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Vacaciones con mis hermanas (Capítulo I): Hermana favorita
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Tiempo de lectura: 18 minutos

Me mantuve callado por lo que sucedió este verano, quise guardarlo en mi memoria y hacer como que era un simple sueño erótico que se le ocurrió a un adolescente hormonal, pero ya no, no puedo más, creo que las personas deben saberlo. Además ustedes no se lo contarán a nadie ¿Cierto?

Mi nombre es Arthur tengo 18 años y esta es mi historia, verán, acababa de terminar el ciclo escolar de la preparatoria así que salí de vacaciones, sabía que este año iríamos a alguna playa para pasarla bien, mis padres estaban bastante emocionados por pasar tiempo con sus cuatro hijos. Porque si, aunque ustedes no lo crean, soy el único chico en medio de tres hermanas mayores ¡Y qué hermanas! No es por ser un pervertido, pero todo el tiempo a lo largo de mi vida he tenido que pasar por las burlas de mis amigos, diciéndome una y otra vez que ¿cuándo se las presentaba? o que si me molestaba que ellos se las quisieran coger, esa es la cruz que cargo siempre que alguien las conoce; soy algo así como la pequeña sombra que queda detrás de ellas siempre.

No le gustaba pensar en eso, pero las tres eran las mejores en algo: Jane es la más inteligente de las tres, además de ser la mayor también; Sabrina es la más hermosa, siempre sobresalía del resto por su bello rostro y las habilidades sociales; finalmente Regina ha ganado competencias por su desempeño deportivo en cada equipo que ha estado. Mi relación con ellas es un tanto… complicada, yo al ser un simple mortal debo mantenerme en mi estatus ¿No? Soy el típico chico que se sienta con sus tres amigos a la hora del almuerzo mientras escucha las hazañas de los demás. No convivo mucho, me la paso encerrado en mis videojuegos, los shooters son mi especialidad, el mejor de todos mis compañeros honestamente.

Pero ya divague, digamos que la que más atención me ha puesto siempre es Jane ya que intenta cuidarme y cuando era un poco más chico ella se volvía mi niñera. Por otro lado, Sabrina me odia, no pierde la oportunidad de hacerme pasar por vergüenzas, tanto en la escuela como en mi propia casa, su aire de superioridad la hace que constantemente me quiera humillar o hacerme sentir mal, a veces pienso que es la maldad hecha persona, yo no lo hago nada, intento evitarla lo más que puedo pero termina cruzándose en mi camino de una u otra manera. Regina no se interesa, literalmente, su mente está en cualquiera competencia, sea de lo que sea, es la más distraída y las pocas veces que cruzamos palabras todo parece ir bien, no es cariñosa como Jane pero al menos es soportable.

Me encontraba en mi cuarto, con los audífonos a todo volumen mientras veía el feed de Instagram, sabía que las chicas más bellas de la prepa irían de viaje a la playa por lo que me mantenía al tanto de las actualizaciones para ver cuándo subieran sus fotos en bikini, no podía darme el lujo de perderlo, siendo como soy era la única oportunidad que tendría de verlas de esa manera… a mis dieciocho años aún soy virgen. Tuve una novia, hace unos cuantos meses, pero aunque intente que las cosas se dieran naturalmente, sin presionarla, bueno no funcionó, ella no estaba interesada en mí, escuché que se estaba revolcando con Tom en los baños de la escuela y después mi única amiga me lo confirmó… fueron días tristes.

De pronto, de la nada, la puerta de mi cuarto se abrió yo me sobresalté obviamente y por puro instinto intenté cubrirme como si estuviera haciendo algo malo, supongo que debió ser porque mis queridas hermanas acostumbran abrir mi puerta sin antes tocar por lo que casi siempre debo estar alerta ya que antes estuvieron a punto de encontrarme en medio de la paja y no creo que esa fuera una situación muy agradable para ambos. La que ingresó fue Regina, su cabello marrón era corto llegándole por encima de los hombros, su complexión es delgada y se podría describir como la menos dotada de las tres. Usaba un short verde fosforescente y una playera blanca, eso dejaba al descubierto sus hermosas piernas. Intenté controlarme, así que solo asomé mis ojos por encima del teléfono.

—¿Qué es lo que te pasa? —Preguntó ella, extrañada ante mi actitud—, ¿Estabas en medio de algo interesante? —Regina comenzó a reír, mientras se acercaba un poco hacia mi teléfono.

—No… no es nada… es solo que… —Intenté buscar alguna excusa, pero antes de que se me ocurriera algo bueno, sentí el calor en mis mejillas y mi rostro.

