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¡Quien te ve la carita te compra!
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Les puedo comentar que soy un man de 30 años, profesional, vida normal y corriente, pero que en la intimidad me gusta disfrutar del sexo dando algunas veces la impresión de ser un perverso que se puede resumir en una frase expresada por mi exnovia: ¡Quien te ve la carita te compra!

En nuestra cultura costeña, la masculinidad no reposa en la verga, por el contrario: reposa en el culo. A un hombre que le toquen todo, menos la parte trasera. Allí guardamos el santo Grial de hecho de ser macho, razón por la cual en el acto sexual no se permite ni está bien visto que la mujer el toque a uno las nalgas y mucho menos el culo. Ese mismo pensamiento lo tenía yo, hasta que una veterana me enseñó que puede ser muy placentero, disfrutar sin dejar de ser hombre y mucho menos convertirse en homosexual. Pero bueno, eso es otro cuento que luego les diré.

En esta ocasión me remitiré a lo ocurrido con mi novia Ana, con quién ya tenía 8 meses de noviazgo, y aprovechando que ambos estábamos de vacaciones y habíamos ahorrado una plática, decidimos irnos a disfrutar los fiestas del 11 de noviembre en Magangué, donde teníamos amigos en común. Esa esa noches nos fuimos a una discoteca Libélula (creo que ese es el nombre, los que son de allá que me confirmen), buena música, buen ambiente y a tomar trago corto. Para decirles la verdad, con ese tipo de trago puedo tomar mucho para estar en temple, pero mi novia a eso de la media noche ya estaba bastante animada. No soy gente de bailar, pero tampoco la podía dejar con las ganas. En esos bailes y esos movimientos, bueno, uno no es de piedra y el amigo que cuelga entre mis piernas se despierta con el roce y movimiento. Ella lo noto, y contrario a molestarle le agrada más, yo sigo la trilla y la abrazo fuerte, sentir sus senos contra mi pecho, esa respiración pesada y los muchos besos que nos dimos, creo que estábamos que nos comíamos allí.

Una y media de la mañana, ya mi novia bastante entonada y yo con ganas de culearla. Decimos regresarnos al hotel, pues al día siguiente teníamos un desayuno dónde uno de nuestros amigos. No dejé que cerrará bien la puerta cuando ya estaba sacando uno de sus senos para chuparlos, sentir es pico rosadito y suave en mi boca mientras mis manos bajan el pantalón y tocó su Cuca rasuradita, suave y algo húmeda. Luego nuestras lenguas se encuentran para enlazarse en un beso fundido de saliva, fuerza y deseo. Al odio me pedía que le diera verga, que estaba hambrienta de ella, en ese momento la arrodillo saco mi miente de pantalón y la pongo en su boca, ver esos labios rodeando mi glande y queriendo morderlos. Se la meto toda en la boca, sus ojos me ven angustiada pero con ganas de seguir. No sé cuándo tiempo demoramos allí, pero ahora era mi tiempo de compensar tremenda chupada, y atender esas dos torrejas de sandía rojitas que se gastaba como labios "cucales" -jajaja-.

Para lo anterior la acuesto totalmente desnuda en la cama, abro sus piernas y hundo mi cara en ese manjar que entre sus piernas tenía. Esa rajita que mucho, mucho placer me dio. Cada vez que aumentaba el ritmo, agarraba mi cabeza y más me pedía que le diera lengua. Después, me despego de esos labios, ella excitada, erizada y caliente, pidiendo más, me acuerdo a su oído derecho y le pregunto: bebé ¿Quieres probar algo nuevo?, Ella entre risas y jadeos dijo que si, sin pensarlo y sin saber que era. Desde hacía algunos meses quería que me chupara el culo, pero sentí que esa noche todo estaba dado para consumar ese deseo.

Yo desnudo, con mi verga templada y babosa, arrodillado con las piernas abiertas encima de su pecho y mi verga cerca de su boca, comenzó a succionar como si fuera un tetero, medio me levanté y dejé mis huevas sobre su boca, allí una a una las fue chupando, las hablabas y succionaba, yo sentía como me las quería arrancar, a lo que yo atinaba a decir: suave, suave…en ese momento la saqué y sonó como cuando destapa una gaseosa.

Mientras ella pedía más, yo iba acercado mi culo a su boca, y le dije mirando su cara: a mí me gustan que las mujeres me chupen el culo, y ahora tú lo vas hacer.

Ella quieta, levanté mi pierna, y puse mi agujero negro en la cara, el ano a la altura de su boca. Empiezo a mover el culo contra su cara, y ella lamer con pasión, metiendo y sacando la lengua de mi ojete, mientras yo seguía moviéndome.

Su lengua allí, mi calentura y la de ella, ese placer y cosquilleo que se siente. Mi verga goteando líquido preseminal que caía en su cabello. Afinqué mi culo en su boca, mis nies tapaba su nariz y mis huevas caían en su frente. Sentí que se quedaba sin respiración y le dije: voy a dejar que te entre un poco de aire para que no te me vayas a morir.

Ella tomaba bocanadas de aire, su cuerpo temblaba, las tetas paraditas y los labios de su cuca hinchados y mojados. Decidí ahora acostarme boca arriba con las piernas abiertas ahora le ofrecía a ella mi verga, huevas y culo, para que lo chupara. Así fue, ella solita sin decirle nada comenzó a chupar, a pasar la lengua por esas partes, mi verga dura como una piedra y mojando. Con ambas manos agarró mi culo, lo besaba y recorría con su lengua todo mi agujero y debajo de mis huevos, a lo que ella dijo: amor, que sabroso, pero ya no aguanto más, me voy a subir en tu verga!

Más demoró en decirlo, cuando sujeta mi verga dura y tiesa y se sienta de frente sobre ella, mirándome la cara, siento esa húmeda bajando por mi monda, la agarré fuerte por la cintura y la bajé hasta el pegue de un solo jalón. Allí la estuve sujetando firme, chupo una de sus tetas y ella lanza u quejido fuerte y seco, diciendo: Ay papi, que rico, que rico! Me desprendo de su teta y le digo mirando fijamente a la cara: ¿Quieres culear?, ¿Quieres culear? Ahhh… ella me dijo: si… Entonces les respondo: bueno, culéame la mondá, culeámela!

Suelto su cintura, y comienza ella con ese movimiento así como ese sonido del entra y sale, la traigo hacia mi pecho, la beso fuertemente y abrazo, cuando siento un aumento de velocidad en su movimiento pélvico, el sonido del ¡Plag! ¡Plag! ¡Plag! Era más fuerte, siento entonces siento como una humedad recorre mis huevas y parte de mi pelvis, siento su cascada mientras muerde mis labios, a lo cual yo correspondo soltando mis chorros de leche caliente hasta lo más profundo de sus entrañas. Ella aún en mi pecho, me dice: creo que me preñaste… a lo que yo suelto una risa. Luego mira mis ojos y dice: Quien te ve la carita te compra!

Le doy un beso suave y la acuesto en mi pecho, a ese punto creo que ya no teníamos ni una gota de licor en nuestro cuerpo.

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