Era la etapa de preuniversidad y sentía que algo dentro de mí estaba cambiando. Desde pequeño, me habían enseñado que ciertas cosas eran inmorales, y uno de mis más profundos deseos se encontraba en esa categoría. Me sentía atraído por la idea de masturbarme el ano, una práctica que siempre me habían dicho que era incorrecta.
A medida que pasaba el tiempo, comencé a notar que había personas que disfrutaban de esta actividad y eso despertó mi curiosidad. Me intrigaba la idea de poder explorar ese lado oculto de mí mismo. ¿Qué se sentiría? ¿Cómo se vería? ¿Qué significaría si decidiera llevarlo a cabo?
Una noche, bajo el manto protector de la oscuridad, decidí que era hora de enfrentar mi deseo más íntimo. Me preparé meticulosamente, asegurándome de que nadie descubriera mi secreto. Me encerré en mi habitación, donde nadie podría juzgarme. Era el momento de explorar quién realmente era.
Me acosté en la cama, todo a mi alrededor estaba en penumbra. Ese ambiente oscuro se convirtió en mi cómplice, en el escenario perfecto para descubrir una parte de mí que había mantenido oculta durante tanto tiempo. Empece con un bolígrafo el cual escondí debajo de mi almohada sin que nadie me viese, era uno delgado dado que no quería hacerme daño y pasar un mal rato. En cuanto me cercioré que todos estén dormidos comencé con mi fantasía, mi corazón latía, estaba ansioso, mi pene estaba erecto de tan solo pensar en lo que iba a hacer, aproveché el liquido seminal y envolví el bolígrafo con este, luego de un momento, me puse en posición fetal y lentamente llevé este bolígrafo a tras de mí, poco a poco busqué mi orificio mientras me preguntaba que sentiría, mis ansias aumentaban a la par que mi curiosidad me llevaba a introducir este objeto dentro de mí. Empecé despacio, como era obvio, no sabia como hacerlo, no tenía idea de nada, pero estaba emocionado. En cuanto sentí los primeros centímetros sentí una leve sensación de placer, decidí continuar mas a fondo pero empezó a dolerme, mi inexperiencia mi hizo querer meter todo este objeto dentro de mí. Lo dejé ahí por un momento, hasta que empecé a meter y sacar, con cada movimiento, cada toque, me sumergí en una experiencia desconocida. Incluso me atreví a ir un poco más rápido sin darme cuenta que me estaba lastimando. Al principio, todo se sintió bien, pero pronto una oleada de dolor invadió mi ser. No pude soportarlo y decidí dar marcha atrás, alejándome de aquel deseo que me había tentado.
Pasó algún tiempo y llegó el momento de ir a la universidad. Me mudé lejos de mi familia para poder perseguir mis estudios. Me encontraba solo, viviendo en un nuevo lugar, pero el recuerdo de aquel deseo reprimido seguía latente en mi mente.