—¡Hasta te pusiste rojo! —Se lanzó sobre la cama, y sus ojos se volvieron peligrosos, sus manos fueron muy rápidas e intentaron arrebatarme a mi fiel compañero, yo alcé mis brazos, intentando que no lo alcanzara, si lo hacía y veía que estaba en el perfil de Brianda, las cosas se pondrían feas— déjame ver —decía entre carcajadas.

—¡Regina!

Ambos estábamos en la cama, yo hacía todo lo posible por mantener mi teléfono en las alturas, mi pie se posicionó en su estómago, empujándola hacia atrás, ella usaba su fuerza para intentar alcanzarme, quedando en el aire por unos instantes. Era una posición incómoda, cuando me di cuenta de eso, mi mente de hombre comenzó a reaccionar, ¡Era mi hermana! ¿Cómo podía estar pensando en cosas así? La vergüenza se apoderó de mi y sin quererlo fue aún peor, mi fuerza diezmó y dejé de empujarla, inmediatamente ella cayó sobre mi, quedando con sus piernas abiertas a cada lado de las mías, su rostro a unos centímetros del mío, la miré asustado. Debo admitir que Regina tiene un rostro muy bonito, no comparable con el de Sabrina, pero tenerla así de cerca me hacía sentir extraño, bastaba con un simple esfuerzo para que le diera un beso ¿Cuántos de mis amigos no soñarían con tenerla así? Mi respiración estaba agitada, no sé cuánto tiempo duramos de esa manera, sentía su aliento. Mi pija estaba durísima, empujando mi ropa, intentando salir para rozar a mi hermana. Tragué saliva, Regina reaccionó y se hizo a un lado, nerviosa, olvidando el teléfono, reía como si tratara de ignorar lo extraño de la situación, yo hice lo mismo, pero ambos sabíamos lo que acababa de pasar, solo que no queríamos darle muchas vueltas, ella se acomodó uno de sus mechones y retrocedió hasta que chocó con una de las paredes, su mirada estaba clavada en mi entrepierna, notando la gran erección que sobresalía como un monte, tenía los ojos muy abiertos, ninguno decía nada, quería dar una explicación de porqué pasó eso o que no era mi intención que acabáramos de esa manera pero las palabras se atoraban en mi garganta.

—Mis padres… ellos quieren vernos —Dijo, finalmente. Sonrió, pero era diferente, con un toque más pícaro. Se dio la vuelta, solamente miré como ese trasero se alejaba de mí, pero antes de desaparecer ella volvió a mirarme. ¿Qué acababa de pasar? No tengo la menor idea, creo que es la interacción más larga que he tenido con ella desde hace meses.

Salí de mi cuarto, y llegué hasta el comedor, el resto de mi familia ya estaba ahí y parecía un tanto molesta, sobretodo Sabrina que en cuanto me vio torció sus ojos.

—¡Hasta que te dignas a venir! —Gritó Sabrina, con los brazos cruzados—tú y Reg tardan años, ¿crees que todos tenemos el día para estar pegados a una computadora?

—¡Tú estás con tu teléfono! ¿Cuál es la diferencia? —Le respondí y tanto Regina como Jane asintieron.

—¡Basta! —Interrumpió mi madre—, hijos no deben pelar, recuerden que son hermanos y tienen que tratarse como tal ¿Está claro?

—Si, ma, creo que ya entendieron —Le contestó Jane, con una sonrisa, siempre tan amable y cálida con los demás—, ¿Para qué estamos aquí? ¿Ya vamos a empezar a hacer maletas? —Ese comentario levantó los ánimos, miré a mis hermanas, las tres parecían estar contentas con la idea de salir de la ciudad.

—Si, es sobre eso… —Mi padre habló, su voz sonaba triste—, creo que vamos a tener que retrasar las vacaciones de este año.

—¡¿QUÉ?! —Preguntamos los cuatro al unísono.

—Papá pero tú me prometiste que este año si podríamos ir… —Regina se dirigió directamente a él—, era mi premio por ganar el torneo de voleibol, tú me lo dijiste.

—Lo sé, hija, lo sé, pero necesito hacer algunas cosas en la oficina, es importante.

—¿Importante? ¡Siempre es el trabajo! ¡Siempre! —Se quejó Sabrina, parecía verdaderamente molesta—, nosotros pasamos a segundo plano si en tu oficina te necesitan ¿No?

—No es por eso, si solo fuera él yo los llevaría —Añadió su madre—, pero su abuela quiere venir a la casa y…

—¿La abuela? —Preguntó Jane, levantándose—, pero ma, vimos a la abuela hace unos meses, los cuatro estuvimos esperando las vacaciones.

—Su abuela es mayor y si ella quiere verlos…

—¿Y eso qué? La abuela puede venir cuando quiera, ustedes nos lo prometieron ¡Ya tenía planes con Matty! No pienso cancelar ese viaje, que les quede claro a los dos… —Sabrina se levantó de la silla y estuvo a punto de salir de la habitación pero la voz fuerte de mi padre la detuvo de golpe.

