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Visita a mi familia lejana

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Mi abuela por parte materna había fallecido, mi madre estaba ingresada en el hospital por un amago de infarto de miocardio, por ese motivo no la dejaron que viajara mil kilómetros, por lo que conllevaba y el riesgo. Mi padre, se quedó cuidándola. A mí, por mi parte, y por los lazos familiares tuve que acudir al entierro. Tuvieron el detalle de dejar que me alojara en su casa, una casa heredada de la abuela fallecida, a las afueras de la localidad. La casa era algo ruinosa, no se habían hecho reformas en muchos años. Mis tíos, me recibieron de forma alegre y simpática. La Tía Fulgencia me pregunto por mi madre, ya que eran hermanas. Haciendo hincapié que todo había sido un cúmulo de mala suerte, la muerte de la abuela el problema de mi madre. La familia de mis tíos se componía de cuatro miembros, hermano y hermana de 28 años él y ella 24 (yo era hijo único) y como dijo mi tía, dormiría con el Santi, el primo mayor.

A mis 23 años estaba terminando la carrera de Física, carrera que elegí por consejo de mi padre, ya que él es físico y siempre me podría inculcar los valores de la carrera y es una profesión que necesita dedicación y, sobre todo vocación. Mi madre en cambio era de letras, abogada, mi padre no repetía de decir que esas preocupaciones del despacho le habían llevado a la indisposición por la cual estaba ingresada. Decir tiene que mi madre conoció a mi padre en la universidad (cosa que mi abuela, el tema de la universidad le había parecido una pérdida de tiempo). Mis tíos trabajaban en el sector servicios, el padre chófer de camión de limpiezas urbanas, mi tía pescadera y los primos, él operario de limpiezas urbanas (el que recogía los contenedores de basura y le daba al botón de volcado); la prima -Danuza se llamaba- era reponedora de supermercado en el mismo centro que trabajaba mi tía.

Mis primos -a pesar de vernos poco- siempre me habían impresionado por su físico, el Santi rebasaba de largo el metro noventa -de hecho mi tío, como me decía mi madre medía uno noventa y uno-, Tatuado en todo su cuerpo, con pendientes, con esa sonrisa de dientes mellados; la hermana rebasaba el metro ochenta, también tatuada no tanto como el hermano- en parte de su cuerpo, como eran brazos, piernas. Estaba algo impresionado con su físico y prestancia, claro, una persona que, como yo mido apenas un metro setenta (168’ 53 cm para ser exactos) ver esos familiares que se parecían a la parte paterna impresionaban. Aunque mi padre siempre me había inculcado los valores de una educación, estudios y valores de la vida, donde el físico no importa, si no la vertiente intelectual.

Ya puestos en contexto de lo que es mi familia decir tiene que mi abuela falleció a los 93 años 3 meses y cinco días y medio. Al funeral acudió poca gente. Mi tía en un alarde de sinceridad y amor hacía madre, dijo “parto pero ya, a verla” (había obviado decir, lo que mi padre me dijo después “vino para pedir dinero para el entierro”) mi hermana es lo más sagrado.

Dejé mi pequeño equipaje en el cuarto del Santi, el cual tenía que compartir -calzoncillos en el suelo, zapatos por todas partes, ropa tirada en estanterías, ceniceros repletos de colillas, preservativos usados debajo de la cama- el cual apestaba a tabaco, sexo y lugar cerrado. Tras el funeral fue directo con esos valores que, como dijo él “le había inculcado la abuela: no mees fuera de la taza del wáter, no fumes en la cama, cuidado con las pelandruscas… “con. Como bien me volvió a repetir esos consejos también eran inculcados de familia, su padre mismo le repetía una y otra vez; “folla con funda, compra tabaco de liar ya que es más barato, las botellas de litro de cervezas salen más económicas que las latas...” Consejos educativos el cual mi primo los cumplía como decía él “al pie de la letra”.

Me dijo en tono orgulloso que intentaba sacarse el carnet de camión, ya que conducir el Camión de basura VOLVO Sopbilar FM380 6*2 Euro 5 era la “reputa ostia”. Me instó a salir a tomar algo, fui con él, con su Peugeot 305 trucado y tuneado, con un tigre en la capota, los asientos eran leopardo. En mi modo de pensar creía que estaba fuera de lugar a tomar algo estando la abuela de cuerpo presente, aunque bien mirado como el Santi me dijo “qué coño ni que ostias, 93 años  dando por sobreentendido que estaba justificado.

