Hola, mi nombre es Ariel, y actualmente tengo 32 años, soy casado desde hace 6 años y aunque soy varonil, he tenido algunos encuentros con otros hombres, quisiera relatarles algunos de mis experiencias, desde que era un adolescente.
Empezaré por contarles que no soy mal parecido, soy de tez blanca y seguramente por herencia de mi madre soy nalgón, lo que desde muy temprana edad observé que atraía las miradas de muchas mujeres y también de algunos hombres.
En esta ocasión les relataré algo que me pasó cuando tenía unos 19 años, y fue donde perdí la virginidad, había tenido algunos escarceos con un vecino de adolescente, pero sólo algunos roces que en otra ocasión relataré, y la culpa de perder mi virginidad fue por mentir en un chat.
Acababa de entrar a la Universidad y me había mudado a la ciudad de México a estudiar, mi novia de aquel entonces se había quedado a estudiar en Tampico, lo que ocasionaba que tuviera las hormonas un poco desatadas.
Recuerdo que entraba a páginas porno y en ocasiones entraba a páginas de chat para charlar con mujeres y desfogarme un poco, en cierta ocasión, recibí un mensaje privado de un nick llamado machosemental_45, pero dirigiéndose a mi como chica, pensé en un primer momento aclarar el error (Ariel también puede ser nombre de chica, ya me había pasado en algunas ocasiones), pero como ya tenía rato y estaba aburrido, decidí no sacarlo de su error y contesté como si fuera una chica.
Resultó que era un señor maduro de 45 años, de nombre Roberto, recién divorciado y que vivía también en la ciudad de México, comenzamos a platicar y accedí a participar en una fantasía sexual escrita con él, relataba en forma muy ardiente y me masturbé muy rico con sus palabras, creo que a él también le gustó todo lo que relataba, porque me pidió quedar otro día para seguir con otra fantasía escrita, a lo cual accedí con gusto, y así quedamos de conectarnos al siguiente día con el mismo nick.
Eran unas fantasías muy ardientes y en la siguiente ocasión me pidió mi correo electrónico para poder coordinarnos cuando tendríamos tiempo para entrar al chat, y se lo di, me masturbaba con los relatos e incluso confieso llegué a soñar alguno siendo la chica de los relatos.
Pero se dio lo que me temía, me pidió conocernos personalmente, le había contado en que Universidad estudiaba y me pidió vernos en una cafetería muy cerca de la Universidad, fijo fecha y hora y me pidió ir, por supuesto que no acudí a la cita, todo había llegado demasiado lejos y sentí que lo mejor era contar la verdad, así que cuando me mandó el correo preguntando porque no había acudido a la cita, decidí sincerarme y decirle que era hombre, pensé que allí acabaría todo, pero me equivoqué, recibí un nuevo mensaje, diciendo que comprendía, que a veces pasa en los chats, pero que le gustaría que siguiéramos fantaseando, ya que le gustaba mucho los relatos que hacíamos juntos, claro, en mi rol de hembra.
Me sorprendió que quisiera que continuáramos haciendo relatos en el chat a pesar de saber que era hombre, y más me sorprendió cuando me dijo que de todos modos le gustaría conocerme, que el siguiente sábado iría a la cafetería en la tarde y esperaba que no faltara.
Toda la semana estuve nervioso y pensando si debería acudir, e incluso el mismo sábado dudaba en asistir, pero estaba intrigado y al final decidí dar una vuelta a la cafetería, pero sin revelar mi identidad.
Llegue a la cafetería un poco tarde y pronto lo reconocí por la descripción que me había dado, era un hombre que se podría considerar atractivo, de alrededor de 1.78 m, de tez morena clara, y con un poco de sobrepeso, un abdomen un poco abultado, pero no mucho, vestía un traje gris oscuro, se veía elegante y caro, entré a la cafetería y me senté a unas mesas de distancia, pero pronto descubrió que lo observaba y se dirigió a mi mesa, en ese instante mi corazón latía de prisa y empecé a sudar, el me saludó con familiaridad, como si nos conociéramos de mucho tiempo.
-Hola Ariel, soy Roberto, es un gusto conocerte. Al tiempo que estiraba su mano para saludarme.
