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Unas vacaciones con mis tías (2): Mi tía Candi y la bodega
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Nos pusimos a comer y el comportamiento de Sole fue la ostia, que bien sabía disimular. Yo estaba más nervioso que ella y procuré hablar poco durante la comida. Cuando estábamos acabando, ya pensaba en la paja que me haría a la hora de la siesta.

Mi hermana y mi madre decidieron subirse a la terraza para tumbarse al sol. A mi me ofrecieron una copa mis tías mientras ellas recogían los cacharros. Me senté en uno de los sofás con medio vaso de whisky. Al cabo de un momento pensé en echarle más hielo y me fui hacia la cocina, entre por el pasillo y al llegar a la puerta, que estaba entreabierta, oí que Sole decía

– Ufff, ha sido genial! No veas que polla más dura que tiene el muchacho! “Joder! Que se lo estaba contando a su hermana! Seguro que antes de la cena ya lo sabría mi madre!“. Me volví al sofá y espere nervioso hasta que salieran. Por fin salió Candi, llevaba una bata de flores de una tela semitransparente y se podía distinguir el bikini negro que llevaba debajo.

– Quieres algo más, Pedrito?

– No tía, así está bien!

Salió Sole al momento y dijo.

– Bueno, yo me voy a tumbar un rato!

Y se subió escaleras arriba. “Joder, ahora estaba hablado con Candi que seguro que ya sabría todo. A ver que la digo si me insinúa algo!“. Pensaba yo mientras se acercaba ella con otro vaso de whisky.

– Ven guapo! Te voy a enseñar el mejor sitio de la casa para tomarse una copa!

La voz de Candi no era tan dulce, pero si más sensual. “Ahora donde querrá llevarme? Seguro que tiene una sala de interrogatorios!“. Pensaba mi mente peliculera. Mi cabeza no paraba mientras me levantaba y la seguía. Bajamos por las escaleras hasta la bodega y la luz entraba por un ventanal protegido por un grueso cristal. La verdad es que era espectacular, estaba cavada en la propia colina y se podían ver las piedras que sobresalían de forma irregular, algo que para mí gusto la hacía mas atractiva. Se podía ver el mar a través del ventanal sentado en el sofá que había frente a él y eso es lo que me ofreció mientras cerraba la gruesa puerta de madera.

– Ven, vamos a sentarnos aquí ya verás que vista más bonita!

Miré al resto de la cueva y vi los adornos medievales colgados por las paredes, un par de espadas, varios escudos, tres o cuatro látigos con terminaciones de cuero, un par de hachas. También había una tinaja, supongo que solo para adornar, y una cama en el otro rincón donde seguro que se echarían alguna siesta. Me senté en el sofá situado a unos dos metros del ventanal y observé el brillo de las crestas de las olas que producía el sol al incidir sobre ellas.

– Te gustan las vistas? Me dijo mi tía tras el sofá acariciándome el pelo.

– Es precioso tía! Tenéis una casa estupenda!

Se fue hacia el ventanal y se puso pegada a él mirando al horizonte, ahora podía ver su silueta perfectamente contorneada por la luz del sol. “Joder, como está de buena!“. Pensé volviendo de nuevo a mis pensamientos depravados. Tenía una cintura estrecha y se abría al llegar a las caderas para marcar unos muslos deliciosos que bajaban escondidos bajo la tela para aparecer desnudos y brillantes. Llevaba unas sandalias con tacón que hacían sus piernas más estilizadas.

– Ya me ha dicho Sole que te ha gustado ver dónde jugabas de pequeño.

“Joder, ya iba a empezar el interrogatorio! A ver qué le digo!“.

– Pues sí, la verdad es que recordaba la caseta!

Sin darme cuenta se había abierto la bata y cuando se dio la vuelta pude ver su cuerpo semidesnudo, las tetas, tan solo tapadas por el bikini y el pequeño tanga que cubría el centro de sus muslos. Noté como la polla hacia un intento de enderezarse.

– Lo habéis pasado bien recordando aquellos años?

Me dijo con su voz sensual y una sonrisa que no sabría definir, pero la pregunta estaba clara, Sole le había comentado que habíamos estado follando y ahora quería oírlo de mi boca. Pensé con rapidez para darle una respuesta sutil que no aclarara nada.

– Pues si, ha sido genial la experiencia! Ella me miraba con sus ojos verdes algo felinos pensando la próxima pregunta. Yo no le había constatado que me había follado a Sole aunque tampoco lo había negado con mi respuesta. Se puso una mano en la cadera retirando más la bata para que pudiera ver mejor la tira del tanga rodeando su muslo.

– Te gustaría recordarlo conmigo?

“Diosss, me está diciendo que me la folle claramente!“. Pensé con la obstinación de la lujuria azotando mi mente. Mi miembro había reaccionado en el acto y noté como el bañador comenzaba a abultarse, algo que produjo un calor sofocante en mis mejillas que parecían arderme. No pensé demasiado, tan solo utilicé sus propias palabras para responder.

