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Cristina se calza unos guantes, y de su bata saca un pequeño frasco de pomada, mete su dedo embarrándolo un poco y después comienza a esparcirlo entre las nalgas de aquel joven
No le contesté y hundí mi rostro en el almohadón, sentía como su verga entraba en mí y comenzaba a crecer más y más, era como si me estuvieran metiendo un pedazo de metal caliente, y una vez que entró de lleno, se quedó quieto unos instantes
Flexioné mi cuerpo hacia adelante y me dejé caer sobre su muslo, dejando así mis caderas a su alcance. Mi hijo movió un poco su pierna para acomodarse mejor y después comencé a sentir como pasaba su mano por mis piernas
El rostro de Mauro está completamente rojo, sabe que si se suelta vendrá un castigo peor, así que trata de aguantar, Cristina mueve cada vez más y más rápido su mano, tratando de que eyacule, y después de algunos minutos lo logra, Mauro lanza un gemido a la vez que comienza a venirse
Su mano comenzó a frotar mis pechos, pero ya de una forma más atrevida, y lentamente fue bajando su rostro hasta alcanzar mi cuello y yo claro, dejé que lo hiciera, sentía su tibio aliento recorrer mi cuello, sus labios me daban ligeros mordiscos, que ocasionaban que la piel se me enchinara
No era la primera vez que le provocaba una erección a mi hijo, y sabía bien lo que él quería, lentamente metí la mano bajo sus cobijas, hasta que llegué a su entrepierna y de inmediato sentí un enorme bulto bajo su bóxer y comencé a frotarlo, su cuerpo de inmediato reaccionó a mis caricias
Las dos chicas parecen tener una idea de lo que Cristina desea hacer, así que Gisel, comienza a frotar el miembro del joven, hasta que logra ponerlo erecto y comienza a masturbarlo
Durante varios minutos me tuvieron así, se habían llevado la cámara al cuarto de Cristina y estaban viendo el video, podía escuchar sus voces, las tres reían y Cristina platicaba acerca de lo que me podían hacer, en ocasiones bajaban un poco la voz, todo eso me ponía bastante nervioso
En el anterior relato, dos sumisos estaban siendo iniciados bajo la cruel tutela de Cristina, quien junto con tres de sus chicas, estaban a punto de penetrarlos.
Las tres rieron y comenzaron a pasar a castigar al sumiso, la primera fue Marlene, se paró detrás de aquel joven, sujetó fuertemente la paleta, levantó su brazo y lo dejó caer sin piedad sobre las nalgas de él.
Ella escogió la más grande, se la dio al sumiso y le dijo que se comenzara a masturbar. El sumiso nerviosamente tomó aquella copa con una mano, la
el sumiso hizo todo como le habían dicho y cuando llego a los pies de ella, cristina de inmediato le ordeno que abriera la boca, y sacara la lengua,
En el mundo de Cristina los hombres son simples objetos, algunos son usados para trabajo pesado, otros para labores de aseo, y otros tantos para diversión de las mujeres.
Acto seguido pude sentir como Cristina tomaba mis glúteos con sus manos y los separaba, y Pamela comenzaba a aplicar la cera, después de algunos segundos un fuerte ardor inundaba mi trasero
Ambas están en la cocina platican y ríen muy animadamente, llevan ya casi dos horas en la pequeña mesa del desayunador y se comportan como si yo no estuviera en calzoncillos a escasos metros de ellas