Estaba sumamente nervioso y casi no podía articular palabra, y aunque pensaba negar mi identidad, no lo hice, poco a poco, seguimos charlando y me alababa por la forma ardiente que escribía, que jamás hubiera pensado que era hombre, y entre plática y plática me fui sintiendo más cómodo, era muy amable y conversador, ese día se jugaban las semifinales del futbol mexicano y me preguntó que donde lo iba a ver, le contesté que no tenía planes y me invitó a verlo a su departamento, que no vivía lejos y que me invitaba algunos tragos.
Aunque apenas lo conocía acepté y fuimos en su coche, pronto llegamos a su departamento, vivía en un edificio de departamentos muy elegante y su departamento era grande y acogedor.
Me senté en la sala, mientras el fue a su cuarto a cambiarse y ponerse la playera de su equipo, que por casualidad era también el mío y regresó con un par de cervezas y botanas.
Vimos el partido, se emocionaba mucho en cada jugada y en ocasiones sentía que me tocaba la pierna, nuestro equipo ganó 2 a 1 y en cada gol lo celebró gritando y abrazándome, ya habíamos bebido algunas cervezas y me sentía un poco mareado.
Al final se sentó junto a mí y me dijo algo que no esperaba, que lo había hecho gozar mucho con nuestros relatos y que pensaba que dentro de mí había una nena esperando salir, al tiempo que sentí una de sus manos en mi pierna y la otra sobre mi hombro, abrázandome, me quedé estático, sin saber que hacer, congelado, pensaba en mi mente en huir, escapar, pero no lo hice y me apretó contra su cuerpo, sus labios buscaron los míos en un beso candente, mi cuerpo me traicionó y correspondí al beso, su lengua se revolvía dentro de mi boca y sentí que sus manos recorrían mi espalda.
Poco a poco fueron bajando hasta encontrar mis nalgas y las empezó a apretar suavemente, mientras besaba mi cuello y mordisqueaba mi oreja, sentí su nariz recorriendo mi mejilla y aspirar, mientras me susurraba al oído.
-Así nena, hoy vas a ser mi hembrita, he soñado tantas veces contigo, y hacer todo lo que hemos fantaseado.
Mi piel se erizó, mi mente se puso en blanco, sabía que debía escapar, huir, pero no podía, sentí que poco a poco me fue desnudando, mientras me apretaba contra su cuerpo, era mucho mas fuerte que yo y no me resistí, ni siquiera lo intenté, me estaba gustando mucho como me acariciaba, sus manos ardientes recorriendo mi cuerpo, apretando mis nalgas, me quitó el boxer y continuó con sus caricias, sentí un dedo que se abría paso entre mis nalgas, recorriendo mi rajita, buscando mi orificio, pronto lo encontró y al instante di un pequeño respingo y un gemido salió de mi boca, no pensé que mi esfínter fuera tan sensible, empezó a rozar la entrada con la yema de su dedo y sentí que me volvía loco, mis últimas defensas se derrumbaban, abrí mas las piernas para darle mejor acceso y me susurró al oído lo mucho que le gustaba mi culo, que estaba muy cerradito y ardiente, me dio vuelta y me recostó sobre el sofá, empujando mi espalda hacia abajo y haciendo que abra mis piernas, quedando con el culito levantadito y expuesto, sin dejar de acariciar mi espalda y nalgas se agachó y sentí que empezó a morder mis nalgas suavemente, a besarlas y recorrerlas con su lengua, yo solamente gemía de placer, que rico sentía, abría mas mis piernas para facilitarle el acceso, de pronto sentí que abría mis nalgas y su lengua recorría mi rajita, ardiente y rugosa, encontró mi esfínter y jugaba con él, punteando suavemente, sentía que me desmayaba de placer, empujó un poco más fuerte y sentí que mi esfínter cedía y la punta de su lengua entraba dentro de mi culo, uffffff, di otro respingo, y se me escapó un gemido mas fuerte, estaba entregado, disfrutando, poco a poco la lengua entraba un poco mas en mi culo y la movía en forma circular, procurando tocar mis paredes internas, abrió un poco mas mis nalgas y sentí que escupió entre ellas y ahora sentí su dedo forzar mi entrada, la cual fue cediendo y entró la punta de su dedo índice, me ardió un poco y se sentía extraño, no precisamente placentero, pero empezó a empujar despacio, suavemente y en forma circular, procurando tocar mis paredes internas, siempre poniendo mas saliva en su dedo y poco a poco sentí como iba entrando su dedo en mis entrañas, hasta que tocó lo que supongo era mi próstata y empezó a masajearla, uffffff, sentí una oleada de placer recorrer mi cuerpo, una corriente eléctrica y empecé a retorcerme de placer, mis gemidos subieron de intensidad.
