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Una historia de sexo (V): La espiral de sexo sin control

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Estaba realmente enfadada con Virginia había traicionado mi amistad, conociéndola sé que había manipulado a Antonio para que se la follase y me había manipulado para que me follara a su hermano por despecho, realmente me llevaba manipulando desde que la conocí aquel día cuando me cacheó, realmente lo nuestro era una relación basada solo en el sexo y el engaño, todo había cambiado en un abrir y cerrar de ojos, mi relación con ella y con Antonio, me sentía perdida, dolida, enfadada conmigo misma, ella sabía mejor que nadie lo que empezaba a sentir por Antonio y a pesar de todo se lo tiró, tenía que arreglarlo pero como.

Había pasado el mes de enero y me encontraba sola deambulando de allí para acá sin un rumbo fijo, de vez en cuando Virginia se presentaba en mi casa para hablar, la veía tan triste como yo y al final me convenció de que la perdonara e incluso se ofreció para ayudarme con él. Antonio durante esos días me había dejado varios mensajes, mensajes que no contesté no estaba preparada todavía hasta que un día le llamé y al primer tono me contestó, le notaba nervioso, me pedía perdón casi llorando y accedí a verle una tarde para hablar. Estaba tan ilusionada que no dudé en contárselo a Virginia, al fin y al cabo la había perdonado y habíamos acabado como amigas.

El día de la cita, pasó algo que me resultaba familiar, Antonio no se presentó, intenté hablar con él, pero esta vez no me cogía el teléfono, le dejaba mensajes y no obtenía respuesta, algo había cambiado, algo había pasado y sabía que Virginia estaba detrás de ello, pero cuando se lo pregunté me juraba que ella nada tenía que ver esta vez. Pasó febrero y la relación se enfrió y la distancia fue nuestro olvido, aunque en mi olvido siempre estaba mi recuerdo con él.

Mis sospechas seguían solo una dirección, Virginia, quería cortar toda relación con ella y casi lo consigo, pero a mediados de marzo la encontré en el portal de mi casa, muy desmejorada, triste, estaba llorando y que yo recuerde nunca la vi llorar, algo la pasaba, nunca la había visto así. La invité a subir para hablar, al final y al cabo era mi amiga, la abracé y la besé en la frente para consolarla, la mantuve abrazada un buen rato, no quería decirme nada solo quería que la abrazara.

Era increíble, no sé cómo lo hacía, me empezó a besar las manos, en el cuello y aunque yo la paraba continuamente, ella persistía hasta que al final me besó en los labios, me sentía confundida, la odiaba y sin embargo la deseaba, estaba nuevamente entre sus redes y lo peor que la dejé hacer, nuestras bocas se fundieron y de los besos pasamos a las caricias, de las caricias a la cama y terminamos como siempre follándonos la una a la otra, pero algo había cambiado en mí, cuando terminamos no sonreía, había disfrutado con ella, sí, pero no sonreía.

Me encontraba de nuevo atada a ella, atrapada en sus mentiras, engaños y juegos, nuevamente me veía sumida en una espiral de sexo sin desenfreno, con ella todos los días era algo nuevo, al final terminé culpando de todo al pobre Antonio y a ella exculpándola por completo. Pasaron los meses y no había día sin sexo, los hombres que venían a casa eran especialmente escogidos por ella e incluso alguna que otra mujer, organizaba pequeñas orgías y yo simplemente me dejaba llevar.

Estábamos a mediados de junio, había pasado casi un año desde que empecé aquella relación tan tóxica para mí, ya no reconocía aquella mujer que bajó del tren en la estación de Atocha dispuesta a comerse esa gran ciudad, había empezado a probar la cocaína y no había día que no follara con uno, con dos y hasta con tres hombre a la vez, las orgías empezaban a ser habituales en nuestra vida, cuando estaba colocada me dejaba meter la polla por mi coño, por el culo a la vez le chupaba la polla a otro mientras Virginia acariciaba mi cuerpo, follaba toda la noche sin control alguno debida a las drogas y otras no, estaba empezando a estar realmente perdida y me daba miedo perder el poco control que me quedaba.

Un día me pareció ver a Antonio en el parque le perseguí, pero le perdí, ese mismo día falté al trabajo, cogí el coche y conduje sin rumbo, al cabo de poco más de una hora me encontraba en aquella aldea donde fui tan feliz por dos días, allí sentada en las rocas, entre los árboles me empecé a encontrar a mí misma, empecé a recordar quien era, quien quería ser, quería volver a ser esa mujer fuerte y valiente que en un tiempo fui, para mí se habían acabado las drogas, los tríos, las orgías, quería cortar realmente con esa vida y por ende con Virginia.