Mientras conducía entre acelerones y un escape estridente me dijo que no tenía novia, que le gustaba “flipar tías, no le iba mal” mientras me miraba de reojo con sus tatuajes en el cuello, manos y brazos, que yo podía observar. No paraba de fumar, el cenicero del coche estaba repleto de colillas. Llegamos a un tugurio en la entrada de la población, él, con paso largo, pisando fuerte y su envergadura marcaba diferencias evidentes. Nada más entrar engullo dos cervezas como quien bebe un vaso de agua. Me presentó como “su primo inteligente”.

En el local había no mucha afluencia, aunque destacaba una chica diminuta, no más de 150 cm, rubia de bote, con minifalda, el cual se vislumbraba un tanga rojo estridente, debajo unos pechos como limones, nalgas pequeñajas, guapilla de cara, con unos ojos azul metálico. Mi primo, me informó que era foránea, apenas cumplidos los dieciocho “buscaba peña” esa fue su expresión. También me dijo que era “una mujer en miniatura, que molaba”. Estaba algo mareado, sentía nauseas, le dije que tenía que irme… buscaría un taxi, me reprocho “que era un rajado”, busque en mi App del móvil taxis de la zona y no tarde en tener uno delante del local, me disculpé y lo dejé.

(A PARTIR DE ESTOS MOMENTOS DE LA NARRACIÓN VOY A EMPLEAR UN LENGUAJE MÁS ACORDE CON LAS CIRCUNSTANCIAS Y LOS PERSONAJES: LIBERTAD LITERARIA, DIGAMOS)

Serían las 6 de la mañana, oí pasos en el pasillo, risas de complicidad, la luz entraba en la apestada habitación, entraron. Era la diminuta chiquilla, la llevaba a la espalda, como un caballo y ella la jinete. Mostraban signos evidentes de ebriedad, entraron y él en volteo la descargo sobre la cama sin hacer. Pude ver como su diminuta falda quedo subida dejando ver el tanga, mi primo se abalanzó sobre ella tirando desnudándola entera. Era bastante delgada, sus tetas como limones con un coño depilado y rosada a la vista.

Acto seguido él se bajó los pantalones y calzoncillos al mismo tiempo, tiró de su camiseta y quedo una impresionante polla a la vista: Estaba empalmado. Me miraba de soslayo, no estaba para nada cohibido de que yo estuviera a dos metros de su cama. De pie él, ella tendida en la cama. Mi primo en esa posición le dijo que le hiciera una mamada, mientras se agarraba el tronco de su pene. Ella le dijo que “nunca había visto una polla como esa” por lo cual mi primo le contesto “ nunca has ido con machos de verdad, ahora sabrás lo que es un buen cipote”. Apenas podía abarcarla con la boca, lo intentaba, pero solo le entraba medio tronco. El hijoputa de mi primo se puso de lado, lo hacía descarado para que mirara, para más morbo le recogió la pequeña melena y tener una visión más amplia.

Santi intento follarle la boca en esa posición, la tenía agarrada de los cabellos. Después de pocos embates en su boca ella se atragantó; le salían hilillos de saliva, sus ojos estaban rojos. Era una imagen dantesca, él cuerpo tatuado, su envergadura y ese pene en una chica que no debía pesar los 40 kg. Santi bajo la mano y la dedeo. Entonces le dijo “ya que no puedes tragar más, follemos, so putón…, entonces cogió uno de los condones que estaban a la vista sobre su mesilla de noche (durex love sex) y de un mordisco rompió el precinto y se lo puso a una mano. Su desenvoltura denotaba que estaba acostumbrado a follar.

Acto seguido ella se tumbó en la cama, pero él la cogió y dijo que quería hacerlo de pie, en volandas. Diciendo “con lo manejable que eres será coser y cantar”. Así fue, ella se cogió de su cuello y con sus piernecitas rodeo su talle. Santi dio un paso adelante, me quedaba a poco más de un metro y medio, de forma cenital podía ver un testículo colgante y el arranque de la base de la polla en una línea recta hacía arriba hasta el glande. Santi le cogió las nalgas ya abiertas por la posición; el pequeño coño fue alineado con la polla. La bajo de golpe, quedando medio tronco clavado. Empezó a botear sobre la polla, ese coño tampoco podía con tanta polla, empezaron a jadear a estertorear; él hizo un intento de penetración más profundo lanzando ella un aullido exclamando y gritando que se la clavara tanto. Ella empezó a mostrar signos de venirse, Santi hizo un paso más adelante, estaban encima de mi cabeza, los flujos de ella me caían encima, estertoreaban los dos, mugidos de terminación y suspiros. Quedaron tendidos en la sobre la cama, él se quitó el condón y lo tiró. Quedo a medio metro mío.

