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Sade quiere follar con un maduro
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Unos meses antes de esta cuarentena, me suscribí a uno de estos sitios donde se busca citas con algunas chicas. Siempre me llegaban invitaciones de estos lugares y un día decidí hacerme miembro, pues en total la membresía por año es de solo $250.00 para estar en ese nivel de platino, donde el mismo lugar te asegura se dan las mejores oportunidades de ligarte con alguna chica. La verdad que en horas tenía varios correos electrónicos, pero no llenaban los requisitos que yo había pedido llenando un pequeño cuestionario.

Obviamente estaba en busca de chicas, pero para probar el sitio y ver si este cumplía con la publicidad, requerí que las chicas que me interesaban eran de una edad entre 18 y 25 años, deberían de ser petit y que no estuvieran a más de 50 millas de mi lugar, pero estaba recibiendo contactos de mujeres entre los cuarenta y que vivían a una buena distancia. Un poco decepcionado, dejé de visitar el sitio después de una semana y dos semanas después estaba recibiendo un correo en el cual me preguntaban cómo me parecía el servicio. Respondí de modo negativo y recibí otro correo donde se me comunicaba que para que los algoritmos del sitio funcionaran al 100%, debería tomar por lo menos unas tres o cuatro semanas.

Realmente estaba un tanto decepcionado, pero tampoco estaba urgido pues siempre tengo alguna chica disponible para desahogar esas presiones sexuales que tiene una persona promiscua como yo. La verdad que me dije… si sale alguna chica o dos que valgan la pena en un año, pues podría haber recuperado mi dinero, pues una puta promedio te cobra de $200.00 a $300.00 por hora.

La verdad que me continuaron llegando contactos de chicas de ciudades muy lejos de aquí y con edades por sobre lo que yo requería en la entrevista cuando uno se hace miembro. Ignoré los correos hasta estos días que estamos encerrados por esta pandemia, pues sin mucho que hacer una tarde me dediqué a volver a revisar los correos de este sitio.

Encontré entre los más recientes a cinco chicas que me llamaron la atención y aunque me comuniqué con todas, me inclinaba más por una chica de facciones latinas, pero con el color oscuro de una mulata. En su perfil se describe como abierta a todo, en busca de un hombre mayor entre los 35 a 45 años, que sobrepase el metro y ochenta de altura y de aspecto atlético. Ella es originaria de Nueva York, viviendo en mi ciudad, estudiante de la universidad local y va a cumplir los 19 años. No quiere compromisos sino una aventura sexual con alguien con experiencia.

Tomó un par de días para que me respondiera, pero desde que lo hizo no dejamos de comunicarnos. Lo más importante para ella después de introducirnos era su seguridad y me hizo una entrevista casi como las que hacen los servicios de seguridad policiales y hasta verificó que trabajaba donde le dije que trabajé. Eso nos tomó un par de semanas más y finalmente me dio su número telefónico y comenzamos a hablar y tener algunas cuantas pláticas eróticas.

En su perfil viste con una blusa blanca y pantalones vaqueros bien ajustados, tiene una fotografía en traje de baño, una con una microfalda donde se miran esas piernas bien trabajadas y, en fin, es del tipo de chica que me gusta, cuerpo atlético y petit. Según su perfil, mide un metro y sesenta y tres, con un peso entre 105 a 110 lbs. Su fetiche es que le hagan sexo oral sobre sus pantis y ella hacer lo mismo con su pareja y es por eso por lo que prefiere o le gusta que sus parejas usen ropa interior estilo bikini bien ajustados.

Lo que me gustó de todo esto, fue la idea de conquista… debía de convencerla a coger conmigo. Eventualmente quedamos en reunirnos en su apartamento, con la condición de que habría algo más que compartir algún refresco si es que había química entre nosotros. También me advirtió que su amiga sabría que yo llegaría y me pidió que le enviara una copia de mi licencia de conducir. Hice todo lo que me dijo y ayer me fui a ese encuentro a su apartamento.

Llegué y lo primero que resaltó de mí fue mi altura, pues ella prácticamente me llega al hombro y tuve que agacharme para darle un beso en la mejía y donde ni siquiera nos recordamos de ese distanciamiento social. La verdad que me importó poco pues, al fin y al cabo, lo que quería con ella iba más allá de tenerla cerca, quería estar dentro de ella. Me ayudó a removerme el traje y lo puso por sobre una silla y me ofreció algo de tomar. Su nombre es Sade, y ayer vestía un pantalón vaquero bien ajustado que denota ese trasero exquisito que tiene. Con su cuerpo atlético, viste un bustier negro donde se puede apreciar un abdomen completamente plano y de seguro no lleva sostén… puedo ver sus pezones erectos, pues hace un poco el frio y hay mucho viento este día.