– Claro, me encantará recordarlo contigo, tía!

Ella seguía frente a la ventana y con movimientos sensuales acompañados de su sonrisa felina se quitó la bata de forma bastante sexi. Me parecía estar viendo una peli, recostado en el sofá con el vaso en una mano y el otro extendido sobre el respaldo. Mi miembro ya había reaccionado y el bañador parecía una tienda de campaña. Su silueta quedó desnuda, tan solo con el pequeño bikini cubriendo su estupendo cuerpo. Se acercó inclinándose sobre mi cara, me cogió las mejillas con las dos manos y me plantó un suave beso sobre los labios. Sentí el sabor dulce y excitante de los suyos a la vez que se me nublaba la mente. Separó su boca para ver mi cara con la misma sonrisa que lo había hecho unos segundos antes y volvió a repetir el beso, pero ahora su lengua penetró en mi boca y sentí como ese trozo de carne húmedo se retorcía en el interior. Mi polla palpitaba como el corazón de una gacela perseguida por un depredador. Separó sus labios y me ofreció de nuevo su sonrisa felina a escasa distancia. – Ummm, que rico eres Pedrito! Me dijo para después mirar a la tienda de campaña que se había formado en mi regazo.

– Vaya, parece que alguien está llamando a la puerta! Vamos a abrirla a ver qué quiere!

Y tiro del bañador haciendo que mi polla saltará fuera de la tela como si la hubiera impulsado un resorte, estaba tan tiesa que parecía querer desprenderse de mi cuerpo.

– Anda! Pero si es tu amigo el grandote! Dijo a la vez que lo abrazaba con su pequeña y delicada mano. Volvía a tener el capullo rojo, y las venas marcadas por el gran flujo de sangre que corría por ellas.

– Hablaré con el a ver qué tiene que decirme! Susurró mirándome a los ojos y de inmediato se arrodilló entre mis piernas abiertas y comenzó a lamer el glande. Unas gotas salieron de su punta prediciendo lo que podría pasar. Las lamió con deleite y abrió sus labios pintados de un rojo intenso y con una suavidad extrema se lo introdujo en la boca. Mi mente calenturienta se nublo más, cerré los ojos e imaginé cogerle la cabeza y follarle la boca como un poseso, pero no lo hice, no era una chica que acabará de conocer, ¡¡era mi tía, joder!! Noté como chupaba, como succionaba con delicadeza haciendo que penetrara media polla en su boca. Yo mantenía el vaso en una mano y no sabía qué hacer con la otra. Su sutileza chupando era virtuosa, hacia que disfrutara sin sentir esas ganas de correrme que tenía siempre. Dejó de chupar después de un largo minuto.

– Que rico está tu amigo! Ahora te presentaré yo a alguien!

Dijo poniéndose de pies con los muslos algo abiertos frente a mi cara. Su pequeño tanga negro me excitaba sobremanera y lo tenía a escasos centímetros de mi boca. Me entraron ganas de arrancárselo con los dientes pero no lo hice, mis pensamientos eran brutales pero no era capaz de convertirlos en actos. Cogí la fina tira de tela que rodeaba sus caderas y tire de ella hacia abajo lentamente hasta descubrir unos abultados labios genitales, esto también debía de ser genético pues Sole los tenía igual. Acerqué mi boca y saqué la lengua para dar una lamida de abajo a arriba. Sentí una pequeña vibración en su cuerpo y puse las manos sobre sus redondos glúteos apretándolos con fuerza, comencé a lamer entre los gruesos labios como un perro sediento y la vibración aumento en su cuerpo. Sentí posar sus manos en mi cabeza cuando encontré su clítoris, estaba duro y abultado y jugué con él bombardeándole con la punta de mi lengua. Después lo succione y sentí como el sabor de un flujo intenso llenaba mi boca, se estaba corriendo y yo comiéndome toda esa corrida, ufff, eso sí que me ponía cachondo. Ahora su cuerpo dio varios estertores acompañados con sonidos guturales que intentaba ahogar. Despegue mi boca de su rico coño y ella soltó mi pelo al que se había aferrado con fuerza.

– Ufff, veo que no hay que enseñarte nada! Dijo todavía jadeante.

