Ella se llama Paty la conocí en el trabajo hace varios años en ese entonces yo tenía 22 años y ella 37, ella mide 160 delgada y unas ricas tetas enormes y firmes, de trasero mediano muy rica la señora.
El caso es que inicialmente no le presté atención de más solo el que normalmente los hombres tenemos hacia las mujeres, hasta que un día me invitó a su casa para ayudarle en algo que no podía arreglar.
La verdad solo acepté por cortesía, a mis 22 años ya me había casado con Lety y a pesar de todo, trataba de ir por el camino de la fidelidad.
Cuando llegué, me llevé una gran sorpresa, la encontré con una minifalda de mezclilla y una blusa blanca muy pegada la cual hacia que se vieran bien ricas sus tetas y se antojaba mucho tocárselas.
P: ¡Hola, pensé que no vendrías!
L: Hola, ¡si aquí estoy!
Estaba nervioso, por alguna razón esa mujer me tenía todo tenso, mientras le ayudaba con sus asuntos de cómputo, ella sentada frente a mí, cruzaba la pierna y me mostraba sus ricos muslos, yo la tenía parada, la verdad Paty en el trabajo no se veía como en su casa.
P: ¿Por qué tan nervioso?
L: ¡Por nada!
P: ¡Vamos, dime!
L: ¡Por ti!
P: ¿Por mí?
L: Es que, no pensé que te vieras tan bien en falda, ¡deberías ir así al trabajo!
Ella me miró y se sonrojó, riéndose me dijo que era un coqueto, al parecer no le molestó mi comentario.
Poco a poco se fue soltando, se acercó más a mí y me ponía las tetas en mis hombros, eso me excitaba demasiado.
L: ¡Seguro que tu marido está loco por ti!
P: Jajá, mi marido ni a casa llega, ¡prefiere el desmadre que a mí!
L: Pues que tonto, ¡yo no te dejaría descansar ni un segundo!
P: ¡Luis!! ¡Qué cosas dices!
Al parecer a la madura le gustaba lo que le decía, así que con más confianza decidí lanzar mi anzuelo para poder deleitarme con esa rica madura.
L: Me gustaría mostrarte lo que digo.
P: Basta, ¡soy casada y tu un joven!
L: Si, ¡pero sabes que te puedo ayudar bien!
P: ¡Ya, además conozco a tu mujer!
L: Y eso que, ¿no le vas a decir o sí?
P: ¡Dios, porque dices eso!
Había caído en mi trampa, me acerqué a ella y la abracé, empecé a respirar en su cuello, oliendo su rico aroma, ella trataba de alejarse, pero continuaba ahí, sabía que tenía que atacar.
La besé suave en su cuello, un gemido salía de ella, eso me excitó, mis manos agarraron sus caderas y bajaron por su duro y firme trasero, mi verga ya estaba durísima, la arrinconé en el sofá cama y finalmente ella cedió.
Primero empezamos a besarnos y a tocarnos yo le agarraba sus ricas tetas y me pedía que se las apretara ya que era lo que más le gustaba, le quité la blusa y el brasear y me dediqué a chupar esas duras tetas y sus pezones duros y morenos ella gemía rico, bajé mi mano a su rica vagina y ya estaba mojadita, le metí mis dedos y ella empezó a jadear.
P: ¡Mmm, Luis, uhm!
L: Tranquila, ¡déjame a mí el trabajo!
P: ¡Que rico!
L: ¡La rica eres tú!
Ella se volteó y frotó su trasero contra mi pene duro mientras le apretaba sus tetas enormes, se volteó nuevamente y se hincó, me quité el pantalón y el bóxer para que me pudiera chupar el pene, ella no dudó en hacerlo y me dio una rica mamada por un rato.
P: ¡Mmm, que rica verga!
L: ¡Ah, que rico mamas!
P: ¡Es grande, tan joven y tan verdugo!
L: ¡Ah!!! ¡Así, sigue!
Sus mamadas eran magníficas, yo me retorcía al sentir su lengua en mi glande y sentir como con sus dientes rasgaban mi mástil, me tenía a mil la casada insatisfecha.
P: ¡Bebé, te quiero sentir!
L: ¡Si, vamos, acomódate!
P: ¡Pero ponte el condón!
L: ¡Déjame sentir primero así!
P: ¡No sé, soy casada!
L: Anda, déjame sentir tu rica vagina, ¡aunque sea un momento!
P: ¡Bueno, pero solo un momento!
Me recosté y ella se montó en mi pene erecto y empezó a cabalgar bien rico, movía de una forma monumental su cadera, me hacía sentir riquísimo.
Como no quería generar broncas con ella, después de un rato le comenté que me pondría el condón, pero ella me detuvo, dijo que estaba operada y quería sentir así, que le hacía falta un buen palo.
P: ¡Que dura, uhm!
L: ¿Tu marido no te coge así?
P: ¡Ese wey, no me hables de él, mejor cógeme!
L: ¡Como digas nena!
Le pedí que se volteara y se clocara en cuatro, ella de inmediato lo hizo y lo primero que hizo fue levantar el culo para que le diera unas ricas chupadas de vagina, estaba bien rica y metía mi lengua y mordisqueaba levemente su clítoris dándole mucho placer ya que ella gemía sin control
P: ¡Ah, papa, uhm!
L: ¡Sabes rico!
P: ¡Ah, mm, así, ah!
L: ¡Eso, me excita como gimes!
Estuve hace un rato y me detuvo ya que decía que se vendría a lo que decidí mejor penetrarla de una vez.
La tomé de su rico trasero y le empecé a dar unas embestidas duras, ella gemía y gemía, yo continuaba empujándole mi verga, mi pelvis chocaba con su rico tarsero me sentía en la gloria, la madura se movía para darme más placer, yo estaba extasiado y me sentía su macho.
Paty se movía riquísimo, dejé de darle en cuatro y la acosté, levanté sus piernitas y la embestía con mucha fuerza!
P: ¡Ah, papi, uhm!
L: ¡Ah, nena, uhm!
P: ¡Así, así!
L: ¡Toma, toma!
Las posiciones que hacíamos, todas eran un manjar, la tenía boca abajo en la cama y de sus cabellos me impulsaba y se la daba con todo.
Sus gemidos y quejidos, se empezaron a combinar con sus fluidos que escurrían, me pedía más, le mordía la espalda, la estaba haciendo mi puta.
P: Ah, que rico, uhm
L: ¡Que nalgas, uhm!
P: ¡Así, así vamos!
L: ¡Me vengo, me vengo!
P: ¡Si!!!
Un chorro de semen caliente le llenaba el coño, su orgasmo fue monumental, nunca pensó que a mis 22 años podía hacerla sentir así, ¡la madura insatisfecha al fin había cumplido su deseo carnal!
Después de eso se fue al baño a limpiarse y a vestirse yo quería más, pero ella tenía que hacer algunas cosas y me prometió que después podríamos hacerlo de nuevo.
Más adelante les contaré más anécdotas con la madura Paty.