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Nuevas experiencias de casada
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Hola lectores, soy Sandra nuevamente a relatarles a mi manera, lo mejor que recuerdan mis neuronas otra situación sexual que me correspondió vivir en el tiempo que era extorsionada por José, un taxista de profesión que me sorprendió con un amigo del colegio y tomó algunas fotos y videos, para no enseñárselas supuestamente a mi esposo, en consecuencia, me vi obligada a ser su amante, llevándome a ser su perra sumisa, algunos hechos ya relatados en otro escrito.

Para quienes no me conocen soy Sandra, 35 años, casada, sin hijos, pelo negro, largo y lacio, 1,60 de estatura, 57 kg de peso, contextura delgada.

Mi esposo, un gran hombre, educado, decente, 38 años de edad, contador de profesión, contextura media, podría llamarse el esposo ideal, pero, nadie está contenta con lo que tiene, en la cama es muy pasivo, adora el misionero, eyacula, se voltea y queda dormido, casi siempre es así, muy poco de juegos pre y post, aunque su herramienta, una hermosa y jugosa verga de 16 cm, se la he medido con una regla, tiene la potencia para sacarle provecho, no lo hace.

Mi esposo Antonio le correspondió salir en un viaje de comisión de la empresa a ver una situación laboral en una ciudad capital distante unas seis horas en automóvil ya que no hay aeropuertos, lo que lo obligaba a quedarse una noche para regresar al día siguiente, si terminaba sus obligaciones en aquella sucursal.

Mi extorsionador José, me llamó que necesitaba verme urgente, yo aún, no le contaba de la ausencia de mi esposo ese día, pero por accidente le dije que le estaba arreglando la maleta para mi esposo, el muy astuto me siguió la mentira y caí redondita, así que me dijo, te tengo el plan perfecto, me negué al principio pero le dije que su hermana llegaba a acompañarme en la noche y no podía estar fuera, tranquila, me dijo, te recojo a las tres de la tarde, mi esposo salió a la una de ese día, tuve tiempo de arreglarme, cavilar sobre esa culeada que me esperaba, José era un tipo muy joven, 28 años, atlético, 17 centímetros medía su vergota, una morcilla que sabía trabajar como un maestro, las ironías de la vida, pero, nunca me imaginé ese regalo especial.

Nos fuimos a su habitación, un curto que rentaba con un amigo, que tenía las mínimas comodidades para una estadía corta, de un rato, cama, televisor, un refrigerador pequeño, baño, nada más. Al llegar allí mi sorpresa fue mayor, al encontrar encamados a una pareja, la cual no se inmutó al vernos entrar, José de dijo tranquila son viejos amigos míos, pronto tú lo serás también de ellos, nos presentaron rápidamente y tan fría como pudo ser la situación, José me dijo tú vienes bañadita y perfumada, así que a lo que vinimos.

Me abrazó con sus fuertes brazos, nos besamos apasionadamente, su amigo Andrés dijo oye, eso está muy bueno, dándome una nalgada suave, espero me dejes probar, le dije ni en sueños querido, ya veremos me contestó fríamente.

De repente me vi rodeada de Andrés y Juliana que era la otra chica en comento, quienes ya estaban desnudos como lo expliqué, José me sacó mi ropa, una blusa, jean y zapatillas, la botó a un rincón, quedé en solo calzones, pantys o tanga para que entiendan, nos seguíamos besando sin parar, en determinado momento, sentí rodear mi cintura por unos brazos, era Andrés, a la par, José abrazó y atrajo con uno de sus brazos a Juliana quien no se rehusó, para nada, yo meneaba mi cintura como para zafarme de esa situación extraña y nueva para mí, me era imposible,

