Después del trio que tuvimos con Claudia, Sara me lanzó la idea de un trio con otro hombre. Siempre tuve un poco de recelo en hacer un trio con otro hombre. No me gustaba mucho la idea de tener cerca a otro hombre desnudo, pero no me quedó otra opción que aceptar su petición. Después de conversarlo un poco, para poner algunas reglas, decidimos buscar quien podría ser el candidato ideal para esta experiencia.
-¿has pensado en alguien? –pregunté.
-Bueno, hay un compañero de trabajo que me parece podría ser –dijo rápidamente, con lo que me di cuenta que Sara lo tenía todo planeado – lo conoces, ¿te acuerdas de Hugo?
-Si me acuerdo –dije– que rápido decidiste. Ya lo tenías pensado ¿no?
-Bueno, así como tu decidiste rápido con Claudia –respondió riendo.
Hugo era un compañero de trabajo de Sara. Era un par de años menor que nosotros, alto, musculoso, moreno. Lo conocí en una reunión del trabajo de Sara, me cayó bien. Igual no me gustaba mucho la idea, la forma en que se dio todo, me hacía sospechar que a Sara le gustaba Hugo. Pero, como ella había aceptado y realizado mi fantasía, no me quedó más opción que aceptar.
Sara me dijo que esta vez tendría que conversar con Hugo y quedar con el sobre como seria todo. Yo acepté, pero seguía sin gustarme la idea. Al final lo dejé pasar, tratando de ser mente abierta, tal y como lo había hecho Sara.
Un día llegó Sara del trabajo a mi casa y me contó lo que había conversado con Hugo. Me dijo que le contó lo que habíamos hecho con Claudia y que habíamos pensado que queríamos experimentar un trio con él. Al principio, a Hugo no le pareció muy buena la idea, pero Sara lo convenció. Habían quedado que el fin de semana iría Hugo a su casa y que tomaríamos unos tragos para soltarnos.
Llegó el día, estábamos Sara y yo esperando en la sala. Yo me tomaba una cerveza, esta vez si quería estar un poco borracho. Sonará un poco hipócrita de mi parte decir esto, después de lo que pasó con Claudia, pero me sentía incómodo con la situación. Cuando llegó Hugo, Sara se levantó de un salto para abrir la puerta. Yo ya tenía unas tres cervezas encima. Nos saludamos, se sentó y comenzamos a tomar. Una vez avanzados, la conversación se hizo muy amena. Era difícil llevarse mal con Hugo, a pesar de la idea de que a Sara le gustaba. De repente, Sara se levantó.
-Bueno, creo que el momento ha llegado –dijo sonriendo– espérenme acá, pónganse cómodos –dijo guiñando un ojo y se fue al estudio a ponerse cómoda.
-¿estás seguro de esto, Gonzalo? –preguntó Hugo, un poco nervioso.
-Si –dije dudando un poco– es lo que quiere Sara y me toca complacerla.
-Te veo dudoso –dijo, dándose cuenta de mi duda– no sé si yo podría.
-Estamos experimentando cosas nuevas –dije, tratando de sonar seguro para no arruinar la noche de Sara– solo no te corras dentro y tú y yo de lejos no más, jajaja.
-Jajaja, no te preocupes, ni te miro –respondió riendo.
Hugo y yo nos desnudamos, un poco nerviosos. Cuando estuvimos desnudos, me dio un poco de rabia, ya que el pene de Hugo era más grande que el mío. lo primero que pensé era si es que Sara ya la había visto antes. Unos minutos después, salió Sara, vestida con una ropa interior muy sexy, de color negro. El sostén tenía unos pequeños triángulos que cubrían sus pezones, de los cuales salían tiras que iban hacia su espalda, pero dejaban ver la piel de sus grandes senos. Su tanga, si se le puede llamar de esa manera, eran unas tiras de tela, que se metían entre sus nalgas por detrás y entre sus labios por delante. Se veía bien puta.
-Que bien se ven los dos –dijo Sara al vernos desnudos, sentados uno al lado del otro– y que par de pingas me voy a comer hoy.
-Y ¿qué esperas? –dije– ven a comer pinga entonces. Rápido que queremos reventarte la concha y el culo también.
-¡que rico! ¿me van a reventar todita? Y tú Hugo ¿qué dices? ¿quieres comerte todo esto? –dijo dándose una vuelta, mostrando su hermoso cuerpo.
-Claro que sí, Sarita –dijo, entrando en confianza– no sabía que estabas tan rica.
