Después de separarme de Alicia volví a buscar hombres para tener sexo, abrí un perfil como pasivo sumiso en una página de contactos gay, allí había homosexuales de todo tipo, activos, pasivos, versátiles, dominantes, que buscaban relaciones sin compromiso y algunos pocos parejas estables, yo solo quería algo sin compromiso pero si la cosa estaba bien, tener algo de continuidad no me parecía mal.
Me llamó la atención la búsqueda de un hombre que se hacía llamar Amo Dominante, que buscaba un pasivo sumiso para convertirlo en su esclavo sexual, respondí a su requerimiento y era un poco cortante como queriendo establecer distancia entre su posición dominante y el posible esclavo, nos mandamos unos mensajes y en ellos me explico lo que pretendía, en realidad fue bastante claro, he hablado con otros con esa onda que pretenden que uno vaya y se ponga en sus manos sin establecer ninguna pauta ni límites.
Éste por el contrario me dijo cuál era su fantasía, me contó que esto era un juego para él, en el que los dos debíamos disfrutar, cada uno a su manera, eso me gustó porque había hablado con otros que tomaban el tema como una forma de vida y eran demasiado estrictos, llevando el asunto a un nivel peligroso.
Yo lo veía y entendía como él, para mí también era un juego, en el que uno encuentra placer al someter a alguien y ese alguien en ser sometido, así de sencillo.
El dominante debía saber manejar la sugestión, para proporcionar al esclavo la dosis de temor necesaria para tenerlo doblegado y entregado.
Los dos entendíamos que no era necesaria aplicar violencia y causar dolor extremo, mucha gente disfruta causándole dolor al esclavo, pero ese no es mi objetivo.
Mi placer radica en sentirme obligado a complacer al dominante, a sentir que es mi deber satisfacerlo, aunque yo no quiera montando una escena en la que se aprovecha de mi, simulando que lo que me hace es contra mi voluntad.
Aclarado todo esto, este hombre me hizo sentir seguro y confiado para entregarme al juego que proponía, así que hablamos de mis límites y me dijo que parte del juego era que él iba a tratar de vencer esos límites, y que tendríamos una palabra clave para detener el juego por si algo estaba mal, la parte de tratar de doblegar mis límites, no me agradaba mucho, pero entendí que era una manera de darle atractivo al asunto, sino hubiera sido algo muy estructurado donde no habría variantes y sabríamos todo lo que haríamos de antemano.
Me aseguró que respetaría mi integridad física y se detendría ante el uso de la palabra clave, sin excepción, pero si hacía uso de esta por cualquier cosa, el juego perdería gracia, debía poner algo de mí, pero eso sucedería con un poco de tiempo y el conocimiento de mis reacciones.
Dicho esto, decidí tomar el riesgo y tener una cita, por suerte vivía solo a unos minutos de mi casa, así que eso facilitaba todo, tener un lugar, libertad de encontrarnos en horarios que nos convenían a ambos, y la posibilidad de vernos seguido si queríamos, y empezamos a hacerlo de noche.
La primera vez fui a su departamento que quedaba como dije a pocos minutos de mi casa, vivía en el último piso de un edificio modesto, llamé por el portero eléctrico y bajo el mismo a abrirme, la verdad estaba temblando de miedo en la puerta cuando abrió la puerta del ascensor un hombre regordete, no muy atractivo, con gesto adusto, sin mediar palabras me hizo pasar y subimos al ascensor que había dejado abierto.
En el trayecto hacia su piso, no dijo una sola palabra, el miedo ya se estaba apoderando de mí, entramos a un pequeño y desordenado departamento de dos ambientes y balcón terraza, era verano y hacía mucho calor, atravesamos el living y me llevó al balcón terraza, que estaba totalmente a oscuras, justo enfrente cruzando la calle, había en un balcón similar un montón de gente reunida bailando y riendo, digamos que estaban distraídos y gracias a la oscuridad, ellos no podían vernos como nosotros a ellos .
Marcelo que era el nombre del Amo Dominante se sentó en una silla blanca de plástico de las que mucha gente usa en los balcones.
Yo me quedé parado, ya que no había otra silla y él no me hizo sentar en ningún lado, entonces me dijo…
-arrodillate y sacame los zapatos.
Me puse de rodillas y le obedecí sin decir nada.
-ahora desprendeme el pantalón y sácalo.
Quedo en calzoncillo y se le notaba una pequeña erección.
-acariciame la pija por encima del calzón.
Comenzó a acelerarse mi respiración y lo hice cuidadosamente, él no me había ni tocado todavía.
-ahora termina de sacarme la ropa y dame placer.
Vaya forma de decirme que le chupe la pija, pensé, le quité el calzón y apareció una verga no muy larga, pero si gruesa que estaba a medio endurecer, no tenía una erección plena.
