La primera vez nunca se olvida y les quiero compartir como es que perdí mi virginidad en un viaje de mochilero en la playa de Zipolite, en las costas de Oaxaca, ya hace algunos años.
Les cuento que soy de estatura media, 1.72 m, delgado y de piel muy blanca, lampiño, excepto un ligero vello en mis piernas, aunque mi cuerpo no era atlético estaba bien proporcionado, se podría decir que era atractivo, sin ser musculoso, era un poco tímido, y estaba inseguro sobre mi sexualidad, si bien había tenido algunas novias, me había dado cuenta que me llamaban la atención los cuerpos de algunos hombres, por lo mismo, evitaba cambiarme en los vestidores de la escuela, ya que al ver otros chicos era frecuente que tuviera una erección, aunque no estaba seguro si fuera simple curiosidad o algo más.
Llegaron las vacaciones de invierno, en mi universidad regresábamos a clases en los últimos días de enero, así que después de pasar Navidad y Año Nuevo con mi familia me quedaban muchos días libres y decidí visitar las playas de Oaxaca, quería sol y arena, algo tranquilo para relajarme después de las fiestas de fin de año y antes de iniciar mi nuevo ciclo escolar, mi idea era pasar una semana en alguna cabaña junto al mar en Huatulco y otra semana en Puerto Escondido.
Llegué a Huatulco y me impresionaron sus playas, son bellísimas, con una claridad de agua asombrosa y de bellos tonos azul turquesa o verde esmeralda, dependiendo de la playa, clima cálido, no agobiante, por lo menos en esa época, arena fina y dorada, algunas playas literalmente unas enormes albercas con muchos corales y una vida marina espectacular, excelentes para hacer esnórquel o buceo, pero a pesar de toda su belleza, no era lo que estaba buscando, yo quería una cabaña junto al mar, iba en plan de relax, resulta que Huatulco aunque tiene 36 playas, la gran mayoría se encuentran en una reserva natural, por lo que no se pueden construir cabañas u hoteles y en las que sí se puede construir solamente hay resorts de lujo que se iban de mi presupuesto, así que me tuve que hospedar en la Crucecita, que es el poblado principal pero alejado de las playas, otro problema era que a la mayoría de las playas solamente se pueden llegar por lancha y la lancha era más cara que el taxi por lo que solamente fui a las que eran accesibles por taxi por tener un presupuesto limitado.
Conocí Playa la Entrega, Playa Santa Cruz, Bahía Tangolunda, Bahía Conejos y Bahía Maguey todas muy, muy hermosas, aun viajando en taxi el gasto de ir y regresar en taxi estaba haciendo estragos en mi presupuesto, así que después del quinto día decidí adelantar mi viaje a Puerto Escondido, pensando que sería más económico estar allá y esperando encontrar lo que estaba buscando, aprovechando que Zipolite estaba en camino decidí hacer una escala y pasar un par de noches en esa playa, me daba curiosidad y tal vez un poco de morbo ir a la playa nudista más famosa de México.
Tomé el autobús a Pochutla y de allí un transporte colectivo a Zipolite.
Zipolite me encantó, era justo lo que estaba buscando, un sitio encantador, con una larga playa, muchos sitios de cabañas para hospedarse junto a la playa y a un precio muy módico, un ambiente relajado, algo hippie, me hospedé en una cabaña junto al mar, algo rústica pero a un precio insuperable, el único inconveniente es que el baño era compartido, pero me daba igual.
