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Una idea magnífica

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Desi se pasea por la casa vestida con un kimono playero floreado semitransparente, a pesar del frío otoño. Lo peor no es que lo haga, pasearse, lo peor es que yo la miro y me empalmo. Y digo "lo peor" cuando debiera decir "lo mejor", porque Desi está tan buena... Desi es rubia y lleva melena; tiene un rostro risueño; su figura es tremendamente femenina, pues tiene unas tetas firmes y redondas, unas caderas anchas y un culo prieto y carnoso. Desi es mi pareja. No nos hemos casado, pero seguramente lo haremos más adelante, para obtener beneficios. "Desi", le digo desde el sofá donde me hallo sentado, "ven conmigo"; "No, no, no, querido, ahora no, que estoy escribiendo", me contesta desde el umbral de la puerta del cuarto que usa como estudio; "Con el kimono..."; "Sí, es mi uniforme, algunos escritores usan uniforme para escribir, fíjate en Pío Baroja"; "¿Quién es ese?"; "Da igual"; "Pues yo te follaba hasta con uniforme, fíjate en lo que te digo"; "Querido, esta noche te daré tu ración", rio Desi, y cerró la puerta tras de sí.

"Desi, debes esforzarte más, me entregas muy pocas páginas y el plazo que te di expira pronto", le dijo el editor, un hombre barbudo y moreno de aspecto descuidado, a través de la pantalla del ordenador; "Juan, sabes que puedo hacerlo, tendré la novela en el plazo que fija nuestro contrato", contestó Desi algo azorada; "Desi, déjame verte las tetas", pidió el editor, "ábrete el kimono, levántate y acércamelas a la cámara..., tengo ganas de hacerme una buena paja..., eso, sí, así, buena chica, uff..., vamos, tócatelas..., sí, así, uff, oh, oh, oh, oohh...". Desi, comprendiendo por las últimas exhalaciones emitidas por el editor que este ya se había corrido, volvió a sentarse frente a la pantalla y observó su satisfecha cara. "Desi, deberías dejar a tu novio y venirte conmigo, no sabes lo bien que lo pasarías, sin tanto plazo ni tantas leches…"; "Sí, claro, ser tu puta, a eso te refieres", le interrumpió Desi; "Desi, eres escritora, eso y ser una puta es casi lo mismo". Desi cortó la videollamada.

"Vamos, Desi, cuéntame qué te pasa", le dije a Desi al ver que lloraba en la cama. Nos habíamos acostado temprano con la intención de follar más veces de lo normal, pues queríamos tener un hijo y Desi estaba en sus días más fértiles. "Ay, Raimundo, mi editor me presiona, a mí no me sale nada, me quedo en blanco, ay, Raimundo, ay"; "Pero, chiquilla, eso es..., veamos, escribe sobre nosotros..."; "Eso está muy visto", me interrumpió; "Pues escribe sobre ellos"; "¿Sobre quiénes?"; "Sobre los que nos leen, míralos, están expectantes esperando la siguiente escena descrita de sexo, si no se la damos pronto dejarán de leer, escribe sobre ellos".

Lectores de CuentoRelatos, atención, en este instante, os observan.

Pero pronto ese instante ha pasado. Porque a Desi se le ha ocurrido una idea magnífica.

Desi se ha desnudado y ha dejado que Raimundo le chupe las tetas, ambos están de pie, frente a frente, y Raimundo acude de vez en cuando al cuello de Desi y lo besa dejando la marca de su saliva, también a la boca de Desi, royéndole los labios con suaves mordisquitos, sin olvidarse de las tetas, que chupa y chupa, y ya Desi está muy excitada y le busca la polla con la mano, se la saca del pantalón, la acaricia y masajea, pero Desi lo que más quiere es mamarla, así que se arrodilla y se mete la polla de Raimundo en la boca, dentro, más dentro, dentro, más dentro, oyendo a Raimundo gemir, siente las manos de este en los sobacos para levantarla, porque quiere llevarla a la cama, por comodidad, y ahí tumba bocarriba a Desi y abre sus muslos y ve su coño semiabierto, entonces Raimundo, con la polla muy empalmada, penetra a Desi, y empuja y empuja, y como Desi grita mucho, muchísimo, esto lo anima a seguir con más ímpetu ya que siente en la punta de su polla tanto calor..., un incendio, y los gritos de Desi y sus ganas de eyacular dentro de Desi, en la carne de Desi, Desi, Desi, ¡De-si!

Desi se pasea ahora desnuda por la casa. Sólo quiere follar, sólo eso, nada de escribir novelas, qué chorrada. Desi espera que yo la solicite para abrirse de piernas. Pero es que Desi ha evolucionado lo suficiente como para saber que el placer intelectual no le daba gran cosa, mucho menos de lo que le da el placer sensorial, y así se lo ha comunicado al editor. Bah, la literatura, donde se ponga un buen polvo... "Desi, ven conmigo"; "Tengo que escribir". ¿Veis?, os he engañado. Sí, Desi sigue escribiendo. Y sigue usando el mismo kimono para hacerlo.

"Juan", dijo Desi al editor, "ya he acabado la novela, las páginas que te envié ayer son las últimas"; "Ya las he leído Desi"; "¿Y qué?"; "La verdad, me has dejado asombrado..., oye, Desi, acuéstate conmigo cuando vengas"; "No, sabes que le soy fiel a Raimundo"; "Raimundo, Raimundo..."; "Fue él el que me dio la idea para la novela, una novela sobre lectores"; "¿Y por qué hay sexo si va sobre lectores?".

Desi me ha quitado el pantalón del pijama. Mi polla está muy dura y erguida. Desi se ha subido sobre mí y ahora a horcajadas me monta. Oh, Desi, uff, Desi. Las tetas de Desi se mueven como campanas sobre mi rostro, los pezones rozan mi boca y mi nariz. Oh, Desi, uff, Desi, oh, oh, oh. Desi se lamenta de placer y se lleva las manos a las sienes porque su Instinto le dicta que de tanto follar le va a estallar la cabeza, que de tanto pensar que le va a estallar la cabeza le estallará la cabeza. Oh, Desi, De-si, oohh. Pero soy yo el que estallo, es mi polla la que explota; eyaculo en su coño y lo riego de semen que, como la tinta, ejerciendo presión en el molde, que es el cuerpo de Desi, pero espeso, blanco, tibio, se confiere: de aquí nacerá una flamante creación.

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