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Sueño húmedo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Dedicado a la amable lectora que contribuyó en el desarrollo de este relato.

Martha dormía plácidamente, a pesar del calor de verano, usaba una playera de tirantes color blanco y lencería de encaje blanco, diminuto, que se perdía entre las magníficas nalgas redondas, blancas; dormía sin sábanas, con la ventana abierta, para recibir la fresca brisa de la noche.

Se revolvía en su cama, inquieta, el calor no permitía que pudiera dormir plácidamente, además el roce de su cuerpo en la cama, encendía los deseos de su cuerpo de diosa, sentía sus pezones rozar contra el colchón, parecía como si algo dentro de él la tocara a propósito.

Empezaba Martha a desesperarse, pasaban los minutos sin poder conciliar el sueño, se removía en su cama, estaba cansada, pero también excitada, pensaba –o me duermo pronto o tendré que comenzar a masturbarme– mientras elegía otra posición para ver si podía quedarse dormida.

Finalmente se quedó dormida (o eso supuso) su mente viajó a la casa de enfrente donde vive su vecino fisgón, de repente se vio a si misma sosteniendo en sus manos el fierro candente de su vecino, su lengua recorriendo ese tronco de carne palpitante, mientras sus manos lo frotaban con fuerza, era una sincronía perfecta, mientras su lengua acariciaba la glande de ese enorme pene, sus manos frotaban el tronco y los huevos, de la misma manera cuando su boca chupaba sus huevos, sus manos frotaban el tronco y la cabeza, siempre cubría todos los flancos.

La saliva de Martha cubría ya todo el trozo de carne palpitante, lucia brillosa, desde el ojo de la cabeza, pasando por todas y cada una de las venas, y las gotas más gruesas de saliva se depositaban en sus huevos.

Al estar Jorge encima de Martha, este se colocó con su cara frente al vientre de Martha, con toda la intención de iniciar un 69, Martha se dejó, abriendo sus piernas para que la cara de Jorge pudiera realizar su trabajo, de inmediato sus manos se fueron a posar sobre las hermosas nalgas de Martha, tomando cada una con una mano, mientras su boca se fue directo a la hermosa rajita, ya mojada, con los labios vaginales excitados, oscurecidos por el deseo, la lengua de Jorge recorría el camino de la rajita de Martha, su lencería no estorbaba ya, era tan diminuta y estaba tan húmeda que prácticamente era parte de la piel de ella.

Los embates de la lengua de Jorge sobre la vagina de Martha muy pronto surtieron efecto, sus labios entregados ya, palpitaban al ritmo del paso de su lengua, cada centímetro que recorría la lengua generaba una sensación diferente, en especial cuando su lengua recorría el clítoris, un escalofrío estremecía el cuerpo de Martha.

Era una batalla de dos frentes, Martha en el suyo frotaba el tronco firme de Jorge, quería sacar de él toda la leche que estaba a punto de hervir en sus genitales; mientras Jorge recorría con su lengua hasta el último rincón de la vagina de Martha, sus labios, su clítoris, incursionaba dentro de su vulva y de vez en cuando lamia el ojo de su culito.

Martha se incorporó e hizo que Jorge se acostara de espaldas a la cama, le dio dos jalones al miembro duro de él y se acomodó para sentarse encima de él, se quitó la empapada lencería, se despojó de la camiseta y se dispuso a montar al toro; se colocó la cabeza del miembro justo en la entrada de su vulva y se dispuso a bajar lentamente por él, su cabeza penetro lentamente su cavidad, ella sentía como poco a poco se abrían las paredes de su vagina, dando paso a ese pedazo de carne negra que contrastaba perfectamente con la piel blanca de Martha y el rosado de su vulva.

Finalmente Martha llego al final del camino, topando con los huevos hirviendo de Jorge, que cada vez se veían mas y más llenos de esperma, al borde de la explosión, Martha coloco sus manos sobre el pecho de Jorge para apoyarse y comenzó el movimiento de vaivén sobre el tronco de carne, sus caderas subían y bajaban sobre el miembro tieso al mismo tiempo que hacían un movimiento circular, Martha sentía perfectamente como la cabeza de su oponente tocaba cada uno de los rincones interiores de su vagina, estaba al borde de la locura, solamente ocupada de sentir dentro de ella cada centímetro de la verga dura de él.

Mientras tanto Jorge estiro los brazos para llegar a los senos de Martha, que ya habían sido liberados, se erguían orgullosos, sus pezones amenazantes apuntando hacia el enemigo, Jorge los cubrió con sus manos, haciendo que los pezones quedaran entre sus dedos, apretándolos para darle más placer a los botones cafés que coronaban sus senos blancos, Martha seguía con su movimiento de caderas, ya perdida en el placer que le generaba ser una mariposa ensartada por su captor, traspasada por una lanza de carne palpitante que no le permitía ir a ningún otro lado que no fuera más y más dentro de ella.

Martha sentía que de un momento a otro tendría un orgasmo y no deseaba evitarlo, los movimientos de su cadera comenzaron a ser cada vez más rápidos y cada vez más fuertes, se escuchaba el choque de sus carnes cada vez que el cuerpo de Martha caía hasta el fondo del miembro venudo de Jorge, ya los únicos sonidos que se escuchaban eran los choques de la carne y los gemidos de ambos, Martha empezó a cambiar sus gemidos por gritos de placer, pidiendo más y más verga dentro de ella.

Jorge aumentaba el ritmo de masaje de sus senos, al tiempo que movía su verga al compás de ella, empujando con firmeza al momento que ella bajaba por su camote hinchado, ya solo atinaba a gritar ¡dame más papi!, ¡dame toda tu verga!, mientras recibía hasta el fondo de su ser cada uno de los embates del miembro candente de él.

Finalmente sintió un escalofrió que se generaba dentro de su vagina y que se propagaba por su cuerpo en todas direcciones, que pasaba por su espalda, su estómago, sus senos y su cabeza; su vagina comenzó a venir en chorros copiosos, los espasmos hicieron que perdiera el equilibrio y cayó de encima de Jorge sobre la cama.

Después de sobreponerse al orgasmo, recobro el aliento y se reincorporo, se hinco al lado de él y le tomó el miembro entre sus manos, recordando que aún no explotaba y lo comenzó a frotar con frenesí, con ambas manos, lo jalaba en dirección de sus senos, su mirada buscaba la de él, como tratando de anticipar su explosión, después de frotar su miembro furiosamente, Martha vio en Jorge la mirada de quien está a punto de estallar, Martha sin dejar de frotar le decía ¡dámelo, dámelo todo!

Finalmente Jorge cerro los puños, se contrajo y comenzó a expulsar semen por la cabeza de su glande, como Martha continuaba la masturbación el semen salió disparado en todas direcciones, mientras Martha disfrutaba el espectáculo, trataba de cachar con su boca gotas de semen, para llevárselas como premio por el gran trabajo realizado.

Finalmente salió hasta la última gota de semen de su miembro, Martha lo soltó y se reincorporó, tomó sus ropas lo besó y le dijo: espero te haya gustado como a mi.

En seguida recobró el sentido en su cama, confundida, – fue un sueño – pensó, todavía confundida, pasó sus dedos por su rubia cabellera y algo extraño se pegó entre sus dedos, acercó su mano para poder ver de qué se trataba, era una gota espesa de líquido blanco aún caliente.

¿Sería un sueño?

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Autor
JORGEFAG
JORGEFAGhttp://jorgefag
Ferviente aficionado de los relatos propios u ajenos (imágenes facilitadas por lectoras y colaboradoras)

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