos apretones repentinos. Hasta que caí en cuenta… era mi celular. Siempre lo ponía en modo vibrador para jugar tranquilo y por la situación no lo había cambiado a tono y las vibraciones eran de mensajes que estaban me llegando.

Una nueva tensión de las piernas de Estrella me hizo confirmar el motivo de estos y a la vez pude ver como el color de su cara tomaba un color rosado.

-¿Todo bien? -pregunté nuevamente, dispuesto a explicarle lo que sucedía.

-Si, todo bien -respondió rápidamente -es sólo este calor que está insoportable.

Pensaba que solo iba a quedar como una anécdota pero todo cambió de repente cuando ella se acomodó después de una nueva vibración y ahora mi celular quedaba justo a la altura de su vagina. La miré y su expresión había cambiado tenía una mirada pícara y estaba aún más colorada. Es ahí donde me decidí a ‘ayudarla’ un poquito con su travesura.

-Estrella, ¿puedes timbrarme? No recuerdo donde puse mi celular, creo que está en mi mochila y quiero comprobar.

Luego de una pausa, asintió. Y sacó su celular de su cartera que llevaba en sus manos. Y marco a mi celular.

A duras penas pudo resistir las vibraciones de la primera timbrada. Apretaba fuertemente sus piernas con la mía y hasta percibí un ligero vaivén de sus caderas en el poco espacio que tenía. Después de la segunda timbrada ya no pudo resistir y colgó.

-No oí nada -le dije.

Como no dijo nada, la miré… estaba roja y con la respiración un poco acelerada.

-¿Me prestas para llamar yo? -le pregunté sin dejar de mirarla.

Abrió de ojos sorprendidos y no se decidía a darme su celular. Entonces tomé el celular de sus manos y me dispuse a llamar a mi celular al mismo tiempo que ella se sujetaba al asiento delantero y se preparaba para la tortura vibratoria.

Fueron tres llamadas seguidas y cada una timbraba hasta que entraba a la contestadora, en todo ese tiempo Estrella no dejo de apretar sus piernas con la mía y a mover sus caderas. Al terminar estaba totalmente agitada. El esfuerzo por no delatarse hizo que termine con la cara roja y algo sudada.

-Eres un pendejo -me dijo.

Ya descubierto, le solté todas las fichas.

-Está muy aburrido aquí en medio del tráfico… tenía que distraerme en algo -al tiempo que hacia timbrar nuevamente mi celular.

-Eres un…

Sin terminar la frase, se vio sorprendida al sentir como iniciaba la vibración una vez más y ahora tomaba su pecho derecho al mismo tiempo y lo comenzaba a amasar aprovechando la oscuridad del camino.

Estrella no atinaba a quitarme el celular o quitarme la mano… al final solo atinó a presionar sus piernas mientras yo me deleitaba con su pecho.

Con el correr de los minutos el tráfico se fue haciendo más ligero. Intenté meter mi mano por debajo de su polo pero me detuvo diciéndome que esperara a que bajemos del auto al mismo tiempo que se apoyaba sobre mi paquete.

Ya una vez que bajamos del auto, fuimos caminando la abracé y le di un beso. Le tomó un momento corresponderme.

-Vamos a tu departamento -me dijo.

-No pensaba llevarte a ningún otro lado -respondí.

Apenas cerramos la puerta nos comenzamos a besar y me hizo sentar en el sillón y se sentó encima mío. Entre abrazos y besos aproveché para amasarle sus nalgas y respondía con suspiros Le quite su polo y su sostén casi al mismo tiempo ahora tenía a mi disposición aquellos senos que no tardé en besar para luego pasar mi lengua por sus aureolas y comenzar a chupar sus pezones oscuros haciendo que soltara gemidos cada vez más fuertes.

Después de un rato me levanté así como estaba con ella encima y la llevé cargando hacia mi habitación. Nos acostamos en la cama. Fui recorriendo con mis labios desde su cuello bajando por sus senos quedando a jugar un momento con ambas montañas y aproveché para morderle sus pezones sacando pequeños gritos mezcla de dolor y placer para luego bajar a su vientre. Me detuve brevemente para quitarle los leggings y su tanguita que ya estaba muy mojada. Me acerque a oler su sexo, su vello estaba bien recortado con sólo una línea en la parte central… estaba muy húmeda y caliente… Y comencé a recorrer mi lengua a lo largo de sus labios y mordiendo levemente su clítoris al mismo tiempo que introducía un dedo dentro de su vagina haciendo que de varios gemidos. Sólo tomaron pocos minutos para que se corriera abundantemente.

-Es tu turno -me dijo una vez se recuperó de su orgasmo.

Me hizo echar boca arriba en la cama y me saco el short junto con el bóxer para luego dirigir su boca hacia mi pene y comenzó la pasarle la lengua por toda la cabeza y finalmente metérselo en la boca. Sus labios apretaban mi falo con cada succión mientras su lengua jugaba con mi glande… realmente sabía lo que hacía.

A continuación se colocó encima de mí, tomó mi pene y lo dirigió a su entrada. Lentamente se fue sentando encima disfrutando cada centímetro que entraba en su interior hasta llegar al tope. Vi que estaba con los ojos cerrados gimiendo y suspirando. Luego de unos instantes comenzó a moverse de arriba a abajo mientras yo iba a apretando sus senos y nalgas a mi gusto.

Pronto ya le había agarrado el gusto y ya no sólo se movía de arriba a abajo sino también en círculos y sus pechos iban botando a todos lados acompañando esa cabalgada. Cambiamos de posición, ahora la puse de perrito y no pude contenerme… la sujeté fuertemente de sus caderas y la penetré de un solo golpe hasta lo más profundo arrancándole un fuerte gemido y seguí penetrándola a toda velocidad y de vez en cuando la soltaba una nalgada que la hacía estremecer pidiéndome que continúe cada vez más fuerte hasta que llegó a un nuevo orgasmo que hizo que se derrumbe en la cama.

Estrella estaba agotada. Pero aun así se repuso y comenzó a chupar mi pene. Ahora su meta era sacarme todo el jugo, después de un rato le avisé que ya estaba por llegar pensé que me iba a dejar acabar en sus pechos pero comenzó a chupar más fuerte haciendo que mi corrida sea inevitable y abundante, llenando su boca de semen y que luego tragó para mi sorpresa.

Luego de aquella faena nos recostamos un rato en la cama.

-creo que ahora me gusta más el fútbol -me dijo.

-Falta el partido de vuelta -le respondí con picardía.

-Lo espero con ansías -comentó entre risas.

Estrella y yo tuvimos relaciones varias veces más, incluso compré un vibrador controlado por bluetooth y le hice pasar por varios apuros cuando salimos a probarlo en algunos lugares públicos, pero siempre vuelve a mi mente esta primera vez con ella del cual guardo su tanguita que me dejó como recuerdo.

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