Después de una plática trivial de media hora, tocamos el punto del por qué había llegado allí. Sade no es nada de tímida y me pone las cartas sobre la mesa y comienza la conversación preámbulo a lo que se viene:

-Tony, en lo que respecta a mí, me pareces que eres un hombre elegante, educado, seductor y creo que tenemos química… la verdad que me gustas y estoy sorprendida que te miras muy joven a pesar de que dices que tienes más de 50 años. Ahora… mi pregunta es la siguiente: ¿Qué te parezco yo?

-Me pareces una chica linda y sensual… la verdad que eres el tipo de mujer que me gusta. -le he respondido.

-¿Te gustan las chicas jóvenes?

-¿A ti te gustan los hombres maduros? -ambos reímos.

Estamos en el sofá de la sala, donde se pueden sentar tres y Sade se vuelca sobre mí abriendo sus piernas y se acomoda para sentarse en mis piernas. Tiene una sonrisa dulce y perlada, de labios ni gruesos ni delgados. Tiene una delgada cadena de oro con una pequeña rosa como pendiente. Sus uñas son alargadas y estéticamente bien cuidadas. Usa unas zapatillas abiertas de cuero y puedo ver sus pies con un pedicure recién aplicado. Su cintura es delgada y sus caderas son una poesía y su piel despide un aroma delicioso, al igual que el aliento de su boca tiene una frescura mentolada.

Me ofrece sus labios con una coquetería y comienzo a saborear su lengua con sus movimientos eróticos. Remover su bustier fue fácil, donde descubro esos pechos pequeños y puntiagudos con su pezón al extremo de la erección. Apenas los beso y me dice: -Ven, vamos a mi habitación, allí estaremos más cómodos.

La verdad es un bonito apartamento y su habitación tiene un ambiente íntimo y con velas encendidas. Las cortinas están cerradas y eso le da un ambiente apropiado a estos trotes. Ella, me ayuda a desvestirme e incluso me removió los zapatos y los calcetines. Solo me dejó con un calzoncillo estilo bikini semitransparente de color negro y me alaba el paquete que está reprimido queriendo salir de la presión que se encuentra. Sade continúa con sus pantalones vaqueros y solo desnuda del torso.

Va a lo que va… y después de algunos besos en el pecho, me mete su lengua en el ombligo y después pasa a sobarme la verga por sobre el calzoncillo. Ella me dice en una forma de murmuro: -Esto me encanta, ver como tu calzoncillo se llena de tu líquido seminal, ver cómo te deshaces del deseo. ¡Tienes una hermosa verga! – Agregó.

Me lamió las entrepiernas mientras sus manos masajeaban mi falo y por supuesto, en término de algunos minutos mi calzoncillo estaba mojado. Me miraba el paquete y me decía: -Sabes… me encanta ese olor… es raro, pero me fascina. Por sobre el calzoncillo comenzó a lamer mis testículos mientras ella me seguía masajeando la verga. Eventualmente, llegó a mi verga y siguió haciendo lo mismo, metiéndose mi glande a su boca, mientras todavía tenía el calzoncillo puesto. Creo que eso le fascinaba, pues no dejaba de decir frases que ayudan al calentamiento mundial: ¡Que rica verga tienes Tony! Quiero que me la metas por donde tú quieras. -eran algunas de esas frases. Obviamente mi calzoncillo estaba completamente mojado y me incorporé para devolverle el favor.

Encorvó su cuerpo para facilitarme remover sus pantalones bien ceñidos a su hermosa figura y pude observar sus calzoncitos tipo cacheteros… estos hacen que sus nalgas sobresalgan más de lo que ya lo hacen. Es de un color azul marino y este ya se puede ver mojado donde su rica conchita se derrite de la excitación. En su encaje descubro un pequeño tatuaje de una rosa recién hecho, pues en su foto de bikini nunca logré ver.

Me reposo entre sus piernas en posición del misionero y comienzo a mamar delicadamente sus pequeños pechos y me pide que mientras le mame uno, le apriete el otro con mis dedos. Al parecer esto le fascina, pues gime de placer y veo como se le eriza la piel en el proceso. Bajo a su abdomen y deslizo mi lengua de arriba abajo hasta acercarme al monte venus y al igual que ella, me salto su sexo y comienzo a lamer sus entrepiernas hasta llegar a lamer los dedos de sus pies. Me dice que le gusta sentir mi lengua entre sus dedos.

Regreso a su sexo y como ella me lo había indicado, comienzo a hacerle sexo oral por sobre sus calzones totalmente mojados y pruebo esos jugos saladitos y su aroma que elevaba grandemente mi excitación. Mi boca choca con su concha y mis manos le atrapan sus dos erectos pezones y Sade comienza con un vaivén violento de su pelvis que no para hasta que llega a sentir su primer orgasmo. Oigo sus gemidos y su respirar profuso y sonríe y me hace saber que ha logrado venirse. Sade no para ahí, sigue con esos movimientos de caderas y mis manos siguen prendidas de sus pezones y solo oigo que me dice: -hálame los pezones. No pasaron ni dos minutos cuando siento su vaivén acelerado y esta ves a su gemido se le agrega un gritito como de llanto y solo exclama: ¡Dios mío! Que rico, me estoy corriendo otra vez.