—¡No nos hables así, Sabrina! ¡Somos tus padres!

—¡Pues no me parece justo! ¡Ustedes nos dieron su palabra! —Reprochó la chica.

—¡Si! Yo amo a la abuela, pero esto era un viaje familiar, para pasar el tiempo juntos —Añadió Jane, al ser la mayor parecía tener un poco más de autoridad, aunque yo entendía porqué lo estaba haciendo, ella quería que Sabrina guardara silencio antes de que cometiera una tontería y acabara con las posibilidades de no cancelar el viaje. La admiro, diría que es mi modelo a seguir.

—Es verdad, pasamos tanto tiempo tan separados que ya ni nos conocemos bien —Regina volvió a verme, no sabía si era por lo que acababa de pasar en mi cuarto o para pedir ayuda. Tragué saliva ante las dos opciones; mis padres se miraron entre ellos, intentando encontrar una solución.

—Entonces ustedes no pueden ir ¿Verdad? —Pregunté.

—Si, eso es lo que dijimos.

—¿Y por qué no vamos solo nosotros? —Lancé y todos me observaron como si fuera un bicho extraño, bajé la vista, pero decidí mantenerme firme con mi idea—, ya somos mayores, normalmente salimos solos, no es tan descabellado como parece.

—¿De qué hablas, Art? Ustedes son pequeños…

—¡Ay Ma! —Criticó Jane—, todos tenemos más de dieciocho, y pensándolo bien, ¿Qué mejor que pagar todas esas veces que nos quedaron a deber salidas dándonos la confianza de viajar juntos? ¡Sería un viaje de hermanos!

—No estoy seguro —Respondió papá.

—Además estaríamos todos juntos, Jane es muy responsable, no dejaría que nos pasara nada —Agregué, viendo la reacción de mis padres supe que había dado en el clavo.

—Es una aburrida… —Susurró Sabrina, y gracias a que estaba casi detrás de mi, fui el único que la escuchó.

—Era una promesa, papi, tu lo dijiste —Regina tenía los brazos cruzados—, me esforcé mucho para esto, no me parece que me canceles los planes.

—Tal vez no es mala idea… —Respondió mamá—, ellos ya son grandes.

—¿Segura? Ya habíamos hablado de esto, dijimos que a tu madre le encantaría pasar este tiempo con ellos.

—Habrá más vacaciones para estar con ella —Jane sonrió, sabiendo que ya estaban ganando—, además ¿Quién sabe? Tal vez no tengamos nada que hacer en la playa y regresemos antes —Nos guiñó el ojo, lo que emocionó a todos, me alegraba verlas así, Regina si había pasado buena parte de su tiempo libre entrenando y gracias a eso logró que su equipo ganara el torneo. Jane necesitaba unas vacaciones urgentes, la chica se la pasaba estudiando y haciendo trabajos, era momento de que descansara. Por otro lado, Sabrina… digamos que si no la llevan hará otro de sus berrinches.

—Los boletos y las reservaciones ya están, pa, si cancelas es probable que pierdas el dinero ¿Para qué malgastarlo si puedes hacer feliz a tus hijos? —Le dije, todos mirábamos a mi padre, después de todo él era el que tenía la última palabra en cada cosa.

—Está bien, está bien, si tanto quieren ir ahí lo tienen.

Todos saltamos de alegría, claro que por separado. Sabrina suspiró y se alejó, sin decir nada, encerrada en su teléfono. Mis padres rieron un poco al ver nuestras reacciones, ellos nos querían pero sus respectivos trabajos no les permitían pasar mucho tiempo con nosotros, aun así no teníamos de qué quejarnos, vivíamos cómodamente sin pasar ninguna carencia. Jane y Regina comenzaron a hablar de todo lo que querían hacer, en algunos intentaban incluirme pero yo sabía que cuando llegara el momento de la fiesta me dejarían en el hotel diciendo que yo era el menor y que no podía divertirme a su nivel, lastimosamente siempre lo hacían, desde pequeño estoy acostumbrado a tener que hacer todo por mi cuenta, y me gustaba pero de vez en cuando si me agradaría relacionarme con mis hermanas. Ignorando lo que acababa de suceder con Regina mi contacto con el género femenino es casi nulo, como ya les dije mi ex no me ayudó a experimentar nada y no tengo muchas amigas en la escuela es por eso que paso los días en mi cuarto jugando videojuegos.

