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Me coloqué sentado en sus talones, me incliné y con la lengua recorrí toda la largura de sus muslos por dentro, chupando con suavidad, con veneración hasta el final, enterrando la lengua en el entramado de pelos que cubrían ambos orificios
No puso reparos, terminó de sacarse la camisa, el sujetador, los zapatos y las medias, mientras yo también me desprendía del pantalón y del slip haciendo aparecer mi polla tiesa como un mástil
Yo solo tenía ojos para su cuerpo, verla caminar delante de mí llevando solo el tanga mientras en mi mano sujetaba la cadena que iba hasta su cuello era más de lo que necesitaba para excitarme. Me deshice de la toalla que llevaba a la cintura y tiré de la cadena
Mientras su mano empezaba a masturbarme, lubricada con su saliva la mano subía y bajaba cada vez más rápido, más fuerte. Notaba como si las venas de mi polla fueran a reventar. El coche dio un trompicón cuando eyaculé en su mano, mientras ella no dejaba de moverla, exprimiendo hasta la última gota
Viéndolo reflejado en el espejo del armario, me asombré de su culito, puesto que llevaba un tanga que dejaba descubiertos dos glúteos blanquecinos partidos por una estrecha franja de tela negra. Me bajé el pantalón y dejé libre la bestia
Le abrí la blusa y tire del sujetador hacia arriba liberándole los pechos que saltaron como movidos por un resorte, eran generosos, blanquecinos rematados por unas aureolas rojizas que envolvían los pezones
Empezó a desnudarme, ella me miraba alzando la vista mientras se acariciaba siguiendo mis órdenes, me saqué lentamente el pantalón del chándal no llevaba nada debajo
Me dio un beso en los labios y empezó a desprenderse de su ropa, percibí que lo hacía con agrado, la seguí con la mirada y empecé a desnudarme. Pasaban los minutos los dos sentados sin hablar desnudos en el sillón diván, cuando apareció ella
Y en ese momento me arrodillé ante ella, le abrí los muslos y separando la tela de las bragas me apropié de su sexo, de su clítoris, lamiéndolo, mordisqueándolo, introduciéndole los dedos en la vagina una y otra vez hasta que toda ella tembló corriéndose en mi boca con un grito silencioso
Mis manos buscaron sus caderas y sus piernas volvieron a separarse dejando que mi pelvis se juntara a la suya haciendo que mi verga rozara su sexo que otra vez estaba todo empapado
Mientras yo la acariciaba y ella abría cada vez más las piernas alcancé la tela de la braga, había calor y estaba húmedo. De golpe se incorporó colocándose de pie sobre la cama, estaba entre sus piernas