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Un cuento basto para terminar follando con mi padre

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Por fin salía por la puerta después de tres meses de confinamiento, tenía una sensación agridulce estaba contenta y triste a la vez, durante esos tres meses mi vida cambió, alguien me hizo gozar hasta el punto de volverme loca y ese no fue otro más que mi padre, aunque sabía que como padre era un diez, como amante era indescriptible, nunca antes nadie me había hecho sentir tanto, nunca antes nadie me había acariciado con tanta ternura y nunca antes nadie me había follado tan bien como él.

Me llamo Lara y desde hace ya tiempo vivo a caballo entre Valencia y Madrid, desde que mis padres se separaron hace bastante tiempo, suelo vivir con mi madre en la ciudad del Turia, pero paso grandes temporadas con mi padre y más ahora que estoy en la universidad en Madrid, si algo puedo decir de ellos es que les quiero por igual, aunque entiendo por qué mi padre dejo a mi madre, ya que es una puta redomada y digo puta con cariño, hace diez años que se separaron y mi madre ha tenido diez relaciones por una de mi padre, yo tengo ahora 20 años y la historia empieza cuando desgraciadamente empezó esta pesadilla en él mes de marzo.

Mi padre es un hombre muy guapo, con unos ojos azules claros, pelo castaño, un cuerpo espectacular con músculos bien definidos por la cantidad de deporte que suele hacer sobre todo natación, me tuvieron muy jóvenes supongo que por un error, mi padre tan solo me saca dieciocho años y es un padre genial, siempre estuvo muy atento de mí y más cuando se separaron y mi madre me trajo a Valencia, no pasaba un día sin que me llamara y hablara conmigo y los fines de semana y vacaciones que me tocaba estar con él, yo era su centro de atención.

La cuarentena me pillo en Madrid y los primeros días discurrieron con normalidad, cada uno en su sitio él teletrabajando y yo estudiando, veíamos la televisión, por la mañana hacíamos deporte juntos en el jardín, jugábamos al ajedrez o al parchís, cocinábamos y sobre todo nos reíamos a todas horas. Mi padre cuando era pequeña todas las noches antes de irme a dormir me leía un cuento, a veces inventado por él y una noche al verle leer en sofá mientras yo veía la televisión, baje el volumen de esta y le dije si me lo podía leer en alto como cuando era pequeña, quizás por eso empezó a pasar lo que más tarde sucedió.

Habrían pasado ya veinte días, estábamos a primeros de abril cuando esa noche me empezó a leerme su libro, me acuerdo que me acurruque junto a mi padre y recosté mi cabeza sobre su hombro, siempre me había encantado oírle, como le ponía énfasis a la lectura, haciendo que los personajes cobraran vida en mi cabeza, era un libro de historia medieval, de caballeros y princesas, de villanos y alcahuetas, una noche en un capítulo de repente el relato se tornó en un juego erótico y en la siguiente hoja en sexo, tuve que disimular la excitación que me estaba provocando aquella lectura, mis bragas se empezaban a humedecer al contacto con mis labios, para mi era fácil, sin embargo para mi padre no, ya que de reojo veía como se empezaba a empalmar por debajo del pantalón.

La lectura aquella noche termino, al día siguiente no me digáis por qué, le miraba de otra manera, quizás porque me recordaba al protagonista de la historia, me encantaba verle hacer ejercicio, le miraba de una manera casi lasciva y empecé una lucha en mi cabeza, es cierto que mi padre este cañón pero no deja de ser mi padre, me decía una y otra vez.

Ya por la noche una nueva sesión de lectura y la cosa se calentó más, la lectura se tornó más picante, con más sexo, en mi cabeza yo era la princesa que era poseída y amada por el fiel escudero de su tío, no hace falta decir que ese personaje era el apuesto y valiente protagonista y yo lo encarnaba en mi padre, esa noche apoye mi cabeza sobre su muslo cerca de su cadera y cuando se empalmó no lo vi, no lo sentí, sino que lo note aunque mi padre lo intentara ocultar acomodándose enseguida, al cabo de un rato mi padre dejo caer su mano sobre mis mejillas, acariciándome con cariño mientras leía, mis bragas se humedecieron al instante y más tarde en la cama no pude más que masturbarme pensando en aquellas escenas también descritas por mí padre.

