A mis 18 años, era poca la experiencia con mujeres. Apenas algunos besos, algunas caricias furtivas… Aunque sí mucha fantasía, mucha imaginación. Conocía a la perfección las reacciones de mí sexo. Sabía como recorrerlo con mis dedos para provocar una erección… Sabía cuando detenerme para prolongar el momento de placer… Pero me preguntaba cómo sería cuando una mujer lo tocara, lo acariciara…
Y todas las fantasías se las llevaba Carmen, la profesora de francés… Una mujer de unos cincuenta años, delgada, de cabello corto… Su piel muy blanca… Escucharla hablar en francés bastaba para que tuviera una erección. Recuerdo cómo me excitaba en clase… Su voz era como una caricia… Mí sexo de ponía duro bajo mí pantalón… Y entonces me movía imperceptible para provocar el roce de mí pene duro y caliente contra la tela… O me cruzaba de piernas, y apretando los músculos de los glúteos rítmicamente, aumentaba la presión de mi miembro bajo el calzoncillo… Sentía la punta húmeda… Y a veces no podía evitarlo… Metía mí mano en el bolsillo del pantalón, y apretando fuerte mí miembro, lo movía hasta acabar… Sintiendo la leche caliente en el forro del bolsillo… Y escuchaba la voz de Carmen, acariciándome… Y era como si flotara en el aire cuando acababa… Cómo si me desconectara de todo… Y pensaba si ella, o mis compañeros de darían cuenta de lo que hacía…
En una ocasión, estaba masturbándome con la mano en el bolsillo, cuando ella se paró junto a mi banco… Llevaba una blusa blanca, de tela muy liviana. Los primeros botones desabrochados, permitían ver la piel de la parte superior de sus pechos. Pechos pequeños… Pero que insinuaban una tersura y una tibieza que me volvían loco… Y su voz…. Acariciando mis oídos… Sentía entre mis dedos, en el bolsillo, cómo mi miembro se endurecía y temblaba… Y mientras lo apretaba entre mis dedos, imaginaba que desabrochaba dos o tres botones más de su blusa con mis dedos, y mí mano se deslizaba entre la blusa y su piel… Acariciando su seno… Mi dedo se deslizaba bajo su sostén y acariciaba su pezón…. Estaba allí, parada junto a mi banco… La escuchaba hablar, podía sentir su perfume… Y sentí entonces cómo mi miembro temblaba… Y acababa… Apreté con fuerza mi glande tratando de detener la explosión de semen… Temeroso de manchar mí pantalón y quedar expuesto… Trataba de evitar que todo mi cuerpo temblara… Se tensaron mis muslos…. No sabía que hacer…
Levanté mi mirada tras un segundo de desconexión total, y mis ojos de encontraron con los de Carmen, que seguía leyendo el texto en francés… Pensé que me iba a decir algo… Pero sin dejar de mirarme, siguió leyendo, y dio unos pasos hacia el fondo del salón. Y no sé si fue mí imaginación o si sucedió, pero sentí su mano en mi hombro, acariciándolo como al descuido… Y sentí que tocaba mí sexo con su mirada. Fue un segundo, un instante… Pero al día de hoy sigo sintiendo que esa fue la primera vez que tocó mi miembro… Su primera caricia.