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Unas vacaciones con mis tías (3): Confesiones desbordantes
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi mente navegaba a gran velocidad, realmente quería preguntarle de todo, me ponía cachondo pensar que podía hablar con mi tía de sexo. Todavía alucinaba con lo que había ocurrido desde nuestra llegada y esto parecía no parar.

-No tenéis amigos, tía? Fue lo primero que me salió entre el desbarajuste de preguntas que circulaban por mi cabeza.

-A qué te refieres con amigos?

-Bueno, pues algo así como tipo novio.

-Jajaja, no, que va! Esto es un pueblo pequeño y hay que guardar bien las apariencias, sobre todo si tienes un negocio de cara al público!

-Ahh, entiendo!

Contesté mientras pensaba la siguiente pregunta. Quería saber cómo la gustaba follar, que cosas le gustaban más, pero todavía no me atrevía a ser tan directo. Decidí comunicarle de alguna forma lo que me había gustado follármela.

-Ha sido delicioso volver a veros! Estoy encantado de pasar aquí las vacaciones con vosotras!

-Creo que estamos más encantadas nosotras, cielo! Eres como una bocanada de aire fresco en una cueva profunda!

La respuesta me reconfortó, no solo me sentía afortunado sino que además ellas estaban más que contentas, me llegó a la mente esa frase que nunca había entendido “ la cuadratura del círculo “, esto debía de ser algo así. Decidí dejar las frases insinuantes y hablar con más claridad. No sabía lo que podía pasar, pero la curiosidad y el morbo eran como un ejército que avanzaba implacable en mi mente, iría de lleno.

-Sabes una cosa, tía!

-Dime cielo!

-Tengo diez y ocho años y estoy más salido que el mango de una sartén, y llegar aquí y haberos follado ha sido para mí la ostia!

Cuando acabe la frase me quedé súper a gusto, era como algo que tenía que soltar para descargar mi calenturienta mente y a la vez ver su reacción. Mi tía me sonrió volviendo a ese formato felino que identificaba su personalidad. Puso la mano sobre mi bañador sintiendo la relajación de mi polla bajo la tela y acercó su cara a la mía.

-Cielo, estamos encantadas de que estés tan salido! No vas a necesitar hacerte ninguna paja, te vas a hinchar a follar!

“Joder, ella sí que ha sido directa! no se ha cortado ni un poco! “ pensé en ese momento. La sinceridad tan brutal de mi tía me había desarmado. Pero no se quedó ahí, dio un sorbo al whisky y continuó.

-Tendrás lo que quieras, cielo. Una paja con las tetas, una manada, follarnos por delante, por detrás, incluso si te apetece y puedes, con las dos a la vez!

Su voz había sido lasciva, pero suave, sin inmutarse y cuando acabó la frase le pegó otro buen trago al whisky, “¡Joder como bebía!” Me había dejado sin palabras aunque las suyas y el sobeteo de su mano habían hecho reaccionar a mi polla de nuevo, volvía a estar como el martillo de un herrero. Había sentido como un río de lujuria recorriendo mi mente, y mi sonrisa boba y babeante fue mi respuesta. “Joder, me lo están ofreciendo todo! Esto va a ser la leche!“. Pensé dando un salto mentalmente. Finalmente reaccioné, tenía que saber qué les gustaba a ellas, dentro de mi egoísmo salió un atisbo de generosidad.

-Y a vosotras que os gusta?

Su sonrisa felina volvió a aparecer. Había leído mi mente como un libro abierto y pensó regalarme toda la lujuria que deseaba oír. Se recostó lateralmente en el sofá dejando sus piernas abiertas, era la postura idónea para lo que iba a decir.

-Nos gusta follar como perras! Sentir como nos metes la polla en todos los orificios, la boca, el coño, el culo. Unos buenos azotes nos ponen más calientes que el hierro de una fragua, nos gusta chupar y tragarnos una buena y jugosa corrida como la que tu sueltas. No sólo nos gusta chupar una buena polla como la tuya, también nos gusta que nos follen la boca! – hizo una pausa para dar el último trago de whisky que quedaba en su vaso y prosiguió – Hay cosas que nos gustan pero que no te diremos todavía, pero sobre todo, nos gusta ese ímpetu de juventud que tú tienes!

Cuando terminó su sonrisa se fue ampliando de una forma que casi me dio algo de miedo. No solo había llenado mi cabeza con todas las cosas que quería oír, había superado mis mayores y lujuriosas expectativas con creces. Me recosté en el sofá como se recuesta un rey en su trono y casi se me escapó la baba entre los labios. Parecía haber acabado la conversación pero me sorprendió con otra pregunta.

-Cuántas pajas te haces al día?

Ya no era el momento de dudar o de mentir y casi respondí con orgullo.

-Seis, siete… a veces hasta nueve! Me paso el día pensando en el sexo!

Y volvió a llenar mi mente de lujuria con su respuesta.

-Eso quiere decir que nos follaras nueve veces al día! Dijo presionando suavemente mi polla.

-Bueno, no sé si podré tantas! Contesté con falsa humildad.

-Seguro que puedes esas… y más!

Su mano había sacado mi polla del bañador y la sujetaba completamente erguida de nuevo. La conversación había despertado a la bestia, como la llamaba yo algunas veces. Mi mente pareció despejarse por un momento y pensé en la situación.

-Y mi madre y mi hermana, como vamos a evitarlas?

-Sole y yo nos turnaremos para mantenerlas ocupadas y por las noches, cuando se vayan a dormir podemos bajar a esta bodega donde se puede gritar sin temor a que nos oigan. Aquí nos podrás montar como a potras salvajes.