Enero ya no es período vacacional en México, pero sigue siendo temporada alta por ser temporada invernal, por lo que casi todo el turismo era extranjero, abundando europeos, canadienses, norteamericanos y australianos, era raro el turista nacional, mi intención era probar por primera vez el nudismo, aprovechando que no hubiera nadie conocido, aun así era algo que me daba mucha vergüenza, una vez instalado en mi cabaña, caminé por toda la playa en traje de baño a fin de reconocer la zona, me di cuenta que aunque toda la playa es nudista, el nudismo se concentraba principalmente en los dos extremos de la playa, en un extremo la playa se encontraba separada por un risco y es conocida como playa del amor, y en el otro extremo la zona de playa conocida como Roca Blanca. Casi la totalidad de los nudistas en Playa del Amor eran hombres, y estaba muy concurrida, me imaginé que era la parte gay de la playa, por lo menos en esa época del año y en esas fechas, así que decidí ir a la zona de Roca Blanca donde había nudistas hombres y mujeres, y no estaba tan atestada, no es que fuera homofóbico, pero pensé que llamaría más la atención en la playa del amor y me daba pena que me miraran, tampoco quería desnudarme en la parte central de la playa donde era raro gente desnuda, así que pensé que la zona de Roca Blanca era el lugar perfecto para probar el nudismo por primera vez.
Llegué frente a unas cabañas llamadas El Alquimista y tendí la toalla, me quité rápidamente el traje de baño y me acosté boca abajo, sentí una descarga de adrenalina muy especial y mi verga se puso dura, pero al estar boca abajo lograba ocultar mi erección, al principio sentía vergüenza estar desnudo, poco a poco me fui relajando, la sensación de estar desnudo es fantástica, sentía el aire, el sol, la brisa, acariciando mi piel y mis partes más íntimas y una percepción de libertad difícil de explicar.
De pronto vi a un hombre maduro acercarse completamente desnudo con una toalla en la mano y una pequeña mochila colgada, no pude evitar mirarlo, tenía un cuerpo muy bien formado, musculoso, atlético, de piel morena apiñonada y bronceada por el sol, pero lo que más llamó mi atención fue su miembro, aunque flácido, se veía de un tamaño bastante considerable, se balanceaba su miembro al caminar y sus grandes y pesados huevos seguían el ritmo, lo miraba embobado, hasta que me di cuenta que podría notarlo y giré un poco mi vista hacia las rocas para no delatarme, para colmo tendió su toalla cerca de mí y se tendió boca arriba, estaba muy nervioso y por instantes lo veía de reojo, no pude evitar que mi verga se pusiera nuevamente dura, así que cerré los ojos para dejar de ver su bello cuerpo masculino y tratar de relajarme, me dispuse a disfrutar del sol..
De pronto escucho una voz que me dice:
– ¿Hablas español?
– Siii- respondí, abriendo mis ojos y encontrarme a ese macho desnudo de pie justo a mi lado.
– Perdona, ¿me prestarías el bloqueador?, compré el aceite de coco que venden en la playa, pero me está empezando a arder la piel, necesito mayor protección.
Mi piel es muy blanca y se me quema con facilidad, por lo que siempre compro bloqueadores de sol de un factor de protección muy alto.
– Claro- aquí tiene Señor- respondí nervioso, entregándole el bloqueador.
De reojo observaba como se untaba el bloqueador en toda su piel, incluyendo su verga y nalgas, un espectáculo para mis ojos y se fue caminando lentamente hacia el mar.
Me quedé contemplando fascinado sus robustas piernas y sus nalgas firmes y duras, tenía un cuerpo muy bien conservado para ser una persona madura, un cuerpo seguramente esculpido en el gimnasio.
Estuvo un rato nadando y cuando salió acercó su toalla justo a mi lado, a escaso un metro de distancia.
Se tumbó y me empezó a hacer plática, me dijo que su nombre era Rubén, que era de Monterrey, divorciado y llevaba tres días en Zipolite, que le encantaba el lugar y aunque había ido con la intención de descansar se aburría un poco al haber tan pocos visitantes mexicanos para platicar, ya que no dominaba otros idiomas, que había tenido un divorcio complicado y decidió tomar unas semanas de vacaciones para relajarse.
Mientras platicaba conmigo se puso de lado, su verga quedó frente a mí, mi vista se desviaba sin poderlo evitar, la miraba de reojo, juraría que había crecido y estaba morcillona, imponente, gruesa, descapullada, la cabeza parecía brillar, gruesa y cabezona, una verga de película, hermosa, no podía despegar la mirada de ese enorme bulto, me puse tremendamente nervioso y mi verga se puso más dura todavía, seguramente me ruboricé, entonces me preguntó:
– Oye, porque no te metes al mar, está excelente, refrescante.
