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Un comando me rompe el culo

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Con Melisa somos amigas desde la infancia, hoy con 25 años, somos entrañables, nos contamos todo absolutamente. La semana pasada estábamos en su departamento, charlando sobre banalidades, ropa, salidas, cuando de pronto se abrió la puerta del departamento y entró un gigante de casi dos metros, pelo muy cortito, al igual que la barba. Su tórax era tremendamente ancho, sus pectorales se marcaban en la camisa que traía. Los brazos marcaban su musculatura en la tela. Su cara era de un hombre duro, verdaderamente rudo.

“Dana, seguro que no te acordás de Juanca, mi hermano.” Dijo Melisa.

“No jodas, Juanca era un chico flacucho, desgarbado.” Dije.

“Era, vos lo dijiste Dana, soy yo. ¿Cómo estás tantos años?” Dijo Juanca con voz ronca acorde con su cuerpo.

“Mi Dios, en que te convertiste.” Dije deteniéndome a tiempo para no decirle que estaba muy fuerte.

“Si, ya llevo 8 años en el Ejercito. Soy oficial de Fuerzas Especiales. Me dieron vacaciones y vine a ver a mi hermanita.” Dijo.

“Llegó hoy, y se queda una semana.” Dijo Melisa y me guiño el ojo.

“Pues salgamos a festejar, se merece una linda bienvenida.” Dije sin pensar, o mejor dicho, pensando en lo que ese pedazo de hombre sería en la cama.

“Yo no tengo problemas, hace mucho que no salgo de noche, ya casi ni me acuerdo como era.” Dijo.

“Chicos, yo no puedo, tengo que estudiar para un examen de la Facultad. No se enojen, salgan Uds.”

“Dale, no seas tonta.” Dije deseando que no salga.

“No puedo, en serio.” Dijo Melina.

“Bueno, me voy a dar una ducha, me cambio, y paso a buscarte.” Le dije a Juanca.

“Si no te molesta, te acompaño así no vas y venís, y de paso vamos a cenar primero.” Dijo él. Me temblaron las piernas, nunca me imaginé ese ofrecimiento.

“Dale, pero no te enojes si me demoro para bañarme y cambiarme. Soy mujer.”

Cuando me despedía de Melisa me guiñó un ojo. Íbamos en mi auto que es chico y me contaba de su entrenamiento, como cambiaba constantemente de bases, pero nunca mencionó de combates, aunque me dio a entender que había tenido varios.

En un semáforo, vi que mi celular marcaba un mensaje.

“Boluda, límpiate la baba que se cae de tu boca. De nada por entregarte a mi hermanito.” Me mandó Melina.

“La verdad vos también cambiaste mucho, de aquella chiquilla con piernas flacas y encorvada, hoy sos toda una hermosura de mujer, por cierto. Y te desarrollaste bien.” Dijo bajando la vista a mis pechos.

“Juanca veo que además de saber tirotear con fusiles y pistolas, también lo haces con las palabras.” Dije. El solo sonrió.

Cuando llegamos al departamento, el miraba todo con detenimiento. Yo vivo en un dos ambientes, con cocina separada. Por suerte y trabajo lo fui armando bien. En vez de sentarse en el sillón prefirió sentarse en la mesa.

“Ya vengo.” Dije y fui a cambiarme.

Cuando me saque la tanga, comprobé que estaba empapada. Me crucé al baño y me di una buena ducha. Me estaba secando cuando me acordé que como una bruta, no le había ofrecido nada de tomar. Terminé de secarme, me puse una bata de toalla, sin nada abajo, y fui al living comedor.

“Perdoname, soy muy mala anfitriona, no te ofrecí nada para tomar, ni puse música, ni de comer.” Dije.

“No te hagas problema.”

“Primero, ¿qué querés tomar: cerveza, una gaseosa?”

“Si tenés whisky, tomo. Si no, no te preocupes.” Dijo.

Le serví una medida de whisky y él la tomó de un trago. Sin que diga nada, le serví otra.

Fui al mueble donde guardo los Cds, y le pregunté que quería escuchar.

“Algo tranquilo, lo que gustes.” Dijo.

Puse un CD, y cuando me estiraba para guardar la caja, sentí que una de sus manos se metía por debajo de la bata para acariciarme un pecho, al tiempo que su boca besaba mi cuello. Su otra mano, bajó a mi concha, que de inmediato comenzó a humedecerse. El muy desgraciado jugaba con mi clítoris y metía un dedo al mismo tiempo que apretaba mis tetas y me besaba el cuello. Yo estaba en el mejor de los mundos, ese hombre me hacía sentir todo su poder, su decisión, solamente acariciándome y apoyándome contra su pecho.