Cada palabra que decía erizaba más el bello de mi piel, creo que me podría correr si me las dijera de nuevo. Mi mente comenzó a soñar en como y cuando me las volvería a follar. Todo lo que me había contado bombardeaba mi mente calenturienta como una artillería constante y casi no llegaba a creérmelo. Me seguía preocupando la presencia de mi madre y mi hermana.

-No se tía, me sigue preocupando la presencia de mi madre y mi hermana. Por las noches veo que no hay problema, pero por el día… como nos vamos a comunicar sin que se enteren?

Candi soltó mi polla y se levantó para ir de nuevo al mueble de donde había sacado el paño, lo guardo y sacó un paquete de tabaco, se encendió un cigarrillo mientras parecía que pensaba. Yo ya me estaba arrepintiendo de lo que había dicho. “Joder, ya la he cagado!“. Pensé creyendo que se estaba planteando todo lo que me había dicho.

-Tienes algún amigo que tu madre no conozca?

-Pues si, unos cuantos!

-Dime el nombre de alguno con el que hables con frecuencia.

-Pues… hay uno que se llama Gabriel, pero le llamamos Gaby. Es un tipo simpático que suelta muchas chorradas y con el que hablo a menudo, incluso a veces comento cosas de él en casa.

-Perfecto! Pues cuando te apetezca sexo, que espero que sea con frecuencia, lo nombras entre medias de alguna conversación. Será como una contraseña para que Sole y yo sepamos que te apetece un poco de marcha! Dijo riéndose al final. Yo también me reí, me pareció divertido. Mi mente rebosaba de entusiasmo, acababa de llegar y la situación prometía más a cada momento. Me apetecía seguir hablando del tema, era morboso y excitante y me surgían un montón de preguntas.

-Y cual de las dos atenderéis… la petición? Pregunté en tono divertido.

-Eso es fácil. Cuando oigamos nombrar a Gaby, te miraremos para ver qué hombro te tocas, si es el derecho, iré yo, si es el izquierdo irá Sole!

-Y en qué sitio lo haremos? Volví a preguntar cada vez más entusiasmado.

Bueno, vale cualquier sitio de la casa, en mitad de la espesura del jardín, la cocina, las habitaciones, la buhardilla, vamos, el que te apetezca en cada momento! Nosotras estaremos esperando como fieras hambrientas! Y claro, en caso de no estar presentes, siempre está el WhatsApp!

Mi tía me miraba a los ojos y podía ver cómo la lujuria los encendía. Mi polla seguía fuera del bañador y la sangre, impulsada por los fuertes latidos de mi corazón, marcaba un gran relieve llenando las venas que discurrían por el tronco. Mi tía se había vuelto a sentar a mi lado y apagó el cigarro en un pequeño cenicero que había sobre la mesa.

-Que apetitosa que se ha puesto!

Comentó antes de inclinarse sobre mi regazo. Pasó la lengua por el capullo, que estaba enorme de nuevo, y después de unos deliciosos lametazos comenzó a chuparlo con delicadeza. Fueron unos largos segundos de deleite hasta que dejó de chupar. Se me habían escapado una gotas que relamió de sus propios labios mirándome con ojos ladrones, es como si me hubiera robado un poco de lujuria. Fue una maniobra más para mantener mi incandescencia. Ahora fue ella la que quiso mantener el deseo en mi mente disparando de nuevo mis hormonas.

-Has follado con dos chicas a la vez en alguna ocasión?

-No! Dije casi con desesperación esperando que siguiera.

-Te imaginas aquí sentado y a Sole y a mi chupándote la polla y los huevos!

Mi polla dio un respingo incontrolado y mi mente calenturienta comenzó a hervir. Creo que Candi podía hacer que me corriera con tan solo hablarme, parecía leerme la mente y tocar el interruptor adecuado en cada momento. Mi cabeza se llenó con esa imagen, las dos mujeres desnudas inclinadas sobre mi regazo con sus lenguas lamiéndome la polla y los huevos mientras yo les sobaba sus tetas y sus culos duros y tersos, ufff. Me lleve la mano a la polla instintivamente y le di un par de masajes.

-No puedes salir así!

Dijo con sonrisa perversa. Volvió a inclinarse y comenzó a mamar con lentitud hasta introducirse toda la polla en la boca. Me parecía increíble que esa boca, relativamente pequeña, pudiera meterse mi dura estaca dentro. Veía sus labios rojos subir y bajar por el tronco venoso y sentía como el glande atravesaba su garganta. “Que maestría, diosss!“. Pensé mientras la miraba. No sé cómo lo hizo, pero estuvo chupándomela más de tres minutos hasta que hizo que me corriera. Me masajeó los huevos al final y mi polla estalló en su boca. Siguió chupando como un cachorro ávido de leche a la vez que se tragaba cada chorretón que salía. Podía sentir el sonido de su garganta al tragar hasta que me vacío por completo, tan solo unas gotas se escaparon entre la comisura de los labios que me mostró al retirarse para tomar aire. Sacó la larga lengua que tenía y se lamió los labios con el deseo que un vampiro lame la sangre.

-Joder tía! Que bien me la chupas, diosss!

Mi mente ya no permitía pensar lo que decía, tan solo soltaba las palabras que se agolpaban fruto de la lujuria, aunque fueran burradas.

-A mi sí que me gusta chupar esa polla tan dura que tienes y tragarme ese rio de leche que sueltas!

Dijo con expresión depredadora. Si mis palabras habían sido burdas y algo groseras, las suyas no tenían definición, pero me había superado con creces. Provocó que me apeteciera volverle a apretar la cabeza contra mi regazo para que me la volviera a chupar, y como decía antes, parecía leer mis pensamientos.

-Estaría encantada de hacerte otra mamada cariño, pero nos tenemos que ir, nos estarán echando de menos!

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