Volteé a verlo a la cara desviando mi mirada, aunque su verga me tenía hipnotizado no podía permitirme seguir viéndola en forma tan descarada, seguro lo notaría, me veía sonriendo.
Le contesté nervioso que el oleaje estaba muy fuerte y le tenía un poco de respeto, realmente el oleaje es algo fuerte en Zipolite, pero la verdadera razón era que estaba durísimo y por esa razón no podía levantarme.
– Sabes, encontré una pequeña playa muy bonita y con un oleaje muy tranquilo, cerca de aquí, ¿te gustaría conocerla?
– Mmm, sí, creo que sí, me gustaría- respondí, con algo de nervios
– Ven, entonces vamos, te encantará y así me haces compañía.
– ¿Justo ahora?
– Sí, vamos, queda muy cerca, unos 10 o 15 minutos a pie.
No me quedó otra opción que levantarme, tomé mi bañador y rápidamente me lo puse para tratar de evitar que viera mi erección, pero él no había apartado la vista de mi cuerpo y se dio cuenta, sonriendo mientras se ponía su traje de baño, me dice:
– ¿Primera vez en Zipolite?
– Si, así es- respondí
– Tranquilo, no pasa nada, es algo normal, a mí también se me paró la primera vez que vine a esta playa, sucede con los primerizos, es imposible que no se te ponga dura con tanta güerita encuerada y buenísima, ya después te vas acostumbrando y te relajas, ja, ja,
El que ese hombre maduro, tan fuerte y que se mostraba tan seguro me dijera que no me preocupara por estar erecto, que era normal, me ayudó a tranquilizarme un poco, no quería que pensara que era un depravado o algo así, empezó a andar y lo seguí, sentía miedo y ansiedad, era un desconocido y no sabía sus intenciones, no sabía porque no me había negado, no me reconocía, subimos a un risco donde hay otro grupo de cabañas, creo se llamaban Shambalá, Shangri La o algo así y caminamos por un sendero unos 10 minutos, al llegar no podía creerlo, llegamos a una playa muy pequeña, completamente desierta, rodeada de rocas y un mar muy tranquilo y cristalino, un pequeño paraíso, el único inconveniente era que había rocas al entrar al agua, pero llevaba calzado para agua y no representaba problema alguno.
Rápidamente Rubén se desnudó y nuevamente me quedé viendo su verga como un bobo, lo seguí con la vista hasta que se metió al agua.
– Vamos quítate ese short y disfruta el agua esta riquísima- me gritó, sacándome de mi estado de embobamiento.
No me quedó más remedio que hacer lo mismo, mi verga estaba erecta y traté de taparme disimuladamente con una mano y entrar rápidamente al agua para evitar que notara mi turbamiento, pensando que al no haber chicas cerca no podría justificar mi estado de excitación, se me acercó y empezamos a platicar, muy cerca, no recuerdo bien que tanto me decía, en cierto momento una ola grande me empujó desde mi espalda hacia adelante y alcancé a rozar su cuerpo, incluso creo que percibí la punta de su verga rozar mi pierna, una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo, puso una mano en mi cadera ayudándome a no perder el equilibrio y al retirarla la deslizó por un costado de mi nalga, lo que hizo que me estremeciera y me temblaran las piernas.
La plática continuó, unos minutos después salió del agua y se acostó nuevamente en la toalla boca arriba, me quedé un poco más en el agua para controlar mi erección, sentía su mirada y me puse de espaldas a él para evitar verlo desnudo y pudiera bajar mi excitación, cuando por fin pude controlar mi erección salí rápidamente, mi toalla estaba llena de arena, así que me puse de espaldas a él para evitar que viera mi verga a medio parar, me agaché sin doblar las piernas para recoger la toalla y agitarla para sacudir la arena, no me daba cuenta que por evitar mostrar mi verga semi erecta estaba exhibiendo mi culo.