Al día siguiente la misma rutina y por la noche repetimos la misma acción de los días anteriores pero con una salvedad, había terminado el libro y hoy empezábamos uno nuevo, esta vez su mano se posó sobre mi hombro y me abrazaba por encima de mis pechos, el tema del libro muy diferente, era de misterio asesinatos en la antigua Grecia pero en el que también había alguna que otra escena tórrida a la mitad y sobre todo al final de este, empezaron a ser las mejores horas del día, me encantaba estar allí con él escuchándole, no fue hasta casi el final del libro cuando los protagonistas tuvieron unas páginas muy subidas de tono, realmente subidas, ya que lo describían realmente todo con pelos y señales.

Mi padre seguía leyéndome absorto en el relato, su mano bajo hasta uno de mis pechos acariciándolos suavemente con las yemas de sus dedos, cerré los ojos y aunque él seguía leyendo yo ya no le escuchaba, estaba concentrada en sus caricias en como recorría mi pecho por encima de mi camiseta, como rodeaba mi pezón, estaba tremendamente excitada y quizás algún gemido se me escapo, sentía su pene sobre mi cabeza, por debajo de su pantalón, supongo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y levantándose rápidamente me beso en la frente dándome unas buenas noches muy apresuradas y se marchó.

Por la mañana haciendo el ejercicio matutino, en el estiramiento que hacíamos antes de correr un poco alrededor de la casa notaba como mi padre no perdía ojo de mi cuerpo, como me miraba de reojo, como sus ojos se clavaban en mis pechos y en mi culo, nos sentamos en el césped y empezamos a estirar los muslos, estábamos los dos abiertos de piernas haciendo pequeños rebotes con las rodillas en el suelo, empecé a sentir vergüenza cuando mi padre clavo sus ojos en mi vulva, sentía como atravesaba mis mayas, como penetraba por debajo de mis bragas hasta mi vagina, empecé a sudar y a pesar de la vergüenza mis bragas se empezaron a mojar, era una sensación rara y menos mal que una vez más él se dio cuenta y se levantó sin poder esconder el bulto que había crecido debajo de su pantalón, por la noche ya en mi habitación me volví a masturbar frotándome con la almohada mi sexo desnudo, acariciando mi clítoris pensando ahora en aquella mañana.

Al día siguiente, mi padre saco un balón de fútbol, empezamos a darle patadas y yo intentaba quitársela, hasta que cansada de correr tras él se la quite con las manos y empecé a correr por todo el jardín riendo, mi padre me gritaba tramposa mientras me perseguía riéndose también, el cansancio empezó hacer mella en mí y al final me cogió tirándome al suelo con el balón, cayendo detrás de mí, los dos rodamos por el césped, estábamos uno junto al otro tumbado boca arriba riendo, mirándonos de reojo, mi padre se giró y se puso encima de mí cogiéndome por las muñecas apretándomelas contra el césped por encima de mi cabeza para que no me escapara, estaba sentado a orca jadas sobre mí, seguíamos riendo mientras me decía que había hecho trampas, nos mirábamos fijamente y las risas poco a poco se fueron callando hasta que nos quedamos en silencio, le sentía tan cerca que aunque el intento disimular notaba su pene como se elevaba rozando mi vulva, sus labios se iban acercando a los míos despacio sin dejarme de mirar, estaban ya casi unidos cuando cerré los ojos para sentir sus labios sobre los míos, nuevamente mi padre se levantó del suelo dejándome un beso en la frente y se marchó corriendo a la ducha.

Yo me quede allí tumbada mirando a un cielo azul despejado de nubes, ¿Qué estaba pasándonos?, era mi querido padre pero al final y al cabo mi padre y ahora soñaba con él, me había masturbado con sus historias y hubiera deseado que me besara y él aunque creo que inconscientemente por unos ataques de calentura me había acariciado el pecho, desnudado con la mirada y casi besado para luego recobrar la cordura y escabulléndose como un niño que sabe que ha hecho algo malo, si no fuera porque era mi padre estaba segura de que habríamos acabado en la cama en cada situación antes mencionada, mi padre tan solo tenía treinta y ocho años y ya les gustaría a muchos estar como él, era muy joven todavía y era normal que buscara sexo ¿pero en mí?, y ¿yo en él?, era todo una locura y sin embargo estaba pasando.