– Ves amor, como gozas con tu coñito, sabía que eras una hembra.
Sentía extraño que me hablara en femenino, pero creo que me excitaba, en ese momento, era cierto, era su hembra, sentía la colita muy llena de saliva y flojita, su dedo entraba y salía con facilidad y en ese momento sentí que me introducía un segundo dedo, abriendo más mis entrañas, me ardió un poco más, pero era soportable y era más el placer que sentía, que no opuse resistencia, sus dedos me revolvían por dentro, masajeando mi próstata y sentí que los intentaba abrir y cerrar, estirando mis pliegues, y también los metía y sacaba siempre poniendo mas saliva a sus dedos, sentía la colita llena de saliva, muy húmeda y abierta, su saliva escurría hasta mis testículos, así siguió algunos minutos y pensé que me correría, pero justo antes de que me corriera, saco sus dedos y sentí algo mas grueso y ardiente, voltee a verlo y vi que ya estaba desnudo, y lo que sentía era la punta de su verga, una verga muy gruesa y larga, que recorría mi rajita y azotaba mis nalgas, sentí que empezó a puntear en mi agujerito y me encantó, era una caricia suave y ardiente, su mano se posicionó en mi espalda y la empujó haciendo que levantara mas la colita, después me tomó de la cintura y empujó un poco más fuerte, y ahí sentí un dolor tremendo, como si un cuchillo me partiera en dos, me retorcí en el sofá y me zafé de la posición dando media vuelta.
Me pidió disculpas y me dijo que iba a hacer más suave, también me dijo que tenía un lubricante que usaba con su ex-esposa y fue a buscarlo, yo estaba indeciso, me había dolido mucho y tenía dudas de continuar, con algo de temor accedí, pero con la condición de que no me fuera a penetrar, solamente que se masturbara con mi colita, él accedió, en esta ocasión me pidió que me recostara sobre uno de los brazos del sofá y doblara mi cintura, estaba nervioso y él lo notaba, siempre tratando de tranquilizarme, me dijo que solamente pondría su verga en mi agujerito punteando sin meterla y que me haría acabar muy rico, sentí algo frío y gelatinoso en la entrada de mi culo, que imaginé que sería el lubricante y empezó a frotar con su dedo, empujó y fácilmente se deslizó dentro mío, puso mas lubricante y se esforzó por introducirlo dentro con su dedo, moviéndolo en forma circular para lubricar mis paredes internas, se sentía delicioso.
Cuando sentí su verga ardiente en mis nalgas, por instinto me puse tenso, y apreté la colita, en forma paciente me acariciaba las nalgas y me dió un par de nalgadas que me ayudaron a relajarme un poco, su verga ardiente recorría mi rajita lentamente, se sentía babosita, llena de precum, posicionó la cabeza de su verga en mi entrada y punteó suavemente, era una sensación muy rica, me gustaba mucho, pero seguía un poco tenso, siguió acariciando mi espalda y empujando hacia abajo para que abriera mas la colita, de pronto subió una de sus rodillas al brazo del sofá al lado de mi cuerpo y me pidió que pujara para que sintiera mas rico, me encantaba la sensación, era muy intensa y pensé que en cualquier momento me correría, me pidió sincronizar movimientos y que pujara al tiempo que el punteaba para que acabara muy rico y así lo hicimos, empezó a contar y a la cuenta de tres me punteaba al tiempo que pujaba, volvió a contar, pero en esta ocasión al momento de que pujé empujó con fuerza y sentí nuevamente que me desgarraba, un dolor insoportable, la cabeza de su verga había entrado en mi culo y mi esfínter se cerró sobre el tronco de su verga, nuevamente intenté zafarme, pero era imposible, no había espacio hacia ningún lado para poder voltearme, estaba encerrado entre el respaldo y el brazo del sofá y la rodilla de Roberto, el único movimiento posible sería hacía arriba, ensartándome más con la verga de Roberto, grité, pedí que me la sacara, pero no se movió ningún milímetro, tampoco siguió empujando.