Me tendí nuevamente boca abajo, cuando Rubén dice:
– ¿Seguro que te habrán dicho que tienes buen culo?
– Mmm, creo que alguna novia o amiga lo comentó en alguna ocasión- respondí con timidez.
– Si, en serio, tu culo es muy bonito, muy blanquito y redondito, ya quisiera que mi novia tuviera un culo así, es mucho mejor que el de mi ex-esposa que tenía un culo precioso.
– Gracias – respondí.
No podía creer lo que había dicho, le había dado las gracias por alabar mi culo, creo que no era correcto, tal vez debí reclamarle, pero sentí que no lo decía con mala intención, que estuviera hablando de mi culo me ruborizó, me daba demasiada pena y para colmo mi verga se puso nuevamente a tope, me alegré estar boca abajo para disimular y no se notara.
– Perdona, creo te incomodé con mi plática, pero es que me puse muy caliente imaginando que es el culo de mi novia, se me puso dura, creo que me voy a tener que ir a meter al agua para calmarme, mira, ja ja.
– No lo podía creer su verga estaba completamente parada, tenía ante mis ojos un enorme tronco de carne dura y tiesa, de aproximadamente unos 20 o 22 cm, gruesa, sus venas se habían hinchado más y la cabeza brillaba, había tomado un tono rojizo, majestuosa, estaba viendo mi primer verga de macho en todo su esplendor a sólo centímetros de mí, solamente había visto algo así en las películas porno, mis ojos se abrieron sorprendidos, sentí que mi corazón latía más fuerte y quería salirse de mi pecho.
De pronto siento otra ligera nalgada, que me trae de vuelta de mis pensamientos, sentí que dejó la mano un instante más en mi nalga, casi una caricia, apretándola ligeramente al levantarse, lo cual me causó un sobresalto y un pequeño respingo.
Se metió al mar y estuvo nadando unos 25 minutos.
Mi imaginación volaba, creí que había llegado demasiado lejos, por un lado, quería irme, escapar de ese atractivo pero desconocido hombre que me tenía tan confundido y por el otro quería continuar a su lado, jamás me había sentido tan excitado y al mismo tiempo tantos nervios, mi corazón palpitaba con fuerza e incluso mi respiración estaba un poco agitada, aun así mi verga seguía dura, me traicionaba, no recuerdo haber tenido la verga dura durante tanto tiempo, ya me dolía.
Al regresar de nadar, mi piel blanca empezaba a tener una tonalidad rosada, no estaba seguro si por el sol o la turbación y me comentó que me estaba quemando y que necesitaba más bloqueador, sin preguntar tomó el bloqueador que estaba en mi pequeña mochila y se arrodilló entre mis piernas con una rodilla a cada lado de mis nalgas, sentí el chorro de bloqueador caer en mi espalda, en forma abundante, se inclinó para untar el bloqueador y juraría que sentí la punta de su verga acariciar mis nalgas, pasaba sus dedos muy suavemente, recorriendo cada centímetro de mi espalda, una y otra vez, procurando que mi piel absorbiera la espesa crema, recorría cada parte de mi cuerpo, mi espalda, mi nuca, mi cuello los brazos, siempre muy suave, era más bien una caricia, toda mi piel se ponía chinita al contacto, me encantaba la sensación, sentía tan rico que no pude contener un suspiro y lo escuché decir:
– Que piel tan suave tienes, es más suave que la de mi novia, ¿te depilas?
– No, siempre he sido lampiño- respondí.
