Esa mañana comenzó con una llamada sorpresiva de Sherri. Ella es una mujer muy linda que ronda los 37 años, casada y con dos hijos. De vez en cuando nos hemos comunicado a través de plataformas como Facebook; un saludo breve y rutinario para nunca levantar sospechas, pues la última vez que follamos con esta fogosa mujer fue hace más de un año y medio, antes que esta pandemia nos afectara esa libertad de movimiento. Ese día me pedía un favor, debía estar en el aeropuerto a cierta hora de la mañana, pues se debía de reunir con su familia que ya se encontraba vacacionando dos días antes que ella partiera por cuestiones de trabajo.
Eran las siete de la mañana cuando pasé por ella y pensé que me invitaría a pasar a su casa dado que ya su marido se encontraba junto a sus hijos en algún lugar turístico de México. No fue así, pues Sherri es de esas chicas que respeta la cama matrimonial y cuando hemos follado lo hemos siempre hecho en algún motel e incluso en el automóvil. Estaba ya lista y se miraba radiante y me mostraba ese placer de volverme a ver. Eso fue el tema de conversación en los 30 minutos que nos tomó llegar al aeropuerto. Iba con un vestido de tonos pasteles, falda por sobre la rodilla, con un escote generoso que me permitieron ver esa obra de arte de dos solidos pechos cuyos pezones se notaban erectos y que no he mamado todavía después de que se hizo esa operación unas semanas antes a que comenzaran los encierros de la cuarentena. Le di un cumplido por sus dos preciosos melones y ella me recompensó con decirme que yo seguía mirándome bien y siempre guapo como siempre.
Llegamos al estacionamiento y nos estábamos despidiendo con un beso por sobre los labios y fue Sherri la que me pidió lo siguiente:
-Bájate el cierre… quiero darle un beso a esa hermosa verga que siempre me hace soñar despierta.
-¿De veras tienes tiempo? No quiero que vayas a perder tu vuelo.
-Solo será un beso… quiero irme con el sabor y olor de tu verga. Tengo más de un año de no probarla.
-¡Está bien! Solo que tú también me tienes que dar a probar esos pechos que no he saboreado y no he tocado desde la cirugía que me contaste.
Literalmente fue Sherri quien me bajó el cierre y desabotonó mi pantalón. Y aquello se dio de una manera tranquila pues el estacionamiento además de ser un tanto oscuro también estaba solitario, aunque lleno de muchos coches. No fue un solo beso como ella lo decía, fue una mamada de unos cinco minutos y ella me ofreció sus pechos y se los mamé por un par de minutos. Se sentían sólidos y de un tamaño más pronunciados de lo que recordaba. Sherri le puso alto a todo diciendo que se estaba calentando y que de pronto perdía el vuelo. Se despidió con un beso más en los labios y con la sugerencia que sí me había calentado, que llamara a su prima Lorena, que ella se encontraba a solas por esos días, pues su marido laboraba en otro estado.
Lorena es prima hermana de Sherri y de hecho he cogido más con Lorena pues no solo que tengo más comunicación con ella, sino que Lorena es con la chica casada que tengo más tiempo de venir cogiendo, pero al igual que Sherri, tengo tiempo de no follar con ella debido a esto de la pandemia y que sus hijos se encuentran en casa. Como Sherri me dejaba caliente y solo con la promesa que a su regreso nos pondríamos de acuerdo decidí llamar a su prima, pero no me contestó, la llamada se fue directo a su correo de voz, pero no quise dejar ningún mensaje. Tenía los testículos hinchados de las ganas y me recordé de Sofia, una chica de paga que al igual que yo, su vigor sexual es mañanero y siempre que me la he llegado a coger es por las mañanas. Le llamo y me contesta:
-¡Hola Tony! Milagros saber de usted… ¿anda en busca de compañía?
-La verdad que si… ¿Estás disponible?
-Mire que no me encuentro en la ciudad, pero lo puedo contactar con alguna de mis amigas. ¿Qué le parece?
-¿Es la misma de la última vez?
-No… Marisol se fue para Honduras. Hoy tengo tres amiguitas que sé le van a gustar… chicas jóvenes con unos rostros y cuerpos lindos.
-¿Y cuánto debo de llevar?
