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Una abuela muy caliente

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Hoy vengo a contarles la historia de cuando me cogí a la abuelita de mi amigo Julio.

La mamá de mi amigo, la señora Ana era una mujer muy bonita, pero siempre salía con su marido para todos lados, puesto que él tenía una orquesta musical.

Casi todos los fines de semana por no decir todos, salían y claro, siempre lo acompañaba su señora, por lo que en la casa quedaba su hermano menor y sus abuelos.

Debo decir que la abuela de Julio, la señora María era muy buena y a la vez como que sabía del mundo se podría decir, ella tenía unos 57 años y su esposo unos 64. Pero su esposo tenia diabetes por lo que se cuidaba mucho, incluso últimamente se había golpeado la pierna y estaba muy mal, puesto que tenía que estar en cama reposando, por lo que la señora María le alcanzaba todo hasta la cama.

Bueno, uno de esos días que los padres de Julio salieron, se llevaron a su hermano, por lo que me quedé con Julio en su casa a jugar con unos videojuegos, mientras que su abuela y su abuelo estaban en su dormitorio viendo televisión.

De pronto sonó el teléfono y contesta Doña María, y le dice a Julio que deje un mensaje a la casa de otra señora que vive como a tres cuadras.

Julio un poco amargo va por lo que yo lo esperaba -no quería ir-, entonces doña María me ofrece una limonada, y me empieza a preguntar de cómo me sentía, como están mis padres y tantas otras cosas, pero yo no dejaba de mirar sus labios y sus pechos, porque, aunque traía una bata que no lucia nada, yo ya me imaginaba lo que guardaba tras esa bata, hasta que le hice una pregunta que lo pensé mucho:

J: Doña María, ¿usted de joven debió ser hermosa?

M: ¿Que dices Jona?

J: No me lo va a negar, apuesto que su forma de vestir es muy coqueta.

M: ¡Bueno toda mujer es así!

J: Sí, pero usted es muy atractiva, incluso muchos jóvenes se la quedan mirando por la calle cuando camina.

M: ¿Y a ti te parezco atractiva...?

Cuando estuve a punto de contestarle llegó Julio, y ella cambió la conversación diciendo: "Así que tus padres están bien, dales mis saludos", y volvió a su cuarto con su marido.

Ese día me di cuenta que doña María era una caliente o tal vez necesitaba, la idea de que me la pude haber cogido ese día me rondaba la cabeza, imaginarla encima de mí, ¡era lo que más quería!

El otro fin de semana, igual fui a la casa de Julio a jugar con los videojuegos, sus padres salieron con su hermano, y nos quedamos ahí, saludé a doña María, a don Roberto y me dirigí al dormitorio de Julio.

Cuando ya estábamos jugando, tocan a la puerta, Sandra la ex enamorada de Julio, quería hablar con él (parece que quería volver con él) así que salió, y yo le dije: “tomate el tiempo que quieras, yo me quedo aquí mirando tele”.

Cuando Julio se fue, doña María entra al cuarto y me dice:

M: ¿Julio salió?

J: Si. Una amiga lo busco.

M: ¿Te quedaste solo...?

J: ¡Sí, pero contigo, jajá!

M: ¡Si claro... Jona lo que hablamos la otra vez… todo lo que dije fue en serio!

Yo no supe que decirle, solo la miraba de arriba abajo y una erección me brotaba, la señora me estaba coqueteando y se me estaba generando una valiosa oportunidad, ya que la señora María pese a su edad, se veía muy bien, tenía buen físico, claro con algunas longas y arrugas, pero todavía apetecible, se me acerco y me dijo;

M: En verdad te parezco atractiva?

J: Si... pero tu marido está acostado, ¡cuidado que te escuche!

M: ¡No, ya está dormido... ese viejo ya me aburre!

J: ¿Entonces que buscas?

M: Alguien joven y más fuerte!

Yo me acerqué y le di un beso, el cual ella no me rechazó, empezó a quitarle la bata, y no tenía nada abajo (creo que ya lo tenía planeado), empecé a chuparle los pezones.

J: ¡Que ricas tetas tiene!

M: ¿Te gustan? chúpalas bien!

Mientras con su mano me sobaba la verga, la cual ya estaba dura por lo acontecido.

Yo ya quería que me la mamara, así que me senté en la cama de Julio y separé un poco mis piernas, mi verga ya estaba parada, ella entendió el pedido, así que empezó a metérselo a la boca y succionar con fuerza.

J: ¡Que rico, así, chúpala toda!!

Mientras yo le acariciaba su cabeza, la abuela de mi amigo se tragaba todita, le acariciaba sus tetas grandes y caídas, sus nalguitas, me tenía durísimo y prendido con sus ricas chupadas.

M: ¡Que rica verga!!

J: ¡Señora, uhm!!

M: Hace años que no me comía una, ¡así como esta!

De repente escuchamos la voz de su marido que le gritaba, eso me asustó un poco, pero ella me calmó diciendo que no hiciera nada, que me callara, así pensaría que ella salió, mientras tanto me la continuaba mamando de ¡forma majestuosa!

Luego para no hacer ruido nos echamos en el piso, yo boca arriba y ella se montó encima de mí, empezó a saltar como loca, ¡era una perra!

M: Ah, que rico, ¡uhm!!

J: ¡María, ah, como te mueves!

Sus movimientos eran fantásticos, yo disfrutaba mordiéndole sus tetas y acariciando sus piernas que aún se veían magnificas, la señora lo gozaba como nunca.

Estuvimos, así un buen rato, ella meneándose y dejándose caer muy rico, después se puso en cuatro patas y se la metí por el culo.

M: ¡Ah, duele, ah!

J: ¡Que rico culo tienes nena!

M: Me lastimas, uhm, ¡ah!

J: ¡No hagas ruido, nos escucharan, uhm!

La embestía con fuerza, mientras con mis dedos jugaba su clítoris el cual ya estaba súper inflado y duro, la señora gozaba como nunca.

M: ¡Tantos años, uhm, ah, que rico!

J: ¡Mamacita que rico coges, uhm, ah!

Ella para no hacer ruido mordía una almohada, en verdad me excitaba saber que su esposo estaba en la habitación de al lado, eso me inspiraba a darle por completo mi verga, hasta que sus nalgas chocaban con mi pelvis, hasta que la empalaba por completo.

J: ¡María, que rico, me voy a venir, uhm, que rico!

M: ¡Me matas, agh, me vengo, me vengo!!

Mari comenzó a correrse y tener un orgasmo, mordía la almohada y ahogaba sus gritos de placer en ella.

J: ¡Me vengo, me vengo!!!

Que rico, me había cogido a la abuela sexy de mi amigo, en su cuarto y con su marido en la habitación de al lado que no escuchó y si escuchó no pudo hacer nada.

Cuando terminamos nos dimos un beso y le dije si quería ser mi amante en secreto, a lo que ella aceptó gustosa y de alegría me hizo una mamada.

La señora me lo mamó hasta hacerme venir nuevamente, se tragó todo mi semen, dejándome todo seco, demostrándome que a su edad aun mataba a cualquiera.

Después de eso ella se puso la bata, roció aromatizante en el cuarto y se fue justo cuando mi amigo Julio entró y sin sospechar nada continuamos jugando como si nada hubiera pasado.

Saludos, espero les haya gustado, seguiré escribiendo mis historias.

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