Se desplazó a la parte inferior de mi cuerpo y otro chorrito de bloqueador cayó sobre cada uno de mis muslos, seguido de sus manos recorriendo mis muslos, se sentía tan bien que cerré los ojos y me puse a disfrutar el ardiente masaje, poco a poco fue subiendo hasta llegar al borde de mis nalgas, aplicó otro chorro de bloqueador en cada una de ellas, seguido de sus grandes manos, me dejé llevar, no puse resistencia, masajeaba y apretaba suavemente mis nalgas, sentí desfallecer, sus pulgares abrieron mis nalgas y la brisa del mar se coló hasta mi lugar más íntimo, al instante se contrajo, sus dedos pulgares recorrían mi rajita y rozaba la hendidura de mi hoyito muy suavemente, estaba en el cielo, oleadas de placer recorrían mi cuerpo, noté como uno de sus pulgares se detuvo en mi ano, estaba sumamente caliente y me abandoné, no protesté, estaba en sus manos y en ese instante supe que haría conmigo lo que quisiera, se inclinó sobre mi cuerpo y sentí su lengua posarse en mi agujerito, inmediatamente mi culo se contrajo y un gemido involuntario delató el placer que sentí, eso lo animó y su lengua recorrió mi estrecho agujero, la movía en círculos recorriendo los arrugados pliegues y presionó el cerrado orificio que se resistía a ser profanado, siguió con su asedio en mi culo, sentía tanto placer que paré más la cola, doblando mi cintura, era un placer jamás sentido, mis piernas temblaban, mis gemidos se volvieron más intensos, me estuvo lamiendo el culo por lo menos unos 10 minutos cuanto mete toda su cara entre mis nalgas y empecé a retorcerme de placer, me estaba haciendo el amor por la cola de una forma que jamás hubiera imaginado, succionó mi culo de una forma que me hizo ver las estrellas, todo mi cuerpo empezó a temblar, mordí mis labios para no gritar, ya sentía la colita muy sensible, húmeda, palpitante, sentía que hacía pucheros, se contraía involuntariamente, su saliva escurría hasta llegar a mis huevos.
– Sabes, tienes un culo delicioso, me encanta comerlo, bebe.
Se estiró para alcanzar el aceite de coco que estaba a un lado de la toalla, al hacerlo sentí claramente la cabeza de su verga dibujar una línea sobre mis nalgas, chorreaba un líquido viscoso, seguramente precum, que quedaba impregnado en mi piel, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Pronto sentí que abrió una de mis nalgas y un líquido tibio y aceitoso cayó justo en mi orificio, el aroma a coco invadió mi nariz, no pude evitar dar un respingo y apretar el culo, embarró el aceite entre mis nalgas y su dedo pulgar recorrió mi rajita y frotó con la yema la entrada de mi orificio, sólo por fuera, mi orificio se contraía al contacto y me preguntó:
– Está muy cerradito, ¿Eres virgen?
Moviendo mi cabeza contesté afirmativamente, una sonrisa se dibujó en sus labios.
– No te preocupes, pronto dejarás de serlo, te lo haré muy despacito, será un placer desvirgar este culito tan rico.
Empezó a presionar su dedo meñique hasta que venció la resistencia de mi esfínter y entró levemente en mi culo, solo la punta, la primer falange, empezó a rotarlo suavemente en forma circular, sentía raro, pero no era algo desagradable, poco a poco me iba gustando sentir su dedo dentro de mi cuerpo, di un gemido y abrí más las piernas, invitándolo a continuar, pronto entró totalmente dentro de mí, me acariciaba por dentro, después de unos segundos lo sacó, puso un poco más de aceite, y volvió a introducirlo, entró un poco más fácil.
– Mmm, que precioso culo, y que apretadito, va a costar abrirlo, pero no te preocupes estás en las manos de un experto.
Sacó su dedo y lo reemplazó por el dedo índice, empujó y poco a poco lo fue metiendo más, hasta que me lo metió completamente y tocó algo en mis profundidades que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera, fue como un calambre que me recorrió por dentro que hizo que lanzara un gemido y exhalara rodo el aire de mis pulmones.
– ¿Sientes?, es tu próstata, dilatas muy bien, realmente vas a gozar mucho con este culito goloso.
Su verga dura ya se restregaba descaradamente sobre mi pierna, mientras seguía metiendo y sacando su dedo, cada que punteaba mi próstata mordía mis labios para no gritar de placer.