-Mire, en lo personal le recomiendo a Jocelyn, pues ella le va dar lo que usted busca. Son $300.00 por la hora. De todas maneras, le voy a enviar las fotos de todas ellas y yo le contacto con ellas.
Me envió la foto de Jocelyn y la de otras dos más con los nombres de Rosy y Jessenia. Me gustaba Rosy, pues era una chica petit con un culito redondito y bien pronunciado. Pues Sofia me enviaba fotos en diferentes poses, algunas con ropa y otras semi desnudas. Le dije que me gustaba Rosy y ella me dijo que no creía que esta chica quisiera hacerlo por la puerta trasera, pero de todas maneras insistí y terminé concertando una cita con Rosy y Sofia me advertía que no creía que la convenciera a tener sexo anal. Quedamos en una hora y me dio el domicilio de Rosy. Llegué con el mismo nerviosismo de siempre.
Subí las gradas de su apartamento hasta un tercer piso, toqué la puerta y me recibió una chica que no era Rosy, pero que no reconocía que era Jessenia, pues las fotos las miraba por mi celular y en la vida real Jessenia es una mujer más hermosa que como se muestra en la foto, en otras palabras, las fotos no le hacen justicia. Vestía un diminuto pantalón corto de un beige claro, una blusa color rosa que la hacía ver muy juvenil, unos zapatos tenis blancos y se le podía ver un piercing en el ombligo. No me hubiese molestado si me decía que Rosy no estaba y que solo ella era la disponible porque igual me la cogía; esta chica se miraba hermosa. Jessenia era la que me decía:
-Rosy no vive aquí… pero no tarda en venir. Me dijo que se tomaba un baño y arreglarse… usted sabe cómo somos las mujeres.
-Pero si ella no está disponible, ¿lo estarías tu?
-Si… solo que me tendría que esperar igual para tomar un baño.
En esa plática estábamos cuando tocaron la puerta. Era Rosy, y esta chica se había arreglado como si fuese a salir con su novio. Llevaba una especie de pantalón corto overol de color azul pálido de tela de mezclilla, una camisa o blusa blanca, bien maquillada y con un perfume rico que invadió todo el apartamento. Rosy me saludó con un beso en la mejía y sí es que Jessenia no me hubiese dicho que Rosy era una chica casada y que tenía un hijo, hubiese sospechado que era menor de edad, pues parecía una quinceañera. Luego me di cuenta de que tenía 20 años.
Me hizo pasar a una habitación pequeña donde solo se veía una cama de buen tamaño. Estaba algo oscuro pues luego me di cuenta de que atrás de las cortinas los vidrios estaban polarizados con una cinta oscura, a un lado de la cama estaba una mesa pequeña que sostenía unas velas aromáticas, y un reloj electrónico que en ese momento anunciaban eran las 9:17 a.m. Me pide que me acomode y me propone si me quiero dar una ligera ducha. Acepto y le pido que no se desvista, que quiero ver como se desnuda. Me bañé pues Sherri me había mamado la verga horas antes y mi verga estaba empapada de líquidos pre seminales. Salí envuelto en una toalla cubriéndome la cintura y ahí estaba Rosy esperándome ya con una tonalidad de música de bachata que reproducía por su celular y un pequeño parlante bluetooth y luego me dijo:
-¿Quiere desvestirme o verme que me desvista?
-Comienza a desvestirte y de seguro te ayudaré a hacerlo también.
Se removió los zapatos o sandalias, hizo a un lado los tirantes de su overol corto, comenzó con removerse su blusa donde quedaba con un sostén de color blanco y pude ver una cintura más definida como en las fotos, se bajó el short o pantalón corto overol dándose la vuelta para que su trasero fuera lo primero que viera y quedaba espectacularmente modelando un calzón cachetero de un rojo intenso. Ella solo se sonreía y me preguntó: ¿Le gusta? -¡Me encanta! -le contesté.