Se dio la vuelta y se inclinó apoyándose en el borde de la ventana mostrándome su bonito culo redondo y algo respingón con el tanga bajado hasta mitad de sus muslos. Los labios genitales sobresalían bajo esos contorneados muslos y una pequeña aureola marrón adornaba el agujero de su culo cerrado. “Diosss, como se lo iba a abrir si me dejara!“ Pensé con delirio mientras acariciaba los redondos glúteos. Ella no decía nada, tan solo esperaba pacientemente que yo decidiera, aunque era fácil de suponer sabiendo que tenia diez y ocho años y lo salido que debía de estar. Me levanté del sofá y dejé el vaso en una pequeña mesa que había al lado. Agarré mi polla que se mantenía dura como un garrote retorcido y comencé a restregarla contra los gruesos labios. Estaban bastante mojados y pronto mi polla se impregnó con los fluidos, coloque mi amoratado capullo contra ellos y presione con suavidad. Había recordado lo que me dijo Sole, que se la metiera despacio para sentirla mas, pero en el caso de Candi, mi polla entró hasta el fondo al primer empujón. De su boca salió un sonido ahogado, como un soplo largo de aire al sentir la penetración, no supe si fue de queja o de placer. Me agarré a sus caderas y comencé a bombear con suavidad aunque mi mente me pedía que la empotrara contra la ventana “ Joder, era mi tía de cuarenta y seis años! “ Y aunque mis hormonas estaban con el calor y la fuerza de un volcán, mi mente fue capaz de controlar. Continúe bombeando y al cabo de un minuto, no más, su respiración se agitó bruscamente y sentí como empapaba mi polla. No me dijo nada, ni que siguiera ni que parara, así que continúe con algo más de ritmo. Pase mis manos por su espalda con una suave presión, su cuerpo se erizó como el de una gata cuando la acaricias el lomo, y continúe por debajo de las axilas hasta encontrar sus tetas. Mi cuerpo dio un vuelco al sentir entre mis manos esos dos pequeños melones perfectos. Oí su voz entre jadeos. – Apriétalas! Y no dudé en hacerlo. Me gustó que me lo pidiera, era algo que me motivaba más. Encontré los grandes pezones familiares y los presione con suavidad. Sentí como resoplaba al ritmo del vaivén de su cuerpo al recibir mis suaves embestidas.

– Más fuerte mi niño! Susurró entre ternura y lascivia.

– Más fuerte!! Repitió antes de que yo reaccionará.

Comencé a bombear con más fuerza haciendo que sonara cada choque contra sus nalgas. Volví con mis manos por la espalda hacia atrás hasta llegar a su culo a la vez que lo miraba. Me pareció precioso, apetitoso, majestuoso, vamos, que me quedo sin apelativos para describirlo. Lo abrí con mis manos y la tentación me desbordó. Pase la yema de mi dedo índice por la aureola marrón que marcaba su centro como una diana.

– Si, síii! Pero mójalo!! Susurró ella sorprendiéndome.

Enjugue mi boca y dejé caer un chorretón de saliva en su centro. Comencé a meter la punta del dedo empapado en saliva y noté cómo se abría sintiendo el calor que emanaba de su interior. Mi dedo comenzó a penetrar, y para mi sorpresa, ese agujero oscuro y cerrado se dilató ostensiblemente. Mi tía comenzó a mover el culo provocando que mi dedo penetrara por completo. La oí bufar, – Bufff! Bufff! Si bufar, como bufa un caballo, en su caso una yegua, y volvió a empapar mi polla con una gran cantidad de fluido.

– Dale fuerte Pedrito! Dale fuerte! Me gritó sin pensar que la podían oír.

Lo de “Pedrito”, pensé que me iba a descomponer, pero todo lo contrario, me produjo más morbo y me vine arriba. Comencé a embestir con brutalidad a la vez que horadaba su culo con mi dedo, ya no veía a mi tía, tan solo veía un culo que quería reventar. Su espalda se curvaba a cada embestida dando la sensación de que se iba a tronchar en cualquier momento, pero me sorprendió la elasticidad de ese cuerpo consistente y maduro. Continuó bufando hasta que mi polla estalló dentro de su coño mojándolo más de lo que ya estaba, la leche me salía sin parar y acabo chorreando entre sus muslos. Paré de embestir casi exhausto, con la respiración agitada y el corazón golpeándome en el pecho a un ritmo frenético. Dejé caer mi cuerpo contra el sofá quedándome totalmente espatarrado. Ella se incorporó con la respiración agitada, se giró a la vez que se inclinaba para darme unas deliciosas chupadas. Sus labios eran menos carnosos que los de su hermana, pero su forma de chupar era realmente deliciosa. Continuó un buen rato hasta dejarla completamente seca y brillante. Esa mamada final fue la firma que culminaba ese pedazo de polvo que habíamos echado. Cuando se incorporó de nuevo, me miró con esa sonrisa felina que tenía, y se relamió los labios antes de inclinarse para besarme con ternura.

– Que feliz me has hecho, mi niño! Me dijo con esa mezcla de ternura y lascivia que tenía su voz.

Caminó unos pasos hasta un mueble de madera vieja que había cerca, abrió el cajón y sacó un paño parecido al que había sacado anteriormente su hermana, se espatarro y comenzó a pasárselo entre los muslos. “Joder, acababa de correrme y ese gesto volvía a agitar mis hormonas!“. Volvió hacia el sofá y se sentó a mi lado cruzando sus bonitas piernas, dio un buen trago de whisky y me miró con media sonrisa percibiendo mi gesto interrogante.

– Quieres preguntarme algo, cielo?

Me dijo con una sonrisa amable. “Joder, parece que me está leyendo el pensamiento!“ Pensé al oírla.

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