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Nuestros besos eran dulces, con amor, en cada uno de ellos entregábamos el alma. Nuestras caricias se limitaban a acariciar nuestros rostros y tomarnos del cabello, de vez en cuando acomodábamos nuestros rostros de izquierda a derecha
Un día como tantos, navegando por la red, veo un anuncio de una aplicación que permite restaurar imágenes o fotografías antiguas, y me puse a probar algunas de la familia que tenía, en las cuales había digitalizado, pero no se podía apreciar bien los rostros sobre todo si se las ampliaba. Debo
Me coloqué junto a ella, seguimos besándonos dulcemente, como agradeciéndonos lo que acababa de pasar, así mientras le acariciaba su vientre y tomaba entre mis dedos mi propio semen, lo llevaba a su vagina, para empezar a meter mis dedos dentro de ella.
Durante todo el tiempo que nos besamos, no cruzamos una sola palabra, solo nos entregamos a la pasión del momento, a besarnos, y devorarnos uno al otro.
Reíamos y disfrutábamos, la noche era nuestra, los tragos fueron y vinieron, al igual que los set de música. La música era fuerte y para decirnos algo teníamos que hablarnos casi al oído, lo cual me permitía sentirla tan cerca, percibir su aroma, y besarla de vez en cuando ahora ya descaradamente.
Ante esa visión, no pude evitar que mi miembro se pusiera al 100% de revoluciones, e inmediatamente se formara una carpa en mi pantalón, creo me quedé con la boca abierta y hasta babeando ante semejante monumento.
Seguimos besándonos como dos dementes apasionados, llevé mi mano a su cintura y empecé a subirla, hasta llegar al filo de sus pechos, me detuve ahí, y repetía este movimiento varias veces.
Al principio se resistió y quiso zafarse, sus brazos les tenía apretados contra mi pecho, y en cuanto la besé comenzó a golpearme en el pecho con sus puños cerrados, mientras movía su cabeza tratando de evitar que la besara.
Volví a cogerla de la cintura, y mi otra mano la llevé a su cabeza, para ponerla frente a mí, y tras besarla nuevamente, sin decir una sola palabra, nos quedamos viendo con lujuria.
La invité a bailar, ella tomó mi mano y juntamos nuestros cuerpos, ella puso sus manos sobre mis hombros y yo la tenía por la cintura. Nuestras bocas inmediatamente se buscaron, como si de un par de imanes se trataran.
Pero algo me llamó la atención y no era precisamente el hecho que esté llorando, pues su corte de cabello, y su ropa, me parecían algo conocidas. Mientras me acercaba para corroborar mis sospechas, era mi sobrina Verónica.
Su cuerpo es muy bonito, tiene unas caderas anchas, piernas un tanto largas y bien formadas, y aunque no tiene una cintura de avispa, provoca abrazarla de esa cintura.
El tiempo pasaba y a pesar que sentía que Sofía era feliz a mi lado, percibía que en nuestra vida algo no estaba completo. Pero yo haría cambiar para siempre nuestras vidas.
Regresé justo en la fecha en la que había dado mi último salto, para que Sofía no sospechara mi desaparición. Al esperarla para almorzar al medio día, para mí fue como si hubiera pasado siglos sin verla, estaba hermosa, al verla solo la abracé como nunca y la besé y la besé.
Nos comprometimos mucho más de lo que pondría esperar, ya no éramos una pareja de adultos que salía para tener relaciones, sino que pensaba en formar un hogar, vivir juntos por siempre y para siempre. Para mí sería imposible regresar a mi época en este momento, había pasado tanto tiempo ya.
Sofía solo vestía sujetador, calzones y zapatos de tacón, una fantasía hecha realidad. Mi pantalón pronto estuvo tirado en el suelo también, ahora a mí me cubría solo mis calzones.
En ocasiones nos ponían música más suave, y bailábamos abrazados, en una de esas veces, yo me ponía a su espalda y bailábamos así un momento, mi miembro de verla moverse estás casi en todo su potencial, cada minuto que pasaba me daban más ganas de hacerla mía.
Mientras ella colocaba sus brazos sobre mi cuello, nos dábamos un beso, apasionado como nunca se ha visto, sincero, tan especial como solo puede haber uno en la vida. Yo definitivamente estaba enamorado de ella, tanto o más qué ella de mí.
Me encantaba ver la nueva Sofía, más alegre y divertida, con ese brillo sin igual en su mirada, yo vivía alegre y esperaba desesperado la hora de volver a verla.
Las caricias eran por todo nuestro cuerpo, y los besos no paraban de lado y lado, Sofía empezaba a gemir tal y como lo hizo anoche, pero esta vez, yo la acompañaba, no sabía que yo también podía gemir así.
Luego de lo ocurrido en la casa después de la fiesta, ese beso que Sofía me dio, y ese te quiero tanto, solo quería llevar la relación mas allá lo más pronto posible
En cuanto pude la tomé de la mano y la ayudé a bajar los últimos escalones, mientras le daba una mirada completa por todos lados, podía advertir que algo estaba diferente en ella, algo tenía que la hacía ver más hermosa que de costumbre.