Me acerqué sin removerme la toalla de la cintura y la pequeña Rosy a penas me llegaba al hombro. Le pedí que se subiera a la cama así parada y le removí su prenda posterior que sostenían dos pequeños y hermosos melones de una copa C. Eran redondos y con un pezón grande. Eso no lo había visto en sus fotos, no tenía una mostrando sus pezones o su sexo. No me tuve que agachar mucho para mamar sus pechos y halar con mis labios sus dos erectos pezones. Ella solo exclamó algo que apenas creo haber escuchado: ¡Uh… eso me gusta! -Le mamé los pezones y ella seguía parada por sobre la cama y me di gusto de manosear sus preciosas nalgas las cuales se sentían sólidas. Le metí la lengua en el ombligo y descubrí la pequeña cicatriz de lo que debía ser la experiencia de una cirugía de cesaría. Ella solo me dijo:
-¡Soy mamá!
-¿Qué edad tiene tu hijo?
-Dos. -me dijo.
-¿Y dónde está en este momento?
-Con mi mamá… ella lo cuida cuando tengo que salir.
-¿Casada o con novio?
-¡Casada!
-¿Por supuesto que él no sabe nada de esto?
-¡No! ¡Por Dios… si lo supiera me mata!
Nos acostamos en la cama. Ella seguía con su calzón cachetero y yo aún cubierto con la toalla y me recordó de los $300.00 acordados. Busqué mi pantalón que tenía a un lado de la cama, saqué tres billetes de a cien y se los di en la mano. Ella solo se agachó donde había caído su pantalón y los insertó en uno de los bolsillos. Ella me preguntó:
-¿Le gustaría que le dé un masaje o qué quiere que le haga?
-¡Como tú quieras! -le dije.
Me pidió que me acostara por sobre mi abdomen, ella se subió por sobre mi espalda y en el proceso me removió la toalla. Tenía las piernas abiertas sentada en mi espalda y comenzó con sus pequeñas manos a masajear mi cuello. De repente sentí su lengua haciéndome cosquillas y ese masaje de su lengua se extendió por sobre mis hombros, mi media espalda hasta llegar a mis glúteos. Se reía y me decía que me ponía muy erizo y la verdad que me hacía correr una agradable electricidad por todo el cuerpo que era excitante. Me pidió que me diera vuelta y vio por primera vez mi paquete totalmente erecto. Ella me dijo: Usted está grande y está grande de todo. Prosiguió con más de lo mismo, pero ahora era de enfrente. Miraba ese bonito rostro de ojos oscuros, coquetos y achinados y como sus labios y lengua pasaban por mis pectorales, bajaron a mi abdomen y amenazaban con llegar a mi falo. Me lo tocó con sus pequeñas manos y me dijo: ¡Está tan grande con mi antebrazo! – Luego paso a sacar un profiláctico de su pequeña cartera, lo saca de su envoltorio metálico y me lo coloca en mi falo. Ahora mi verga tenía una tonalidad de color rosa y Rosy me decía cuándo comenzó a saborear la punta de mi verga que era un condón con sabor a menta. Miraba cómo esta linda chica me hacía una felación delicada y con esa misma delicadeza me apretaba con sus labios delgados deliciosamente mi falo, mientras con una de sus manos y también de una manera delicada me masajeaba los testículos. Ella hizo una ligera pausa y con una linda sonrisa me dijo: ¡Apenas me cabe la punta!
Tena mucho tiempo de no usar un condón y yo me mantenía recostado sobre un par de almohadas viendo cómo esta chica me mamaba la verga con el afán de abarcarla lo más que podía tragar mientras le acariciaba su cabello lacio y oscuro el cual le colgaba sobre un costado y que fácilmente le llegaba hasta su cintura. Realmente me gustan las chicas con cabello largo y en este caso me gustaba oler ese aroma que emanaba. Quizá había pasado unos diez minutos desde que empezó con la felación cuando le pregunté:
-¿Te gusta dar sexo oral?
-¡Me encanta… me excita mucho! Cómo quisiera tragármela toda, pero la tiene muy grande.
-¿Y también te gusta recibir?
-¡A quién no!
-¿Me puedo comer tu conchita?
-¡Si usted quiere!