La tarde transcurrió más larga de lo normal, faltaban cerca de tres días para que pudiéramos tomar el vuelo hacia nuestras vacaciones soñadas, mientras pensaba en cuántas chicas vería en persona cuando de la nada la imagen de Regina sobre mí volvió a mi cabeza, fue como vivirlo de nuevo, nuestros cuerpos tan cerca… ¡¿Pero qué clase de pervertido era?! ¡¿Cómo puedo pensar cosas así con mis hermanas?! ¡Eso no lo es lo que me enseñaron! Pero mi cuerpo parecía no notarlo, inmediatamente mi pija comenzó a endurecerse, quería controlarme, de verdad lo juro, pero las ganas me ganaron, llevé mi mano lentamente hasta mi miembro y lo acaricié casi delicadamente, sufriendo al saber que era algo que no quería, comencé con el sube y baja, intentando pensar en alguna de las chicas que me gustaban pero Regina seguía apareciendo y es que, al ser deportista su cuerpo era un tanto delgado pero lo suficiente para ser apreciado por los hombres o las bestias como yo. En ese instante escuché cómo la puerta se abrió de par en par con un estruendo, abrí los ojos lo más grandes que fue posible y miré asustado la figura de Jane con la boca abierta en la entrada, ella susurró algo mientras yo intentaba cubrir mi erección con alguna cosa. Me moví con agilidad, quería que la tierra me tragara, no podía con la vergüenza, sentí el calor en mis mejillas ¡¿Cómo era eso posible?! Ella seguía sin decir nada, me subí el pantalón y bajé el rostro.

—Perdón, Jane, yo no quería… —Ella avanzó unos pasos y después se sentó en la cama, no sin antes inspeccionar la zona «Debe pensar que soy un pervertido» pensé, y lo era ¡Si supiera en quien estaba pensando!

—No, no, tranquilo, fue mi culpa, no debí entrar así… —Ella también estaba colorada y nerviosa— no pensé que bueno, ibas a…

—No, fue mi culpa, no debí hacer esto ahora, perdón, perdón, Jane, yo, no quería que…

—Oye tranquilo —Se acercó y me abrazó, me dio unas palmadas en la espalda, yo sabía que ese era un momento incómodo pero siempre me gustó que Jane me apalachara, era muy buena en eso—, además, eso tiene un nombre y es normal, todos lo hacemos ¿Si? No hay nada de qué avergonzarse.

—¿Tú…?

—Si, Arthur, yo también lo hago, es algo normal, el ser humano necesita disfrutar y esto, ayuda. Es solo que no debí haber entrado así, perdóname, interrumpí tu privacidad.

—Si, está bien —Estaba en shock, no entendía bien qué era lo que acababa de pasar, normalmente tengo mucho cuidado, no podía creer que mi hermana me acabara de encontrar en medio de la paja—, no quería que me vieras así.

—¡Vamos! —Me dio un golpe en el brazo—, ya te he visto la pija en otras ocasiones.

—Cuando era un niño, ya no lo soy.

—Es cierto, pero tampoco es que me haya molestado —Comenzó a reír, después se dio cuenta de lo que acababa de decir—, o sea, no me refiero a eso… si no que, ah ya olvídalo, simplemente no pasa nada ¿Okey?

—Okey.

—Bien, ese es mi hermanito.

—¿Para qué viniste?

—Ah si, quería agradecerte, sin ti nuestros papás jamás nos hubieran dado permiso de ir al viaje solos, tuviste una gran idea —Me sujetó con fuerza y comenzó a despeinarme—, tengo un hermanito genio ¿Eh?

—No es nada, no es nada, solo no quería que se cancelaran nuestras vacaciones, ustedes estaban muy emocionadas por eso y creo que se merecen un descanso.

—Awww, siempre tan amable como siempre, Art, muchas gracias, es por eso que eres mi hermano favorito.

—Soy el único que tienes —Siempre que decía eso me daba mucha gracia.

—Si hubiera alguien más también lo serías —Me dio un beso en la mejilla. Después de eso se levantó, sin pensarlo, mi mirada se dirigió hacia su trasero ¿Por qué mis hermanas eran así? Cómo podía mantenerme quieto con esas esculturas rondando en mi casa todos los días. Debía relajarme—, ah y como dijiste, no quiero que les pase nada, son mi responsabilidad así que… no te quitaré los ojos de encima.

Mi hermana desapareció, esa última frase sonó diferente, con un tono que no era muy normal escuchar en Jane, normalmente la que lo usaría era Sabrina. Pero bueno, tal vez solamente me estaba complicando la vida de más ¿Qué era peor que tu hermana mayor, a la que consideras casi como tu madre, crea que eres un pajero? Creo que nada. Mi lívido se fue por el suelo después de eso, ya no quería continuar, así que encendí la computadora y me puse a jugar. Valorant era interesante, el hecho de tener que matar a otros cinco jugadores usando habilidades le daba un nuevo aire a los shooters, sobre todo considerando que Overwatch lentamente moría, se estaba convirtiendo en uno de mis juegos favoritos, además de que gracias a la práctica era muy bueno.