Andrés me metió las manos entre mis tangas, acariciando la parte frontal de mi vagina que ya estaba empapada por el espectáculo que estaba viviendo, José mi amigo novio y Juliana se besaban en mi propia cara, Juliana se agarraba de mis hombros, luego, me empezó a acariciar y apretar mis tetas, supe que aquella chica le gustaba algo más que sólo hombres, además, lo que me esperaba era totalmente nuevo para mí. José me hizo besar a la chica, unos labios muy delicados, exquisitos, tiernos a sus 25 años, muchos escalofríos recorrieron mi cuerpo con esas sensaciones nuevas y diferentes, era la cereza que le faltaba al postre, mientras tanto Andrés, me quitaba la tanga y todos quedamos totalmente desnudos, sin preguntar nada, Andrés, se hizo por mi espalda, comenzando a arremeter por mi chochita con su herramienta que ya la tenía a punto de ser devorada, podía sentir que mi raja, más parecía una laguna que otra cosa, José, mi amigo novio, se empalaba de la misma forma a Juliana, mientras ella y yo nos besábamos, sorteando los golpes y embestidas que estábamos recibiendo por nuestros traseros, ella llevando la iniciativa en todo, yo estaba recibiendo mis primeras lecciones en compartir con otra chica.

Al rato me hicieron acostar boca arriba, Juliana se tiró encima de mí, como haciendo un 69, eso fue por orden y dirección de los machos de ese día, nos lamimos nuestros coños llenos de jugos vaginales y de la verga de ellos, eso fue otra sensación extraña, unos labios, igual o más delicados, carnosos, jugosos, un olor que hasta me pareció agradable, ahora entendía por qué, a los hombres le encanta el sexo oral, aclaro que ninguno se había venido aún. Andrés empezó a meterle la verga por la chocha a Juliana, en mis propias narices, yo veía como entraba y salía ese bulto de carme dura entre los labios de esa chica que apenas gemía de placer, sus labios parecían una boca hambrienta, insaciable, se abrían y cerraban al vaivén de las embestidas.

José y sin que me diera cuenta empezó, a empalarme bestialmente, me imaginé que Juliana estaba viendo el mismo espectáculo que yo, ella vería en mi chocha lo que yo veía en ella, vaya lujuria que me estaba dando yo misma, sentía que me venía a chorros y sin control, no supe cuántas veces me vine de placer, José sacaba su verga y de vez en cuando, me la metía en mi boca, sentía yo una mezcla de sabores, de esos jugos, un tanto salados, viscosos y con un sabor especial, indescriptible,

Sé que Juliana pasaba por la misma situación que yo estaba viviendo, ver cómo me la metían y tragarse mis jugos y los de Andrés revueltos, claro sin poder protestar ninguna de las dos, ella por vagabunda profesional seguramente y yo por estar obligada a ser sumisa, extorsionada por José, para que no le entregara pruebas de mi infidelidad a mi esposo.

Cuando a ellos se les antojó nos hicieron desmontar de esa posición, Andrés se acostó boca arriba con un pene que no había visto plenamente, hasta ahora, ya que me lo había metido de espaldas y después se lo metía a Juliana, lo pude analizar, era una verga gruesa, creo que unos 14-15 centímetros, dije para mis adentros, que suerte de estos tipos, mi marido apenas unos 12, pareciera la mitad de esas anacondas que empezaba a disfrutar,

Me hicieron sentar encima mirando la cara de Andrés, empecé a galopar, José me hizo inclinar hasta que me encontré besándome con Andrés, sentí en mi cintura las manos de Andrés, separando mis nalgas para ofrecer mi culo a José o la chica, no podía saber en ese momento, sentía como unos dedos, hurgaban dentro de los esfínteres de mi culo, lo preparaban para una penetración, no sabía qué hacer, si relajarme, saltar o salir corriendo, recuerdo que meneaba mi colita como para tratar de disuadir a los dedos intrusos que sin piedad estaban entrando en mi cuerpo, opté como buena puta a relajarme, recuerdo gritar, pacito papi, pacito, estaba en ese momento, más asustada y a la expectativa que otra cosa, gracias a Dios, escuchó mi petición, José.

