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Me desperté con un dolor de cabeza horrible y con la certeza de que no ha sido un sueño, que todo había sido real. Los recuerdos pasaban dentro de mi cabeza, ellas, Marta y Flora. Me incorporé de golpe al oír pasos por la habitación, Marta vestida al pie de la cama
En un lateral del tatami, encogida de piernas y abrazándose ella misma, se quedó dormida. Sole dormía profundamente y cuando creí que íbamos hacer lo mismo, miré a Marta estábamos las dos de pie, sus ojos brillaban, clavando su mirada en la mía y relamiéndose los labios
Fuera en la calle llovía intensamente, lejos el sonido de la tormenta. Pasé a la habitación de la otra Marta, miré la foto era ella. Tuve que recordar y retroceder seis años, cuando mi prima Irene me invitó a su despedida de soltera. Faltaban casi dos meses para su boda, pero decidió aquel viernes
La habitación aún no estaba iluminada con el sol de la mañana, estaba en posición fetal, apretó su cuerpo contra el mío, se movía de una manera que proporciona un placer hermoso. Me hice la dormida, si parece que duermo es mucho mejor, mientras me imaginaba que todo lo ocurrido fue un sueño
Marta de momento no admitió en voz alta que le gustaba, pero nos dio a entender que tenía tendencias sumisas y su necesidad de equilibrarse en el filo del dolor y el placer. Aceptó en expandir los horizontes de sumisión, en sus idas y venidas con la excusa de la venta del piso, los encuentros se
Era una tarde de sábado de tiendas con Adela, cuando al salir de una de ellas nos sorprendió un chaparrón que nos obligó a guarecernos en una cafetería, estaba prácticamente llena pues como nosotras otros habían hecho lo mismo, en una mesa estaba Marta, nos vio
Llevaba ya tres meses en casa de Adela, había asumido las normas, su decálogo. La primera y primordial, éramos para los demás, tía y sobrina. Me convertí en su asistenta doméstica, ordenaba, limpiaba, hacia la compra, empecé a aprender cocina
Cuando me desperté tras la increíble noche de sexo que tuve con Adela, estaba algo desconcertada. La puerta del baño se abrió y de pronto apareció ella, con una camiseta negra, le llega a medio muslo, creo que no lleva nada más debajo. Me mira, se muerde el labio inferior y pregunta
Era un viernes pasada medianoche volvía para casa, después del trabajo, ir al gimnasio y haber tomado unas copas con amigos, había salido del metro, apetecía no ir directa al piso que por aquel entonces compartía con otras chicas, a la espera de cruzar un paso de peatones interrumpió
Entré con la botella de vino, y tal como le ordené estaba sentada en el suelo, apoyada la espalda en el pie de la cama. Era excitante su postura, desnuda solo con el collar y los zapatos puestos
Cuando llegué a casa al mediodía, me di una ducha y me metí desnuda entre las sábanas de satén, donde caí fulminada en el acto. Me desperté cubierta de sudor. Tere no había sido un sueño. El azar hizo que fuera una realidad, pero me dejó frustrada
Me saluda ladeando su cabeza, al abrir la puerta, con una sonrisa preciosa. Lleva puesto un vaquero muy ajustado y una camisa azul marino, desabrochado el botón, que se abre dejando el inicio de sus pechos. Que sexy, bella pero informal. Verla con coleta, tan natural, me pone
Me subí a la cama, sentándome prácticamente en su cara. Seguidamente abriéndome las nalgas con las dos manos le ordené que me comiera el culo. Sacó la lengua y posándola entre las nalgas empezó a lamerme el agujerito que palpitaba de placer con las lamidas
Me acomodé en el sofá, dejando el culo en el borde y abriendo bien las piernas, Elsa no tuvo más remedio que ponerse de rodillas y mover la cabeza entre mis piernas hacia el montículo afeitado
Si no te lo pones puedes coger tu ropa y marchar, pero si voluntariamente aceptas seguir en esta habitación, cosa que deseo, tienes que ponértelo y nadie tiene por qué enterarse decidas lo que decidas
Me puse de rodillas, me agarró del pelo y se acercó un poco más, cerré los ojos porque me apuntó primero a la cara, y empezó, aquel diluvio dorado, perfumado, dulce y a pesar del calor que desprendía me entró un escalofrío de gusto
Se encoge y se apoya contra el sofá, para asegurarse de que nadie podrá verla. Sus manos se meten bajo la falda, la cosa es rápida y me las echa a un lado