Sacó su dedo y puso más aceite todavía, ahora fueron dos dedos los que entraron con apenas algo de resistencia, un ligero ardor, pero el placer que sentía justificaba con creces esa pequeña molestia, cuando sus dedos tocaron mi próstata y empezó a masajearla, me retorcí, pensé que iba a enloquecer, estaba en éxtasis, después de unos minutos sacó sus dedos, me sentí vació, casi le ruego que me los vuelva a meter, me contuve. Lo escuché decir
– Ya estás lista nena- levantó mis caderas y me puso en la famosa posición que todos conocen, en cuatro con las piernas bien abiertas me hizo doblar la espalda para que empinara el culo.
– Así nena, al principio te va a doler un poco, pero aunque te duela debes aguantar y relajar la colita, no te pongas tenso, si lo haces después sentirás el placer más intenso que hayas experimentado en tu vida.
Me dio un poco de miedo, estaba a punto de perder la virginidad y se lo dije:
– Rubén, quiero que me la metas, quiero probar que se siente, pero tengo miedo, es mi primera vez, tu verga es muy grande, ten paciencia, no me lastimes.
– Tranquila, sólo entrégate, va a doler, no te voy a engañar, pero será el precio por el gran placer que sentirás, relájate y no aprietes, verás que pronto pasará el dolor.
Sentí su verga recorrer mi rajita, rozar mi orificio, con un dedo Rubén buscó y encontró mi orificio, lo metió un poco como marcando y ubicando el objetivo, apoyó la punta de su verga justo en la entrada.
Abrió mis nalgas al máximo y empezó a empujar, mi esfínter se resistía, poco a poco fue cediendo, sentí como iba resbalando hacía mi interior, cuando la cabeza traspasó mi esfínter, sentí un dolor tremendo que me partía, di un grito de dolor, mi vista se nublaba y sentía un calor tremendo,
– Aguanta, aguanta, ya entró la cabeza, tienes que relajarte amor, confía en tu macho, no te la meteré más hasta que me lo pidas- si bien dejó su verga quieta continuó acariciando mis nalgas, mi cintura, mi espalda, e incluso mis pezones.
Aflojé el cuerpo e intenté relajarme esperando que el dolor disminuyera, como había dicho mi macho, efectivamente el dolor se hizo más tolerable y se lo señalé, reinició el ataque, empezó a empujar lentamente penetrándome con suavidad, mis pliegues se estiraban al máximo, centímetro a centímetro iba entrando, abriéndome el hoyito, hasta que sus pesados huevos quedaron pegados a mis nalgas.
– Listo amor, ya la tienes toda dentro, ¿la sientes?, ¿sientes mis huevos en tu culo? has dejado de ser virgen, soy tu primer macho y nunca olvidarás este momento, el momento en que te conviertes en hembra por primera vez.
Efectivamente me sentía su hembra, una excitación tremenda recorría mi cuerpo, creía que me volvía loca, me sentía plena, tan llena de mi hombre, pensé que esto era lo que sienten las mujeres y me alegré de poder sentir lo que sienten, al fin entendía por qué en las películas porno primero se quejan y gritan de dolor y después gimen y gritan de placer, era lo máximo ser poseída por un macho, un placer que no se puede describir, mi destino de ahora en adelante sería el ser una nena, una putita y gozar de los placeres que un macho puede dar y al mismo tiempo hacer gozar a mi macho.
Empezó a moverse, la sacaba hasta dejar solo la cabeza dentro y me la metía hasta el fondo, haciéndome gemir de placer, me derretía en cada metida y sacada.
– Sabía que eras una putita, lo supe desde que ví que no me sacabas la vista de encima, y se me antojó mucho tu culito, tienes muy buenas nalgas y no iba a desperdiciarlas, tu culito tenía que ser mío, pero el que fueras virgen fue un plus, algo especial, me encanta desvirgar putitas, ser su primer macho, no olvidarás mi cogida en toda tu vida, la primera vez no se olvida, te marcaré por siempre.