Lo mejor es que el tiempo se pasaba volando, al estar 100% concentrado en la partida dejaba de prestarle atención al resto de cosas. Cuando recordé que existía una vida fuera del internet miré hacia mi ventana y me sorprendió ver que ya era de noche, probablemente algo así como las ocho o nueve, aun así prefería no tener que dejar de distraerme, no quería recordar lo que sucedió ese día, Jane y Regina, aunque ahora lo de Reg parecía un simple juego «Al menos no cree que soy un pajero» me dije. Escuché un fuerte portazo seguido de unos gritos de Regina y Sabrina, normalmente la casa era desastre pero hubiera apostado a que este fin de semana las cosas serían diferentes ya que cada uno hacia sus planes para cuándo estuviéramos en las vacaciones, pero no fue así. Me levanté de mi silla y llegué hasta las escaleras solo para encontrarme con una Sabrina furiosa que despotricaba contra cualquier cosa que se moviera.

Incluso así se veía bonita, pero sus ojos eran maldad pura, alcancé a ver algo muy extraño, parecía que fuera a llorar pero se contenía ¿Ella? Es la más fuerte de las tres, nunca la vi tan afectada como para llorar, ni siquiera el día de la muerte del abuelo. Arrojó su teléfono en uno de los sillones y le dio un fuerte empujón a Regina para que se hiciera a un lado. Ante el escándalo Jane salió de su cuarto y sin mirarme se fue directo a la acción, deteniendo a Sabrina.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué actúas como loca? —Le preguntó Jane.

—¡Porque estoy harta! ¡Ya no aguanto más! ¡Hazte a un lado de una vez! —Pero Jane no se apartó.

—¡Hey, relájate! ¡¿Qué te pasa?!

—¡Quítate!

Sabrina esquivó a Jane y se encerró en su cuarto. No entendí nada, era la primera vez que veía así a alguna de mis hermanas, pero preferí no entrometerme, normalmente eso era lo mejor cuando vivías en una casa casi por completo de mujeres. Volví a entrar a mi cuarto y ahora puse llave, para evitar cualquier interrupción inesperada, como acababa de suceder con mis otras dos hermanas. Volví a ver Instagram solo para darme cuenta de que Brianda ya había publicado fotografías desde la playa, usaba un traje de baño completo (para mi mala suerte) de color rosa con algunas manchas negras muy pequeñas, encima llevaba algo parecido a una camisa del mismo color, tenía lentes de sol que le daban un aspecto muy superior al resto, su cabello oscuro era agitado por la brisa y lucía largas uñas. Su piel era muy blanca, y sus labios tenían un toque suave, no era muy voluptuosa, pero si tenía bastante con que defenderse, por algo tenía todo un club de fans, no había chico que no estuviera interesado en ella. Miré la publicación sin creer que por fin sucedía, era bellísima, mi pija volvió a levantarse, después de todo supuse que se quedó con ganas ya que no pude desquitarme gracias a Jane. Brianda era la chica de mis sueños, la que siempre quise, pero sabía que no tenía oportunidad con ella, las pocas veces que cruzamos palabras fue porque me pidió clases extracurriculares para poder regularizarse.

Esos sábados en los que nos veíamos en su casa nunca pude evitar hacerme ilusiones, quería que todo sucediera como en las películas, que ella fuera coqueta y que de la nada, en vez de ver libros pudiera estar en su cuarto y coger, pero nunca sucedió, ella en verdad quería aprender y yo, como el estúpido que soy, jamás intenté hacer nada. Es una de las amigas más cercanas de Sabrina, solo que tuvo que repetir un curso. Seguía admirando la foto cuando mi teléfono comenzó a vibrar, regresé a la realidad solo para darme cuenta de que era Josh. Josh era mi mejor amigo desde hace años, antes era un chico popular entre comillas, se dedicaba a los deportes y tenía uno de los mejores puestos en el equipo de basketball hasta que durante uno de los partidos se accidentó y le prohibieron volver a practicarlo de manera profesional, poco después sus amigos comenzaron a alejarse de él y fue así como nos volvimos inseparables.

—¿Viste a Brianda? —Fue lo primero que me preguntó.

—Estaba justo en eso cuando me llamaste.

—¿Te interrumpí la paja? —Y estalló en carcajadas—, yo no entiendo cómo es que puedes estar en paz todos los días teniendo a tus hermanas ahí.

—¿Porque son mis hermanas y no soy un maldito enfermo? —Las imágenes de lo que pasó con Regina vinieron a mi cabeza, pero no podía mostrar mis debilidades—, no sé cómo puedes fantasear con eso, gracias a dios que no tienes hermanas.

