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Un fin de semana en la playa con mi tía y un plan perfecto
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Todo lo que relataré a continuación es una historia verídica y un secreto guardado desde hace ya bastante tiempo motivo por el cual me he decidido a sacarlo a la luz.

Cambiaré algún lugar y los nombres con la esperanza de que el secreto siga a buen recaudo, pero trataré de sacar a relucir lo esencial que es lo verdaderamente importante.

Lo primero es ubicar los hechos en el tiempo, para ello tenemos que hacer una pequeña regresión en el tiempo e irnos unos 13 años atrás.

Yo por aquel entonces era un universitario, moreno de 1,76 m de altura, bajito, pero con buena planta y rasgos marcados, se podría decir que no estaba mal y tenía mi “público”.

Mi madrina que en realidad era mi tía segunda tendría por aquel entonces 47 años, físicamente una mujer con buen tipo, delgada y bastante alta.

No se trataba de una mujer espectacular o que destacase por su exuberancia, pero tampoco se podría decir que fuese fea ni mucho menos.

Lo importante del relato es que por la diferencia de edad y por su carácter jamás de los jamases había habido entre nosotros el menor flirteo.

Además no vivimos en la misma ciudad con lo que en realidad sólo nos veíamos de ciento en viento.

Todo lo que ocurrió lo tuve que ir motivando poco a poco con el consiguiente riesgo que ello suponía.

Marian mi madrina siempre ha sido una mujer soltera muy risueña y disfrutadora de la vida en el buen sentido. Imagino que habrá tenido sus ligues y parejas eventuales pero yo no los he conocido.

Cuando digo disfrutadora de la vida me refiero a su carácter muy alegre, muy hablador siempre viajando de aquí para allá.

Económicamente ella nunca ha dependido de nadie, ha tenido su trabajo que le ha permitido tener su piso y en esa época de la que hablamos pudo comprarse un pequeño apartamento en una zona costera del mediterráneo.

Continuamente me solía decir:

—Ahíjado te tienes que venir a la playa que hay muy buena marcha con muchas chicas jóvenes, tu vienes y sales por allí con total libertad.

Realmente fue muy insistente, pero quiero volver a recalcar que estoy totalmente seguro que ella lo decía sin ninguna oscura segunda intención.

Ella me trataba como una madre sin la obligación de tener que ocuparse de mi educación lo que la otorgaba la libertad de hablar conmigo de mis ligues como si fuese una amiga.

El caso es que tal fue la insistencia y como todo sea dicho el plan de playa y salir de marcha no era malo al final todo se organizó para una semana Santa que hoy ya se pierde un poco en el tiempo.

Quedamos en Barcelona dónde pasé la noche en su piso en su habitación de invitados, pero esta parte de preparativos y logística me la voy a saltar por carecer de importancia.

A la mañana siguiente me puse al volante de su coche y nos desplazamos por carretera hasta la costa de Benidorm.

Yo en plena efervescencia hormonal universitaria alguna vez había fantaseado con ella, pero realmente la situación parecía tan poco propicia que ni se me pasaba por la cabeza intentar algo ya que realmente el riesgo era muy alto.

El primer día dado que llegamos a la hora de comer sólo dio para ir de compras al súper y una escapada a la cala más cercana al apartamento todo muy tranquilo.

Viéndola broncearse con su bikini blanco junto a mi toalla mi mente empezó a fantasear y fue el primer momento en el que mi plan empezó a concebirse.

Al principio no era ni un plan, pero como la playa entre baño y baño da para pensar pues empecé a darle vueltas al asunto, en un principio con la mera idea de suscitar una situación un poco “picante” sin esperar de ningún modo poder ir más allá.

Ese día salimos a tomar algo y me presentó a algunos de sus amigos y sobre todo amigas, todos ellos bastante más jóvenes que ella, no tan jóvenes como yo, pero en un punto intermedio.

Ese día como estaba un poco cansado me retiré con ella a una hora prudencial pese a su insistencia en que me quedara de marcha.

El segundo día tras dormir nuevamente en la habitación de invitados del apartamento, fue un día de playa muy bueno y como mi calentura iba en aumento me dio tiempo a repasar las líneas generales de mi plan.

Esa noche volvimos a quedar con su grupo y he de decir que algunas de sus amigas estaban bastante bien incluso siendo objetivos mejor que mi madrina pero yo ya iba a piñón fijo y sabía que la puesta en acción no se podía retrasar mucho porqué sino terminaría por acobardarme.

Esa noche dejé de lado el alcohol creo que solo tomé un par de cubatas en toda la noche ambos mientras estaba mi madrina (para disponer del falso atenuante del alcohol en el caso de que todo fuese mal) y deliberadamente nada más desde que se fue sobre las 3 en un momento en el que de un bar a otro pasamos muy cerca del apartamento.