Me levanté, poco tiempo después, los ronquidos de mi primo retumbaban en la habitación, ella tendida a su lado parecía un pollito en un nido.

Camine hacía la pequeña localidad esos tres kilómetros que la separaban, allí alquilé un coche para ese día y el siguiente que me quedaban. A la vuelta pude oír los gritos de mi tío “¡ay que ser un mierda para cepillarse una buscona el día del funeral!, la hermana también gritaba “¡no se puedes más hijoputa, la misma noche enterramos la abu”. Me desentendí y fui hacía el cuarto a cambiarme, la habitación estaba tal cual desordenada, al pisar para hacer mi cama noté que pisaba algo, era el condón, en su punta había abundante semen. Dije a mi tío que quería conocer la zona, que no se preocuparan, mi prima se asombró que hubiera alquilado un coche, incluso me dijo que ese mismo sábado podría llevarla ya que tenía que salir; le dije que encantado, también le pregunté si sabía algún teatro, museo… me respondió con un “que yo sepa no hay na de eso, aunque yo solo suelo ir al pub de Bernie y esta noche hay un súper conciertazo de los Serpientes, un grupo súper bueno”.

Dí vueltas todo el día con el coche, era una localidad algo aburrida, visité la biblioteca municipal, el centro de arte recién instaurado y una librería, la cual estaba al día de todo los libros de superventas. Llegué a la noche, mi primo tenía guardia ese finde por la noche, me dijo que los contenedores de basura estaban “petados de la puta ostia” y que se alegraba que pudiera acompañar a su hermana Danuza al “tinglao, ya que ella, no tiene el carne”. También me remarco el “polvazo de ayer, la súper ostia de la puta madre”.

Mi tío cenaba, yo estaba esperando a mi prima, fui al baño, la vi acicalándose en su cuarto -cama sin hacer, bragas en el suelo, zapatos…- y me dijo cuando me vio de soslayo que pronto estaba. La estatura de Danuza me impresionaba, se vistió cañón -falda vaquera corta, camiseta que marcaba sus pechos, pelo castaño rizado; en sus piernas llevaba tatuada una serpiente.

Una vez en el auto pude ver mejor esas piernas estiradas, intenté entablar conversación, yo estaba algo cohibido, le dije que iba muy guapa y ella me contesto que esa noche “hay súper conciertazo” una vez más, también me dijo que yo era un “primo súper bajito y súper bonachón”. Estaba entusiasmada mientras volvía a decir “será la ostia, viene su peña que acompaña al grupo, los Cobras, son tíos súper enrollados y no la peña de siempre súper aburrida”. Danuza encendió un cigarrillo tras otro en el trayecto, se había pintado los labios de rojo sangre y maquillado los ojos de forma algo descarada. Llegamos y la dejé, le dije que volvería a buscarla, ella, afanosa y casi sin prestarme atención bajo y dijo “no hace falta, la vuelta está súper cubierta, solo era para ir, pero pásate a beber unas birras”. Al bajar del coche su falda vaquera se levantó algo y pude ver su tanga de hilo negro, dejaba a la vista dos nalgas en perfecta simetría y un corazón tatuado en una de ellas. Caminó a paso largo y decidido hacía el local.

Fui al pequeño cine, la película resulto ser aburrida, sin sustancia, di algunas vueltas por la población hasta las dos de la mañana, estaba todo cerrado y desierto. Me dirigí al pub que Santi me había llevado, el mismo que había dejado a Danuza. Aparqué, se oía una especie de música enlatada. Afuera los clásicos porretas y fumadores de siempre. Al entrar el ruido era atronador, la música estaba a toda castaña. Divisé a Danuza, estaba eufórica entre un grupillo de gente con vestimentas moteras y en sus camisetas nombres de grupos que nunca había oído nombrar; pude observar que estaba acaramelada con un tipo alto que llevaba el pelo en forma de cresta y otro, un poco más bajo que llevaba recogido el pelo en una coleta, los observaba de cerca e intercambiaban risas y espavientos.