—Vamos, todos ven a tus hermanas de esa manera, es imposible que alguien no. ¿Si irás a la playa?

—Si, mis padres nos van a llevar de vacaciones.

—¡Ufff! Como me gustaría poder acompañarte ¿Es a la misma playa donde está Brianda?

—No lo había pensado… tienes razón, es la misma.

—¿Ves? Tantas chicas que vas a ver, seguramente tendrás las mejores vacaciones.

—Eso espero, quiero relajarme, fue un semestre complicado.

—Dímelo a mí, quisiera ser tan afortunado como tú… oye, ahora que lo pienso, ¿Sabrina irá?

—Si, con su novio, algo así fue lo que nos dijo ¿Por qué…?

—¿Con su novio? ¿No te enteraste?

—¿Enterarme? ¿De qué hablas?

—Toda la escuela lo supo, tu hermana encontró a su novio besándose y manoseando a otra chica en el centro comercial, sus amigas grabaron su reacción y la subieron a Facebook, mira —Enseguida me llegó un mensaje.

Lo abrí y vi que se trataba de un enlace a Facebook, un vídeo, en él se podía ver a Sabrina que caminaba lentamente pavoneándose hasta que llegaba a los comedores de la plaza, en ella estaba su novio que parecía estar muy contento con una chica diferente, ella era alta y delgada de piel morena y ojos de color. Percibí el coraje de Sabrina cuando sus brazos se tensaron y sus manos se ocultaron en sus bolsas, eso era lo que ocurría siempre que ella se ponía nerviosa. No entendía ¿Cómo podía ser que teniendo a la chica más bonita de toda la escuela ese idiota se hubiera tomado el atrevimiento de traicionarla de aquella manera? Era un estúpido, pero eso explicaba el porqué había llegado tan alterada.

—Oh dios.

—No sé cómo se atrevió a hacer eso, si yo fuera el novio de tu hermana jamás haría algo así.

—Sueña, Josh, sueña.

Después de estar conversando un rato con Josh, finalmente decidí ir a dormir, no sin antes hacerme la paja diaria, cosa que ahora sí pude completar. Mientras lo hacía, por más que me forzaba a imaginar a Brianda con su bikini a mi lado, la mayoría de las imágenes que llegaban a mi cabeza eran de mis hermanas, tanto de Regina como de Jane, pero muy en el fondo estaba preocupado por Sabrina… jamás había pasado por algo así, yo sabía lo difícil que era enterarse de que tú pareja te engañaba pero ella debía sentirse peor gracias a su ego gigantesco.

Los días siguientes fueron peores, Sabrina seguía sin querer salir de su habitación y cuando alguien intentaba hablar con ella despotricaba y lanzaba fuego. Prefería mantenerme al margen, solo veía como mi familia entera se esforzaba para poder hacer que saliera de su habitación pero ella no quería. Además, dijo que no iría am viaje, que eso era una gran tontería y que sin su estúpido ex ella jamás habría aceptado ir a algo tan estúpido. Y a mí no me molestaría, si ella iba o no iba, ese era su problema, lo lamentable es que seguramente mis padres o no nos dejarían ir o nos reducirían el tiempo en la playa, lo cual obviamente no nos agradaba para nada. Un día antes de que pudiéramos irnos yo estaba en mi habitación cuando escuché que alguien volvió a tocar, me sorprendió, normalmente a nadie le importaba violar mi privacidad, me acerqué a la puerta y la abrí, la que estaba frente a mi era Jane.

Usaba un pantalón de mezclilla y una blusa de color naranja, me sonrió, yo me ruboricé al recordar lo que había pasado unos días atrás.

—Mira ahora sí toqué, no quería encontrarme con otra sorpresa —Me dijo ella, entre risas, al parecer disfrutaba verme nervioso.

—Si, perdón.

—Cálmate, Arthur, somos hermanos, está bien —Volvió a sonreír—, necesitamos hablar, ambos sabemos lo que le pasa a Sabrina.

—Ese idiota, no sé cómo se atrevió…

—Ayyy cosita —Me acarició el cabello, de manera cariñosa—, por eso te quiero tanto, eres un chico tan bueno, te criamos bien, si tuviera un novio me gustaría que fuera como tú.

Eso me puso aún más nervioso ¿Por qué ella diría algo así? ¿No se supone que esos pensamientos deberían estar prohibidos entre hermanos? ¿O acaso entonces yo no era un bicho raro?

—Gracias…

—Pero no vine por eso, mamá y papá ya están considerando la idea de que no vayamos, creen que es mala idea dejar a Sabrina sin compañía —Jane torció los ojos. Ellas dos siempre tenían cierta rivalidad, la atención de mis padres les pertenecía casi en su totalidad las dos, era una constante competencia por ver quién podía ser más brillante para ellos—, y si eso pasa adiós viaje.