En esta ocasión su sonrisa era más alargada con esos sonidos de la excitación. Podía sentir lo caliente que emanaba su vagina y sus jugos espesos mezclados con mi saliva. Mi rostro estaba empapado, pero seguía prendido de su conchita haciéndole un canal con mi nariz y chupando ahora violentamente su clítoris que, si no lo veía, podía sentir su pulsar acelerado. Seguí más agresivo y descubrí que lo toleraba y Sade comienza a mover las caderas y ahora masajeo todo el entorno de sus tetas y la sorprendo con halones a sus pezones y solo gime de placer.

Encorva de nuevo su columna para confrontar el choque de mi boca y elevando sus nalgas con una fuerza casi sobrenatural, explotó de nuevo y de lo cual parece ser más potente que los orgasmos anteriores. Esta vez me dice que ya no aguanta, que este último le ha drenado fuerzas. Me ofrece su concha para que me desahogue en ella y le remuevo su panti y descubro una conchita bien afeitada y totalmente lubricada. Ella se me pone de perrito y donde puedo ver ese culito precioso y perfecto y cuidadosamente le clavo toda mi verga en una vagina reducida y bien apretada.

Es por esta razón que me gustan las chicas petit, pareciera que, en vez de estarles cogiendo la concha, son apretadas como perforar un culo. Sade está tan cansada que me deja a mí la labor de encontrar el paraíso. Con ese culo tan perfecto, no se me hace difícil llegar al cielo. Después de unos siete minutos taladrando su concha y sacudiendo su ojete con mi pulgar, me hace explotar con grandiosa y abundante eyaculación. Toma una toalla para sostener mi corrida y no embarrar la cama y sale al baño a asearse.

En su perfil decía que era de mente abierta y es por eso por lo que le pregunté si su culito estaba disponible y ella me contestó de la siguiente manera:

-¡Tienes una polla que da miedo, pero podemos intentar!

-Iremos a tu ritmo y si tú crees que no es posible, dejamos de intentar. -le dije.

Las nalgas de esta mujer son sólidas, y una vez después de un breve descanso la he puesto por sobre sus pechos dejándome libre acceso a su culo. Beso sus nalgas hasta poco a poco invadir ese canal que me lleva después de varios deslices a su rico orificio. Se lo lamo a placer y Sade vuelve a gemir de placer. Me tomo el tiempo en ese masaje y vuelvo a invadir su ano penetrándole con mi pulgar su ojete. Se siente con mucha presión y dudo que esta chica lo pueda sostener. Asimila el dolor y el tamaño de mi pulgar, pero este culo esta tan apretado que inclusive mi pulgar que tiene la habilidad y el control de fuerza es expulsado por la presión de ese anillo. Me tomo el tiempo y decido ponerla de cucharita y ver si es posible, pues intuyo será difícil y doloroso en la posición de perrito.

Juego por un tiempo a que mi verga se deslice entre sus nalgas, lo cual creo goza Sade. Ella me asiste tomando mi verga entre sus manos y llevándola a chocar con su ojete. La verdad que le hago un poco de presión y mi verga se escurre hacia arriba o abajo, pero se encuentra con una barrera muy sólida de su ojete. Tomamos diferentes posiciones y ver cuál era la más viable y adecuada, hasta que Sade me sugiere que me siente a la orilla de la cama y de esta manera tengo con claridad la vía de su ojete y con su peso sentada hará la suficiente presión y ella tendrá el control de la penetración.

Después de varios intentos sentí como mi glande fue atrapado por su anillo y realmente se sentía muy apretado. Le pregunté si lo había hecho antes y me dijo que sí, pero no con una verga tan grande y gruesa como la mía. Sostuvo la respiración y se relajó para poder meter algunos centímetros más y finalmente mi verga entró toda o casi toda. No teníamos mucho movimiento, pero creo que la invasión de mi verga en su culo le excitaba que cuando le toqué su conchita, esta se derretía en un emanar de cálidos y esposos jugos. De esa manera, ella sentada sobre mi verga, le comienzo a chaquetear su conchita y a sobar su clítoris hasta que después de unos siete minutos, explotó de nuevo con un sensacional orgasmo que a la vez me hizo correr a mí.

No la pude taladrar como hubiese querido, pues no quería hacerle daño. Su ano tuvo un leve sangrado el cual se mezcló con mi esperma cuando se limpiaba. Ya no intentamos hacer sexo anal, pues se quejó de que le quedó ardiendo el culo. Me dediqué a taladrarle su conchita, la cual me provocó dos corridas más y Sade quizá habrá experimentado al menos otros seis orgasmos. Sade es multiorgásmica y su delirio es sentir una lengua masajeando su rica y apretada concha. Tuvimos seis horas de placer y la verdad que me dejó agotado. Hoy sigo viendo si puedo convencer a las otras cuatro chicas y ver si me las puedo convencer de llevarlas a la cama. Por el momento, lo que pagué por la suscripción a este sitio, ya rindió dividendos.

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