-Hace que se ponga dura puto de mierda.
Su primer orden bien autoritaria no dejaba duda de quién era cada quién, entonces se la acaricié y pajeé con mucha delicadeza mientras también toque sus huevos, comenzó a emitir sonidos que denotaban placer y dijo…
-agarra un cigarrillo del paquete que está en la mesa, encendelo y ponelo en mi boca, después parate contra la pared y desnúdate.
Por supuesto obedecí sin chistar, me di cuenta que la gente de enfrente no podía vernos, y a pesar de que estaba acostumbrado a estar desnudo en público, la situación me resultó excitante, aunque no era lugar para que dos tipos tuvieran sexo, corríamos el riesgo de que algún santurrón nos denuncie si se daba cuenta, el único detalle es que alguien podía ver que encendía un cigarrillo, pero no le di importancia.
Él estaba sentado a medio metro de la pared, prendí el cigarrillo, se lo puse en la boca, me puse donde me indicó y me quité toda la ropa ante su atenta mirada mientras disfrutaba su cigarro.
Quedé desnudo en menos de un minuto, me miró de arriba a abajo y me ordenó…
-date vuelta y mostrame el culo, maricón.
Gire y le di la espalda, escuche que corrió la silla un poco acercándose, extendió sus manos y me tocó por primera vez las nalgas, primero las acaricio suavemente, y luego las apretó chequeando si estaban firmes, y pasó lascivamente un par de dedos por mi hoyito.
-tenés lindo orto, voy a divertirme con vos, putito.
Trague saliva, se me hizo un nudo en la garganta, a pesar de que lo deseaba, estaba metido en mi papel de víctima y sentía como que iba a ser sometido contra mi voluntad.
Me manoseo bien las nalgas, las separó e introdujo hasta por lo menos la falange media de uno de sus dedos en mi hoyito.
Intenté una leve queja y me dijo…
-no me digas que eso te duele, marica de mierda, eso no es nada al lado de lo que voy a hacerte.
Como este juego me excita muchísimo, estaba ensimismado en mi papel de sometido, y al escuchar su especie de advertencia, mis ojos se empañaron con mis lágrimas.
Luego de unos minutos en los que jugó con sus dedos en mi culo, no pude evitar mover mis caderas, es una respuesta natural en mí, cuando me penetran con algo y lo estoy disfrutando.
-bueno, veo que te gusta putazo, ahora date vuelta, arrodíllate entre mis piernas y pasame bien la lengua por los huevos.
Se me volvió a cerrar la garganta y sentí un nudo en ella, cada orden que me daba que significaba ser usado sexualmente, provocaba ese efecto, levantó su verga, dejando a la vista sus testículos.
Comencé a lamer sus huevos y sentí un fuerte olor a transpiración, el hijo de puta luego me dijo que no se había dado una ducha al llegar del trabajo y que seguramente olería mal, y siguió…
-El olor que tengo es de macho, y no debe molestarle a un puto como vos, así que lameme y sentilo bien, apoya tus labios también y saborealos.
Mientras hacía eso, agarró mis pezones, los estiró y apretó bastante fuerte, me dolía, pero pensé que no podía tan pronto, decir la palabra clave (que era, CLEMENCIA) porque se iba a enojar y podía con razón, decirme que no servía para este juego, así que lloriqueé un poco y me la aguanté, entonces dijo…
-Me gusta hacerte lloriquear y oír tus quejas, me da placer que sufras por tu Amo, es una muestra de tu entrega que lo soportes.
Luego de varios minutos atormentándome de esa manera, cambió la orden…
-ahora vas a chuparme bien la chota.
Comencé besando suavemente la cabeza de su pija, que se había puesto más gorda y colorada, tenía menos olor, pero aún era desagradable, tuve que hacer un esfuerzo para que no se note mi incomodidad, pero pareció notar que algo me molestaba y en forma enérgica me dijo…
-Metetela toda en la boca puto, vamos chupala bien, tragatela hasta los huevos mariquita.
Entonces puso sus manos sobre mi cabeza y la empujó hacia abajo, me la hizo comer toda hasta que sentí sus enormes bolas, su glande tocaba mi campanilla, empecé a tener arcadas y mis lágrimas caían por mis mejillas, mis espasmos anunciaban que estaba por vomitar no obstante eso, siguió ejerciendo presión sobre mi cabeza que estaba pegada a su pubis y solo la dejó de apretar contra su cuerpo cuando intuyó que no podía resistir más y estaba por vomitarle encima, no quiero ni imaginar que hubiera pasado si sucedía eso.