Me levanté para tomar posición. Rosy elevó su cintura para poderle despojar de su calzón cachetero o hípster como se le conoce por estos lugares. Usaba una pequeña toalla femenina la cual despedía un olor a durazno lo cual me gustó y me sorprendió, pero lo que más me sorprendía era ver esa pequeña conchita sin ningún vello púbico y tal parecía que sobre aquella piel nunca había crecido uno pues su piel era muy tersa. Pude observar que su toalla femenina estaba húmeda de sus jugos vaginales y su vulva estaba lubricada y se miraba ese brillo en su rajadura que era una de las más pequeñas que haya visto en mi vida. Se me pasó por la mente: ¡Con razón tuvieron que hacerle cesaría para sacarle a su crío, pobre chica! – me dije a mi mismo en el pensamiento. Se acomodaba abriéndome sus piernas cuando me preguntó:
-¿Le gusta el durazno?
-¡Me encanta como huele! Ahora veré como sabe.
Me fui entre sus piernas y saboreé su sabor salado y delicioso con aroma a durazno. Ella me acariciaba con sus dos manos mi cabello y escuché que se le escaparon unos ligeros gemidos y luego dijo con una voz de excitación: ¡Qué rico! -Le di un sexo oral delicado el cual prolongué por lo menos unos doce minutos en donde también mis manos se daban gusto de apretar esos pezones y masajear sus dos ricos melones. -¡Ay… así-me decía cuando se los apretaba con las yemas de mis dedos! Presentí que estaba a punto de llegar al orgasmo y aproveché su excitación para remover el profiláctico de mi verga. Creo que ella no se fijó de lo excitada que estaba y me puse de rodillas entre sus piernas abiertas y he tomado mi verga y se la he sacudido de por encima de su pequeño clítoris. De vez en cuando se la pasaba entre medio de su rajadura, pero sin penetrarla y continuaba de nuevo rozándola y chaqueteando su clítoris con la punta de mi verga. Como estoy hincado y solo sosteniendo el balance con un brazo sobre la cama, podía mirar como la preciosa Rosy cerraba los ojos, hacía muecas de excitación con sus labios, gemía aligeradamente mientras me encorvaba para chuparle uno de sus pezones y no lo soportó por más tiempo y me lo pidió: ¡Méteme la verga por favor… me estoy corriendo!
Dio un pequeño grito cuando le dejé ir la verga a la mitad, pues intuí que, si se la dejaba ir toda, le iba causar mucho dolor. Le sacudí la verga delicada y literalmente sentía las paredes de su vagina y sus labios apretándome el falo. Poco a poco se la fui metiendo toda y ella lo habrá sentido, pues entre esos gemidos ya menos apresurados me decía: ¡Se siente enorme y no pares, que creo me hará acabar de nuevo! -Seguí pompeando su pequeña concha en esa posición del misionero y podía escuchar ese chasquido de la fricción de mi verga entrando y saliendo y sentí que Rosy movía su cintura con mas rapidez, en un vaivén donde ella de nuevo cerraba los ojos y se mordía los labios con una desesperación excitante. De pronto gritó de nuevo y me lo volvió a decir: ¡Qué rico… me está haciendo acabar de nuevo! -Y esa cama crujía mezclando su ruido con los gemidos y ese golpeteo de nuestras pelvis y poco a poco le fue cesando su orgasmo el cual pareció más intenso que el primero y luego ella me preguntó: ¿Qué no te puedes correr?
Le mentí diciendo que se me había salido el profiláctico el cual le dio un gran pavor, pero se sentía confortable que no me había corrido en su vagina. Ella me explicaba a su modo que era para asegurar la salud de ella y de sus clientes, pero que ella estaba en control de natalidad, pues no quería volver a salir embarazada. Hacíamos plática mientras ella se limpiaba con una toalla humectante y yo hacía lo propio con mi falo. Ella me hacía la siguiente observación.
-Usted que sí tiene aguante… la mayoría de los hombres no aguantan tanto.
-¿Tienes mucho tiempo en esto?
-No… dos meses más o menos.
-¿Cómo decidiste hacer esto… qué es lo que te empujó a ello?
-No le voy a mentir… a mi me gusta el sexo.
-¿No es suficiente con tu esposo?
-Podría decir que si, pues creo tener buen sexo con él. Lo mío es diferente, lo que me excita más es ese sentido de aventura… lo desconocido. ¿Y usted por qué lo hace? ¿Está casado?
-No… no estoy casado y creo que lo hago al igual que tu… algo diferente y por la aventura.
