Relatos publicados por Hunter (53)
Hunter tiene publicados 53 relatos que han recibido un total de 880.206 visitas, con una media de 16.608 visitas por relato. El total de valoraciones recibidas es 784 y la valoración media (8,95).
Cada vez me siento más sádico con este chico.
Un inmigrante se convierte en mi esclavo a cambio de un puesto de trabajo.
Un minero con tremendo culo y zamarro paquetón.
Cuando las rosas tienen espinas, si las quieres, tienes que arrancárselas.
Mi jardinero tiene un hijo al que le puse el ojo hace rato. Luego de mucho esperar, dar muchas vueltas, me robo esa flor y la disfruto intensamente.
Un chiquillo de Chitré con mucho yogurt.
Terminó mi polvo con Daniel pero esto me deja con unas ganas de pajearme por lo menos por una semana.
No podía quitar mi mirada de ese culonsote y me lo iba a comer de todos modos.
Una noche con Carter, el lavautos, me dejó el culo chorreando y adolorido.
No sé por qué me llamó la atención, tal vez era el bulto que se le formaba en su pantalón mojado...
Un estudiante muy guapo se vuelve mi putita personal antes y ahora regresa más sucia y con ganas de que lo maltrate.
Este maleantito tiene un fetiche con mis nalgas.
Hoy volví a encontrarme con Roderick, el chico casado, callado y tragón de pinga.
No soy muy religioso pero éste monaguillo me hizo suspirar ¡Dios Mío!
Un visitante inesperado me brinda la oportunidad de saciar mis bajos instintos.
Una parejita romántica se topan con un abusador.
Ya ha pasado un tiempo y tengo a la perrita amaestrada.
Un tipo de lo más rudo y ordinario que encontré en el metro de Panamá.
Dos colombianitos recién llegados se fuman un porro después que se bajan una caja de Atlas y…
Joel, el chacalito de Carrasquilla, necesita comprar un celular nuevo.
El taxista que tiene la pinga más gruesa de Arraiján.
Me presentan a un chico malo, de los que les tienen miedo en el barrio y no hay ninguna fierecilla que un par de dólares no puedan domar.
Un día apresurado, un tremendo tráfico y las ganas tremendas de deslecharme.
Todavía puedo escuchar en mi cabeza los gemidos de ese trío.
Cuando una perrita tiene sed de leche, hay que saciarla.