Repitió la operación varias veces durante un buen rato, cada vez que me soltaba y permitía respirar libremente, mi cara aparecía empapada por mis lágrimas y mi boca buscaba aire desesperadamente, tenía razón al decir que no era necesario utilizar violencia extrema ni provocar dolor innecesario para ejercer el dominio sobre un esclavo.
Me tuvo chupándole la pija por más de una hora, hasta que decidió llevarme al dormitorio para vejarme, luego aprendí que una vez que lograba tener una buena erección, podía estar horas sin eyacular, es más, en varias oportunidades en las que me sodomizo, no llegó a acabar, mientras yo en esa época todavía podía hacerlo.
Algo que sucedía seguido, era que yo acababa mientras él me estaba cogiendo y no le importaba, seguía dándome por el culo aunque yo suplicaba que se detenga, jamás use la palabra clave, era para mi una cuestión de orgullo no hacerlo, creo que así aprendí a dejarme coger, aunque me hubiera enfriado después de tener un orgasmo en silencio.
En realidad no me llevo al dormitorio, me ordenó que vaya solo y lo espere en cuatro patas al borde de la cama, fui hasta la habitación y lo esperé en esa forma, que es en la que habitualmente espero a un hombre que va a penetrarme.
Los minutos que me hizo aguardar fueron desesperantes, no les puedo describir la sensación que me produjo estar así, esperando y sabiendo que muy pronto ese hombre tan poco comunicativo y autoritario, iba a usarme como hembra y me sodomizaría.
El temor y la ansiedad que sentí estando con mi culito abierto esperando era terrible, ese momento de sumisión es tremendo.
Varios minutos después que me parecieron una eternidad, entró a la habitación y dijo…
-me gusta ver llorar un marica, así que yo te voy a dar ahora mismo una buena razón para que llores.
Se paró detrás mío y me empezó a azotar las nalgas con sus pesadas manos abiertas, no eran las delicadas manos de Alicia, estas eran fuertes y dolían mucho, aun así me propuse soportar los golpes, eran cachetazos así que no podían ser tan grave recibirlos, claro que después de 15 en cada nalga, estas comenzaban a enrojecer y arder y cada golpe dolía más, tenía la costumbre de hacerme una caricia en el instante previo a cada tunda y luego golpear, cosa que me desconcertaba.
Paradójicamente comencé a sentir que con cada golpe, me excitaba aún más, mi pijita lucia bien parada al recibir los azotes y el Amo lo notó.
-te gusta pedazo de puto, te gusta que te pegue, mariquita.
Después de darme 30 azotes, que tuve que enumerar y agradecer uno por uno, pasó la yema de un dedo encremado por mi ano, lo pasó introduciendo parte de él y abriendo mi agujero para lubricarme un poco e inmediatamente puso la punta de la verga en mi ano y me penetró hasta los huevos, grité y lloré como una perra porque fue bastante bruto y no tuvo empacho en metermela casi de golpe. Enseguida alcanzo mis pezones y los apretó nuevamente mientras me daba unos profundos pijazos bien fuertes. La sensación de sometimiento fue terrible con esos embates al mismo tiempo que tironeaba mis pezones.
Mis quejas parecieron entusiasmarlo más, la metió y sacó repetidamente con crueldad, nunca en todas las veces que me sometió, me lamió el culo ni me dio besos en la boca, nunca recibí de su parte la más mínima muestra de afecto, aunque sea fingido.
Increíblemente o no tanto, esa manera de someterme sin lastimarme pero sin piedad, me calentaba mucho y durante mucho tiempo lo visité reiteradamente, su forma de ser me tenía totalmente doblegado y hacia que pierda mi voluntad, me hizo sentir que era mi obligación darle mi cuerpo para que se divierta.
Las reiteradas citas con él, fueron haciendo que el conocimiento mutuo de nuestras reacciones, sobre todo las mías, incrementen nuestro placer y por supuesto mi confianza en él determinó, que fuera accediendo a jugar con cosas que con un desconocido no lo hubiera hecho, por ejemplo que me ate e inmovilice completamente.
Tuve con el varias sesiones de sexo por el estilo, en las que fue haciéndome distintas cosas, fue el segundo hombre que me dilató con un especulo, me obligó a bañarlo, y obviamente me violó debajo de la ducha, me torturo los pezones y me colocó broches en los genitales, me violó estando atado completamente y hasta me hizo coger por un amigo de él, que yo jamás vi, porque lo hicieron vendándome los ojos, a pesar de todo lo que me hizo yo me sentía seguro y cuidado, por eso llegué a un alto (para mi) nivel de entrega.
Algunas de esas aventuras, las contaré en próximos relatos.
Espero que les haya gustado y pueden dejar un comentario aquí o escribirme a mi correo [email protected].
Besos a todos.
Excelente relato,me excito yo también soy sumiso