Tengo dos pasiones, la fotografía y las motos, con 18 años conseguí unirlas y empecé a viajar sola a sitios lejanos remotos e insólitos, siempre que puedo hago una escapada, mis padres no están de acuerdo piensan que es peligrosos que una chica con 24 años viaje así de esa manera, había recorrido la península ibérica y gran parte de Europa, había fotografiado a sus gentes, ciudades y pueblos, me encanta plasmar la vida en mi cámara. Llevo planeando un viaje que me ronda desde hace más de tres años, recorrer la ruta 66, más de 3800 Kilómetros desde Chicago a Los Ángeles, la gran carretera que atraviesa los Estados Unidos y había una parada obligatoria en Arizona aunque tendría que desviarme un poco “El Gran Cañón”. Como ya os digo llevaba más de tres años preparando este viaje, y pesar de las broncas con mi familia, mis amigas que decían que estaba loca pero ese verano iba a realizarlo.
Llego el día de mi partida, solo mi amiga del alma Cristina me fue a despedir al aeropuerto, cogí un vuelo para Chicago, me esperaban 20 días por delante de un viaje apasionante que nunca habría pensado que me pondría mi vida patas arriba cambiándomela por completo. Salí de Chicago con mi moto después de haber llenado ya de fotografías casi una tarjeta de memoria de aquella ciudad y alrededores, aunque la ruta se puede hacer bien en unos 11 días, yo me la había planteado hacerla despacio, quedándome en aquellos lugares que mas me llamaran la atención, me iba parando un muchos pueblos donde cámara en mano me convertía en una auténtica reportera de gentes y lugares.
El primer lugar donde pare hacer noche fue en Springfiel, en un pequeño hotel con bastante encanto, fue cuando me fije en el por primera vez cuando se bajó de su moto, un chico alto, guapísimo con un cuerpo de infarto, tendría más o menos mi edad, pelo coto, castaño, con unos ojos azules muy claros, era de es chicos que todas las mujeres nos giramos para mirar, después de ese regalo para la vista me metí en la ducha para relajarme del camino, luego saque mi portátil y pase todas las fotografías. El resto de los días transcurrieron de la misma manera, a veces me encontraba con este chico, llegue a pensar que me estaba siguiendo o quizás yo a él, porque cuando llegaba algún pueblo veía ya su moto y le veía fotografiar como yo solía hacer, fueron tantas veces en las que nos encontrábamos que ya nos saludábamos, el sonido de su voz me encantaba.
Habían transcurrido 7 días de mi viaje, me encontraba realmente cansada, acababa de entrar en la ciudad de Amarillo, entre el sudor y el polvo del camino me llene la bañera y me metí en ella para relajarme, allí empecé a visualizar en mi mente todos los lugares y las gentes que había visto, una imagen me se repetía, era el, la de mi chico como empecé a llamarle para mi, empecé acariciarme los pechos, dándome pequeños pellizcos en mis pezones, no me podía quitar su imagen de la cabeza, me acariciaba el cuerpo con mis dedos muy despacio baje hasta mi sexo acariciándome el bello, cerré los ojos y con la imagen fija en él, mis dedos bajaron a mi coño, recorriendo todo el contorno de mis labios, acariciando mi perla rosada, mi clítoris que empezaba a aumentar de tamaño, seguía tocándome los pechos muy en especial mis pezones que también me habían aumentado de la excitación y los tenía muy sensibles, buscaba mi rajita con mis dedos, masajeaba mi clítoris, estaba por aquel entonces ya muy mojada y empezaba a gemir de placer dentro de la bañera, me mordía la comisura de los labios jadeando, imaginaba como ere el quien me estaba acariciando, como me besaba y como pulsaba con su lengua y succionaba mi clítoris, yo seguía pasando mi dedos cada vez más fuerte por mi coño, ahora metiéndome los dedos dentro de mi vagina, mi cuerpo empezó a experimentar pequeños escalofríos, espasmos, estaba llegando, me iba a correr, joder seguía imaginándome a ese chico pero ahora follándome fuerte con su verga, pegaba pequeños gritos de placer, me acababa de relajar… por completo.