– Relájate, cariño, ya entró la cabeza de la verga, no te muevas, espera que tu culito se acostumbre al grosor de mi verga.
Mis intentos por zafarme eran en vano, Roberto me tenía muy bien sujeto, su mano firme en mi espalda no me permitía moverme, al igual que su pierna a un costado de mi cuerpo, un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas, sentía como si mi culo hubiera sido atravesado por un cuchillo ardiente, y sentía que la cabeza de la verga de Roberto palpitaba, latía en mi interior, Roberto continuó acariciando mi espalda, y mis nalgas, para tratar de relajarme.
Dejé de luchar, me rendí, pensé que lo mejor sería hacerle caso a Roberto e intenté relajarme, a fin de que disminuyera el dolor y terminara lo más rápido posible. Roberto notó mi rendición y me dió una sonora nalgada en el culo, que me tomó por sorpresa y apreté el culo, pero nuevamente intenté relajarme.
-Así cariño, muy bien, verás que muy pronto pasa el dolor y sentirás placer.
Las palabras de Roberto fueron proféticas, ya que el dolor empezó a disminuir, todavía sentía ardor, pero era tolerable, así que aflojé mas las piernas y las abrí en señal de rendición.
Roberto con una mano izquierda en mi espalda y la derecha en mi culo, abrió un poco más mi nalga ensartada por su verga y sentí que ponía mas lubricante entre su verga y mi culo, el cual resbalaba hasta mis testículos y empezó a empujar suavemente, sentí como se iban abriendo mis pliegues, estirando al máximo y entrando milímetro a milímetro, abriéndome mis entrañas, ardiente y dura, alcanzaba a sentir incluso el grosor de las venas de su verga.
– Así amor, ya entró la mitad de mi verga, es divino ver como desaparece en tu culito blanquito. Ufff, como aprietas
En ese momento sentí que la sacaba hasta dejar solamente la cabeza de su verga dentro y empujar lentamente avanzando cada vez un poco más dentro de mi culo, sentía como me iba abriendo poco a poco, siguió con esos movimientos de vaiven cada vez entrando más y más, conquistando mi culo, mis gritos se habían convertido en gemidos, gemidos de placer, todavía me dolía, pero también mucho placer, de pronto sentí los cosquilleos de sus vellos púbicos en mis nalgas, seguido por el golpeteo de mis nalgas en su pelvis y supe que me había ensartado completamente su verga, sentí que me traspasaba, un fuerte escozor, ardor, pero al mismo tiempo sentía morbo y no podía creer que esa verga enorme haya entrado por completo en mi pequeño hoyito.
Al ensartarme por completo, se recostó sobre mi espalda y dejó de moverse, esperando tal vez que mi culo se acostumbrara al grosor de su verga, besaba mi espalda y mi cuello, mordisqueaba mis orejas, al tiempo que me susurró al oído:
– Ya entró toda amor, ya eres mi hembrita, mi mujer, me encanta tu culo, me vuelve loco, que estrechita estás, que rico.
Yo solamente gemía, sentía ese enorme garrote de carne ardiente muy dentro de mí, y empecé a sentir una oleada de placer recorrer mi cuerpo, me excitaba que me susurrara al oído, y que me hablara en femenino, sentí que mi piel se erizaba con sus susurros y succionó el lóbulo de mi oreja, lo cual ocasionó que un gemido saliera de mi boca. Empecé a sentirme su hembra y quería darle placer, así que abrí mas mis piernas y arquee mas mi espalda, empinando mas el culo. Al hacerlo empezó a moverse, me embestía muy lento y profundo, procurando moverse en forma circular, de tal forma que su verga rozaba todas las paredes internas de mi culo y ese roce me causaba oleadas de placer, que hacían que mi cuerpo se estremeciera.
– Así me gusta amor, que te entregues, sabía que dentro de ti había una hembrita, y muy putita, esas palabras que me escribías te delataban, ayyyyyyy, me encantas.