Estuve con su grupo de amigos y amigas unas tres horas más y con la excusa del cansancio me retiré.

A la hora de entrar traté de hacer un poco de ruido ya que la primera premisa era despertarla en el caso de que estuviese dormida

Me senté en el sofá después de ir al baño para hacerme nuevamente notar.

Pasaron los minutos y yo cada 5 minutos trataba de buscar la excusa para producir algún ruido que denotase mi presencia en el salón.

El tiempo pasaba lentamente y como no me iba a mi cuarto y evidentemente mi objetivo de despertarla había tenido éxito salió a preguntarme si estaba bien.

Ella iba en camisón corto color perla, se acercó hasta el sofá y me dijo:

—Ahijado qué tal la noche, que pasa, no te vas a dormir, estás bien?

Aquí empezó mi teatro para propiciar los acontecimientos.

Contesté que la noche no había sido muy “productiva” y que me encontraba regular, pero que no se preocupase que no era nada físico más bien anímico.

Como mi madrina no puede estar callada, ella misma se metió en la boca del lobo al insistir.

—Pero qué te pasa te encuentras mal por algo?

Yo me empecé a hacer el tonto, pero ya estaba maquinando en mi cabeza a mil por hora como llevar la conversación hasta los límites dejándome siempre una puerta abierta para poder recular.

—No nada Marian, no te puedo contar que me da vergüenza, acuéstate si en realidad no es nada.

Como era de prever picó el anzuelo.

—Pero, cómo vergüenza, a mi me puedes contar cualquier cosa que para eso soy tu madrina.

A partir de aquí era plenamente consciente de que tenía que medir cuidadosamente mis palabras.

—Bueno es que la noche no ha sido muy exitosa y… bueno si es que da igual de verdad.

Tenía que lograr que ella me insistiese mucho y así fue.

—Que no! Dime que te ocurre?

Aún la obligué una vez más a preguntar.

—De verdad quieres que te lo cuente?

—Qué sí!! Dime, anda.

—Pues es una tontería, la noche se me ha dado fatal la verdad, pero no sé qué me pasa que estoy muy excitado y no creo que vaya a ser capaz de dormir y por eso estoy haciendo tiempo aquí en el sofá

Ella para quitarle hierro a la confesión se rio e hizo alusión a mi juventud y para demostrar su comprensión me dijo que a ella no le importaba en absoluto que aliviase mi calentura, que me dejaba a solas.

Tuve un momento de duda, pero cómo la situación estaba bien hilada me lancé al barro.

—Madrina tal y como estoy yo sólo no puedo remediarlo y necesitaría ayuda.

En ese momento su cara mudó, era un poema, estaba atónita.

—Pero… qué quieres decir… yo no… ¡no puedo!

Sabía que ese era el momento si no cortaba su discurso de negación todo quedaría en una anécdota para el desayuno y en una pequeña confidencia entre ambos.

Me armé de valor y subí el tono tajante.

—Madrina tú me has preguntado y no veo que hay de malo además precisamente tú que siempre te has mostrado liberal reconociendo lo bueno y saludable que es el sexo en todos los aspectos.

Estaba descolocada, pero ella misma era la que había insistido en preguntar y era en gran parte responsable de la situación, mi plan estaba surtiendo efecto.

—Pero no me refería a ti, bueno a ti sí, pero no conmigo, imagínate conozco a tus padres.

Como un lobo que huele sangre vi que no todo estaba perdido y había un atisbo de duda en ella y lo tenía que aprovechar.

De una manera muy delicada tomé su mano izquierda en la mía y presioné con mi otra mano muy levemente su cintura.

Nuestros cuerpos en ese momento estaban muy cerca así que cuando la giré suavemente para que se sentase en el sofá seguramente lo vio como un paso acertado que ponía cierta distancia entre ambos.

Marian estaba muy descolocada por el cambio y por la rapidez con la que se sucedían los acontecimientos.

Ella quedó sentada en el sofá y yo justo enfrente con su mano izquierda en la mía.

Yo tenía muy claro que era el momento del todo o nada.

Acerqué su mano a mi entrepierna que en ese momento tenía una erección imperial dura como el acero debido a lo excitante de la situación.

Ella exclamó algo como —Dios mío! —mostrando cara de sorpresa.

Supe que era el momento definitivo, de un movimiento rápido desabroché mi cinturón y los botones del pantalón y no hizo falta nada más.

Mi polla saltó como un resorte por fuera del calzoncillo, me sorprendió lo dura e hinchada que estaba, tenía un aspecto imponente.

Aprovechando que todavía tenía mi mano sobre la suya hice que tomase mi pene.

—Ves lo que te digo madrina? Estoy que exploto, tienes que ayudarme por favor!

Y fue así como mi madrina inducida por mi mano empezó a pajearme muy muy suavemente.

Estaba en la gloria y creo que mi polla se tensó todavía más y se hinchó de una manera que no hubiera imaginado.