Me arrimó su verga y fue deslizándola suavemente, mi culo la recibió con algo de agrado, ya que solo un quejido de ayyy, ay que rico, salió y no supe el por qué, empezaron unos movimientos de mi cintura en forma circular, tratando de sincronizar tres cuerpos a la vez, otras veces optaba por quedarme quieta y que ellos hicieran todo el trabajo.

Juliana se sentó en la cara de Andrés, este le lamía ese culo y esa chocha aunque parecía ahogarse por momentos, parecía como si le faltara el aire, la verga de Julián se empezó a bajar su fortaleza, debido a su incomodidad seguramente, nos obligaron a cambiar, José se tumbó y Juliana se le sentó encima, yo me senté en la cara de José para que me lamiera mi chocho bien pelado como acostumbro a tenerlo siempre, Andrés atacaba a Juliana por su parte trasera, no supe si por el culo o chocha, al rato se desmontó esa posición nuevamente, nos acostamos como hermanitas las dos niñas del cuento, ellos se nos echaron encima, cada uno encima de su puta, al estilo misionera, Julián se vino primero, sacándolo y acercándose a la cara de Juliana para que se lo chupara hasta que quedó en posición de descanso y dormido, hasta parecía inocente esa verga, pensé que José no se queda atrás, o que hará lo mismo,

Efectivamente, cuando se iba a venir me hizo abrir la boca, acercó su vergota y toda su leche cayó dentro de mi boca, acto seguido se dejó caer sobre mi cabeza, de un solo golpe, sentí que me atravesaba toda, por un segundo que me descuidé, ya que no me esperaba esa maniobra suya, me la tragué toda, seguramente casi llega a mi estómago, mi garganta quedó dolorida por el paso violento de ese trozo de carne, de la leche, no quedó nada en mi boca, ya que del susto y todo, seguramente, me la pasé para suavizar el dolor e incomodidad, que había sentido, sin embargo, eso no fue obstáculo para propinarle una buena mamada hasta dejarlo bien limpio y escurrido.

Como ya había transcurrido como dos horas o más, les dije que me marchaba, que me tenía que ir, ya que llegaba mi cuñada a acompañarme esa noche, ante la ausencia de mi esposo y debería estar en casa antes, así evitaría habladurías y que mi esposo sospechara algo, optaron por dejarme duchar, arreglar un poco, salimos los cuatro a un bar cercano, bebimos dos cervezas cada uno, me supieron a Gloria en ese momento, la despedida de Andrés y Juliana fue muy amorosa, besos en la boca, abrazo fuerte y la promesa de otro plan más elaborado, una estadía de una noche en un hotel, piscina o un viaje a la playa, al menos era un sueño en ese momento.

Llegué a mi casa con una sonrisa placentera, me volví a duchar, me puse un camisón para descansar, cuando llegó mi cuñada dijo uy cuñadita, que elegancia, estás esperando a alguien?? Que hermosa y radiante estás, le dije son los cuidados de mi esposo al que adoro con todo mi ser, sí es muy buena persona, asintió ella, para mis adentros pensaba, ojalá supieras lo que acabo de vivir y esa sonrisa burlona no se separaba de mí, dormimos juntas en la misma cama, pero claro que no pasó nada de nada, aunque recordaba y parecía sentir el olor de la chocha de Juliana por momentos, eso me perturbaba a cada momento.

Mi relación con José y Andrés, siguió algunos meses, hasta que tramé y pensé, el cómo conseguir pruebas para amenazarlo con denunciarlo, no para ponerlo preso, solo para alejarme de él, pues me estaba enamorando de sus locuras, cuando las obtuve, lo presioné a mi manera, aunque nunca presenté esas pruebas a las autoridades, ¿para qué? Estaba enamorada, muy feliz, agradecida, fue mi mejor maestro y eso lo valía todo, de Andrés tampoco volví a saber nada de él supe que se mudaron de ciudad con Juliana.

Seguiré contándote otras historias reales y verdades de mi vida, de mis inicios, vicios y época de colegio, no te las pierdas.

Leeré todos los comentarios que hagan y si alguno me interesa lo responderé.

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