Aquella noche mi padre no me leyó, no compartimos esa pequeña tradición instaurada no hacia ni dos semanas, me fui a la cama pronto y ya en la cama me desnude, estaba dispuesta a masturbarme una vez más pero esta vez pensando en él con un pequeño consolador cuando mi padre toco a la puerta y entro.

-Lara

-Estas despierta aún.

-Si papa, estaba quedándome dormida, ¿qué quieres?. -Le mentí a la vez que me ponía de costado dándole la espalda y tapándome con el edredón.

-Pues que no te he leído esta noche y había pensado contarte un cuento nuevo. -Me contesto.

-Es tarde papa, pero si no es muy largo y me ayuda a dormir adelante. -En un principio intenté deshacerme de él, hasta que empezó el cuento.

La luz estaba apagada, la habitación iluminada por la luz que entraba del pasillo, la casa en silencio y empezó su cuento tumbándose a mi lado por encima del edredón acariciando mi pelo,

-Era sé que era…

El cuento iba sobre un padre y una hija, el padre la quería tanto que habría hecho cualquier cosa por ella, pero no se dio cuenta del cambio que ella estaba dando, la metamorfosis que ella sufrió convirtiéndose en una mujer realmente preciosa, simpática, alegre, divertida, cariñosa, inteligente, con unos dientes blancos perfectos que iluminaban a cualquiera al sonreír, claramente mi padre me estaba describiendo bajo su punto de vista y por aquel entonces mis ojos se empezaban a inundar de la felicidad que empecé a sentir.

-El padre no se dio cuenta del cambio, no la reconoció, no se dio cuenta de quien era y se empezó a enamorar de aquella preciosa mujer.

Así seguía su relato cuando note como apartaba el edredón y se metía en mi cama acercándose a mí muy despacio, en ningún momento quise darme la vuelta y una vez más mi sexo se humedecía, mi padre se acercó tanto que le sentía en mi espalda, le sentía desnudo y aquello precipito mis latidos, lo quería allí dentro entre mis sabanas pero por otro lado estaba mi lucha interna, seguía escuchando atentamente relatar el cuento, sus palabras predecían sus movimientos y por eso supe que me iba a abrazar, que me iba a acariciar mis pechos y entonces con las yemas de sus dedos sobre mi pezón lo cambio todo, ya no había lucha en mi cabeza, solo deseo, el deseo de que no parara, de que me besara, que me hiciera suya, de sentirle cerca, el deseo de sentirle dentro de mí.

Me dedique a esperar, me dedique a escuchar y saber de antemano cuál iba a ser su próximo movimiento, su voz me envolvía en un aroma de paz y deseo, sus manos ya recorrían mis pechos, mi vientre, sus labios besaban mis hombros y mi cuello y ahora estaba esperando a que sus manos bajaran como en el cuento hasta mi monte de venus, que sus dedos acariciando mi clítoris y abrieran mis labios buscando mi vagina, esa era las siguientes instrucciones del relato y ya estaba preparada pero a pesar de todo cuando empezó a pasar, cuando sus manos, sus dedos empezaron sus caricias me seguía sorprendiendo, llenando mis pulmones de aire y manteniéndolo por un momento con la boca abierta, expulsándolo despacio mientras aparecían mis primeros gemidos.

Sentía su pene sobre mis nalgas, grande y duro, golpeando sobre ellas, metiéndose entre ellas, rozando mi abertura vaginal, sus dedos por el otro lado entraban y salían de mí vagina, acariciando mi clítoris, el relato continuo en que ella volvía su cabeza y se besaban por primera pero no antes de mirarse a los ojos unos segundos y así lo hice, gire mi cabeza y mire fijamente a los ojos azules de mi padre esperando sus labios, la espera parecía eterna y no habían pasado más que tres segundo cuando ya eran míos, cuando empezamos a besarnos, cuando buscábamos nuestras lenguas, sus manos seguían acariciando ahora mis senos, sus yemas se iban deslizando con cuidado, despacio, muy despacio casi sin rozarme hasta mis caderas.

