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Un rapidín en la biblioteca

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Cuando ocurrió lo que estoy a punto de contarles yo estaba en la academia, a punto de entrar a la universidad, era bastante caliente y enamoradiza. Tenía un mejor amigo de la infancia con el cual andaba para arriba y para abajo, en nuestros primeros años de amistad todo era azúcar, flores y muchos colores, full inocencia; pero con el pasar del tiempo y las hormonas alocándose empezamos a usarnos el uno al otro como objeto de experimentación de la sexualidad.

Comenzamos por besarnos, con besos cada vez más subidos de tono, luego bajamos al cuello... No sé cómo pero siempre encontrábamos la manera de estar solos para hacerlo, cabe decir que todo esto lo hacíamos en la academia. Cómo es natural lo de los besos llevó al manoseo, él me sobaba las tetas a través de la fina blusa de algodón y pellizcaba mis pezones, incluso en el aula cuando hacíamos grupo de dos me apretaba fuerte el culo, y metía su mano para coger carne, mientras yo pasaba ávidamente mis dedos alrededor de su verga parada que se notaba en el pantalón.

Sucede que una mañana no hubo clase, entonces aproveché para terminar una tarea en la biblioteca, él me siguió y estuvimos un rato charlando, estaba tan concentrada en la conversación y en mi tarea que solté un pequeño gritito cuando sentí los dedos de sus pies metiéndose en mi vagina, los movía majestuosamente masajeando mi clítoris y mi vagina a la vez, a veces rosando suavemente o a veces presionando con la fuerza que solo el deseo confiere.

Se me estaba cortando la respiración y me estaba poniendo colorada, tuve miedo de que algún profesor notara el numerito que estaba ocurriendo debajo de la mesa así que me acerqué a mi amigo, o debo decir ¿amigo con derecho? y le susurré al oído "vamos a pedir libros". Así que se colocó el zapato, yo me acomodé el calzón y la falda que traía disimuladamente, me calmé un poco y fuimos a pedir libros. La biblioteca no era muy amplia para tener tantos escaparates, era oscura y tenía esquinas reducidas, además, los profesores preferían estar en el salón de estudio de la biblioteca, donde habíamos estado hace unos momentos, y para rematar, muy pocos chicos iban a la biblioteca porque realmente los libros que habían allí son aburridos, entonces era el lugar perfecto para dar rienda suelta a lo que ya había tenido inicio.

Comencé a besarlo con pasión prendiéndome de su cuello y aferrándome a ese paquete que volvía a erguirse como nunca antes, pero como a él le gusta tomar el control separó mi mano de allí, alejó su boca de mi, para empujarme contra la pared y apoderarse de mi nalgas y de mi clavícula con su hábil lengua. El miedo de que alguien entrara y nos atrapara hacía aún más excitante la situación.

Yo ya no creía aguantar mucho tiempo más, mi calzón estaba completamente mojado, solo quería sentirlo dentro de mi, llenándome con esa hermosa y dura verga, quería que me encajara, me clavara, me rompiera de todas formas, mi clítoris palpitaba de manera bárbara, y sentía que mi vagina se abría involuntariamente esperando por el premio tan anhelado, lo peor es que no podía gemir pues él me tapaba la boca e introducía sus dedos en ella.

Luego de unos minutos así, él miró hacia todos lados y de repente me volteó de cara a la pared, se bajó un poco el pantalón y haciendo a un lado mi calzón me penetró, una y otra y otra vez, podía sentir por primera vez su vello púbico chocar contra mis nalgas y el rebote de sus testículos, estaba en el cielo, había anhelado este momento hacia tanto, y creo que él también porque se mordía los labios y me samaqueaba con fuerza en cada embestida. Movía mis caderas y retorcía mi espalda como una maniática, juro que si él no me tapaba la boca todos habrían escuchado mis gritos salvajes.

 Luego de un rato, sacó su verga de mi, me dijo que la masturbara, y yo bien obediente empecé a hacerlo, después de unas cuantas masturbadas y lamidas que le di me dio de tomar su semen como desayuno, enserio que rico estuvo. Nos arreglamos rápidamente y recién ahí nos pusimos a buscar libros, para no salir con las manos vacías.

Pero como esa experiencia fue muy corta no nos pensamos dos veces en repetirla otro día en un lugar más apropiado, pero esa ya es otra historia.

Espero que les haya gustado mi relato.

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