Sara se acercó a nosotros, me dio un beso a mí, luego a Hugo. Se arrodilló frente a nosotros y comenzó a chuparnos los penes, pasando de uno a otro. Mientras chupaba uno, masturbaba el otro. Luego, puso el pene de Hugo entre sus tetas y mientras Hugo se follaba las tetas de Sara, ella me chupaba el pene a mí. Se notaba que lo estaba disfrutando, porque se masturbaba rápidamente. Empujó a Hugo al sillón, cayó sentado, se arrodilló frente a él y comenzó a chuparle el pene, me coloqué detrás de ella y comencé a penetrarla fuertemente.
-¡si! ¡así! ¡dame duro! –dijo gimiendo– mete dos dedos en mi culo, que quiero que me cojan por los dos huecos.
Mientras la penetraba fuertemente por la vagina, comencé a meter dos dedos, previamente humedecidos, por el ano. Sara gemía gritando, con el pene de Hugo en la boca. Estuvimos buen rato así. Luego Sara se levantó y se sentó suavemente en el pene de Hugo. Me pidió que me acerqué y empecé a meterle el pene suavemente por su ano. Comencé a embestirla, primero suavemente, para luego ir acelerando mis movimientos. Debajo de ella, Hugo también se movía penetrándola rápidamente en su vagina. Desde arriba, veía como Hugo besaba las enormes tetas de Sara. Sara gemía y gritaba como loca, se estaba corriendo.
-¡Ahhh! ¡que rico! ¡pártanme los dos! ¡Ahhh! –gritó– ¡Ahhh! Me encanta que me cojan los dos. ¡más duro! –siguió gritando.
-Te gusta que te llenen los dos huecos ¿no putita? –dije– gritas como zorra.
Seguimos así, hasta que se dio la vuelta, se sentó encima de Hugo, comenzó a meterse suavemente su pene en el ano. Al ser más grande que el mío, se le hizo más difícil entrar, pero lo logró, haciendo gestos de dolor al comienzo y placer luego. Me acerqué y se la metí de golpe en la vagina. Ella saltaba encima del pene de Hugo, y yo me movía frente a ella. ahora era mi turno de chuparle las tetas. Estuvimos buen rato así. Hasta que se corrió de nuevo.
-Me voy a correr otra vez putos –gritó– ¡Ahhh! ¡no paren! ¡así! ¡Ahhh! –siguió corriéndose con fuerza– quiero que me tiren la leche en la cara.
Nos levantamos, se acomodó entre nosotros y comenzó a masturbarnos mientras nos iba chupando los penes intercaladamente. Al haber tomado bastante, duré un poco más de lo normal, así que Hugo se corrió primero. Tirándole una gran cantidad de leche en la cara y en la boca. Cayó rendido en el sofá. Mientras Sara se metía mi pene a la boca y me la chupaba fuerte y rápido. Después de unos minutos me corrí también, al igual que Hugo, una gran cantidad de semen cayó en la cara de Sara. Se limpió la cara con las manos para llevarse las dos corridas a la boca y tragarse todo, disfrutando cada gota.
Me sentó al costado de Hugo, tomó mi pene con la mano y mientras se metía el pene de Hugo en la boca, me masturbaba a mí. Estuvo buen rato así, hasta que se le puso muy dura a Hugo. Se levantó y se sentó encima, metiéndoselo en la vagina. Mientras se movía desenfrenadamente encima de Hugo, me daba una mamada increíble. Hugo amasaba una teta, y yo la otra.
Después de unos minutos, se sentó en el sofá y mientras yo la penetraba por la vagina, Hugo le follaba la boca con furia. Decidí levantar las piernas de Sara lo más que pude, Hugo me ayudó, aguantándolas bien alto. Desde esa pose tenía libre acceso a su vagina y a su ano, así que comencé a turnarme para darle por ambos huecos. Unas embestidas en su vagina, luego otras en su ano. Le di varios minutos en esa pose. Escuchaba como Sara se atragantaba con el pene de Hugo, que se lo metía hasta el fondo con fuerza.
Después de unos minutos cambiamos de posición. Sara se paró, se acomodó doblada detrás del sillón, apoyada en respaldar. Hugo, detrás de ella, ya la penetraba con fuerza, me paré en el asiento del sillón y desde ahí comencé a follarle la boca a Sara. Los empujones que le daba Hugo, hacían que mi pene entre hasta su garganta. Ambos la estábamos follando con mucha fuerza. Luego Hugo hizo lo mismo que yo, y comenzó a pasar de un hueco a otro.
Sara se debió de correr un par de veces más, por lo menos, estaba muy excitada. De su vagina chorreaban muchos fluidos. Sara gemía fuertemente, por más de que tenía todo mi pene dentro de su boca.