La diferencia de altura de 30 cm no era impedimento para que su boca recorra mis hombros, cuello, orejas. Me fui volviendo loca. Debe haber tenido un juego extra de manos, porque nunca sentí que sacara sus manos de mi cuerpo y de pronto estaba sin pantalones ni bóxer. Al sentir su pija en casi mi espalda, abrí las piernas y coloqué su pija en mi concha.

Juanca comenzó con un bombeo lento pero profundo, su pija era gorda, y por como me entraba bastante larga. Sus manos jugaban con mi clítoris, me fue arrancando, literalmente, orgasmo tras orgasmo. Acabé varias veces antes que él me la sacara y bañara mi espalda con su esperma.

Lejos de detenerse, me tomó en sus brazos y me llevó al dormitorio. Me puso de rodillas con las manos contra la pared y se puso debajo de mí y comenzó a chuparme la concha, el clítoris y el ano. Su lengua sí que sabía como hacerme gozar. Los orgasmos siguieron y yo me apretaba las tetas gozando como una marrana.

“Abrite bien los labios.” Me dijo

Lo hice y su lengua penetro en mi concha, tan dura como su pija. Se quedó quieto y yo lo galopaba loca de placer. Luego de darme un par de orgasmos, se movió apenas centímetros y su lengua ahora pujaba por entrar a mi culo aún virgen. Me dio un suave chirlo en el culo que lo que logró fue hacerme perder la conciencia de lo que hacía y abrí mis cachetes para facilitar que su lengua me penetre.

El hijo de puta de mi orto fue cediendo lentamente y la lengua entraba y salía. Yo no podía entender como me entregaba de esa forma, sentía que era su posesión y que hacía todo para hacerme gozar. Me tomó de la cintura y como si no pesara, me sentó enterrando su pija en mi concha. Tomada por la cintura, entraba y salía a su antojo de mí. Me miraba con calentura, miraba mis pechos y mordía sus labios como si fueran mis pezones. Yo apretaba mis tetas y se las ofrecía, pero él no soltaba mi cintura, y me seguía taladrando. Yo simplemente de dedicaba a gozar. Se corrió de abajo mío y me puso en cuatro en el borde de la cama, mi posición favorita. Cuando sentí que estaba por penetrarme dije:

“Si, así me gusta, dame con todo.”

Sus pelotas golpeaban contra mi clítoris, entraba y salía con fuerza para mi locura. Que pedazo de hombre me estaba cogiendo. Cuando tuve uno de los tantos orgasmos, sentí como escupía mi orto. Una y dos veces. Sacó su pija y la apoyó.

“No…” dije casi murmurando, pero sentí como la cabeza de su pija se comenzaba a abrir camino.

“Si…” dije ahora, incrédula de lo que yo misma decía.

Él fue entrando hasta enterrarla toda. Primero despacio y luego cada vez más rápido, su pija fue dilatando todo a su paso. Me tomaba firmemente por la cintura sin necesidad porque yo no intentaba moverme. Era solo para soportar él mismo la fuerza de sus embestidas. De pronto se quedó quieto dentro de mí y me soltó a cintura, interrumpiendo mi camino a otro orgasmo. Casi enojada, me empecé a mover yo, metiéndome y sacando esa pija de mi orto.

El muy hijo de puta me tomó del cabello y me hizo tirar la cabeza para atrás. Su mano libre apretaba mis pechos. De pronto sentí un chirlo en el culo que me hizo enloquecer más de lo que estaba.

“Tocate.” Dijo simplemente. Yo aunque deseaba hacerlo no quería terminar de sucumbir mentalmente ante él.”

“Dije que…” empezó a decir cuando mi mano buscó mi concha y me metí dos dedos. Ni siquiera había terminado la frase cuando yo lo obedecía. Más me excitaba no poder negarme. Su pija se empezó a estremecer y supe que acabaría. Pegué mi culo a él para recibir todo lo más adentro posible. Cuando fue bajando su tamaño, me salí y me puse frente a su cara, obvio yo sobre la cama.

“Hijo de puta, por lo menos dame un beso.” Dije mientras rodeaba su cuello con mis manos. Me miré desnuda, habiendo recibido una brutal cogida y un solo beso. Al piso había caído mi ropa interior. Mientras él iba al baño, fui a buscar dos whisky’s. Cuando volví él estaba sentado en la cama apoyado en el espaldar.