Pedí una cerveza, bebí, me sentía algo mareado, el ambiente era muy cargante. Salí a despejarme, en el coche puse la radio en la emisión de música clásica. Pasada más de media hora me decidí a entrar. Ya no la vislumbré en el local, vi algunos de su grupo, me acerqué, pero a ella y el chico con que estaba acaramelada no. Una voz detrás de mí me preguntó “ya están al lio”. Quedé desconcertado, no sabía que responder, dije que no le conocía el me respondió “la Danuza nos ha dicho que la ha acompañado su primo. Algunos del grupo rieron entre ellos, uno de ellos dijo en tono sarcástico “ve a dar un paseo a la trasera, el follodromo” y todos rieron a la par.

Tenía ganas de irme, salí del local, divise una explanada con algo de jardín, era la parte trasera a la que se referían. La curiosidad me hizo ir hacía allá. Los focos del local iluminaban algo esa zona. Encontré a dos señores que sus edades debían comprender entre los 40 y los 45. Uno de ellos con ojos voraces se acercó y me dijo que “había meneo del bueno a unos 20 metros, que no hiciera ruido si quería mirar”. Estaba claro que eran voyeurs. Fui hacia donde miraba el otro. Mi impacto fue brutal, era Danuza, la estaban follando, pude ver que el chico que estaba encima llevaba una cresta. Sentado al lado el otro compañero. Le daba bien, los movimientos de follada eran regulares, con tacadas precisas y certeras, su culo subía y bajaba, llevaba los pantalones en los tobillos, ella abierta con las piernas levantadas. Gemía, rodeaba con las piernas, los mete sacas se hicieron más acelerados, llegaban al clímax. El otro chico se levantó, se bajó los pantalones y se enfundó un preservativo. Se miraron los dos amigos y el otro también se levantó.

Hubo cambio de impresiones entre los voyeurs “la ha ligado el que la montaba, pero la van a compartir; está tía es la bomba, guarra de cojones”. Así fue, la posicionaron en posición de perrito y el otro le dio por detrás mientras el que la había montado se tendió en la hierba y le era succionada la polla por parte de Danuza. No tardaron en venir los estertores del que recibía la mamada, el que la bombeaba se paró y empujo más la nuca de Danuza hacía la polla de su compañero. El de la cresta empezó a bramar como un toro, Danuza tenía toda la polla en su boca, la cual babeaba. Tras un grito de placer inclinando la cabeza para atrás quedo evidente que se había corrido. No dejaban que Danuza sacara la boca, salían hilillos de saliva y tenía arcadas. Ahora la atenazo el que se había corrido por la nuca y el otro termino de bombearla por detrás. No tardo en venirse, saco su polla, se desenfundo el condón y tras el compañero liberar la cabeza de Danuza el otro la metió dentro, atenazándola por la nuca también. Otro espasmo de placer. Los carrillos de ella estaban hinchados, se oía el glup, glup gutural de ella. Un espasmo de vómito le vino, la polla del chico se llenó de líquido. La libero y dijo “la hija puta me ha vomitado en mi polla”. Hizo una buena vomitona. Los dos se subieron los pantalones. El de la cresta la incorporo y saco un Kleenex, ella se limpió.

Volví a entrar en el local desconcertado y asombrado, al poco tiempo llegaron los dos chicos al grupillo de amigos y empezaron a reír, estaban contando la hazaña. Me daba nauseas. Salí otra vez, no sabía a donde iba, estaba espeso de mente. Divisé a Danuza con aire abstraído y vacilante su paso. Le dije que la llevaba a casa. Como una autómata ella vino conmigo. Al sentarse dijo que estaba mareada, se estaba durmiendo. Sus ropas estaban llenas de hierba, apestaba a tabaco, alcohol y semen. Su camiseta era un poema.

A la mañana siguiente Danuza durmió casi todo el día no estaba de humor, el Santi volvía a tener guardia por la noche. Dicha noche vino a buscar a Danuza una amiga, cuchichearon, pude oír como su amiga subrepticiamente le decía “no sabes controlar, mirá que te arrepentirás“, ella contestaba “es mi vida, que coño y sí fue todo súper rápido, yo estaba súper puesta” y se fueron, quedaron con mi tío que ella quedaría a dormir en casa de su amiga y de allí ya iría a trabajar al supermercado.