Al día siguiente, la casualidad dio que me lo encontrara saliendo de la habitación cuando la puerta contigua a la mía se abrió, había estado en la habitación de al lado toda la noche, me empezó a rondar por la cabeza el hecho de que me podría haber oído en la bañera por la noche ya que soy bastante gritona, empecé a ponerme roja como un tomate, no sabía dónde meterme, cuando paso por mi lado me sonrió, me saludo y siguió su camino, yo seguí con la mirada todos sus movimientos, como movía ese culo perfecto al andar, en esos momentos se dio la vuelta y con una sonrisa donde dejaba ver unos dientes blancos perfectos, se despedía de mi diciéndome en ingles “hasta la noche” yo como una tonta levante la mano y le dije en español “adiós”… pero tía, que vergüenza por favor, aparte de haberme pillado mirándole el culo, le digo un simplemente adiós en español con una vocecita de tonta.
Seguí mi viaje, llevaba ya unas cuantas tarjetas de memoria llenas de fotografías, en cada sitio que paraba buscaba su moto no la había visto en dos días y pensé que ya no le vería mas, que equivocada que estaba, una noche cenando en Alburquerque, estaba con mi ordenador en la mesa revisando las fotografías mientras me tobaba una hamburguesa y alguien se dirigió a mi en un pobre español, pero que se le entendía, era el, me estaba diciendo que si se podía sentar con migo, un escalofrió me recorrió el cuerpo y balbuceando le dije que si, pero que me pasaba con este chico, me ponía tan nerviosa su presencia, poco a poco fui perdiendo la vergüenza, estaba mas cómoda, la verdad que él me lo ponía fácil, aparte de guapo, era inteligente buena conversación y teníamos muchas cosas en común, nos gustaban las motos, la fotografía y él también había soñaba con mismo viaje.
Tom era canadiense tenía 26 años, había terminado la carrera de medicina hacia unos años, era un chico muy sensible implicado en muchos voluntariados, pasamos una velada maravillosa, no paramos de hablar de nosotros de lo que nos gustaba, de la fotografía, de lo que habíamos estudiado, el medicina y yo veterinaria. Terminamos cerrando el local y me acompaño a mi habitación donde me despidió hasta la mañana siguiente para desayunar juntos, según cerré la puerta, me apoye en ella, empecé a sonreír, estaba tan feliz, había pasado una noche realmente deliciosa, había conocido a un chico que me encantaba y me hacía sentir de verdad, había algo que me recorría el cuerpo, no sé qué era, no sabía si llamarlas mariposas en el estómago como decía mi madre o que. Al día siguiente salió mi vena mas femenina y después de maquillarme mas que otros días, baje a desayunar, Tom estaba esperando en la mesa, decidimos hacer el viaje juntos y a partir de ese momento el viaje cambio por completo, ahora en nuestras fotografías a parte de paisajes, había dos protagonistas mas, empecé a disfrutar el viaje de otra manera.
Como ya dije una parada obligada era el Gran Cañón del colorado, teníamos que desviarnos un poco de la ruta pero como digo era obligatoria, así que en el momento que entramos en Arizona lo empezábamos a preparar las cosas que teníamos que comprar puesto que teníamos los permisos pertinentes para acampar dentro del parque, no eran ni las 11 de la mañana cuando paramos en un pueblecito muy pintoresco para comprar algunas cosas, ese día yo llevaba puesto un pantalón vaquero muy corto, una camiseta blanca y un chaleco color caqui con flecos, al parar la moto me saque el casco de la moto y menee la cabeza sacudiendo mi melena, hacía calor y estaba llena de polvo del camino, me di cuenta como Tom no perdía ojo de mis movimientos con lo que empecé en broma a exagerarlos, mientras le miraba, sacudirme el polvo del desierto de una forma muy sensual, Tom me miraba y se reía tirándome besitos al aire, besos que yo le devolvía y empezamos a reír, pero no era el único que estaba mirando mi espectáculo.