“Mirá como quedó mi ropa interior, que tanto me costó elegir para seducirte, ni me la pude poner. Ni un beso y me estabas metiendo mano por todos lados y directamente cogiéndome. Un poco zarpado para la primera vez.” Dije.

“Como no habrá otra primera vez, preferí atacar por sorpresa, como me enseñaron. Y me pareció que no te disgustó.”

“Idiota. Me doy una segunda ducha y vamos a cenar.”

Él se vistió y me esperó terminando el whisky. Cenamos y fuimos a un boliche. Todas las mujeres lo miraban sin ningún disimulo. Y las que pasaban su lado, al oler su sudor sexual casi se derretían.

“Movés un dedo y te llevas un par seguro.” Le dije.

El desgraciado sonrió y al oído me dijo:

“Ya tengo una buena hembra, pero si vos querés, muevo un dedo y…”

Nunca en mi vida había pensado siquiera estar con una mujer. Estúpidamente, queriendo desafiarlo y recuperar algo de mi ego, destruido por como me entregué, dije:

“¿A que no logras enganchar una para llevarnos.”

Me miró y sin hacer ningún gesto con su rostro, giró la cabeza y a la primera chica que pasaba, le guiño el ojo.

La chica era una modelo la hija de puta, perfectas curvas y rostro. Tendría unos 23 años, una minifalda que casi no le tapaba el culo y una musculosa sin corpiño que mostraba más de lo que tapaba.

La chica se acercó a él y el muy desgraciado le apretó un cachete del culo sin miramientos. La chica se pegó a él y me miró triunfadora. Juanca le dijo algo al oído y ella nuevamente me miró de arriba abajo. Ella le dijo algo también al oído, él la soltó y tapándose con su cuerpo me metió la mano en mi entre piernas.

“Perdiste, ella viene y es una gata tremenda parece, ¿Vos, venís?” me dijo gozando su triunfo. Maldito orgullo. No pude decir que no y fuimos a un hotel cercano. Todo el trayecto fue en silencio.

Ni bien entramos a la habitación nos abrazó a las dos y fue intercambiando besos con una y otra. Me tomó del cabello, tiró mi cabeza para atrás y me besó con fuerza. Luego tomo la cabeza de la chica e hizo que nos besemos. Ambas casi que nos negamos, pero el impuso su deseo y nos comimos la boca, mientras él nos acariciaba. Se separó un poco y nos dejó besándonos y comenzando a acariciarnos.

“Desvístanse.” Dijo ya entado desnudo en la cama con su pija en la mano. Nos desvestimos mutuamente, y la chica comenzó a besar mis pechos. Lo miraba a Juanca y sonreía, yo lo odiaba. La chica me desnudó totalmente y solo con meter uno de sus dedos en mi vagina tuve un orgasmo. Las dos subimos a la cama y comenzamos a chupar su pija. Él nos miraba complacido. Luego de un rato, la chica lo montó y desde el primer instante, comenzó a gemir.

Yo me tiré junto a él, para besarlo, acariciarlo y besar su pecho. La chica subía y bajaba desenfrenada, gritando de placer. Se estremecía con cada orgasmo. Lo miré a Juanca y me puse atrás de la chica para besar su cuello y apretar sus tetas. Ella como podía acariciaba mis cabellos.

“Proba como hace el culo el hijo de putas.” Le dije al oído. Ella se volvió a mirarme y le guiñe un ojo.

“Metemela por el culo amor.” Le dijo y se puso en cuatro. El escupió su pija y se la fue metiendo de a poco. Luego la bombeaba con fuerza. Ella solo era un grito de placer. Luego de varios orgasmos tuvo uno gigante que la dejó temblando.

Juanca se salió y me acostó boca arriba en el borde de la cama. Puso mis piernas sobre su pecho y me penetro la concha hasta el fondo. De repente sus brazos fueron a mi espalda y como si pesara solo gramos, me levantó, doblada en dos y con la pija en mi concha. Así me comenzó a bombear con todo y yo a gozar como loca. Me estaba destruyendo.

“Sos la uno, sin dudarlo.” Me dijo mirándome a los ojos. Eso me calentó al máximo. No podía moverme pero él hacía todo, y como. Nos hizo hacer un 69, conmigo arriba. Se puso detrás de mí, hizo que la chica me chupara la concha y él apoyó su pija en mi concha. Me tiró de los cabellos, arqueando mi espalda.

“Ahora, quiero que me des el mejor orgasmo, mi hermosa Dana. Quiero verte explotar de placer.” Dijo.

