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Para los que no lo leyeron la primera parte de este relato, les hago un breve resumen sobre mi estadía en un telo de Mendoza, donde mi esposo debió llevar a reparar una rueda del auto y yo tuve que quedarme en la habitación esperándolo. Estando allí fui visitada por el encargado del hotel, Gustavo
Mi marido me dice que soy demasiado gritona y que todo el vecindario se entera cuando tenemos sexo en casa, por eso me lleva a estos lugares. A mí me encantan los telos porque los espejos, las luces y la música me predisponen para desatarme con toda mi furia. Esa tarde de un lunes, fin de semana
Soy Hilda, este es un pseudónimo que utilizaré en esta página. Tengo más de cincuenta, soy de la Provincia de Mendoza, Argentina. Me considero una mujer atractiva y muyyy sensual, además de sociable
Primero se acercaron dos de ellos y se desprendieron el pantalón sacando a relucir dos hermosas vergas semidormidas, que me acercaron al rostro para que se las chupara
Entró un joven delgado de piel trigueña y cabello motoso, completamente desnudo y se puso a mi lado, yo continuaba sentada tomando mi vodka y una hermosa verga quedó a la altura de mi rostro
Levanté algo la cola entreabriendo mis piernas y separé mis nalgas con mis manos hasta que sentí apoyarse en los labios empapados de mi vagina un hermoso botón que no tardó en penetrar hasta lo más profundo de mi ser
No sé si el hijo de Juan y su amigo se habían dado cuenta que yo estaba con las lolas al aire pero ellos continuaban con sus cañas de pescar y yo sin la menor intención de ocultarme, al contrario sentía una especie de morbo al verlos allí cerca nuestro
Les contaré un hecho real que viví hace unos cinco años. Estábamos bailando en uno de los boliches que a menudo frecuentamos y los tragos, como siempre me descontrolaron.
En la cama no tengo frenos ya que soy multiorgásmica y muyyyy gritona. Con solo el mínimo pensamiento o mínima insinuación de sexo me excito de inmediato.
No sé si llamarle problema o privilegio el que arrastro desde muy joven cuando tuve mis primeras sensaciones sexuales, soy demasiado sensible, digamos que soy multiorgásmica y acompaño mis orgasmos con fuertes suspiros y gritos que no puedo evitar.
Realmente en aquella noche de fiesta mi vida sufrió un gran giro. Haber concurrido a ese lugar me posibilitó trasponer el umbral de mis prejuicios, encontrando la liberación de mis deseos que tenía reprimidos desde el mismo comienzo de mi vida conyugal. Hoy no tengo prejuicios ni temores… todo vale.
En el sillón me sentía muy incómoda con la piel pegajosa sintiendo la melosa sangría del semen que emanaba de mi vagina y ano mojando mi entrepierna. Le dije a mi esposo que deseaba ir al baño. Al pasar junto a Mabel que estaba descansando con su esposo en un sillón cercano, ella se levantó y…
Yo podía imaginar que el moreno se había quedado excitado sin acabar con la Pantera y pensé que sería una privilegiada si lograba hacerle descargar de nuevo ese rico esperma que había podido degustar más temprano en el sillón.
Al recorrer los distintos rincones en busca de uno desocupado para quedarme un rato a solas, veía las más variadas escenas de sexo. Parejas, tríos, cuartetos, grupos de todo tipo y con las poses más sofisticadas se deleitaban con total libertad en sus prácticas sexuales.
Todo me parecía un sueño, quería despertar, despabilarme, quería estar bailando con mi esposo, sabiendo que todo había sido una pesadilla. Pero al abrir de nuevo los ojos volví a encontrarme con la realidad. Me toqué las piernas cerca de mi sexo y palpé el aún tibio y espeso líquido…
Todavía hoy sigue intacto el recuerdo de ese momento tan especial en que mi morbosa ansiedad me doblegaba en ese maravilloso lugar donde me había dispuesto a ser fornicada por mi esposo a la vista de cualquiera que nos viera.
Resuelta a disfrutar a pleno con mi esposo la buena música en ese mágico lugar, decidí continuar junto a esas parejas que bailaban con atrevidos movimientos sin ocultar sus pasiones. Verme en esos espejos, en penumbras, dejando translucir mi desnudez, me incitaba a mover sensualmente mi cuerpo…
Todo comenzó cuando una de mis amigas, Mabel, me hizo una invitación para ir a un festejo en noche de Halloween en una fiesta de disfraces para matrimonios donde por regla general las mujeres debían concurrir provocativamente vestidas y sensualmente arregladas.