Cuando llegué a Madrid lo hablé con ella y aunque no se lo tomó bien lo respetó, pero me pedía un último favor poniéndome esa carita de niña buena que nada más que ella sabía poner, me estaba invitando a pasar un fin de semana en el chalet de sus padres, al principio me negué, pero realmente pensándolo bien que podía pasar, eran sus padres, así que al final accedí.

Llegamos un sábado por la mañana, era una casa enorme con un gran jardín y una piscina acorde con las dimensiones de la casa, una vez más Virginia me había ocultado que era una especie de reunión familiar, sus padres me recibieron muy amablemente, no así su hermano mediano Adolfo que me miraba de forma extraña y me sentía observada continuamente por él, tenía una mujer Yolanda que era realmente antipática, pero muy guapa, de esas niñas pijas que te miran por encima del hombro y como no también estaba el pipiolo de la familia Juan acompañado con su novia, una niña bajita con mucho pecho, no pegaban en absoluto, pero estaba segura de que ella disfrutaría mucho con él… Yo lo hice.

Después de comer, estuvimos sentados hablando de todo un poco, la verdad que me encontraba a gusto, salvo por Juan que era un pulpo y eso que su novia estaba allí, me sentía muy mal por ella, porque no hacia ni unos meses, su novio le había puesto los cuernos conmigo, la reunión se trasladó a la piscina, cuál fue mi sorpresa que cuando llegué todos estaban desnudos.

Virginia no me había comentado nada de esto, sabía que era una familia muy liberal y que ella practicaba el nudismo, pero allí estaba toda en familia en pelotas, ellas con las tetas y el coño al aire y ellos con sus penes colgando, hasta Lorenzo su padre, mostraba las joyas de la corona que por cierto no estaban nada mal, me sentía cohibida, no quería ser mal educada e intenté integrar, me quité el bikini por completo quedándome desnuda, me sentía observada continuamente y no estaba a gusto, sobre todo cuando Juan me empezaba a meter mano dentro del agua delante de todos, cierto que estábamos jugando a la pelota, pero de ahí a sobarme los pechos como si fuera la pelota mientras que todos reían incluida su novia.

Se hacía tarde y todos empezaron a irse a la casa para cambiarse, yo me quedé un rato nadando sola, no me di cuenta de que Juan también se había quedado, hasta que lo tuve encima, me había sujetado por detrás, le pedía que me soltara, me intentaba besar, no quería montar ninguna escena así que intenté soltarme, pero era más fuerte que yo, estábamos desnudos forcejeando rozando una y otra vez nuestros cuerpos y aunque yo me quería ir aquello me estaba excitando y más con él.

Pensé que si le seguía el juego al final se podría cohibir dado que estábamos en su casa a escasos metros de toda su familia, con su novia casi presente, pero no hizo efecto, todo lo contrario, me agarró fuerte de los pechos y empezó a sobarlos y a lamerlos, este niño tenía un don estaba haciendo que me mojara por dentro otra vez, le cogí su polla y empecé a menearla, sentía mi sexo caliente, nos empezamos a besar dentro de la piscina, entonces fue cuando recobré nuevamente la cordura, pero que estaba haciendo otra vez, me solté ahora si con facilidad y salí del agua.

Juan se quedó mirándome extrañado y me siguió, no quería darse por vencido y menos con aquella polla tan empalmada y aquella calentura, al verle salir tan rápido de la piscina, cogí mi toalla y eché a correr por el jardín, era bastante más rápido que yo y enseguida me dio caza, me agarró fuerte con sus manos, me intentaba besar, me tumbó en la hierba, en un pequeño montículo desde donde solamente se veía el tejado de la casa, me seguía besando mientras me sujetaba de las muñecas fuertemente, estaba sobre mí abriéndome las piernas, notaba su polla sobre mi coño, estaba tan excitada, su cuerpo me aplastaba mi pecho, sentía como su polla me buscaba, como me golpeaba en los labios, era una sensación que me estaba poniendo cada vez más caliente y no sé cómo me solté una mano y en vez de intentar escapar, fue directa a su polla agarrándola y guiándola a mi coño dejándola allí prácticamente metida y nada más apartarme la mano sentí como de un empujón me la metió entera soltando un grito de placer.