Sentir la lengua de la chica en mi clítoris al mismo tiempo que su pija en mi concha me llevaron a la locura total. Giraba la cabeza y lo veía a él tomando mi cintura y embistiendo como un toro furioso. Sus ojos se clavaban en los míos y su mirada me llevaba de placer al comprobar como me gozaba. Él se fue preparando para acabar y yo comencé con orgasmos gigantes, uno tras otro. Cuando acabó fue llegar al cielo. El placer total. Nos tiramos un rato en la cama los tres y a pesar que la chica quería otra ronda, la acompañamos al boliche, él le dijo que me dé su teléfono para una próxima vez y nos fuimos al departamento.

“Sigo diciendo que sos un hijo de puta. Sos el primero en romperme el culo, me hiciste hacer un trio con una chica cuando nunca se me pasó por la cabeza estar con otra mujer, todo en una noche.” Dije.

“Pero gozaste con todo lo que hicimos.” Dijo.

“Ahora ya sabes que sos la uno, las otras solo para divertirnos, vos… para quererte como mujer.” Me dijo descolocándome totalmente.

No pude decir nada que comenzó a besarme e hicimos el amor nuevamente, para quedarnos dormidos después.

La mañana siguiente me desperté antes que él y preparé café. Llevé dos tasas al dormitorio y cuando entré y lo ví desnudo sobre mi cama, no podía creer lo hermoso que se veía. Lo desperté con un beso y nos sentamos en la cama a tomar el café.

“Juanca, lo de anoche fue de locos total. Juro que nunca disfruté tanto como anoche. Y lo peor que disfruté cosas como el trío que nunca me había siquiera atrevido a pensar.”

“Viste, nunca hay que cerrar la mente a nada.” Dijo.

“Pero, ¿Qué quisiste decir que yo soy “para quererte como mujer”?

“Eso justamente. La otra chica, que ni sé el nombre, solo sirve para lo que fue, un instrumento de placer de ambos. Vos no, vos eras el centro de mi deseo de dar placer, eras quien me excitaba realmente. Sos una mujer de la cual me puedo enamorar, claramente.” Dijo.

“¿Para que quisiste hacer el trío realmente?” Pregunté

“Primero para demostrarte que sos importante para mí. Como te dije recién. Y segundo para divertirme por tu desafío. Me imaginaba que nunca habías estado con una chica, y te metiste sola en el problema. Quise ver como reaccionabas cuando perdías.”

“Y”

“Y le hiciste frente, te la bancaste.”

En ese momento entró un mensaje de Melisa preguntando por Juanca.

“Tu hermano ha sido secuestrado, si pretendes volver a verlo, vas a tener que venir a mi departamento.” Contesté.

“Chistosa, pues decile que llamaron de la Unidad, que se tiene que presentar de urgencia. Cod. 268”

Cuando Juanca lo leyó, se puso serio. Su cara cambió por completo.

“Dana, me tengo que ir. Te prometo que en cuanto pueda vuelvo y seguimos esta charla. Me interesa mucho la charla y vos.”

“Dale.” Respondí preocupada por su cara. Se fue a lo de Melisa, y de allí a su Unidad. Al rato vino Melisa a hablar conmigo.

“Parece que chocaron los planetas por la cara de mi hermano cuando le pregunté como la pasó. Contame guacha.” Dijo Melina.

“Pasó todo, desde hacerme el amor aquí en el departamento dos veces antes de salir siquiera, a aceptar un desafío que le hice y levantarse una mina delante de mí, para hacer un trio, llevarnos a un hotel y cogernos a las dos, hasta volver al departamento y hacerlo de nuevo. Ah, y me rompió el culo dos veces, y las dos con mi consentimiento.”

“Pará un poco. ¿Vos me querés decir que estuviste en la cama con otra mina?”

“No solo estuve, nos besamos, nos metimos mano, y terminó chupándome la concha mientras el hijo de puta de tu hermano me cogía como animal sacándome el mejor orgasmo de mi vida. Me dominó la cabeza desde el primer momento sin decir ni hacer nada para hacerlo.”

“¿Cómo quedaste?”

“Físicamente hecha mierda y de la cabeza… me volvió loca. No voy a decir que lo amo ni que lo quiero, porque no sería verdad. Pero no puedo negarte que me volvió loca. Quedamos con una charla por la mitad por tu mensaje.”

“Si, me dijo y que quiere volver a terminarla. Ah, por si te interesa, que le gustaría hacerte su mujer.”

“Dale boluda no te burles de mí.” Dije.

“Bueno…” dijo Melina encogiéndose de hombros.

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