Realmente estaba sintiendo un gusto inmenso y como siempre he sido capaz de aguantar mucho hasta el punto de poder escoger el momento de correrme tenía pensado alargar al máximo el momento.

El problema estaba en que todavía existía un contacto visual entre nosotros, a veces ella cerraba los ojos, pero en otras ocasiones nuestras miradas se encontraban mientras su mano recorría mi mástil de arriba abajo acariciándolo con dulzura.

Esos cruces de miradas eran un tanto incómodos y en un momento Marian empezó a negar con la cabeza.

—Nonono no puede ser… no está bien… es que no…

Llegados hasta ese punto no me podía detener y estaba claro que el problema estaba en lo incómodo que resultaba el contacto visual directo.

No estaba dispuesto a que todo acabase mal y tenía por otro lado que cortar ese inicio de discurso negativo.

La distancia entre ambos era muy corta con lo que aproveché el momento en el que un pequeño giro la acercó todavía más y presioné muy suavemente su cabeza hacia delante.

No sé ni como, pero sucedió! de repente mi polla más dura que nunca estaba en su boca!!!

Hubo un momento de sorpresa en su cara, pero al instante cerró los ojos, el discurso negativo cesó y empezó a recorrer con sus deliciosos labios mi pene que rítmicamente desaparecía en su interior para volver a salir brillante y enorme.

Dios mío que éxtasis! No me lo podía creer!!

Arqueé un poco mi espalda para sentir mejor las sacudidas de placer que estaba sintiendo, mi madrina mantenía un buen ritmo y aunque técnicamente he gozado de mejores experiencias os puedo asegurar que esa ha sido la mejor mamada de toda mi vida.

Mi cerebro iba a mil por hora en una montaña rusa de sensaciones y me encontraba con la duda de aguantar y alargar al máximo ese momento o dejarme ir.

Hay que recordar que en ese momento la situación estaba exactamente dónde yo quería, pero si en un arrebato ella decidía retirarse me iba a quedar sin mi orgasmo y no estaba por la labor bajo ningún concepto ya que se avecinaba una corrida épica.

Y así fue.

Yo quería correrme dentro, pero entendía que al menos tenía que avisar de algún modo así que empecé a gemir no muy alto y a mostrar con pequeños movimientos de convulsión lo que estaba a punto de llegar.

Mi pene era una vara de acero brillante a punto de estallar, notaba en su interior como el clímax se había desencadenado de modo imparable.

Apoyé mi mano nuevamente en su cabeza sin hacer ninguna fuerza, pero para dejar claras mis intenciones.

El primer disparo de semen fue súper abundante y llenó su boca por completo, esperé unos segundos para darle tiempo pero la situación escapaba por completo a mi control.

El segundo estremecimiento hizo que mi leche empezase a rebosar por sus comisuras, empezó a caer al suelo y sobre mi propia polla.

El orgasmo que estaba sintiendo era eléctrico súper intenso, la tercera sacudida me pilló con el miembro en la entrada de su boca y me sorprendió ya que todavía llevaba una abundante y espesa carga de semen que parecía no tener fin.

Una parte entró dentro y volvió a desbordar pero otra impactó en sus labios y mejilla dejando regueros por doquier.

Aún hubo una cuarta descarga que la obligó a tragar una parte de lo acumulado en su boca para hacer sitio a lo nuevo que llegaba caliente y cremoso.

Después dos o tres convulsiones menores, pero no por ello menos placenteras que hicieron blanco en su rostro.

La verdad es que temía un poco el momento siguiente ya que la situación era delicada, la cara de mi madrina estaba cubierta de chorretones algunos bastante espesos y blancos otros más líquidos y transparentes, de las comisuras de su boca todavía manaba líquido y como no le quedaba otra posibilidad se veía forzada a tragar parte de la leche que tenía en lo más profundo de su garganta.

Me incliné sobre ella y dije:

—Muchas gracias madrina ha sido increíble.

Le di un tierno beso en los labios con lo que tuve que probar un poco del sabor de mi propio semen lo cual si os digo la verdad nunca me ha gustado mucho.

Pero creo que no te puedes mostrar escrupuloso con alguien que se ha tragado un tercio de la mejor corrida de tu vida y tiene por su cara y por su salón los dos tercios restantes.

Ella no sabía ni que decir así que para romper el incómodo silencio saqué mi mejor sonrisa y le dije:

—Madrina no sabía que fueses tan buena en esto, ha sido increíble.

Ella me sonrió.

—Que hemos hecho!

—Yo más bien poco, pero tú me has dejado seco —y aproveché para recoger con uno de mis dedos un chorretón de semen que le caía desde la mejilla

Al tiempo que volvía a sonreír hice un punto en su nariz con mi semen y finalicé.

—¡Madrina eres fantástica!

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