Cuando volví del baño de asearme un poco, Tom estaba comprando en la pequeña tienda del pueblo, estaba haciendo fotografías al pueblo cuando me di cuenta como dos hombres me estaban mirando, me estaban haciendo que me sintiera incomoda, empezaron a dirigirse a mi de una forma muy soez, diciéndome verdaderas guarradas, yo estaba muy nerviosa y realmente asustada, se estaban acercando, estaban a pocos metros de mi, yo apartaba la mirada estaba como paralizada cuando oí la voz de Tom, con voz alta y con un tono agresivo se dirigía a estos dos individuos, quienes empezaron a insultando a Tom pero retrocedieron se metieron en un coche tomando la dirección contraria por la que nosotros íbamos a ir. Me sentí tan aliviada que corrí hacia Tom abrazándole, estaba temblando, el me abrazo y mas tarde me cogió de la barbilla mirándome a los ojos me tranquilizo, no sé qué me paso por la cabeza pero fue cuando le bese, le tenía tan cerca que no pude aguantar el impulso, el me devolvió el beso, nuestros labios se fundieron, al principio solo eran pequeños besos luego nos besarnos profundamente, no se el tiempo que trascurrió, allí estábamos en medio de la nada, en un pueblo que parecía sacado de una película del viejo oeste, abrazándonos y besándonos.
Llegamos al parque del Gran Cañón, pagamos y enseñamos los permisos para dirigimos a la zona de acampada, durante todo el camino solo pensaba en aquel abrazo, en los besos que nos habíamos dado, estaba feliz, tan feliz como una colegiala puede estar cuando le dan su primer beso, pero cuando empecé a mirar a mi alrededor, el paisaje era algo grandioso, sé que a él le paso lo mismo porque de pronto callamos, hacíamos fotografías a cada paso, empezamos a realizar una ruta que teníamos señaladas cerca donde íbamos a montar las tiendas, empezaba anochecer y aparte del peligro yo quería fotografiar las figuras del cañón con el cielo estrellado y para ello tenía que colocar y preparar la cámara en el trípode, para hacer fotografías de noche.
Ya estaba todo preparado y había programado el ordenador para que fuera haciendo fotografías cada cierto tiempo, habíamos montado las tiendas y Tom me había preparado la cena, la mejor velada de mi vida, había metido unas flores del desierto dentro de una botella de cerveza y con dos botellas y unas velas había hecho dos candelabros, imagínate, con el hombre ideal, flores, velas bajo el cielo estrellado del Gran Cañón del colorado, pero que mujer no se sentiría abrumada, lo dicho la mejor noche de mi vida, lo que no sabía que solo había hecho mas que empezar. Avanzada la noche, después de reír, de cenar y hablar de todo un poco, daba gusto hablar con un hombre que tuviese conversación de música, de literatura, de arte, de los países y lugares que habíamos visitado, estábamos sentados en el suelo apoyados en una gran roca escuchando el silencio y mirando el cielo estrellado, solo sentía el viento y los ruidos de la naturaleza, nosotros estábamos en silencio, disfrutando de todo aquello, apoye la cabeza en el hombro de Tom y le abrace por la cintura, el me abrazo mientras me daba un beso cariñoso en la frente, así pasamos algún tiempo sin que ninguno de los dos dijera nada, no sabía que había entre nosotros solo sé que me sentía feliz de estar allí con él, muy feliz, a salvo de cualquier otro problema, entre sus brazos, lo quería, lo quería como nunca antes había querido a nadie.