– Aggghh, si, cógeme, métela toda, me gusta, aggghh, soy tuya, tu putita, hazme lo que quieras, me encanta ser tuya-gritaba
Se recostó sobre mi cuerpo y me abrazó mientras su boca mordía y besaba mi cuello, mi nuca, mis orejas en forma desesperada, gemía de placer, el golpeteo de su verga contra mi próstata me tenía en éxtasis, mi cuerpo empezó a convulsionar, mi verga empezó a lanzar fuertes chorros de leche que cayeron sobre la toalla.
– Así goza putita, estás acabando como una putita, con una verga de macho bien enterrada hasta lo más profundo,
Rubén me penetraba salvajemente, como si no hubiera un mañana, arremetiendo una y otra vez contra las profundidades de mi culo, sus huevos chocaban contra la entrada de mi culo, con fuerza, como todo un macho, seguía convulsionando, mis espasmos hacían que mi culo apretara su verga en forma involuntaria, todo mi cuerpo temblaba,
– Ay putaaa, agghhh, pero que buen culo tienes, agghhh, como aprieta mi verga, que rico, me vas a sacar la leche, aggghhh
Sentí que me dio una estocada profunda y su verga empezaba a disparar chorros y chorros de espeso semen en lo más profundo de mis entrañas, cayendo exhausto sobre mi cuerpo, después de unos segundos se incorporó y me dijo:
– Fue el culito más rico que me he comido en mi vida amor, y aparte virgen, uffff que colita tan increíble, me dejaste seco, me sacaste toda la leche-dijo al tiempo sacaba su verga de mi culo y me daba una buena nalgada con su mano abierta.
Me ayudó a incorporarme, mis piernas temblaban, con un poco de esfuerzo nos dirigimos a la playa, el semen escurría entre mis piernas, nos metimos al agua y nos lavamos a conciencia, expulsando el semen que tenía en mi interior, después tendimos nuestras toallas una junto a la otra y nos acostamos, me acurruqué sobre su pecho y me fui quedando dormido, estaría dormido unos 30 minutos cuando desperté y observé que estaba despierto, me miraba de forma tierna y acariciaba mi pelo, hubiera querido estar así por siempre, pero ya pronto iba a anochecer y había que regresar, así que nos pusimos nuestros trajes de baño y regresamos con un poco de prisa para que no nos agarrara la oscuridad.
Me invitó a cenar a un restaurante italiano de la calle principal de Zipolite, muy romántico, con iluminación de velas y después a dormir a su habitación, acepté sin condiciones, este hombre maduro me tenía hipnotizado y accedería a cualquier cosa que me propusiera.
Al otro día fui por mis cosas a la cabaña en la que me estaba hospedando y me mudé a la habitación de Rubén, cancelé mi visita a Puerto Escondido y me quedé el resto de mis vacaciones con Rubén, me sentía su novia, su hembra y que estábamos en luna de miel, fueron incontables las veces que me cogió, en su habitación, en nuestra playa secreta, en las noches íbamos a la Playa del amor y me cogía a la luz de la luna, generalmente en esa playa van otras parejas a hacer lo mismo, tanto homosexuales como hetero y era muy excitante hacer el amor cerca de otras parejas haciendo lo mismo.
Al terminar las dos semanas que tenía programadas todavía me quedé cinco días más, hasta el día que él también se tuvo que marchar, pidió un taxi y camino al aeropuerto de Huatulco pasó a dejarme a la Central Camionera de Pochutla, ahí nos dimos un último abrazo de despedida y lo vi partir en el taxi, me dio su teléfono y dirección en Monterrey, nunca lo llamé, no se dio la ocasión, sin embargo fue cierto lo que dijo, desde ese encuentro por fin definí mi orientación sexual, tuve muchas parejas, pero a mi desvirgador nunca lo olvidé, ni la forma tan increíble que me desvirgó.
Gracias a todos, sus comentarios son mi motivación para seguir escribiendo, espero sus comentarios en el correo [email protected], todas las críticas buenas o malas son bien recibidas.