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El olor a semen comenzó a luchar contra el olor a alcohol, mezclados con el olor que desprendía su asqueroso cuerpo. Vicente se recostó sobre el asiento retirando la mano de los muslos de Emi, pero ella, casi enajenada, continuó masturbándole hasta que dejó de manar leche de la enorme verga
Mi polla penetró hasta el fondo y la mantuve así unos segundos abriendo tu culo con las manos. Fueron unos segundos maravillosos sintiéndola dentro, rodeada y apretada por la fina piel de tu vagina. La saqué y volví a empujar, ahora algo más fuerte. Otra deliciosa sensación me invadió
Laura tampoco se cortó, y le bajó la cremallera del pantalón para hacer la comprobación que la había sugerido. Metió la mano y sacó una enorme polla en plena erección
Me vestí con los pantalones cortos, la camiseta y unas chanclas, realmente era lo que llevaba habitualmente en mi casa. Mi tía se puso a realizar sus labores habituales y yo me fui a dar un paseo para ver hasta donde llegaba la finca. A eso de las doce hoy llegar a mi prima. Me acerqué con rapidez
Los dos seguíamos de pies, en medio del pequeño claro del jardín con la luna en lo más alto del cielo como único foco de iluminación. Mi tía me volvió a besar, sus besos eran tremendamente seductores, sabía manejar la lengua y los labios como nadie que hubiera conocido. Seguía agarrada a mi polla
Acababa de terminar el bachillerato y el acceso a la universidad. Estaba contento, pero a la vez algo triste pues no salíamos de vacaciones. Mis padres trabajaban todo el verano y mis amigos se iban los dos meses, vamos que me iba a quedar más solo que la una.
Lucía seguía sentada con sus apuntes. El sol incidía en su piel haciéndola brillar más, y sus tetas, aunque no tan grandes como las de su madre, eran más duras y me parecieron deliciosas.
“Joder con la recatada!” Pensé mientras me arrastraba hasta la piscina. Necesitaba un buen refresco, todavía quedaba casi una hora hasta que regresara Lucía y no sabía cuándo podría tener otra oportunidad.
Mi polla volvió al letargo antes de que Lucía apareciera por la cocina y cuando llegó ya estaba la mesa puesta. Comimos y después de recoger nos fuimos a nuestras habitaciones.
A la semana siguiente seguía cabreada, pero esta vez pensaba conseguirlo. Volví a colocarme ropa de batalla, una falda negra algo menos corta, pero con una cremallera lateral muy sexy, y una camisa blanca súper ajustada, parecida a la de la vez anterior, vamos, que mis tetas deseaban estallarla.
Había cumplido los dieciocho años y quería sacarme el permiso de conducir a toda costa. Ya había dado diez clases, y según mi profesor eran pocas y no estaba preparada para el examen. No obstante, yo le insistí pues ardía en deseos de tener un coche propio para ese verano.
Sahara se había escondido junto a Teodon. También estaban tras unas rocas, y aunque no podían ver a los que se habían parado en el sendero, si que podían oír sus voces lejanas.
Hicieron el café, y tomaron algo más para desayunar. Sahara se fue después al río diciendo que tenía que refrescarse un poco y aprovechó para lavar sus piernas pringosas por la leche de Teodon. Continuaron el camino yendo en cabeza Jonás. Le seguían Sahara y Teodon que hablaban del poblado del chico
A la mañana siguiente se despertaron todos con la claridad que emitía el sol antes de salir. La madre se puso a buscar comida en las alforjas del burro.