Sentía su respiración, cuando me beso en la frente y susurrando le escuche decir en ingles me quería, mi pulso se aceleró, sentía como el corazón se me salía del pecho, sería posible que el sintiera lo mismo que yo, levante mi cabeza mirándole fijamente, quizás fue mi expresión como si no le hubiera entendido, cuando me susurro otra vez pero ahora en español y un poco mas alto “te quiero Susan”, respire profundamente, no cabía de felicidad, me acerque a él y le bese en los labios muy suave, nos empezamos a besar despacio, como si tuviéramos miedo a rompernos, mientras yo le iba diciendo que le quería, no paraba de repetírselo hasta que me beso profundamente, nos besábamos sin paras mientras que nos íbamos tumbado sobre la manta que teníamos debajo, con sus dedos me acariciaba el pelo pasándolos sobre él, me besaba el cuello, estaba disfrutando tanto que le abrazaba la espalda pasando los brazos de un lado al otro, empecé a quitarle la camisa quería sentir su cuerpo sobre la mía, piel contra piel, me quito mi camisa y me desabrocho el sujetador con maestría, mis pechos al aire estaban aplastándose sobre él, no paraba de besarme, fue buscando con sus labios mis pechos, acariciaba mi cuerpo casi sin tocarme, una serie de escalofríos me atravesaban de una punta a otra del cuerpo, daba pequeños mordiscos con sus labios en mis pezones, estos habían aumentado enormemente su volumen, nunca los había tenido tan grandes, sus labios empezaron a recorrer mi cuerpo, mi respiración era entrecortada, estaba tan excitada, sabía lo que iba a suceder y esperaba ansiosa el momento de que nos uniéramos, de tenerle dentro de mi, lo deseaba, lo deseaba tanto.
Tom metió sus manos por debajo del pantalón encontrando mis bragas y acariciando mi vello, buscaba mi vulva, llego con su boca hasta el pantalón y recorrió mi vientre con su lengua de izquierda a derecha, empezó a desabrocharme el pantalón, me lo bajo un poco lo justo para meter bien sus dedos por debajo de mis bragas, buscado mis labios, mi clítoris, metió un poco su dedo en la abertura de mi coño, luego lo saco, estaba mojado, mi coño estaba totalmente empapado, no dejaba de jadear de la excitación, fue quitándome la bragas muy despacio hasta quitármelas por completo, allí estaba yo, desnuda en el mejor escenario del mundo y sobre mi el hombre que amaba, pase a la acción y quería quitarle los pantalones pero no me dejo, bajo su cuerpo y metió su cabeza entre mis pierna empezó a lamerme los labios, pequeños mordiscos con los suyos, me succionaba el clítoris mientras me metía dos dedos en mi vagina, gemía de placer, mis manos agarraban con fuerza la manta sobre la que estaba tumbada, le empecé a decir que por favor me follara, quería sentir su pene dentro de mi, Tom se incorporó y mientras nos mirábamos a los ojos, se quitó los pantalones, allí estaba el desnudo con un pene enorme, bien hinchado, volvió besándome pero ahora desde mi coño a mi boca, sabia a mi cuando nos besamos, me abrí bien de piernas para mi amante, para que pudiera penetrarme bien con su verga, lo llevaba esperando casi desde que le conocí cuando en aquel hotel me masturbe pensando en él.
Note como jugaba con su polla entre mis labios, empezó a metérmela despacio, solo la punta, luego la volvía a sacar, la excitación iba en aumento, recorría toda mi vulva con su capullo escondiéndose entre mis labios llegando a mi abertura y metiéndola solo un poco, no podía mas, todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo estaba revolucionadas, todo lo que me hacía me daba placer, al final la metió totalmente, estaba tan mojada que entro hasta el fondo sin tan siquiera hacer el mínimo esfuerzo, como si mi vagina lo hubiera succionado para que no se escapase, causándonos un gran placer a los dos, una sensación tan placentera que causo que mi vientre subiera sin que yo hiciera nada, mi cuerpo no me respondía, Tom iba metiendo su pene dentro de mi, estaba tan duro, tan suave, tan grueso que me llenaba una y otra vez, notaba las palpitaciones de las venas de su pene en mi, sin casi esfuerzo mi coño lo recibía y se la llevaba hasta el fondo, hasta tocar el fondo de mi paredes vaginales, no podía parar de dar pequeños gritos de placer, de inspirar aire con la boca abierta y no parecía que soltara el aire cada vez que la metía.