-Lo imaginé… usted no parece ser de esos hombres que necesiten pagar por sexo. Estoy segura de que por ahí tendrá algunas mujeres a su disposición.
-¿Por qué lo dices?
-Usted lo sabe… usted es un hombre guapo y se mira muy cuidado. No sé qué edad usted tiene, pero de seguro usted atrae a mujeres más jóvenes que usted.
-¿Puedo atraer a una mujer como tú?
-Si… si no me hubiese atraído no hubiese aceptado venir. Sofía me mostró un par de fotos suyas y me pareció un hombre atractivo. Pero sabe don Antonio, se nos está haciendo tarde y debo estar con mi hijo en minutos o mi madre no dejará de llamarme.
Me puso otro profiláctico, me hizo una breve felación y acordamos que me lo daría en posición de perrito. Tenía unos glúteos sólidos, un trasero pronunciado que solo de verlo cualquiera puede correrse. Imaginé cogerme ese culo, pero debería ir con calma para ponerle la tentación y el dinero es una buena tentación para cualquiera, aunque creo que el sexo es mucha más tentación que el dinero. Ella se echó un lubricante y comencé la faena de follarme esa pequeña conchita mientras ese culo se movía y se escuchaba ese cacheteo de mi pelvis chocando en él. Le di un taladreo incesante y miraba ese reloj que anunciaba las 10:10 de la mañana y me sentí con la presión del reloj, pero más que todo con la presión de ver ese precioso culo que comencé a masajear con mi pulgar mientras me follaba esa conchita. No pude más y exploté con una rica corrida que la sentí en pausas como una pompa que se atora para vaciar la presión. Rosy se hizo a la tarea de limpiarme el falo y fue cuando le hice la propuesta:
-¿Y ese culito no está disponible?
-No… no lo creo.
-¿Qué te parecen $100.00 más?
-¡No… no creo! Y es que también debo de irme y sino mi mamá no dejará de llamar.
-Puedes venir más tarde… yo te espero.
-Si usted me paga $100.00 eso es lo que debo pagar a Sofía por usar esta habitación.
-O sea que de esos $300.00 que te di, solo $200.00 son tuyos.
-Si… eso es lo que cobra por usar su apartamento.
-¿Lo harías por $300.00 más?
-Mire, hagamos esto: deme su número de celular y yo le llamo si estoy disponible. Lo único que no será aquí, será en mi apartamento.
-¿Y tu madre?
-Ella se va a trabajar a las 11:00 y es por eso de que debo irme ya y mi marido llega de trabajar a las 4:00 p.m. Si le llamo será a eso de las 12:00 p.m.
-¡Está bien, estaré esperando tu llamada!
Le di mi número de teléfono y salimos del cuarto cuando Rosy ya se había maquillado. Afuera estaba Jessenia viendo televisión y ella me ofreció algo de tomar. Acepté porque debería hacer tiempo y ver si Rosy me llamaba, pues realmente se me antojaba follarme ese culo. Mientras tanto hacía plática con Jessenia, quien me traía un jugo de naranja.
-¿Hoy no es un día muy ocupado? -le pregunté.
-Todos los días son ocupados, pero los clientes comienzan a llamar después de las doce.
-¿Y qué es lo que incluyen tus servicios?
-Es servicio completo… $300.00 la hora, $200.00 la media y visita rápida $120.00.
-¿Sexo anal no es parte de tus servicios?
-No… eso solo es exclusivo para mi novio.
-¿Qué tal si te ofrezco $500.00?
-No… no lo creo. Ni qué me ofreciera $2000.00 lo haría. Como le digo… es algo exclusivo para mi novio.
-Entonces dame ese servicio de visita rápida.
-Está bien, solo que estoy esperando a una persona que llegará en cualquier minuto.
-¿Un cliente?
-No… es una chica que viene. Quizá Sofí se la habrá nombrado. Su nombre es Jocelyn y creo que ella es la única que le podría dar lo que usted busca. ¿Quiere esperar por ella?
-Puedo… pero me gustaría probarte a ti. ¿Te parece?
-¡Esta bien! Déjeme preparar la habitación.
Continúa… Para proseguir con mi relato, me gustaría saber tu opinión y si te gusta este relato. No vale la pena seguir escribiendo si a nadie le interesa un escrito.