—¡Eso no! Nosotros si queremos ir, si ella no pues es su problema, ¿Por qué debemos cambiar nuestros planes solo por ella?

—Porque así es como son las cosas… ¿Viste el video?

—Si, me lo mostró Josh.

—Tu amigo siempre tan informativo ¿No? La verdad es que hasta yo sentí feo ver a Sab de esa manera, es una ególatra, egoísta pero no se lo merecía…

—No, nadie lo merece, pero pasa más seguido de lo que parece.

—¡Es cierto! Tú puedes hablar con ella.

—¿Yo? ¿Quieres quedarte sin hermano? —Eso no, jamás hablaría con Sabrina sabiendo que en cuanto cruzara la puerta de su cuarto me mataría.

—Oh vamos, Sab no es tan mala.

—¿No? ¡Es ella la que siempre me humilla!

—Es su manera de demostrar cariño.

—Pues no me agrada que lo haga así.

—¿Y cómo te gustaría que lo hiciera? —Esa pregunta me sorprendió, ella se dio cuenta y volvió a reír ¿Qué era esto?— no importa, necesito que hables con ella, tú pasaste por lo mismo, tal vez puedas convencerla de que no es algo de vida o muerte.

—No, me niego —Dije cruzando los brazos.

—¿En serio? —Ella hizo pucheros—, ¿Acaso ya no me quieres? —Odio cuando ella hace eso, me siento obligado, es que si pudieran ver su rostro es tan…

—¡Esta bien! ¡No hagas eso!

—¡Excelente! ¡Por eso te quiero tanto! —Y me abrazó tan fuerte, mi cabeza quedó casi entre sus pechos, intentando evitar pensamientos morbosos miré hacia un lado.

—Si, si, lo sé… iré en un rato.

—No, lo harás ahora —Tomó mi brazo y con una fuerza que jamás había notado que tuviera me arrastró hasta el cuarto de Sabrina que quedaba justamente a un lado del mío.

—No, oye, tenía que prepararme —Le susurré, pero Jane me ignoró, abrió la puerta de mi hermana y me lanzó dentro de la habitación, solo para cerrarla con seguro después de mi.

Supe que acababa de entrar al infierno, las paredes decoradas de un color casi blanco pero con un poco de rosado me daban más miedo que nunca, escuché el movimiento de la cama detrás de mí, era el fin, ella se daría cuenta de que había invadido su territorio, estaría muerto en cualquier momento y lo peor es que jamás pude ascender en las clasificatorias de Overwatch.

—¡¿Qué haces en mi cuarto?! —Preguntó Sabrina, molesta. Me giré solo para encontrarme con que no estaba lo más presentable.

Usaba una blusa bastante espaciosa color violeta, pero que le llegaba hasta arriba del ombligo, su parte inferior estaba casi al descubierto, solo siendo cubierta por un calzón morado claro. Mi mirada se perdió con aquella vista, jamás había estado cerca de mi hermana vestida de aquella manera, era como tener una diosa frente a mi, pero tenía que controlarme, debía ser fuerte, usé todo lo que tenía y logré ver su rostro; sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y aun así mantenía su belleza intacta, aunque pude notar su furia al instante. Ella se abalanzó sobre mí e intentó jalarme hacia la salida, pero no pudo.

—Yo… yo, lo siento, fue Jane… —Le respondí, nervioso, fue lo único que pude decir.

—¿Jane? ¡¿Qué no ha entendido que no quiero ayuda?! —Tocó el picaporte pero no logró abrir—, ¡Le puso llave! ¡Ya me conocerá!

—¿Llave?

—¡Si! ¿Eres sordo, enano? Nos encerró.

—No sabía…

—No claro que no, nunca sabes nada. Pues bueno, aquí estamos —Se resignó, ambos sabíamos que Jane no daría su brazo a torcer, cuando quería algo solía conseguirlo—, siéntate lejos y no me molestes, no hay que hacer esto más difícil de lo que ya es.

—¿Estás bien?

—¿Te parece que estoy bien? —Señaló su rostro y después la manera en la que estaba vestida—, ¿Crees que así se ve alguien que está bien?

—No.

Ella se recostó en la cama bocabajo, dejando sus nalgas con una perfecta visión hacia mí, me senté en el suelo. Intentaba apartar mi vista de su culo, pero era imposible, cómo no admirarlo si se veía tan perfecto, bastaba con estirar un poco mi mano para poder tocarlo y estrujarlo, pero debía contenerme, ella era mi hermana además de que estaba pasando por una mala etapa. En otro momento de nuestras vidas, Sabrina también se llegó a llevar bien conmigo, recuerdo que también nos escondíamos en las noches y hacíamos nuestras pijamadas a escondidas de todos, pero todo eso era pasado. Mi verga comenzaba a reaccionar de nuevo, sería muy incómodo si ella se diera cuenta, tenía que liberar estrés de una manera u otra.