Tom saco la polla de mi coño, quería que me pusiera encima, pero en vez de eso se la empecé a chupar, estaba totalmente empapada de mis jugos, sabia a mi, lamía su polla como si la quisiera limpiar de todo aquello, estaba sentado en la manta, inclinado un poco hacia tras, se sujetaba con el antebrazo en la manta mientras me miraba como subía y bajaba la cabeza metiéndome, saboreando esa polla que era solamente mía, notaba su respiración sus gemidos de placer, yo tenía la vagina tan mojada que cuando me movía notaba como chapoteaban mis labios, le dije que no se tumbara que quería sentarme encima de él y abriéndome de piernas me senté encima de sus muslos, sin haberla guiado su verga se metió hasta el fondo, nos mirábamos a los ojos, nos besábamos, gemíamos de placer los dos, cada movimiento la polla se metía mas y mas al fondo, dejamos de besarnos y unidos por nuestros labios con nuestra respiración entrecortada, jadeando los dos, empezó a meterla mas profunda y con mas rapidez, notaba como me empezaba a correr, quería que se corriese dentro de mi, no quería que la sacara, quería todo su semen dentro mi, yo le decía que no se apartara que siguiera así, así, justo antes de corredme yo, Tom eyaculo todo su esperma dentro de mi, notaba como me mojaba todo su semen caliente dentro de mi vagina, incline mi cuerpo hacia atrás recibiendo las ultimas estocadas de su polla, estaba gritando de placer al igual que Tom, mientras nuestros jugos mezclados empezaron a salir y resbalar por mis muslos, terminamos fundidos en un abrazo, besándonos y diciéndonos que nos queríamos mientras unas lágrimas de felicidad inundaban mi rostro.
Aquella noche hicimos varias veces el amor hasta que cerca de las 6 de la mañana que empezó amanecer, un amanecer que contemplamos abrazados, no creo que ninguna fuerza humana ni de la naturaleza podría habernos separado en aquellos momentos. Decidimos quedarnos un día mas allí, un día con su noche, en aquel enclave tan grandioso que fue testigo de la consumación de nuestro amor, pasaron todavía 6 días mas hasta que llegamos a los Ángeles y nos bañamos en el Pacifico, todavía me quedaban dos días a mi para que saliera mi avión rumbo a España, en los que no salimos prácticamente de la habitación del hotel.
Mi viaje había terminado, la despedida fue realmente muy dura, habíamos quedado en llamarnos casi a diario, en volvernos haber no sé cuándo, pero yo sabía que la distancia era enorme, ya en Valencia mi vida había dado un giro de 180 grados, solo conté lo esencial de mi gran aventura a la familia, enseñando las fotos justas, menos a mi amiga Cristina que se lo conté todo, muriéndose de envidia pero alegrándose por mi, le enseñe algunas instantáneas que cogió la cámara por la noche, porque sin darnos cuenta nos pusimos hacer el amor, precisamente en la trayectoria de la cámara, sacando unas fotografías bastantes subidas de tono, donde se veía como follaba apasionadamente.
Habían pasado ya dos meses de mi viaje cuando a mediados de noviembre Tom se presentó en mi clínica con una perrita preciosa con un lazo en el cuello y un ramo de rosas y entre ellas unas las flores secas del desierto, las que me regalo aquella noche, según le vi no me pude reprimir y me tire a su cuello, abrazándole mientras empezaba a llorar de alegría. Tom había venido a por mi, decía que no se iría a Canadá sin mi y si yo no quería o podía se quedaba el en España, pero que no iba a pasar ni un segundo mas sin mi, fue toda una declaración de amor, no podía contener las lágrimas de felicidad, ni yo ni mi amiga Cristina, ni la gente que ese día abarrotaba la sala de espera de mi clínica, lo único que quería era estar conmigo y yo con él.
A la semana siguiente hice mis maletas y me fui a Canadá, todos los años a finales de agosto pasamos unos días realmente maravillosos en el mismo sitio donde sellamos nuestro amor bajo un cielo estrellado.
De eso hace ya 50 años.