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A Julia le gustaban los domingos especialmente sus mañanas, algo poco frecuente entre las chicas de su edad, más dadas a dormir después de salir toda la noche. No es que no le gustase salir, al fin y al cabo tenía 27 años
Estas situaciones eran las que nos hacían perder la cabeza a Alba y a mí, no éramos de ese tipo de amantes de jueves en un motel de 8 a 10, jugábamos al límite, eso era lo que nos unía y nos ponía
La química sexual es una fuerza demasiado poderosa como para resistirse a ella, eso es lo que piensan Julia y Luis, una veinteañera y un hombre que acaba de cumplir los 50 cuyos encuentros son momentos de sexo caótico, salvaje y visceral
Sonreí y me dirigí al cuarto de baño, no es que tuviese ninguna necesidad pero empezaba a sentir un poco de humedad en mis braguitas. Ya dentro del cuarto de baño me quedé mirando al espejo y me dije pero que puta estás hecha
Un nuevo encuentro con Alba, los dos ya completamente entregados a la lujuria y al vicio. El morbo de excitarnos delante de su marido nos lleva a situaciones límite
Había llegado ese momento en que dos personas notan que se están tocando, el contacto se prolonga hasta que se hace permanente, y los dos esperan a ver quién es el primero en separarse, gesto delatará que ha prolongado el roce más allá de lo casual
A medida que avanzaba la noche descubría nuevas facetas de mi vecinita. El deseo de sentirse tratada como mujer desde hacía tiempo, la llevaron a una entrega total sin límites.
Me quedé contemplando sus piernas, ahora abiertas, cubiertas por unas medias negras hasta los muslos y unas braguitas blancas de encaje me estaban invitando a una nueva sesión de sexo. Pasé mis dedos sobre ellas, el tacto de sus braguitas era suave y podía sentir la piel de su sexo entre el encaje
Mis manos subieron hasta llegar a mis pechos, acaricié su redondez con suaves movimientos circulares, mi mano los recorrió moldeándolos hasta llegar a los pezones, y noté que estaban duros como piedras
Yo estaba ensimismado oyendo su historia, mientras me contaba, ella seguía acariciando mi polla con destreza, se puede decir que aquella noche no la soltó ni para ir a mear
¿Cómo surge un deseo?, ese deseo que te lleva a hacer lo que nunca hubieses imaginado. Ese deseo que surge de forma inesperada, que necesitas satisfacer sin importante las consecuencias
De cómo conocí a Magalí, la hija secreta de mis vecinos, una universitaria con pasión por los maduros. Mi historia comienza en el ascensor en un día aburrido y caluroso del pasado agosto