Era mi última noche en la casa, opte por quedar en el cargado cuarto de Santi, igual de desordenado -incluso el preservativo estaba en el mismo lugar. Mi tío dijo que tendría una visita de una nueva operaria la cual quería ayudar a conseguir el empleo ya que el contrato le terminaba y él como bien decía “me da lástima, tiene familia, ayudaré en lo que pueda”; y que a la mañana siguiente dejaríamos el coche que había yo alquilado y me acompañaría al aeropuerto.

Sobre las diez de la noche, después de cenar llamaron a la puerta, solo estábamos mi tío y yo. Entro una señora de unos cuarenta años, su rostro era agitanado, de cara angulosa y curtida, morena tirando a casi negro, su cuerpo era atemperado, algo voluminoso sin llegar a ser antiestético, sus pechos eran voluminosos, su culo como un sol, subido y marcado. Llevaba un vestido de estampados florales estridente. Se sentó, me la presentó. Puso café y unas copas, la cual yo rehusé. La conversación giró en torno de ampliar su contrato “lo necesitaba, a los 40 y con familia, todo se hace cuesta arriba”. Me disculpé y dije que los dejaba, al volverme para dar las buenas noches vi que ella algo separada de la mesa tenía las piernas algo abiertas, vi sus generosos muslos y ante mi incredulidad vi que iba desbragada. Había acudido a ver a mi tío sin bragas, lo poco que vi fue un coño peludo y negro. Subí la escalera hacía la habitación y en un alarde voyeristico me quedé agazapado y mire por el rellano de la escalera que estaba oscuro.

Entonces mi tío, al saberse “solos”, emitió un suspiro y se hizo para atrás y al mismo tiempo que decía “haré lo posible para que logres el contrato” se cogía con la mano la bragueta. Ante ese gesto tan masculino de mi tío ella abrió más los muslos. Mi tío ante esa reacción dijo “vamos a mi despacho de la cochera, está mi sobrino por ahí”.

La casa constaba de una cochera, al lado lo que él decía ser un despacho era un habitáculo con un viejo camastro y en las paredes herramientas de mecánica esparcidas por doquier. En un arranque de valor a paso de ladrón baje y entre en la cochera donde habían dejado la puerta abierta, al fondo estaba ese “despacho” con el camastro. Pude oír que ella decía “bien montado te lo tienes cabrón” y el de su parte “que va, es un pequeño sitio para descansar sin los ruidos de la casa, por cierto, vienes ya bien preparada -mientras levantaba su falda y dejaba a la vista el coño.

Se desnudaron, mi tío mostraba un pecho con vello blanco abundante, su pene también era considerable, y ya mostraba erección. Montaron un 69, ella tragaba con ganas el sable, se regodeaba también en los testículos; por su parte mi tío, le abría las nalgas, metía toda la nariz en ellas, ya ronroneaban. Mi tío se le notaban las ganas ya de follar, se incorporaron, entonces dijo “aquí no tengo fundas, y tendría que ir al cuarto de mi hijo. Pero veo que tienes el culo hecho y la verdad es que me apetece encular”. Ella asintió dejando claro “despacio, tienes tranca, no voy envaselinada”.

Entonces mi tío se levantó y fue a su banco de herramientas, llevando un pequeño bote que supuestamente era vaselina. Ella cogió posición -en cuatro-, él le abrió el culo y lo lengüeteó un rato, metió dedos escupiendo sonoramente. Después lo untó de vaselina, y en una última revisión antes de posicionarse abrió el culo de par en par con sus manos. Después de dicha comprobación se untó su polla y la alineó al agujero. Empujó despacio, después volvió a meter un poco más, y otro poco más antes de meterla entera y aviso con un “ya tengo espació, voy con todo” y empezó a bombearla a tacadas sonoras, las nalgas arrugadas de mi tío se contraían por los empujes, empezó a acelerar; ella gritaba al mismo tiempo que se frotaba el clítoris, su cabeza pegaba en la pared del habitáculo por las embestidas; sus pechos bamboleaban como flanes.

No tardó en correrse mi tío lanzando un feroz estertor y dejando la polla clavada. Al retirarse mi tío pude ver como del culo salía lefa y se le derramaba por los muslos. Entonces mi tío dijo “date prisa en irte, tengo que ir a dormir”.

A la mañana siguiente mi tío me acompaño al aeropuerto y con una voz entristecida que casi sonaba sincera me dijo “lamento que nos hayamos conocido en estas tristes circunstancias de la abuela”.

 

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