-¡Ahhh! ¡si! Sigue así Hugo, ¡no pares! –gritaba, aunque se le entendía poco, al tener la boca llena– ¡lléname la boca de leche amor! Rómpeme la boca.
-Así te gusta ¿no zorra? –dije, uno de sus pedidos era que la trate de esa manera– te voy a partir la boca y llenártela de leche, zorra –dije, moviéndome más de prisa y corriéndome dentro de su boca, empujando mi pene hasta el fondo– ¡Ah!
Acababa de llenarle la boca de leche a Sara, saqué mi pene de su boca y Sara, lagrimeando, se lo trago todo. Hugo seguía detrás de ella dándole fuerte en la vagina y en el culo. Sara recobró el aliento para seguir gimiendo y pidiendo más duro, hasta que Hugo se salió y eyaculó un gran chorro en su espalda.
Después de eso, Hugo se comenzó a vestir, diciendo que ya era tarde y que se tenía que ir. Nos agradeció, le dio un gran beso en los labios a Sara, me dio la mano y se fue. Después de eso, Sara me dijo para bañarnos.
-Vamos a bañarnos, quiero que me cojas de nuevo –dijo, tomándome de la mano y llevándome al baño de sus papas, que tiene la ducha más amplia – estuvo rico, pero me faltó que me llenes la concha de leche.
-Qué bueno que te haya gustado –dije– a mí me encantó verte tan zorra.
Fuimos a la ducha, nos metimos rápidamente y una vez que comenzó a caernos el agua caliente, se agachó y comenzó a chuparme el pene, lo masturbaba, se lo metía a la boca, masajeaba mis huevos y jugaba con la entrada de mi ano. Mi pene no demoró en ponerse muy duro. Lo colocó entre sus tetas y comenzó a moverlas de arriba hacia abajo, masturbando mi pene de una manera deliciosa, se metía la cabeza de mi pene en la boca cada vez que se acercaba. Se levantó, se pegó a la pared, levantó una pierna y la apoyó en la pared del frente. Comencé a penetrarla en esa posición. Mis embestidas eran rápidas, su vagina estaba abierta y muy húmeda, lo que hacía más fácil la penetración.
-¡que rico, mi amor! ¡me encanta sentir tu pinga dentro! ¡Ahhh! –gemía Sara, mientras se la metía mas fuerte– ¡así! ¡dame duro!
-¿te gusta más que la de Hugo? –pregunté– es más grande que la mía.
-Será más grande, pero tú la usas mucho mejor, mi amor –dijo– nadie me coge como tú.
-Entonces tómala toda –dije, dando empujones muy fuertes, hasta que mi pelvis chocaba contra ella– así te gusta ¿no zorra? que te cojan duro.
-¡Ahhh! ¡si! ¡así! Me gusta duro ¡dame más duro! –gritó.
La seguí embistiendo muy fuerte mientras le chupaba esas hermosas tetas, metí mi cara entre ellas y pasaba mi lengua por la ranura entre sus tetas. Sara gemía, comenzó a temblar, se estaba corriendo, las piernas no la podían sostener. La tuve que tomar de la cintura para que no se caiga. cuando se pudo poner en pie, saqué mi pene de su vagina y la arrodillé en el piso de la ducha, me arrodillé detrás de ella y la penetré de nuevo, con fuerza. Le estuve dando muy fuerte hasta que sentí que me corría, aceleré mis movimientos y aumenté la fuerza de mis embestidas hasta que dejé salir una gran corrida dentro de ella.
-¡Ah! ¡ahí está tu leche, zorra! te gusta chorrear leche de la concha ¿no? –dije, corriéndome fuertemente.
-¡dame más leche! –gritó, pidiéndome que no pare– ¡no pares! Que me corro otra vez.
Seguí embistiéndola fuertemente y mi leche seguía saliendo, hasta que se corrió gritando con fuerza. Después de unos segundos, nos levantamos, nos terminamos de duchar y nos fuimos a acostar. Al día siguiente, despertamos muy tarde, almorzamos juntos y nos pusimos a ver una serie que nos habían recomendado.
La serie se llamaba “el juego de las llaves”. Trata de un juego que realizan un grupo de amigos en una reunión. El juego consiste en colocar las llaves de los hombres dentro de un bol y en un momento de la reunión, las mujeres sacan las llaves sin ver. Luego las mujeres buscan al dueño de las llaves y tienen sexo con ellos. Es un juego de swingers.
Una vez más encontramos nuestra nueva experiencia sexual en la televisión. Que les contaré en mi próximo relato.
Fin
Uffff q rica hembra ehh tu sara uff toda una putita muy arrecha y golosa… Ufff debe ser tu diosa ahora es compartida ya habrá pasado por varios compañeros seguro…