—Lamento lo que pasó con…

—¡No digas su nombre! —Me calló—, fue un estúpido, no merecía estar conmigo ¿Cómo se atreve?

—Si, no se merecía una novia como tú —Añadí.

—¿Como yo? ¿A qué te refieres con “como yo”? —Eso la hizo mirarme, yo bajé la vista y crucé los brazos impidiendo que notara mi erección.

—Pues si… ya sabes.

—¿Estás diciendo que soy una horrible novia? —Su voz sonó débil, triste, como si de verdad lo creyera—, sé que no soy la más cariñosa, pero… si lo quería y pensé que se lo estaba demostrando —Ella comenzó a llorar, las lágrimas se extendieron por todas sus mejillas, me sentía impotente ¿Qué debía hacer? No podía levantarme o ella se daría cuenta de lo caliente que estaba en esos momentos.

—No, no, yo no me refería a eso, decía que una novia como tú hablando de lo bonita que eres, quién no quisiera tenerte como pareja.

—¿En serio?

—Si, obvio, todos quisiéramos estar contigo, eres la mejor de toda la universidad —Alzó la vista, parecía un poco mejor.

—Muchas gracias, yo… creo que necesitaba escuchar que alguien me lo dijera —Dijo, mientras se limpiaba las lágrimas con la manga—, ¿Cómo pudiste salir adelante después de que te pasó a ti?

—Mmmm bueno, yo simplemente supe que ella no era la indicada para mí —Ni nadie, por eso sigo solo, pero preferí omitir esa parte—, no puedes pasar todo el día encerrada en esta habitación, te extrañamos… aún con tu carácter —Eso le causó gracia.

—Gracias, enano. —se sentó en el borde de la cama—, ¿A ti también te gustaría tener una novia como yo? —Esa pregunta me sacó de mi zona de confort, ¿A qué se refería? ¿Por qué me preguntaba eso? Sabrina se puso de pie y se dio una vuelta frente a mi, lo que me dejó al mil, mi verga estaba a punto de reventar.

—Yo emmm…

—Tú dijiste que te gustaría tener una novia como yo ¿No? —Se acercó, seguía viéndose un poco triste pero ya lucía más recuperada.

—Si, cualquiera quisiera tener a alguien similar a ti… pero bueno yo, yo soy tu hermano, eso estaría mal —Respondí, nervioso.

—Si, lo sé —Volvió a sentarse—, sé que tú y yo no nos llevamos tan bien como antes, y que tu hermana favorita es Jane pero… tal vez pueda ayudarte, si tú me das algo a cambio también.

—¿A cambio?

—Si bueno, conozco a varias chicas y ellas, tal vez les intereses, no lo sé, no son yo pero, algo es algo —Sonrió— y a tu amigo le agrada la idea —Señaló la montaña que se formaba en mi entrepierna.

—Esto… es involuntario.

—Lo sé, lo sé —torció los ojos—, además después de lo que pasó, me alegra saber que aún puedo alegrar a un hombre, aunque es extraño que sea a mi propio hermano —Volvió a ponerse de pie y se colocó de espaldas, mostrándome todo su culo, incluso comenzó a sacudirlo como si estuviera bailando—, ¿Te gusta lo que ves, enano? —Después al notar mi silencio, estalló en carcajadas—, okey, okey, acabas de alegrar mi día, deberías ver tu rostro. Muchas gracias por esto, enano, lo necesitaba.

—Yo, de nada, de nada… pero ¿el viaje?

—Lo pensaré, tal vez encuentres la manera de distraerme un poco ¿No crees? —Volvió a sonreír—, gracias, de verdad. Y este es tu premio.

Sabrina se movió tan rápido que a penas y alcancé a moverme, ella intentaba darme un beso en la mejilla, pero, sin saber lo que sucedería giré mi rostro un poco y nuestros labios se unieron. No pueden imaginar la sensación que atravesó mi cuerpo, fue como un rayo y mi verga se puso tan dura que pensé que rompería la ropa solo para liberarse. Me quedé congelado y ella hizo lo mismo, no sé que me sucedió pero mi boca se movió sola e intentó continuar el beso, ella por alguna razón hizo lo mismo. Cuando menos lo esperé mis ojos estaban cerrados y disfrutaba de uno de los mejores placeres de mi vida, pero cuando reaccioné me aparté de golpe. Llegué a la puerta y la abrí, ¡Gracias a dios que Jane había terminado con esa tortura!

¿Cómo era posible que acabara de besar a mi hermana?

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