-Lara, estás segura de esto. –Mi padre me susurro mientras me besaba.

-Si papa, estoy muy segura, de hecho lo estaba esperando. -Le contesté entre jadeos y gemidos.

El relato no pudo continuar, no dejaba de llenarle con mi legua y viceversa, nosotros nos habíamos convertido en el cuento y dependía de nosotros acabarlo. Tenía una mano sobre mi cadera, levante una de mis piernas por encima de las suyas dejando mi vulva preparada para lo que él quisiera, para lo que el relato dijera, pero seguía sin poder hablar, pero su pene si, desde hacía un buen rato rondaba la puerta de entrada, golpeándose contra mis nalgas, subiendo y metiéndose entre mis labios, estaba tan mojada y tan preparada para el que simplemente se acercó y se metió, al sentirla dentro deje de besarle, abrí mi boca sin hacer nada más, unida a la suya, mis gemidos más fuertes mientras le miraba a los ojos, mientras que sentía como su pene penetraba despacio el umbral de mi vagina, como se deslizaba suavemente hacia el interior.

Sin apartar nuestra mirada estuvimos un buen rato en que mi padre entraba y salía de mí, sin apartar la mirada sentí los primeros empujones fuertes que mi padre hacia contra mi vagina metiéndola más y más profunda, sin apartar nuestros labios, inhalando y espirando el aire juntos, gemido tras gemido seguimos hasta que un orgasmo me vino, cerrando los ojos fuertemente, la primera vez que dejaba de mirarle desde que empezó a penetrar mi cuerpo con su pene, desde que los roces de su pene al entrar y salir de mi cuerpo provocase lo que estaba a punto de pasarme, que mi interior se inundase, que chorros de flujo salieran despedidos rodeando y empapando su pene, que mi cuerpo se paralizara con pequeños espasmos, que los gemidos se ahogaran con mis gritos de placer.

Cuando termine note como mi padre se había corrido también dentro de mí, tenía su semen navegando en mi interior, saliendo por mi vagina hasta caer en mis sabanas, notaba a mi padre preocupado, no por lo que habíamos hecho sino por no apartarse a tiempo, con un beso le dije que no se preocupara, que estaba tomando anticonceptivos para regular mi regla y continué diciéndole.

-Y ahora papa, como sigue el cuento.

-De verdad quieres saberlo Lara.

-No es que quiera papa, es que lo deseo.

Entonces me giro y se puso encima de mí abriendo mis piernas, metió su cabeza entre ellas empezó a lamer mi clítoris, mis labios, apartándolos para ver la piel rosada de mi vagina y penetrar en ella con su legua, hasta que mi espalda se arqueó soltando un enorme grito y que mi padre empezara a beber de mí, no tardo en levantarse para darme de beber de su boca mientras nos besábamos a la vez que empezaba a penetrar en mi interior suavemente, el cuento tubo varios descansos, pero no acabo hasta el amanecer.

Al día siguiente me volvió a contar otro cuento y otro y otro, estaban llenos de cariño, de caricias, de amor, cuentos en los que unos pequeños viajeros recorrían y exploraban mi cuerpo, descubriendo zonas de placer ocultas hasta esos momentos y en las que un gigantón se hizo dueño de ellas.

Como ya os comente fueron los tres meses más maravillosos que pase junto a mi padre, juntos las veinticuatro horas al día, haciendo el amor en cada rincón de la casa, sintiendo sus labios y sus caricias en cada habitación, desde ese último día en que salimos por primera vez nuestra relación había cambiado por completo, los cuentos se acabaron de momento pero ahora estamos pendientes de unas vacaciones no sé donde, no sé con qué cuento me sorprenderá esta vez, pero ya estoy abierta a todo y deseando descubrirlo los dos solos.

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Espero que este cuento os haya gustado.

Espero que os lo llevéis con vosotros y a mí con él y que recordéis que los cuentos.

Cuentos son.

(9,30)