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Una plaza en abril

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Por la noche nos reuníamos

un grupo, amigos y amigas...

Hace falta que me sigas,

sabe que mucho nos reíamos.

En una plaza nos veíamos,

muy coqueta y ajardinada,

con una fuente centrada;

de casas para turistas,

estilo minimalistas,

estaba también rodeada.

Justo conocí a Inma allí:

allí me la presentaron;

así mi vida marcaron.

Inma, que no era de aquí,

femenina maniquí,

tan perfecta su figura,

me saludó, qué locura.

Ya no le quitaba yo ojo,

tirármela era mi antojo;

debía mostrar mi bravura.

Inma a veces se sentaba

en el pequeño escalón

que daba entrada al salón

de la casa que habitaba,

cuando en abril arribaba,

de vacaciones estando.

Las carnes piernas doblando

mostraba muy natural

en un ambiente jovial.

Yo me excitaba mirando.

Un bañador de una pieza

por costumbre se ponía;

iba cómoda, se veía.

Calzaba con gran belleza,

quizá también por pereza,

por no buscar otra cosa,

zapatos de tacón rosa;

sus pies, ocultas deidades,

no sufrían las humedades

que el rocío de noche posa.

Yo intentaba conversar,

cada noche que la veía

tomando cerveza fría;

para con ella intimar,

la procuraba rozar.

Y fue que por vez primera

empalmarme ella me viera;

dijo: "Chulo, qué te he hecho,

si solo tocaste un pecho";

dije: "Hacerte aún más quisiera".

Una noche, por probar,

la besé junto a la fuente.

Dijo: "Quita, chulo, hay gente,

debo hacerme respetar,

eso sí, hoy hemos de follar,

a mi mano estate atento",

y en su escalón tomó asiento

Como el perro espera perra,

lapso de nariz en tierra,

di mil vueltas al evento.

Por fin vi que Inma se irguió;

hizo con el dedo un gesto,

y me acerqué muy dispuesto;

al oído me susurró,

esto mucho me alegró,

que con ella dentro entrara

y ya la reunión dejara.

Nos fuimos con disimulo.

En el umbral toque el culo

a Inma, ella sonrió al momento.

Entrando al apartamento

dijo: "Ya soy tuya, chulo".

Desnuda Inma era brutal:

grandes tetas me ofrecía

que yo chupaba y lamía.

Mamó mi polla genial:

la puso dura total

y en su coño la metió.

Alzó su cara, gimió;

me montó muy cariñosa.

Me placía verla: "Preciosa"

Eyaculé y ella chilló.

Cansados, juntos dormimos.

Tardé en dejar mi pereza

y contemplé la belleza

de Inma. Luego le di mimos.

Pronto los labios unimos.

Sentí su olor corporal;

de pronto fui un animal,

fue su vagina mi presa,

sabrosa gata montesa,

fluidos de diosa inmortal.

Dijo Inma: "En mayo me voy",

tras hacerme una mamada,

su tez de semen manchada,

"de ti enamorada estoy,

nunca me sentí como hoy";

dije: "No ha habido mujer

a la que pude querer

tal como a ti entre mis brazos".

Aquí soldaron los lazos,

y pensamos: "¿Puede ser?".

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