Poco a poco las embestidas fueron aumentando de intensidad, enderezó su cuerpo y sentí que me tomaba de la cintura y me empalaba profundamente, en cada embestida daba un respingo y un gemido escapaba de mi boca, siguió aumentando la velocidad, mis nalgas rebotaban sobre su pelvis, sentía que en cada embestida levantaba un poco mi cuerpo, y mi cuerpo se estremecía.
De pronto sentí que mis piernas temblaban, corrientes de placer recorrer mi cuerpo y empecé a convulsionar, mi verga estaba flácida, pero empezó a soltar chorros de leche, ufffffff, me estaba corriendo, sin siquiera tocarme la verga, únicamente con las embestidas de la verga de Roberto en mi culo.
Mi mente se nubló, gemía fuertemente y mi cuerpo seguía retorciéndose, mis espasmos apretaban la verga de Roberto fuertemente y sentí que me empaló nuevamente muy profundo, con toda su fuerza al tiempo que sentí sus chorros ardientes de leche inundando mi culo, uffffff, se notaba que tenía mucho tiempo sin sexo porque sentí un chorro tras otro, llenándome por dentro y en cierta forma aliviando el ardor dentro de mi culo.
Siguío embistiendo unos segundos más y al parecer un poco del semen escurrió por mis nalgas, porque sentí que se formaba una capa cremosa entre mis nalgas, mientras el seguía batiendo su leche en mi interior, cuando terminó de correrse se desplomó sobre mi cuerpo, exhausto, yo no podía ni moverme, nuestros cuerpos estaban llenos de sudor, después de unos segundos, sentí que se incorporaba y sacaba su verga de mi culo, lo sentía abierto y chorreando leche, sentí que su verga recogía la leche que escurría con la punta de su verga y nuevamente apuntó a mi culo, embistiéndome profundamente, repitió la operación un par de veces y en la última se desplomó nuevamente sobre mi cuerpo, poco a poco sentí que su verga perdía dureza e iba saliendo de mi culo. Tan pronto salió su verga se incorporó y dándome una nalgada me dijo.
-Ufff, Gracias amor, fue delicioso, eres muy buena hembrita y ha sido el mejor culo que me he comido en mucho tiempo.
Se dirigió al baño y segundos después escuché el agua de la regadera caer, yo quedé unos minutos mas así, sentía que todo me daba vueltas, me dolía todo el cuerpo, y con algo de esfuerzo logré levantarme, sentía que mis piernas no me respondían, con mucho esfuerzo me dirigí al baño y me senté en la taza, y empecé a descargar el semen que tenía en mis entrañas, al tiempo que Roberto que había terminado de bañarse tomaba su toalla y empezaba a secarse, observé su cuerpo desnudo y su enorme verga, que aunque estaba flácida aún tenía un tamaño considerable y no podía creer que esa enorme verga haya estado dentro de mi culo.
Me invitó a tomar un baño, pero no acepté, le dije que se me había hecho tarde y tenía que regresar, mentí, pero la verdad, es que me sentía culpable, no podía creer que me hubieran cogido como una hembra y peor que lo hubiera disfrutado. Roberto se ofreció a llevarme a casa, así que me limpié un poco la cola y me empecé a vestir, me costó vestirme, ya que me ardía mucho la cola, la sentía muy inflamada, en el auto me ofreció disculpas por haberme engañado en que no me iba a penetrar, pero que mi culito estaba muy cerrado y era la única forma de poderme penetrar, y me dijo que se dió cuenta que lo disfruté porque me había corrido, lo cual era cierto, aunque estaba tan confundido que apenas podía articular palabra.
No le quise dar mi dirección y le pedí me dejara en un parque cercano, con la excusa de que la familia con la que vivía era muy chismosa, aunque insistió un poco en saber mi dirección, aceptó dejarme en el parque y nos despedimos.
Caminé con dificultad al departamento donde vivía, me ardía horrores, y me sentía culpable, sentía que todos se me quedaban viendo y que adivinarían que me acababan de romper el culo, tan pronto llegué al departamento me di un regaderazo rápido y sin vestirme caí en mi cama, sentía mi cola inflamada, con mucho ardor y la sentía que palpitaba, poco a poco me fui quedando dormido.
Esa no fue mi única experiencia con Roberto, si quieren que les siga contando, escríbanme, mi correo es [email protected].