Silvia tenía dos hermanos, de 19 y 24 años, dispuestos a follársela a toda costa. La forma en que lo consiguieron no tiene desperdicio y sus consecuencias resultarían imprevisibles.
La relación con Pablo, mi novio, cada día iba a mejor, pero, como todo en la vida, siempre hay una primera vez. Esa primera vez es especial para cualquier chica y para mí no iba a ser menos. Me estrené ¡¡Y de qué manera!! Cuando tomé impulso ya no pude parar.
A veces nos íbamos a algún pajar a retozar como dos locos enamorados y a su lado aprendí a conocer el amor y el placer y lamentablemente no acepte él casarme con ella, con la debida licencia eclesiástica, cuando alguna vez me lo propuso, argumentando algo tan poco defendible...