Los gemidos y los gritos se turnaban en salir de mí, aquella situación quisiera yo o no, había hecho que me excitara, tenía mi coño bastante mojado, mis caderas se movían junto a él, ayudando a que su polla se metiera y saliera de mi interior y a pesar de ello seguía luchando para escapar de allí, sus penetraciones con aquel miembro tan bien armado, tan duro, tan grande, tan grueso que entraba rozando toda mi vagina llenándola por completo, tan profundo que mis fuerzas se iban debilitando y me iba dejando llevar, cada movimiento hacia que mi cuerpo se estremeciera, ya no luchaba, ahora le abrazaba arañándole la espalda con mis uñas, le besaba y le rogaba al oído que no la sacara, que la quería dentro muy dentro mi como aquella noche en el hotel.

Juan aprovechó la pendiente para tener mi culo más elevado ponerse él de rodillas y así metérmela más profundamente, me estaba derritiendo, oía como nos llamaban para que saliéramos de la piscina y tuve miedo de que nos vieran o nos oyeran, a Juan no parecía importarle y seguía bombeando su polla dentro mi llenándome entera, mis pechos se movían de un lado a otro hasta que me los cogió y empezó a apretármelos, yo estaba tan excitada por todo, por la pelea, por el forcejeo, por su familia allí presente, pero quería parar así que aproveché un momento en que sacó su pene para juguetear con mis labios y darle golpecitos a mi clítoris, le empujé hacia un lado y aunque me costara seguir recibiendo el placer en mi vagina de tal portento, salí corriendo.

Nuevamente me alcanzó en las escaleras de entrada a la cocina y allí como si no le importara la presencia de nadie, me puso a cuatro patas en medio de la escalera y nuevamente me penetró, yo estaba tan excitada que su pene entraba y salía una y otra vez con gran facilidad, totalmente mojado de mis flujos, en cualquier momento alguien podría abrir la puerta y vernos allí follando.

Juan empezó a meterla más fuerte y más rápido, sus empujones hacían que mis pechos bailaran de un lado a otro golpeado contra mi estómago y mi barbilla, sus manos sobre mis nalgas sin sujetarme, en cualquier momento podría haberme ido, nada me lo impedía salvo aquella polla dentro de mí, empecé yo también a metérmela y entonces Juan se paró, ahora era yo con mis movimientos hacia delante y hacia atrás la que clavaba su polla una y otra vez en mi coño, cuando él empujaba se metía tan dentro, tan profundo en mí que no paraba de gritar sin importarme nada que me oyeran, ya solo estaba interesada en una cosa, que Juan me siguiera follando hasta el final.

MI vagina lo apretaba, lo succionaba, el roce era tan placentero que no podía permitirme dejarlo ahora, entraba y salía a gran velocidad, aunque quisiera no podía reprimir los gritos y él con un gran gemido empezó a eyacular dentro de mí, disparó un buen chorro de su semen, Juan seguía gimiendo no parecía importarle nada mis gritos ya se había corrido y seguía moviéndose, aún la tenía bastante dura y a mí faltaba tan poco para el orgasmo. Lo notaba y sin pensar donde estaba ni las consecuencias me di la vuelta, abrí bien mis piernas colocando una encima de la barandilla y otra en la pared mostrándole la entrada nuevamente, mientras su semen salía de mi coño, le empecé a gritar con una voz ahogada, pero alta que volviera a entrar, que volviera a metérmela, Juan se tumbó encima de mí y empezó a follarme otra vez sus movimientos muy rápidos, mi vagina inundada de nuestros fluidos y yo no parará de gemir de gritar, no dejaba de repetírselo, “fóllame, fóllame, fóllame no te retires, ahora no” "si, si, siii" empecé a gritar de placer. Una vez más este niño me había hecho que me corriera no una sino dos veces hasta que él terminó otra vez, pero ahora sacándola y corriéndose en mi pecho.

Cuando entre en la casa, subí corriendo al baño, de mi vagina salían todos nuestros fluidos, resbalando por los muslos, los cuales me iba limpiando con la toalla.

Ya en la cena, todos se miraban y se reían, yo sabía que nos habían oído gritar y se me hacía imposible que alguien no se hubiese asomado a las ventanas, me moría de vergüenza y no por Virginia sino por sus padres que se estaban portando de una manera admirable sin haber dicho nada, pero sobre todo me sentía culpable por Sandra la novia de Juan y sin embargo con Virginia, ningún sentimiento, de hecho hasta que nos sentamos a cenar ni hablamos, pero había algo que me extrañaba, sabía que todos se habían enterado de nuestra pequeña aventura en la piscina y en las escaleras y sin embargo todos callaban, bebían, hablaban y se reían como si nada hubiera pasado.

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Aquí se acaba este relato, pero no os mováis que ya queda poco, mañana, quizás pasado os contaré como fue la noche, una orgía familiar y ya me estoy adelantando.

Un beso a todos.

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